45. ESTRELLAS

JAMES SUJETÓ LE CABELLO DE CARINA mientras ella vomitaba, esto pasaba mucho últimamente. Y sentía aún más dolor porque tenía los pies hinchados, lo que le dificultaba caminar.

Una vez que terminó, se levantó y se limpió la boca mientras James la abrazaba por detrás. Harry estaba a punto de ir hacia ellos, pero era de mañana, y como ninguno de ellos iba a poder volver a dormir, decidieron bajar a buscar algo de comer.

James estaba haciendo lo que él llamaba su especial, que en este caso eran simples panqueques, pero Carina sintió pena por arruinar su diversión así que simplemente le dejó pensar que era un chef profesional.

Mientras su marido cocinaba, ella fue al cuarto del bebé, ya casi estaba listo, y Carina empezó a emocionarse y empezó a llorar.

—Harry, mi amor—susurró contra su vientre—Serás muy amado.

—¡Sí lo será!—asintió James apareciendo con una sartén en la mano—¡Los panqueques están listos!—advirtió sonriendo como un niño.

—¡Entonces comamos!—dijo Carina emocionada, bajando las escaleras.

Después de comer, decidieron ver una película para distraerse.

—Sabes—comenzó Carina—Creo que a Harry le gustaron los panqueques—dijo al ver sonreír a su marido.

—¿Enserio?—preguntó emocionado—¡Entonces se los haré todo el tiempo!—saltó con impaciencia.

La mujer sonrió ante el acto y lo abrazó, emocionándose también.

—¿Quieres sentirlo patear? Patea cada vez que escucha tu voz—preguntó con los ojos brillantes.

—¡Te dije que sería el padre favorito!—bromeó James, recibiendo un débil golpe, y lo ignoró y tocó el vientre de su esposa—Ojalá mis padres estuvieran aquí para ver esto.

—Lo están, aunque sea desde arriba—sonrió acariciando la mano de su marido.

—¡Harry está pateando mucho!—dijo James asustado.

—¡Lo sé! ¡A veces me molesta mucho! Nuestro pequeño de pie fuerte—bromeó sonriendo.

—¡Apuesto a que será jugador de Quidditch!—dijo Potter—¡Para volar en escoba necesitas un buen pie! 

—Otra vez no...—susurró ella poniendo los ojos en blanco.

—¡Le enseñaré todos los consejos! ¡Y todas las maniobras! ¡Quiero comprarle su primera escoba para su quinto cumpleaños!—dijo ansioso—¡Y siempre encontraré la manera de ir a sus juegos en Hogwarts!

Carina solo sonrió, nunca hubiera imaginado que se casaría con un hombre tan apasionado. Solo ver a James emocionado por cómo iban a cuidar a su hijo hizo que su corazón se calmara, porque sabía que si algo sucediera, él estaría allí para cuidar de Harry.

Y eso la hizo querer tener más hijos, ver más de la sonrisa de su marido al crear una vida, al enseñarle al niño cosas básicas que a él le entusiasmaban hacer. Y en realidad estaba bastante segura de que la creación de Harry funcionaría, después de todo, incluso si ella no hubiera tenido la mejor creación, James sí la tenía, y él la ayudaría con eso, como equipo.

Al atardecer, decidieron ir a una colina, cercana a su casa, para contemplar la caída de la noche.

Una vez allí, James colocó una manta en el suelo y se acostó, esperando que Carina se acostara con él, y tan pronto como se acostaron, Potter la abrazó protectoramente.

Lo que más amaba a Carina eran las estrellas, y poder verlas aparecer en el cielo era algo para maravillarse desde su punto de vista. Era como si las estrellas brillaran sólo para ella.

Y la chica sonrió al ver cuánto deseaba que a su hijo también le gustaran las estrellas. Quería pasar noches con él sólo para que ambos pudieran ver salir las estrellas.

Y se lo imaginó, los dos sentados mientras James llegaba a casa del trabajo, los dos esperándolo ansiosamente. Harry saltando tan pronto como viera a su padre, el Potter mayor le diera un beso y Harry esperara a que su padre se sentara a la mesa solo para decirle cómo había sido su día.

—¿Qué estás pensando?—preguntó James besando su cabeza.

—Sobre nosotros—dijo y Potter le dio una mirada como para explicarle más—Cuando Harry sea un niño grande, llegues del trabajo y él y yo vemos las estrellas esperándote—ella sonrió imaginando—Él saltando a tus brazos en cuanto llegas y te espera emocionado para contarte tu día—lo abrazó con más fuerza.

—Nuestra vida aquí será muy feliz—dijo, pensando con ella.

—Lo será—asintió ella—Y la vida de Harry será, con suerte, muy fácil de vivir.

—Sí lo será—dijo—Me aseguraré de eso—sonrió con picardía.

—¡James Potter!—exclamó—¿Qué hiciste?—preguntó sonriendo.

—Tal vez—hizo una pausa dramática—Creé una cuenta bancaria para nuestro hijo—sonrió levemente—Sólo tal vez.

—¡James! ¿Y no me lo ibas a decir?—preguntó riendo, todavía un poco irritada.

—Iba a hacerlo—se encogió de hombros—Iba a decírtelo en una hora—dijo recibiendo una mirada irritada por parte de ella.

—¿Cuánto dinero hay en la cuenta?—ella lo miró con recelo.

—Quizás algunos galeones—sonrió nerviosamente.

—James Potter—dijo seriamente—¿Cuánto hay en la cuenta?

—Te ves hermosa cuando estás enojada, ¿lo sabías?—pasó sus manos por su cabello evitando que ella mirara.

—No te desvíes del tema—dijo cruzándose de brazos.

—Bien—dijo desesperado—Quizás... Sólo unos diez mil galeones... —dijo esperando tu reacción.

Pero lo único que hizo fue quedarse en silencio por un segundo, procesando la información, puede que haya nacido en una familia rica pero no quería que malcriaran a su hijo.

—James...—habló lentamente—Eso es mucho dinero, como mucho—dijo poniéndose las manos en la cabeza—¡Ni siquiera ha nacido todavía, por Merlín!

—El necesita comenzar su futuro ahora, amor—explicó James, devolviéndole el abrazo, recibiendo solo una mirada irritada por su parte.

Y por más que parecía irritada, por dentro se reía al ver que tendría mucho trabajo cuidando a dos niños, uno de los cuales ya era mayor de edad.