43. BIENVENIDO

𝐂𝐀𝐑𝐈𝐍𝐀 SONRÍE SE VE EN EL ESPEJO. Llevaba un vestido verde holgado, pero dejaba al descubierto su enorme barriga. Ya tenía treinta semanas y a cada paso le llegaba la ansiedad, el deseo de conocer a su hijo.

Por alguna razón tuve la sensación de que era un niño, no sabía por qué, simplemente sintió que lo era. Y aunque siempre quiso una niña, también le encantaría cuidar de un niño.

James ya saltaba de la emoción y hablaba a cada segundo del cuarto del bebé, de cómo decorarlo, cómo será, el color de las paredes. Habían pasado algunos meses desde que sus padres murieron, y desde entonces, Potter había tratado de ocupar su mente con otras cosas, y en ese momento, era la habitación del bebé.

Ya era mayo, su casa finalmente había terminado de estar lista al cien por cien. Entonces decidieron hacer una fiesta de bienvenida.

Carina bajó las escaleras pensando en lo emocionada que estaba de ver a sus amigas, ya que hacía muchos días que no se veían debido a la guerra.

Éste, que cada semana se difundía más, pero nadie hablaba de ello, al fin y al cabo, a nadie le gustaba pensar en ello.

La primera en llegar fue Pandora con su esposo, quien al igual que Carina tenía su vestido marcado, pero esta vez un poco más ligero, pero aún así, haciendo que Carina gritara fuerte.

—¡Oh, Merlín mío!—sonrió ampliamente—¿Cuántas semanas?

—Cuatro y quiero que seas la madrina, Car—lLa abrazó fuerte.

—¡Por supuesto!—sonrió alegremente corriendo hacia James que estaba en el patio preparando comida—¡Voy a ser madrina, amor!—saltó encima de él y se asustó.

—¿Qué?¿De quien? 

—¡Dora! ¡Espera hasta que nuestro hijo conozca a su hijo! ¡Serán mejores amigos!—lo abrazó fuerte y sin dejarlo hablar, volvió con su amiga.

—No sé cuándo será la próxima vez que te veré, así que quería dejarlo claro—la abrazó nuevamente.

—¡La semana que viene almorzaré en mi casa para decidir el nombre de mi hijo!—Carina sonrió—James tiene unas ideas muy extrañas.

—¡Hey! ¡Lo escuché!—gritó Potter desde el patio trasero, haciendo reír a las dos y los tres se dirigieron al patio trasero.

—¿No es así, amor?—ella sonrió, colocando su espalda contra su pecho, haciendo que él la abrazara por detrás.

—¿Qué?—preguntó confundido.

—Vamos a almorzar aquí en casa la próxima semana—ella sonrió al verlo asentir.

—¿Almuerzo? ¡¿Yo también voy, verdad?!—gritó Sirius, entrando al patio con Mary y Remus.

—¿Peter no pudo venir?—preguntó James con tristeza y Lupin negó con la cabeza, haciendo suspirar a Potter, era como si su amigo se alejara poco a poco.

—Qué almuerzo?—Sirius volvió al curioso tema.

—¡James y yo los invitamos a almorzar en nuestra casa la próxima semana para decidir el nombre de nuestro hijo!—sonrió alegremente, colocando su mano sobre su vientre mientras los demás compartían la misma sonrisa.

—Voy a hacer una lista—pensó Black en voz alta, haciendo reír a todos.

—¿Te gusta nuestra nueva casa?—sonrió James, orgulloso de haberlo comprado.

—¡Me encantó! ¿Puedo mudarme?—dijo Mary inocentemente mientras Carina le daba un débil golpe.

El resto de la tarde fue más o menos así, todos comiendo y bebiendo, excepto las madres más jóvenes. Y así, resultó que sólo quedaron las dos mujeres sobrias.

—¡Sirius Black!—rugió Carina cuando él rompió su jarrón corriendo por la casa con James—¡Vuelve aquí, bastardo!—gritó enojada al escuchar risas por toda la casa.

—¡Carina!—gritó Pandora—¿Un poco de ayuda aquí?—gritó sin aliento y apenas llegó Carina, Mary se había desmayado en su habitación y Lovegood estaba tratando de levantarla.

—¡Por Salazar!—Carina se llevó las manos a la cabeza mientras respiraba profundamente - Nunca dejaré que estos chics vuelvan a beber—dio una débil sonrisa.

Ella y Pandora lograron atrapar a Mary, y en el camino hacia las escaleras, las dos sintieron pasar una figura junto a ellas y Carina sintió una mano en su hombro.

—¡Ya entendí! ¡Está contigo!—gritó su marido mientras salía corriendo riendo nuevamente.

—¡Mierda!—gritó casi dejando caer a su amiga—¡Estoy embarazada por el amor de Merlín!—suspiró mientras Pandora reía.

—¡Te estás riendo mucho!—señaló con el dedo a Lovegood—¡Te estás riendo porque no es tu marido actuando como un loco!—el se rió y ella se rió con él.

—¡Mira a mi marido, Car!—señaló para que ella viera—¡Está leyendo mientras hace el pino! 

—Tenía tantas ganas de tener esa cosa muggle para tomarle una foto—dijo Carina y Pandora estuvo de acuerdo. Pero dejaron de hablar tan pronto como se dieron cuenta de que todavía estaban de pie en las escaleras.

Los dos llevaron a Mary a la habitación de invitados y, por cansancio, se tumbaron en el suelo.

—¿Amigos para siempre?—preguntó Lovegood de repente

—Lo juro—Carina sonrió, girando el rostro para mirarla y la rubia sonrió.

—¿Crees que nuestros hijos serán amigos?—ella sonrió mirando sus estómagos.

—¡Serán los mejores!—Carina sonrió —Y sus hijos, nuestros nietos, también serán amigos!

—¡Obviamente!—Pandora la mir —Y toda la familia los va a llevar a ellos, a los nietos, en el tren de Hogwarts!

—¡Claro!

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Y allí, las dos sintieron como si estuvieran firmando un documento, que si eso no sucedía, alguien sería demandado. Pero todavía tenían miedo, miedo de no poder ver a sus nietos ir a Hogwarts.

Y esa conversación, ese contrato, fue una promesa. Que aunque estuvieran separados, se volverían a encontrar, tal como siempre lo hicieron.