𝟎𝟐𝟔. 𝖺𝗇𝗂𝗆𝖺𝗀𝗂
26. ANIMAGOS
ERA LUNA LLENA OTRA VEZ, y por mucho que la chica disfrutara de la luna, no podía evitar pensar en Lupin, ahora que conocía su secreto, de alguna manera, había una parte de ella que era como mucho curiosa y al menos menos preocupado.
Conocía las historias, no era tonta, siempre supe que sentían dolor en esas noches, que gritaban hasta transformarse. Pero le enseñaron a odiar a estas criaturas, a tener miedo, a sentir asco.
Pero debería haberlo esperado, al fin y al cabo siempre contradecía a sus padres, no sería la primera vez ni la última en hacer esto.
Y en ese momento ella estaba en su dormitorio, en la ventana mirando la noche, y preguntándose cómo estaba Remus, pero pensó que lo mejor sería sacar ese pensamiento de su cabeza y decidió dormir.
Y aunque no quería, se despertó con la cabeza pesada por sus pensamientos, era domingo y se despertó con el amanecer solo por culpa de su mente.
Black se maldijo por tener algo llamado empatía y se levantó en pijama, se puso sus pantuflas y bajó las escaleras, con el objetivo de ir al jardín a ver si Remus ya se había transformado nuevamente.
En silencio, se dirigió de puntillas hacia su sala común, para no acabar despertando a alguno de sus compañeros. Y se rió débilmente cuando vio a un chico durmiendo encima de su libro en una posición un tanto... extraña.
Al llegar al jardín, lo primero que hizo fue esperar, luego decidió sentarse en el pasto y mirar al cielo, con el ingenuo pensamiento de que todavía había una estrella en él.
Cuando empezó a escuchar ruidos, se levantó y se dirigió hacia el ruido, y de todas las posibilidades que pasaron por su mente, esta fue la única que no esperaba que sucediera.
Miró con el ceño fruncido y su cabeza corriendo con la escena que vio. Un ciervo sosteniendo a Lupin por sus astas y un perro a los pies del chico.
Entrecerró los ojos para ver mejor la escena y acabó viendo un ratón en el lomo del ciervo. En toda su vida, este fue definitivamente el momento más extraño.
Y aunque estaba muy confundida, se quedó allí parada, hasta que Remus la miró y empujó a los animales hacia ella.
—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó Lupin débilmente, soltando a los animales y dirigiéndose hacia ella, casi cayendo en el camino pero fue detenido por Sirius, quien se había transformado nuevamente en humano.
Carina podría haber jurado que vio al ciervo poniendo los ojos en blanco.
—Yo...—¿Te perdiste en tu propia respuesta cuando viste a tu primo?—¿Sirius?—preguntó confundida.
—Hola—respondió Black con una sonrisa pícara—¿Por qué estás aquí?
—¿Por qué tenías forma de perro?—ella le devolvió la pregunta, ahora algo indignada.
—¿Magia?—preguntó Sirius mirando a los animales, viendo que estaban quietos—¿Un poco de ayuda aquí?—Carina pensó que era un poco estúpido pedir ayuda a los animales.
—Mira, Carina—intentó explicar James—Nosotros... yo... —se confundió—Espera, ¿Por qué estás aquí?—frunció el ceño.
—Si respondo eso, ¿Responderías por qué eras como animales?—respondió con otra pregunta.
El chico miró a sus amigos esperando una respuesta y los vio asintiendo con la cabeza.
—Voy a llevar a Moony a la enfermería—dijo Black y Peter gritó que iría con él—Explícaselo—les guiñó un ojo a ambos.
—Entonces... empieza tú—dijo Potter al ver que se habían ido.
—Yo... —el chico encontró graciosa su dificultad para hablar—Estaba preocupada, quería ver cómo estaba Lupin—dijo todo muy rápido por lo que Potter necesitaba procesar su discurso lentamente.
Cuando finalmente entendió, su única reacción fue sonreír, pensó que era extremadamente lindo cómo se preocupaba por su amiga. Y pensó que ella era aún más linda cuando se dio cuenta de lo que llevaba puesto.
—Ositos de peluche, ¿eh?—la miró de arriba abajo con una pequeña sonrisa.
—¡No te salgas del tema, James!—respondió enojada pero sonrojada como un tomate.
—Mira... —respiró hondo—Somos animagos—sonrió, moviendo sus manos en señal de celebración.
—¿Animagos?—se sorprendió—¿Son animagos ilegales?—ella lo miró con curiosidad.
—Lo somos—vio la expresión de duda en su rostro—Para ayudar a Moony a no cortarse durante la luna llena—suspiró—Nos transformamos en el segundo año.
La chica lo miró con cariño en los ojos, viendo lo que le hacían a su mejor amiga, y cuando fue a responder, habló en un tono más cariñoso.
—¿Por qué no me lo dijiste?—lo miró a los ojos.
—Bueno...—sonrió abiertamente—Creo que te lo diría en tu ataúd, mientras me desahogaría de todas las cosas que no te dije—sonrió torcidamente.
—¡James!—se rió y puso los ojos en blanco—Pero... —volvió al tema—En serio, ¿por qué?
—Tú tienes tus secretos—el la miró—Y yo tengo los míos.
—Muy bien—se encogió de hombros.
—Pero ahora que sabes del mío, creo que sería justo que yo supiera del tuyo, ¿no?—preguntó sumamente curioso.
—No—respondió seriamente—¡Estoy bromeando!—se rió, mirándole a la cara—Pero en serio, no —dijo simplemente.
—¡Oh, vamos!—suplicó el chico mientras su niño interior gritaba de curiosidad.
Carina parpadeó dos veces mientras respiraba profundamente, no puedo creer que vaya a decir esto, pensó y puso los ojos en blanco.
—¡Solo estoy intentando hacer algo útil para ayudar con la guerra!—soltó todo de una vez, sintiéndose aún más ligero por compartirlo con alguien.
—¿Qué?—preguntó sorprendido ya que nunca se había imaginado que ese fuera el motivo—¿Cómo... qué estás haciendo?
—Estudiando la magia que involucra la mente—miró la hierba.
—¿Te gusta la Legilimancia?—la miró pensando en lo linda que se veía ahora.
—Ya está—respiró hondo—Y Nictomerancia—continuó mirándose los pies.
—Cuando dices Nictomenrancia, espera... —parecía sorprendido—¡¿Nictomerancia?! ¿Nictomeranccia a nivel de muerte?
—Sí —ella se rió suavemente ante su elección de palabras y finalmente lo miró a los ojos—¿Pero cómo lo sabes?
—Remus—rodó los ojos recordando la cantidad de horas que estudió cosas que no necesitaba—Pero... ¡¿en serio?!—preguntó todavía algo aturdido.
—Sí—sonrió mínimamente—Estoy aprendiendo Nictomencia en la habitación de la necesidad—le guiñó un ojo—Soy una Nictomente.
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