Suspira perdiendo noción del tiempo y el espacio que la rodea, dejándose llevar por un mar de malas decisiones del pasado que ahora mismo le pasaban factura de mala manera, destruyendo su corazón en el proceso. Se queda mirando al balcón de su ventana, con un cigarrillo en la mano, disfrutando la suave brisa de otoño que golpea su rostro con delicadeza.

Vuelve a suspirar cuando decide salir; ir a algún lugar donde pueda olvidar sus recuerdos, recuerdos que le traían de regreso a aquella chica que tanto amaba y dejó ir por su miedo y su falta de compromiso.

Se puso un suéter y salió de su apartamento con el rostro cubierto por una mascarilla, caminó despacio disfrutando del clima fresco que golpeó Seúl en esa tarde de septiembre; las hojas teñidas de naranja y amarillo dando un pintoresco paisaje que combinaba perfectamente con el atardecer.

Entró a una cafetería, dispuesta a pedir un rico café para calentarla un poco, sin embargo, la vida tenía otros planes para ella. Dentro de aquella linda y pintoresca cafetería estaba su mayor error... su mayor amor...

Pero YeJi ya no estaba sola... Ella estaba riendo en manos de otra chica.

La vio disfrutando de una charla amena tomando un cafecito, disfrutando de la compañía de la chica más baja... ¡Demonios!, esos celos la estaban matando. ChaeRyeong quería correr a su encuentro, tomarla de la mano y sacarla de la cafetería a tirones y besarla hasta dejar sus labios hinchados y rojos.

Pero ella ya no tenía ese derecho... al menos no después de haberle dicho adiós...

ChaeRyeong recuerda ese día con lágrimas en los ojos y el corazón; el día en que todo lo perdió, el día en que por su miedo y cobardía perdió al amor de su vida. Claro que ella lo recuerda.

— Ryeong... solo dime que coño quieres, ya no puedo seguir esperando a que te decidas — resopló nerviosa la mayor — Si me amas dímelo... y si no lo haces, dímelo también para poder marcharme...

— Te amo YeJi... pero no puedo estar contigo... — respondió ChaeRyeong con lágrimas en los ojos.

Entonces fue cuando la mayor se marchó de su vida para siempre, dejando a la menor con un dolor insoportable en el corazón.

Sin darse cuenta se quedó mirando a la nada recordando a su amada, pero finalmente decidió no arruinarle su felicidad, aún le dolía, pero estaba bien. Ella aceptará que ya no puede tener a YeJi, porque en las guerras de amor siempre hay balas pérdidas.

Sonrió con nostalgia y salió de la cafetería, despidiéndose de su amada, deseándole la más pura felicidad, deseándole un amor que la trate como se lo merece, como una reina...

Porque para ChaeRyeong, YeJi siempre fue la reina de su galaxia...