Ⅰ
𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸.
𝙻𝚎𝚌𝚑𝚎
— No lo olvide. Su trabajo es de vital importancia. — Recordó el inspector en un tono de advertencia.
Trago saliva, asintió con una sonrisa temblorosa para que el de traje amarillo pudiera dejarlo en paz.
Una vez el inspector se fue pudo tomar un respiro, estaba nervioso y sus manos sudaban con ansiedad.
Es decir, la vida de sus vecinos estaba en sus manos y cualquier error le podía costar la vida.
— Maldito trabajo. — Maldijo tanto como pudo.
En realidad nunca hubiera aceptado pero las cuentas no se pagan solas. Además el puesto le ofrecía un lugar donde dormir y un sueldo generoso.
No se podía dar el lujo de rechazar esa oferta.
— Buenas tardes. — Se acomodo en el asiento esperando no encontrarse con un doble.
Lo primero que vio fue a una mujer rubia de pecas que le entregaba sus documentos.
Regreso el saludo, leyendo detenidamente cada información y asegurándose que fueran los mismos, la mujer estaba en la lista de hoy.
— Eres nuevo ¿verdad?. — Pregunto la que parecía ser Mia Stone. — No te había visto por aquí.
— Es mi primer dia. — Explico con cortesía. — El antiguo portero cometió un error.
Dio una última revisión en los papeles y en la lista para corroborar los datos, ella era la auténtica Mia.
— Puede pasar. — Hablo entregando sus papeles y abriendo el acceso para que ella pudiera entrar. — Lamento la demora.
— No es nada, lindo dia.
Cuando la mujer ingresó pudo cerrar la puerta, las manos le sudaban y su pierna subía y bajaba mostrando su ansiedad.
Para su suerte solo habían salido dos personas más, podía irse a dormir temprano y si tenía suerte alcanzaba a ver su programa favorito.
— Hola o lo que sea. — La siguiente persona era una estudiante.
Tenía coletas y ojeras marcadas seguramente por la escuela. La joven le entregó sus papeles para que el los revisará cosa que hizo de forma meticulosa, su reciente descubrimiento fue que se llamaba Anastacha Mikaelys.
— Todo en orden, linda. — El rostro de Anastacha se pintó en un suave carmín cuando James le sonrió. — Pasa.
Le dio acceso y volvió a cerrar la puerta evitando malas consecuencias.
Una vez solo se dedicó a observar su oficina, era silenciosa y de tonos rojizos. Un poco vieja y con un vidrio de dudosa calidad que lo separaba del exterior.
— Pudo ser peor, la verdad. — Disfruto del silencio acogedor, pensó en que podía limpiar un poco y decorar el lugar a su gusto, quizás traer una plantita y una foto de su gato lo haría menos horrible.
Un sutil toque en el vidrio lo sacó de su ensoñación, era el último residente en la lista.
— Francis Mosses. — Susurro viendo al hombre de grandes ojeras y uniforme de lechero. — Me permite su documentación por favor.
— Si, olvide mostrarlas. — Frente a él apareció la identificación y su hoja de registro, trabajaba como lechero y era residente del segundo apartamento en el cuarto piso.
Esperen, ¿cuarto piso?.
— Usted se acaba de mudar a un lado de mi departamento ¿verdad?. — Comentó el lechero. — Ahora somos vecinos.
— Si eso creo. — Respondió sin levantar la vista de los papeles.
— Bienvenido.
— Gracias. — Respondió entregando los papeles pero sin abrir la puerta.
— La puerta por favor.
— ¿Me cree imbécil?. — Rápidamente presiono el boton de emergencia que cubría la ventana con una cortina de metal. — Me lleva la- ¿que era eso en su cabeza?.
Marco el número con rapidez escuchando los golpeteos del doble que lo hicieron tener escalofrios.
— ¿Por que se tardan tanto en contestar?. — Murmuro al borde de la desesperación hasta que por fin alguien se digno a levantar el teléfono
— Se comunica con el D.D.D de inmediato mandaremos a alguien para ejecutar el protocolo de limpieza.
Colgó de inmediato y espero, aguantando los fuertes sonidos que hacia el doble del tal Francis.
— Ya me caes mal, lechero. — Se abrazo a sí mismo tratando de no temblar demasiado hasta que todo el sonido fue remplazado por un silencio mortal.
La cortina se abrió mostrando a un hombre corpulento de traje amarillo con unas manchas de sangre en el.
— Protoco de limpieza terminado, puede continuar su trabajo.
— Gr-Gracias.
Verlo irse no lo dejo tranquilo, lo más extraño es que no había rastros de sangre o salpicaduras como él esperaba.
— Buenas tardes. — Su persona favorita llegó.
— Francis Mosses, documentación por favor.
Casi matan del susto a mi James.
Esta historia no será demasiado larga, incluso podria decir que va a ser un romance soft.
Creo.
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