
#𝟏𝟓 ; 𝐉𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐚.
Ella ni bien se recupero, andaba de un lado para otro. El cambio de ambiente, la ausencia de su padre y ese resentimiento, le había caído mal.
Aunque ella no lo supiera, los del consejo y el Kazekage la miraban como si fuera un juguete. Algo que distraía a Gaara y por lo menos, le ayudaba a controlarse. O algo así.
Pero Rasa, no iba a desperdiciar el talento de una Uchiha. Claro que no era un idiota total.
Así que la Hatake estaba en un entrenamiento, aunque era algo aburrido.
La única que se aproximaba a su edad, era Temari.
Caminaba por las calles de Suna, buscando a su amigo el pelirrojo. Últimamente sus demás amigos la estaban ignorando más de lo habitual.
DAIMARU:
¡Temari! ¿Eres muy cobarde para no soportar a esta iguana? ─preguntó con una risa.
No te hará caso... Idiota.
Pensó la Hatake.
Era la peor manera de llamar el interés de alguien.
Daimaru era un chico que se notaba que estaba enamorado de la rubia, pero esta ni caso le hacia. Y como técnica de llamar su atención, la molestaba.
Ella dudo si intervenir o no, pero finalmente soltó un suspiro y tomó un kunai.
No iba a hacerle daño, un pequeño susto era lo más conveniente.
─ ¡Déjala en paz, Daimaru! ─exclamó, llamando su atención.
Gaara salía de su entrenamiento.
El kazekage le había asignado un profesor, Baki. Quién era demasiado estricto y serio con el, aunque sabia que también le temía.
A lo lejos la visualizo, estaba con Temari.
Pero el ignoró a su hermana, no era la primera vez. Según el, ese vinculo con su familia era de odio. Y solo reconocía ese lazo con la Hatake, algo inquebrantable.
GAARA:
¡Te encontré, por fin! ¿Dónde habías estado?─preguntó con serenidad, poniéndose enfrente suyo y cruzo los brazos.
El pelirrojo ignoro por completo a su hermana, su atención era solo y exclusivamente para su amiga. Pero Temari trató de hablarle, un grave error.
TEMARI:
¡Nos encontramos en el camino de regreso! Veníamos de un entrenamiento.
Gaara iba a un entrenamiento diferente, solamente por ser un Jinchuriki.
Que discriminación.
Volviendo a lo importante, Gaara volteó a ver a la rubia y solo la miro despectivamente. Su amiga, noto eso y decidió intervenir.
─ ¡Hey, tu hermana es muy divertida! E incluso fuerte ─comentó con una sonrisa─, quise ayudarla con un problema que tuvo pero ella se sabe defender sola.
La mirada de Gaara, nuevamente se dirigió a ella. Pero era diferente, con un brillo y una sonrisa, a su hermana le dio miedo ese cambio de actitud repentino.
GAARA:
¿Enserio? Debería ir con ustedes la próxima vez, ¿no lo crees?
Temari supo que no era bienvenida a esa conversación, así que siguió su camino en silencio. La Hatake notó eso, sabia que no podía meterse en sus problemas. Pensó que quizás lo solucionarían pronto...
Que equivocada estaba.
─ Y fue incomodo... ─finalizó.
Había estado contándole como le fue su día.
Y no era para más, no tenía amigos ahí. Todos eran mayores y aburridos en su opinión.
El pelirrojo la miraba algo curioso mientras comía.
Ambos se había ido por postres, cosa que amaba ella. Quizás hasta podría ganarse un premio por comer.
Pero en realidad, solo lo hacía para calmar esa ansiedad en su interior.
Realmente funcionaba comer cosas dulces para sentirse mejor.
GAARA:
¿Así que te gritaron en tu primer día...? ─preguntó con un tono un poco... ¿Gélido?
─ Sí, creo que me tiene colera. ─dijo entre risitas mientras con su cuchara tomaba un pedazo de pastel.
GAARA:
Si algo más sucede, quiero que sepas que puedes contármelo... ─dijo con un tono cargado de preocupación─ ¡No quiero que te sientas incomoda aquí!
─ ¡Se que puedo contar contigo! ─dijo mientras comía y empezó a toser.
El pelirrojo le dio unas palmaditas en la espalda, no pudo evitar reírse.
─ ¡¿Te atreves a reírte de mi?! ─exclamó molesta.
Obviamente todo era un juego, así que ambos siguieron su camino entre risas.
Ambos disfrutaban de su compañía, quizás era lo único que les alegraban los días.
Tras la muerte de Yashamaru, su casa estaba vacía.
Y los niños se adueñaron de ella, sin permiso de nadie. Nadie la reclamaba, así que, ¿Por qué no adueñarse de su casa?
Los niños entraron en silencio, el lugar otra vez estaba sucio. Anteriormente había estado viniendo aqui, haciendo de las suyas.
─ Creo que te toca a ti limpiar esta vez. ─lo señalo.
GAARA:
¿Y porqué yo? ─cruzó los brazos.
─ Porque fuiste el ultimo en entrar ─informó con una sonrisa, acostándose en el sofá.
El pelirrojo puso los ojos en blanco.
Era la única excusa que tenía ella para no hacerlo, tenía flojera.
GAARA:
¡Deberías ayudarme! ─exclamó sentándose en el suelo, pues en el sofá ya no había espacio.
─ No, es que... ─puso su mano sobre su frente, de manera dramática─ ¡tengo una extraña enfermedad que no me permite hacer esas cosas!
GAARA:
¿Flojera?
─ ¡No! ─le lanzó una almohada.
El Sabaku no, hizo lo mismo. Tomo la almohada y se la tiro en la cara.
Ambos comenzaron a desordenar todavía más la casa.
Al culminar el juego, ambos estaban tirados en el suelo.
Recuperando el aliento de tanto correr y tirar las cosas, trataban de dejar de reírse, les dolía la mandíbula por hacerlo demasiado.
─ Me la paso bien contigo, Gaara. ─dijo limpiándose las lagrimas de la risa.
Un pequeño rubor en las mejillas del menor aparecieron, frunció un poco el ceño y cerro sus ojos. No le gustaba sentirse avergonzado.
GAARA:
¿Ves? Entonces si la pasas bien conmigo, ven a mi entrenamiento... ─la invitó, trataba de no mirarla fijamente a los ojos.
─ ¿Contigo? No suena mal... ─dijo con una voz serena, se levanto y le entendió la mano.
GAARA:
¡Anímate, me gustaría que tu fueras parte de mi equipo cuando seamos grandes!
La joven sonrió ante su idea, el pelirrojo tomo su mano y lo ayudo a incorporarse.
─ ¿Por qué no? Siempre estamos juntos donde sea.
GAARA:
Y espero que así sea siempre. ─murmuró.
Un vinculo puro y verdadero. Como diría el.
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