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Ya había amanecido. Que precioso había sido ver como salía el sol a través del enorme ventanal de mi nuevo apartamento.

Aún me acordaba de aquellos tortuosos meses donde no me permitía disfrutar de nada. Donde mi vida era un enredo en su totalidad. Donde ni siquiera podía disfrutar de algo tan simple como una bonita mañana.

—Vaya, ya son las seis. Se me ha pasado el tiempo volando—mencioné al aire mientras le echaba un vistazo a mi móvil.—¿Quién diría que meditar se convertiría en parte de mi rutina? Si me lo hubieran dicho hace unos meses no sería capaz de creérmelo.

Reí ante mi propio comentario. En solamente cuatro meses había conseguido mejorar mi estilo de vida de una manera drástica. Sin duda acudir a un profesional había sido la mejor de las elecciones. Las cosas ya no pesaban tanto como antes, por fin estaba sanando mi herida. Aunque aún me quedaba un largo trecho de camino por delante, era consciente de que yo podía soportar eso y más.

Esta era la nueva Hana. Lee Hana Soo, la que se ha esmerado tanto y lo ha conseguido todo por su cuenta.

—Bien Hana, tienes que desayunar y prepararte. No hay tiempo que perder.

Cerré mi puño y lo alcé a modo de ánimo, para luego apartarme de la esterilla de yoga para seguir con mis asuntos.

Ya estaba lista, solo tenía que coger las llaves del coche y mi maletín. Bajé las escaleras para saludar a los del servicio de limpieza aprovechando que hoy empezaban más tarde de lo usual.

—Buenos días a todos—saludé mientras sonreía.—Estáis trabajando muy duro, buena suerte con todo.

Todos me devolvieron el saludo, pero una de las señoras se acercó a mí para saludarme de cerca, era con la que más solía hablar.

—Buenos días a tí cariño. Hoy te noto más risueña de lo normal. ¿Ha sucedido algo especial?

—Para nada, es solo que hoy me he levantado con más energía. Hoy todo tiene que salir bien.

—Ya lo creo que sí—afirmó.—Sabiendo lo trabajadora y buena persona que eres la vida te lo compensará.

Sentí por un momento que se me encogía el corazón. Eso que había dicho había sido tan cálido que perfectamente podría haberme derretido allí al momento.

—Espero con ansias que sea cierto y me lo compense. Ha sido un gusto intercambiar saludos esta mañana señora Choi, pero el trabajo me espera.

—Claro cielo, buena suerte.

Le dediqué una última sonrisa a la señora Choi y me di la vuelta para seguir con mi camino, aunque a lo lejos escuché un último:

—¡No te sobre esfuerces mucho y toma tu almuerzo cielo!

Lo único que pude hacer es salir del gran edificio con una gran sonrisa en mi rostro. Efectivamente, me lo estaba compensando.

Para mi suerte hoy no había tanto tráfico como siempre, algo raro siendo que vivo en una zona bastante centrada de Seúl y que era día laboral.

Llegué con tiempo de sobra al centro comercial donde se encontraba mi cafetería preferida, y tanta era la emoción del momento que sin siquiera percatarme estaba bajando las escaleras mientras daba ridículos saltitos. Cuando advertí ese pequeño detalle era demasiado tarde, ya más de una persona se estaba riendo por lo bajo. Paré bruscamente sin poder evitar ponerme roja y mirar al suelo.

<<Por dios Hana, ya eres una adulta hecha y derecha, como se te ocurre perder la compostura en un sitio con tanta gente.>>

Avancé poco a poco mientras intentaba convencerme a mí misma de que nadie se acordaría de eso dentro de un rato, hasta que por fin llegué. Enfrente de la puerta y justo antes de dar el primer paso para entrar hice una breve pausa para poder apreciar mejor el delicioso olor a dulce. ¡Al fin iba a por mi café y mis muffins de chocolate!

Entré lista para ir a la mesa que siempre tengo reservada, pero para mi sorpresa estaba ya ocupada por unas dos personas.

<<Imposible, me aseguré de hacer la reserva ayer para esta misma hora.>>

De repente toda mi tranquilidad se esfumó como si de polvo arrastrado por el viento se tratara, ¿qué tipo de broma era esa? Todos los empleados saben que siempre que vengo reservo ese mismo asiento para el día siguiente, ha tenido que haber algún malentendido. Eso es, tenía que ser alguna especie de despiste por parte del personal. Muy decidida opté por acercarme a la mesa para poder aclararlo todo.

Los dos chicos estaban hablando muy animadamente hasta que interrumpí:

—Muy buenos días, lamento interrumpir su animada charla pero creo que se han confundido de mesa—expliqué.

Los dos me miraron muy extrañados manteniendo su silencio, hasta que el del pelo morado decidió intervenir.

—Perdón, pero podrías explicarte. Esta mesa ha sido reservada para nosotros, así que no veo el por qué de tu acusación.

Noté el tono que había utilizado y como se había erguido. Estaba poniéndose a la defensiva, pero esa era mi mesa e iba a luchar por ella.

—Ni se te ocurra volver a hablarme con ese tono ni de esas maneras—hablé tensando mi mandíbula.

—No te he hablado de ningúna manera, eres tú la que has venido a reclamar lo que no es tuyo.

Al escuchar eso lo único que pude hacer es aclarar mi garganta y seguir con la conversación por mucho que el ambiente se sintiese violento entre nosotros.

—Verás, precisamente esta mesa es la que reservo yo todos los días. Y antes de que digas nada, sí, lo hago con antelación—aclaré.—De hecho vamos a llamar al personal para resolver esto de inmediato, no puedo permitir que un malentendido como este retrase mi horario.

Todo lo anterior lo dije en un tono claro y firme. Sentía que esos dos me estaban tomando el pelo de alguna manera, y por nada del mundo lo iba a permitir.

<<Tranquila, va a venir alguien del personal y los va a cambiar de mesa para que puedas trabajar tranquilamente. Inhala, exhala, inhala, exhala. Solo vas a conseguir quedar mal si te alteras. Tranquila Hana.>>

—Lee, muy buenos días.

—No diría que tan buenos Min. Me gustaría saber porque hay dos personas sentadas en la mesa que yo—me señalé con el dedo—reservé.

—Tendrá que haber algún error, iré a la oficina a preguntar rápidamente y vuelvo. Esperen aquí por favor—esto último lo dijo dirigiéndose a los otros dos.

Me giré para mirarlos detalladamente. Con tanto alboroto no me había parado a fijarme en cómo lucían. Por alguna razón los dos llevaban mascarilla y vestían completamente de negro. Bastante extraño la verdad. Con esas pintas perfectamente podrían confundirse con dos criminales maltrata abuelas. Pero lo que más me llamó la atención fue que el más alto tenía el pelo teñido de morado, algo que destaca bastante ya que resalta con la vestimenta oscura. Le quedaba bastante bien, pero ese no es el punto.

Dejando mis pensamientos atrás, junto a la tarea de analizar a los chicos, me centré en ver como el encargado del establecimiento se acercaba junto a Min.

—Señorita Lee—me estrechó la mano mientras—lamento haberla hecho perder parte de su valioso tiempo. Somos muy conscientes de que tiene trabajo que hacer.

—Y tanto, precisamente hoy tengo algo muy urgente que terminar, pero como puede ver aquí estoy de brazos cruzados malgastando el tiempo. Y bien, podría pedirles que se levanten a estos dos jóvenes—dije mientras los señalaba.

—Justo de eso venía a hablarte. Ayer se hizo una reserva urgente por parte de alguien cercano al jefe, por lo que tuvimos que cancelar su reserva—explicó.

—¿Perdona? ¿Acaso he escuchado mal?

Negó con la cabeza.

—¿Y por qué precisamente mi mesa?—continué.

—Lo lamento de verdad, pero es lo que las circunstancias nos han hecho hacer. Si los dos jóvenes son tan amables de comprender que es tu lugar habitual podrías sentarte con ellos.

—¡Eso ni hablar! ¡Cómo pretendes que yo trabaje tranquilamente con dos desconocidos observándome!

Auch—pronunció el peli morado.

Todos nos giramos a mirarle ya que era la primera vez que pronunciaba algo en todo este tiempo que llevaba con nosotros el encargado.

—Nosotros no tenemos ningún inconveniente en que te sientes con nosotros, pero veo que te molesta.

—Claro que me molesta, es obvio, ¿no?—bufé.

—Pues allá tú, o te sientas en tu queridísima mesa con nosotros, o te vas a cualquier otra mesa de las que sobran.

Ya no aguantaba más, estaba histérica. De reojo podía ver como Min se estaba aguantando la risa, y el encargado no hacía más que mover la mirada entre nosotros dos.

—Lo que me faltaba. Dios dame paciencia o llévame contigo—agarré mi maleta y mi bolso con fuerza y me senté mientras rodaba los ojos.

El encargado y Min se fueron, para así dejarnos solos a los tres.

—No exageres tanto mujer, es solo una mesa—expresó el mismo chico de antes agitando la mano para quitarle importancia al tema.

—¿Qué no exagere acabas de decir?—pregunté dedicándole un mirada desagradable.—Para tu información, se suponía que mi mañana tenía que ser perfecta, pero gracias a que injustamente se ha cancelado mi reserva he tenido que involucrarme en una discusión, perder tiempo de trabajo, y por si fuera poco aguantar a dos desconocidos dentro de mi espacio.

Justo después de terminar de decir eso sentí unas manos acariciar mis hombros e instantáneamente las reconocí como las de Min.

—Venga Lee, por que las cosas no salgan perfectas un día no se va a acabar el mundo. Relájate un poco, ¿no querrás que te vean de mal humor en el trabajo?, ¿o sí?—dijo en un intento de hacer que me tranquilice.—Lo siento mucho por vosotros, yo la tengo que aguantar todos los días y parece un perro rabioso.

La miré ofendida, y por primera vez en todo ese tiempo sonreí.

—Min, ya basta. Tráeme lo de siempre y cállate cinco años.

—Bien, bien doctora Lee. No era mi intención ofenderla.

—Por dios,—rodé los ojos—¿qué se supone que he hecho mal en esta vida para que solo la gente rancia como tú me rodee?

—Gracias, no hacía falta dejar tan claro que soy maravillosa—sonrió de manera exagerada enseñando los dientes.

Min tomó la orden de los chicos sentados enfrente mío, que para mi desgracia estuvieron observando el panorama entre nosotras dos muy divertidos, y se fue para volver con todos nuestros pedidos y dejarlos.

Tras darle un sorbo a mi café y pensarlo un rato decidí que lo mejor sería sacar mi portátil y terminar lo que me faltaba por acabar.

Miré de reojo a los chicos de enfrente, ninguno de los dos estaba comiendo, algo que me pareció bastante extraño. Tanto escándalo por la mesa para que al final ni toquen su comida.

Seguí tecleando y tecleando hasta que finalicé. El café no había perdido su temperatura, por lo que igualmente iba a poder disfrutarlo.

—Bien, ya he terminado.

—¿Has terminado el qué?—Soltaron los dos chicos tan sincronizadamente que me asusté.

—¿Y a vosotros qué os importa? No es como si os hubiera pedido que os metáis en mis asuntos—espeté sin apartar la mirada de la pantalla.

El más bajo giró la cabeza algo... ¿divertido?, mientras que el más alto bajó su cabeza mirando hacia otro lado.

Ninguno de los dos contestó, no hasta unos instantes después dónde el chico de pelo morado decidió decir:

—Oye, siento si el tema de la mesa te ha molestado, pero como mínimo podríamos intentar llevarnos bien y... ya sabes, hablar como la gente normal.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar el otro chico pronunció:

—Tiene mucha razón. Lo ideal sería hacer eso bien, yo empiezo—se aclaró la garganta.—Hola, me llamo Han JiSung y aunque hayamos empezado con muy mal pie me gustaría poder conocerte y llevarme bien contigo.

Me quedé en silencio unos segundos, ¿realmente estaban dispuestos a hacer esto? Bien, supongo que es lo más prudente que podríamos hacer en esta situación.

—Encantada JiSung, será un gusto intentar conocerte mejor.

—Supongo que ahora me toca a mí. Hola, me llamo Lee MinHo y me gustaría poder llevarme bien contigo sin necesidad de que cada dos respiraciones te enfades y me grites.

No contesté. ¿Cómo se suponía que debía contestar a eso? Literalmente acababa de insinuar en mi cara que era algún tipo de amargada que no sabe hacer más que ir por la vida enfadndose con todo el mundo.

—Bien, con que así van las cosas, ¿no? Pues yo soy Lee Hana Soo, y que me perdone el señorito por enfadarme cada dos respiraciones.—Luego de decir eso cerré mi portátil de un golpe y guardé rápidamente mis cosas para irme.

—No te lo tomes tan en serio, solo lo decía para romper un poco el hielo—explicó Minho.—No dejes tu desayuno sin terminar solo por esta tontería.

—Que te quede claro que me voy porque tengo que ir a trabajar, no por lo que opines tú de mi actitud—aclaré a la defensiva.—Así que si me disculpáis, no me puedo permitir llegar tarde por idioteces como estas. Por cierto JiSung, ha sido reconfortante poder intercambiar algunas palabras agradablemente contigo, no como con otros—comenté esto último mientras le dedicaba un sincera sonrisa a Han, que luego se convirtió en una mueca desafiante dedicada a MinHo.

Han no escondió su risa de su amigo, el que le contestó con un codazo. Aunque estaba de espaldas y no podían verme reprimí mi risa, se suponía que estaba enfadada; aunque es innegable lo graciosa que fue la reacción de MinHo. Saqué mi tarjeta para pagar e irme, ya no tenía nada más que hacer allí.

Ya estaba por llegar a las escaleras que llevaban al parking, cuando de pronto sentí una mano agarrándome el brazo. Sin siquiera pensarlo, así como un acto reflejo, me volteé y le propiné un golpe en el vientre a la persona que me sonstenía. Dato curioso, fue el golpe más fuerte que he dado en mi vida. Estaba lista para empujarlo y correr hasta que, ¡oh sorpresa! Era ni más ni menos que MinHo.

—¡Oh por dios, MinHo! ¿Estás bien?—exclamé preocupada a la vez que me tapaba la boca con mis manos para reprimir mi grito.

—Gracias por preocuparte bonita, pero estoy en perfecto estado. Solo que creo que me has descolocado un poco el cuerpo—terminó de decir eso mientras se incorporaba y reía.

<<¿Me acaba de decir bonita? Hana no te sonrojes, no te sonrojes. Hana...>>

Tarde.

Giré la cabeza para que MinHo no notase mi rubor y evitarme tener que dar una explicación; en cambio él repentinamente transformó la diversión dibujada en su rostro a una mueca de preocupación. Con delicadeza y precaución me sujetó del hombro, así incitándome a mirarlo a los ojos. No estaba entendiendo nada en absoluto.

—Oye, Lee—dijo mientras me agarraba del hombro para mirarme.—No te avergüences, ha sido culpa mía. Tendría que haberte llamado antes de acercarme tanto a tí. Lo tuyo ha sido una reacción completamente normal. Lo lamento—expresó con un tono tan cálido que jamás me habría imaginado.

<<Hana, es tu momento. No se ha dado cuenta del por qué de tu sonrojo>>

—Que no te inquiete eso MinHo, de veras que no te preocupes. Aunque la próxima vez estaría bien que me avisaras antes de hacer parecer que me intentas secuestrar—reí, y MinHo se unió al acto junto a mí.

—Me alegra que no te lo hayas tomado tan a pecho—sonrió.— Y hablando de eso, te he seguido para pedirte una última oportunidad, ¿sí?—Juntó sus manos en demostración de súplica.—Antes no pretendía hacerte sentir mal, de veras que no era mi intención.

Lo miré algo impactada por su insistencia en pedir perdón una y otra vez, así que me convencí de que no pasaría nada por perdonar y seguir adelante.

—Está bien, aunque esta vez empiezo yo. Buenas, soy Lee Hana Soo y realmente me gustaría que de una vez por todas nos podamos llevar bien.

—Hola Hana, mi nombre es MinHo y espero poder conocerte sin cagarla contigo esta vez—contestó a la vez que sonreía y me estrechaba la mano

Le devolví el gesto y reí sutilmente ante eso, apreciaba demasiado el hecho de que quisiera incluso presentarse otra vez para no dejar ninguna brecha abierta entre nosotros. Definitivamente era un buen chico.

—Encantada MinHo.

—Encantado Lee.

Que emoción me da publicar ya el primer capítulo, sinceramente no sé si lo estoy haciendo bien o si a alguien le va a interesar, pero lo importante es que lo estoy dando todo de mí.

Opiniones

¿Os ha gustado?

Besitos muakmuak<3

Con mucho amor, Vin.

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