๑ O1 ┊ コーヒーと死
❝ Café y muerte ❞
" No sería la última en manifestar su terror ante la incertidumbre de lo que pasará. "
Después de leer la última frase del capítulo semanal dejó el teléfono sobre la mesa y tomó la taza de café para darle un gran sorbo. La otra taza parecía reclamarle, y miró hacia otro lado para no sentir que le reprochaba algo, no era culpa suya detestar el café frío, de no ser por eso, no habría pedido una taza más sin terminar las otras dos.
Leer el capítulo nuevo de aquella historia en línea que escuchó el nombre por casualidad le llevó a distraerse y sumergirse en sus pensamientos, específicamente en aquellos que compartía con el protagonista de dichos relatos. Era una especie de thriller que lo atrapó desde que leyó el primer párrafo; había escuchado hablar sobre él a dondequiera que iba, incluso en la cafetería que solía frecuentar. Una historia ficticia que por alguna razón causaba controversia en la ciudad de Daegu, y eso le llevó a descubrir el porqué.
Yoon soltó una pequeña risilla y negó con su cabeza, observando el teléfono aún en la última página como si intentara descifrar algo que se encontraba dicho entre líneas, pero como siempre, terminó interpretando todo a su conveniencia y ¿quién lo podría juzgar por ello? Nadie era poseedor de tal derecho.
Su acompañante llevaba veinte minutos de retraso en los cuales se dedicó a pedir galletas y observar a las personas que iban y venían, algunas le hacían ver el gran contraste que existía entre él y las personas comunes: de alguna manera estaban acompañadas y él parecía un desperdicio de la sociedad, un pañuelo usado que decidieron tirar al suelo, y esa idea le hizo morder el interior de su mejilla.
La paciencia es una gran virtud que muchas veces es difícil cultivar, Yoon era consciente de ello y sabía que debía esforzarse, pero ese no sería el momento de ponerla en práctica, y con mayor razón si su esperado amigo no se esforzaba por ser puntual; no podía dar un trato recíproco si el chico no ponía de su parte. Levantó el aparato de la mesa, dejando ver un par de cicatrices sobre su piel y buscó el contacto entre los pocos y necesarios que tenía. No era una persona con una gran cantidad de amigos, y prefería que se mantuviera de esa manera.
La llamada marcó dos tonos hasta que esa voz adormilada contestó. Fue más rápido de lo que creí, pensó Yoon.
—Mocoso, tenemos trabajo, no me digas que lo olvidaste.
—Tranquilízate, estoy a unos segundos de llegar –Y sin permitirle decir algo sobre su irresponsabilidad, colgó la llamada.
No era primera vez que tenía ese tipo de problemas con el chico, de hecho, se lo había recalcado infinidad de ocasiones cuando se encontraban en esa cafetería, y aunque parecía no importarle, Yoon seguía esforzándose para inculcarle aquello.
Para cuando se dio cuenta, el castaño ya se encontraba sentado frente a él. Se dedicó a darle una mirada llena de desaprobación pero el menor lo ignoró.
—Casi veinticinco minutos tarde –Informó con hastío–, debería lanzarte a la cara un diccionario para que investigues el significado de puntual.
—Bastante tengo con lidiar contigo tan temprano, no necesito clases de modales –Le miró amenazante y luego desvío la mirada, lo que llevó a pensar a Yoon lo bueno que era el hecho de que no le temiera, eso lo hacía el compañero perfecto–. Debería estar estudiando o algo parecido.
—¿No te habían expulsado de la escuela?
—Fue una simple suspensión, si llegaran a hacer eso, entonces la escuela estaría en problemas, así que ese es el mayor castigo que pueden imponerme.
—Como digas –Con un ademán le restó importancia al tema y pasó a lo siguiente. Se acercó lo más que pudo aunque la mesa los separara–. Vamos directo al grano.
—¡Espera! Debo pedir un café –Yoon apretó los puños mientras hacía su pedido. Siempre era lo mismo.
—Eres un idiota.
—Sabes que no puedo pensar con el estómago vacío –Mientras el mesero llegaba con su pedido, Yoon le extendió un par de fotos a su compañero, las cuáles observó con detenimiento analizando cada detalle de relevancia–. ¿Así que es ella? Es bonita, la he visto.
—¿De verdad?
—Afirmativo.
—¿Sabes dónde encontrarla?
—Eso es pan comido, mi amigo –El mesero llegó con su café y le agradeció, enseguida se retiró; el trabajador pensó que se trataba de detectives o algo parecido por su forma de vestir y hablar, así que no debía entrometerse–. ¿Cuándo piensas hacer el trabajo?
—Si es posible, hoy mismo.
—Es importante ¿eh?
—Como todas las veces anteriores, Jungkook.
—Bien –Dio un sorbo al liquido y miró fijamente al mayor, luego inclinó un poco hacia atrás su cabeza para indicarle que la persona que buscaban estaba a unas cuántas mesas. Si Jungkook hacía bien algo, era aprenderse y reconocer el rostro de cualquier persona.
La chica conversaba animadamente con algunas de sus amigas, y su risa le hizo pensar a Yoon que ella tenía una vida plenamente feliz.
—¿Traes el auto? –Jungkook guiñó el ojo en respuesta y era hora de poner el plan en marcha.
Después de pagar todo lo que habían consumido, los dos hombres tomaron direcciones distintas para evitar levantar sospechas; uno salió y el otro se dirigió hacia el objetivo. Yoon caminó hacia el callejón que se encontraba a un par de metros, encontrando el bonito y lujoso auto, con el arsenal de autos que tenía la familia Jeon era difícil dejar de impresionarlo, y sumaba el hecho de que la vigilancia policíaca era decadente en esa área, así que la propia justicia era quién sepultaba a los ciudadanos. Era como quitarle un dulce a un tierno bebé.
El auto no era solo bonito por fuera sino por dentro también, como era de esperarse. Se trataba del señuelo perfecto para efectuar un trabajo limpio. Una vez dentro, comenzó a repasar el monólogo que tenía preparado para esa fecha del mes.
Lo importante aquí era usar una máscara distinta hasta que no quedara rastro de quien era realmente.
[...]
Hirió su lengua por la fuerza que ejerció en esta para evitar soltar alguna maldición ante la persona que tenía frente a él atada de brazos y piernas en la vieja silla de madera. Una vez más no obtenía lo que tanto buscaba y eso comenzaba a irritarle. Todos llegan a su límite ¿no?
Guardó aquel papel en su abrigo y resopló resignado. Sus pisadas causaban eco en la habitación vacía de aquel edificio abandonado a la otra punta de la ciudad, lugar donde nadie escucharía los gritos de la indefensa chica. Una luz débil iluminaba el centro del lugar, específicamente donde se encontraba ella, mirando con súplica al hombre que se encontraba de pie a unos cuántos metros; en todo ese rato no había escuchado su voz, ni siquiera había observado su apariencia para testificar en caso de que lograra escapar de ese infierno. La joven se preguntó qué hizo mal como para ser víctima de un secuestro, y a causa de eso soltó un sollozo que Yoon percibió con facilidad. Patética.
Yoon detuvo en seco sus pasos frente a ella, mirándola con el mismo desprecio que usaron con él. Sostuvieron miradas un par de segundos donde ambos se dieron cuenta de la diferencia que había entre los dos: ella aún tenía un ápice de esperanza en sus oscuros orbes, y los de él carecían de brillo, eran opacos, apagados.
—La policía está por llegar –Interrumpió Jungkook desde un rincón, observando cómo la joven buscaba con su mirada al dueño de la voz. Realizó una seña con su diestra y enseguida el chico se fue del lugar a terminar de limpiar cualquier rastro que indicara que habían estado ahí.
La joven, de nombre Yujin, era una persona realmente bonita. Sus ojos grandes y esa fina nariz junto a las delgadas y oscuras cejas le hacían parecer una muñeca de porcelana, de esas que deseas cuidar y cepillar su cabello, y por ende, la cuestión de que su pareja (si es que tenía) y familia la esperaran asaltó su mente, no es que le importara en lo mínimo, pero tener datos como esos le ayudaba a saber qué tanto sufrirían las otras personas. Seguramente eso tenían en su cabeza los monstruos como él.
Repentinamente una estruendosa risa escapó de su garganta provocando que la menor diera un pequeño brinco en su lugar. Yoon se acercó un poco más, inclinándose hacia adelante para apoyar sus manos sobre sus propias rodillas y así conectar miradas; ella miró hacia un lado y en consecuencia él tomó su mentón, obligándola a mirarlo.
—¿Qué te asusta, pequeña? –La joven sólo se dedicó a apretar sus labios para no darle el gusto de escuchar sus sollozos. No alimentaria el deseo de ese loco, debía mantenerse fuerte a pesar de sentir que su cuerpo temblaba–. Estás asustada, crees que puedes ocultarlo pero en esta hora te he conocido más de lo que piensas.
Negó con su cabeza, intentando safarse del agarre ajeno. Fue inútil.
—¿Disfrutaste de ese café? –En respuesta asintió lentamente, ya resignada, debía cooperar, quizás podría apiadarse de su vida.
Qué muñequita tan ingenua, creyendo que alguien la salvaría de ese calvario.
—Me alegra saber eso. Todos algún momento de la vida hacemos algo por última vez –La soltó y se apartó de ella–, reímos, sonreímos o abrazamos a alguien sin saber que no lo volveríamos a hacer, y eso duele. Muchos vivimos marcados por el precio de aquello, y dime ¿le importa a alguien? Por supuesto que no, y eso es porque el humano es el ser más egoísta que existe.
Yujin miraba expectante a Yoon mientras este llevaba a cabo aquel monólogo, alzando sus brazos como si se dirigiera a una gran audiencia que ovaciona sus palabras, y eso le llevó a pensar que moriría en manos de un demente.
—Así que ¿por qué me importarían las lágrimas de tu familia cuando sepan que has muerto? –Su diestra se dirigió a una de las bolsas de su abrigo bajo la inquietante mirada de la joven, imaginando lo próximo por venir–. Espero que hayas hecho la mayoría de cosas que deseabas, porque el punto final de tu historia es aquí.
Yoon volvió a acercarse a ella, quién se movía desesperadamente en la silla para romper sus sogas, intento claramente inútil. La chica comenzó a gritarle, suplicarle piedad. Yujin no quería morir, mucho menos de esa manera, sola, sin sus padres, ¿por qué ella? ¿por qué la eligió?
—Dime, pequeñuela ¿por qué tan seria?
Esa frase era la perdición de cualquiera que la escuchara. El líquido de la jeringa que fue inyectado en su piel hizo efecto rápidamente. Yoon sacudió sus manos y suspiró viendo el cuerpo inerte en la silla, y a pesar de que no era primera vez que lo hacía, un tirón aparecía en su abdomen provocandole una agitada respiración que controlaba saliendo del lugar.
Aquel edificio estaba más abandonado que las esperanzas de Yoon por lograr su objetivo, pero se mantenía firme igual que aquella vieja estructura. Tardarían un tiempo en dar con el cuerpo de la chica y mientras eso sucediera, podría respirar tranquilo en la comodidad de su vacía casa, preparándose para acechar a su próxima víctima.
El pelinegro bajó con cuidado las escaleras pensativo respecto al tema de ser un criminal, no era algo que hubiera asimilado ya pero creía que sería imposible redimirse a menos que encontrara lo que buscaba, y Jungkook le había dejado bien claro que le ayudaría por todo lo que hizo por su familia. En los Jeon encontró un lugar un tanto peculiar donde no se divisó en su juventud y de alguna manera eso le llevó a ser quién era actualmente; el señor Jeon lo crió como si fuera uno más de ellos y se sintió bien un tiempo hasta que las pesadillas volvieron a tocar su tranquilidad.
Odiaba pensarlo cada vez que había oportunidad porque siempre se quedaba estancado en el hubiera.
Jungkook chasqueó sus dedos desde el asiento de piloto, llamando la atención de Yoon para que subiera al auto inmediatamente antes de levantar sospechas de los edificios vecinos. La gente suele ser entrometida.
Después de cerrar la puerta y mirar a Jungkook, restregó su rostro con las manos, buscando espabilar de lo que acababa de hacer.
—¿Quedó listo?
—Más que listo –Se quitó los guantes y los metió a una bolsa que tiraría a la basura más tarde. El motor del auto rugió y salieron de aquella zona–. Hazme un favor y a la próxima no llegues tarde.
—Honestamente no prometo nada –Soltó una risilla y antes de que su mayor lo golpeara continuó–, mi padre quiere mostrarme cosas del negocio, ya sabes, hay que cubrir las apariencias.
—Tienes razón, no entiendo cómo logras sobrellevar todo eso.
—Una vez que te das cuenta de que algunos nacimos para esto, lo aceptas y aprendes a vivir con ello, bajo la sombra de un monstruo que es más grande que tú controlandote –Era primera vez que escuchaba a Jungkook decir algo como eso–, al final no es tan malo, ese tipo de personas existimos y no dejaremos de hacerlo.
—Sí, supongo que tienes razón –Yoon miró el paisaje por la ventana, repasando esas palabras una y otra vez tratando de encontrarles algún tipo de sentido, hasta que llegaron a su vecindario.
La pequeña casa estaba algo descuidada, darle mantenimiento se encontraba entre sus planes pero a veces era muy perezoso como para hacerlo y Jungkook se burlaba cuando se daba la oportunidad.
—Estamos en contacto.
—Claro, sabes donde encontrarnos –Y después de esa despedida, el auto arrancó y se perdió en la distancia hasta que se trató nuevamente de Yoon y su soledad.
El típico olor a humedad ya era algo normal, la casa parecía estar abandonada porque él pasaba la mayoría del tiempo fuera, lejos de todo lo que le recordaba a la única época en que fue genuinamente feliz. Las fotos colgadas y las repisas con los libros favoritos de su difunta esposa le hicieron sentir la vista nublada con las lágrimas que aparecieron repentinamente tras darse cuenta de que falló en el intento de encontrar a la única persona que le quedaba en la vida.
De esa manera Choi Yujin perdió la vida un 10 de enero de manera injusta a manos de un hombre que busca provocar el mismo dolor que le causaron a él.
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