🍷𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨🍷
𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐥 | 𝚆𝙷𝙾 𝙸𝚂 𝙸𝚃
Kim Nam Joon había gritado de dolor al aventar la copa de vino con la que estuvo bebiendo esa tarde contra el suelo de cerámica gris, pedacitos cristalinos decoraron el suelo junto con un poco de la dulce sangre de su mano izquierda que se hallaba bajo la copa hecha polvo.
—Maldita sea —se dejó caer por completo en el suelo frío insertándose algunos pedacitos de vidrios en su saco fino y la cortada de la mano— ¡¿Qué mierda he hecho mal?! —había hablado muy en alto como si esperara que Dios respondiera a su dolor—. ¡¿Qué?! —volvió a decir en el inconsolable llanto, uno tan fuerte, desesperado y roto.
La noche soplaba fuerte, las cortinas de los ventanales se movían agresivamente y la noche era fría como su corazón, no el suyo, sino el de su fugitivo esposo, un ambicioso ángel de ojos como el zafiro y cabellos dorados.
¿Qué había hecho mal para haber recibido esa bofetada del destino?
Kim Seok Jin quien estaba en esa misma habitación había mirado de reojo aquel comportamiento que para su gusto era infantil y lo hacía mientras se servía de una copa de vino, una lo suficientemente llena como para degustar en esa noche de angustias ajenas. También tuvo la humanidad de limpiar la mano de su herido amigo y cubrirla con una venda que se encontraba en el botiquín, lo mínimo que podría hacer por él.
—No te merece, siempre te lo he dicho —presumió Seok Jin antes de beber un trago. Su mano izquierda peinó perfectamente su cabello rosa y lamió sus labios de forma lasciva una vez que la copa dejó de tocar sus esponjosos belfos. Ver a Nam Joon comportarse de esa manera era extraño, culposo y satisfactorio. Él había vivido un suceso parecido hace un tiempo atrás, podría verse a sí mismo hundido por un hombre en el pasado.
—Amigo... me moriré sin él.
—Nadie muere por amor —respondió con obviedad al servir una copa más de vino para su dolido amigo—. No entiendo cómo pudiste siquiera fijar tus ojos en un hombre como él ¿Cómo no lo has visto venir?
—Mi Tae Hyung es hermoso, su cuerpo, su sonrisa, sus ojos y su voz, era tan angelical que me tienen enfermo.
—Ya ves cómo ha terminado.
—Seok Jin, no sé en qué fallé... vivía como un rey, le di mi tiempo si podía todos los segundos del día, todo de mí, se lo di todo, lo que puede encontrar en un corazón... le di mi pasión, mi alma entera, le di mis promesas, mis secretos tan indecibles. Prometió que un día viviríamos como uno, que estaríamos toda la vida juntos como los enamorados que alguna vez fuimos, pero... —se había lamentado al sostener la copa que su amigo le entregaba.
Kim Tae Hyung sonrió amplió una vez que el anillo de compromiso decoró su dedo anular, el hombre con el que se casaría era un completo sueño, pero más que eso, para él era un enorme triunfo —Te amo tanto —confesó Nam Joon al abrazarlo fuerte y lleno de todo su amor—. Eres mi vida entera, el amor de mi vida —aquellos ojos azules brillaron una vez que los ojos de su futuro esposo, Kim Nam Joon se encontraron.
—Te amo —sonrió enamorado antes de pegar sus labios con los del mayor—. Te amo, te amo, te amo. Eres lo que quiero —le había hecho creer al tomar el rostro del hombre en sus malditas manos—. Eres mi señor —jadeó una vez que el mayor lo cargó entre sus fuertes brazos—. Soy tuyo para siempre —Nam Joon se dejó caer despacio con el menor entre brazos hacia la cama y sin esperarlo más hicieron el amor.
—No sé en qué he podido fallar —maldijo al reventar la botella vacía contra el piano a su derecha—. ¡Maldita sea, Kim Tae Hyung! —Seok Jin llevó su copa a la boca y bebió mientras negaba la cabeza.
—Contrólate, por favor.
—Él me prometió, que un día viviríamos como uno... hicimos juramentos de una vida juntos —el de mechones rosas alzó la vista con elegancia mientras escuchaba todas las sandeces de su borracho amigo—. Me prometió en secreto que siempre me amaría.
—No es para ti y siempre te lo he dicho, te lo advertí.
—Es una promesa tan falsa —limpió sus lágrimas con el puño de su mano sana—. Dime ¿Qué voy hacer ahora?
Tae Hyung se había perfumado más de lo acostumbrado, su fragancia varonil traía loco a Nam Joon que lo miraba mientras este se vestía frente al espejo —Te ves tan hermoso, mi vida —murmuró el mayor sobre el pálido cuello del rubio, robándole un beso y tocando la suave piel—. Es hora de irnos —Nam Joon estaba tan enamorado de su ahora esposo.
Se hallaban esa noche en una reunión importante, Tae Hyung miró el lugar con felicidad, él se merecía eso y más. Se robó muchas miradas, era un hombre hermoso, tan consciente de eso.
—Cariño, te presento a Min Yoon Gi-ssi, es un colaborador y un gran amigo mío —el rubio estrechó su mano con el hombre azabache y se sonrieron de forma coqueta, Tae Hyung pudo sentir perfectamente al de ojos gatunos desearlo con tan solo una mirada.
—Es un gusto Yoon Gi-ssi —soltó con una voz grave que le hizo erizar la piel por los recuerdos del pasado—. Todo amigo de mi esposo, es considerado mi amigo —presumió gustoso al sentir esos ojos recorrerlo de nuevo, le fascinaba la atención. Nam Joon no los vio porque él había confiado en ellos, dejó a Tae Hyung a solas con Yoon Gi una vez fue presentado, pero no serían tan obvios, estaban rodeados de muchas personas importantes, y ese matrimonio no era secreto, ninguno era anónimo.
—Nam Joon-ssi ha tenido suerte por desposarte, Tae Hyung-ssi.
—He sido el más suertudo —el camarero pasó cerca ofreciendo champaña expuesta en una charola, ambos tomaron una copa sin perder la vista del otro—, porque gracias a él, lo conocí a usted —sonrió de lado de forma tan sensual que Yoon Gi le imitó un tanto incrédulo, el cinismo no se perdía con los años.
—Brindemos por ello, Teo —dijo al levantar su copa levemente ante aquellos ojos celestes que brillaban por la luz del lugar.
—Brindo por ello, Min-ssi —presumió al chocar levemente las copas como un pequeño jugueteo.
Tae Hyung se llevó la copa a la boca y comenzó a beber el líquido de forma tranquila, pero Yoon Gi estaba mirando la forma tan ardiente en la que se movía la manzana de Adán de ese cuerpo canela espléndido, y quién sino, si tenerlo era un dulce pecado.
El hombre rubio sintió una mano en su cintura junto a un calor familiar, entonces se detuvo de beber —Cariño, quiero presentarte a otra persona —aquel se despidió de Yoon Gi y caminó junto a su esposo para ver a quizá la octava maravilla del mundo que se hacía llamar Kim Seok Jin.
El rubio miró fascinado al hombre de cabellos rosas con un fino porte y un traje elegante, tanto que sonrió, había sido una noche de recordar el pasado, era una bendita suerte mirar a ese hombre. Estaba junto a las escaleras, ahí esperando por conocer al nuevo esposo de su mejor amigo. No había querido ir a su boda porque él no estaba de acuerdo, además su trabajo se lo impidió con antelación.
—Seok Jin, te presento a mi esposo, Kim Tae Hyung, cariño, él es mi mejor amigo y colaborador —el hombre de cabellos rosas le estrechó la mano siendo tomada por el más bajo que no dejaba de mirarlo.
—Es un placer, soy Kim Seok Jin.
—Lo mismo digo —sonrió mirándolo fijamente y Seok Jin no pudo evitar prestarle atención. Tae Hyung es un hombre difícil de ignorar. Volteó a mirar hacia atrás con delicadeza y para su suerte Min Yoon Gi lo estaba mirando con la copa en mano. Seok Jin apenas arqueó la ceja.
—¿Cariño, quieres bailar?
—Por supuesto —sonrió una última vez a Seok Jin y la pareja de esposos caminó al centro del salón para bailar. La reunión se había realizado en casa de Kim Seok Jin.
—Y parece que no le importo... —volvió a decir Nam Joon—, que no le importó dejarme destrozado. Y no me parece justo.
—Desde que lo vi supe que era un caza fortunas y debiste saberlo, ahora te lamentas —comentó Seok Jin quien se había sentado en una silla frente al mini bar.
—Porque la rueda no me ha traído nada de suerte ¿Crees que es gracioso?
—Hombre, lo conociste en un casino ¿Qué es lo que quieres que yo te diga que no sepas ya?
—No importa eso... donde lo conocí fue la entrada al infierno... por favor no me juzgues, pero me estoy mintiendo a mí mismo, quiero hacerme creer que en verdad quiero que se joda en el infierno, eso no es lo que mi corazón quiere.
—Y lo haces desde un inicio, quiero creer que lo sabías, que la pasión pudo contigo, pero no me permito creer que lo ames así. Es absurdo.
—Lo amo con locura, era el amor de mi vida, Seok Jin... y la razón por la que me dejó ¿La habrá encontrado en otro hombre?
El traje blanco le encajaba perfecto, el rubio resaltaba al igual que sus ojos y los labios rosados en su rostro canela con carmesí, era malditamente hermoso, malditamente traicionero.
Metió algo de dinero en el bolsillo y en la ausencia de su esposo, se escapó del lujoso departamento donde vivían para encontrarse con aquel hombre que era dueño de todos sus suspiros.
Tomó un taxi y le dio una dirección al conductor, se tardó veinte minutos en llegar a ese lugar en especial. Arregló su traje en mitad de la acera y caminó elegantemente hasta el hotel que estaba al frente.
Saludó a los recepcionistas por pura cortesía y gracias a la tarjeta negra no lo hicieron esperar —El señor lo ha estado esperando —agradeció la noticia y subió al quinto piso donde su señor lo esperaba con muchas ansias.
En el elevador tuvo tiempo para pedir perdón a un ausente Nam Joon que tuvo que salir de viaje, pero estaba deseando que su esposo se largara por fin, maldita había sido la hora que su avaricia pudo más que su corazón.
Desde el día de aquella fiesta habían pasado ocho meses, un día se encontraron por pura casualidad y todas las veces siguientes por deseo y necesidad.
Las puertas del elegante elevador abrieron y dio paso a las habitaciones de lujo, sonrió con malicia de verse ahí, dio media vuelta y se miró por un par de segundos en el reflejo de las puertas del elevador que ya estaban cerradas.
Caminó a la habitación 503 con la mirada fija en sus pies y el corazón ardiendo con cada sonido del tacón de sus zapatos. Pasó la tarjeta negra por la caja de seguridad de la puerta dándole acceso a la habitación. Ahí estaba él con una copa en mano y de espaldas con el traje oscuro mirando por los enormes ventanales la ciudad de Gangnam-gu.
—Ya estás aquí —mencionó aquel hombre sin voltearse.
—Lo estoy, como prometí la última vez. Aquí estoy.
—Fue difícil hacerle creer a Nam Joon que debía viajar, pero las ganas que tenía de verte son más fuertes.
—Para mí es igual —dijo al quitarse la corbata a unos pasos de las espaldas del mayor—. Lo deseo tanto, ninguna noche he dejado de pensar en ti —balbuceó al soltarse los botones de la camisa—. Que me importa poco si él tuvo que viajar hasta Pekín con tal de alejarlo de nosotros —dejó su pecho al descubierto mientras terminaba de soltar su traje. El hombre se dio la vuelta mirando al bello ángel semidesnudo que se ofrecía para él—. Solo deseo que me tome, mi señor —dejó caer el saco y la camisa al suelo, procedió a soltar la hebilla de su pantalón.
Lo vio lamer sus labios, esos ojos celestes no dejaban de mirar los suyos y era tan excitante la forma en que el ángel se tocaba el cuerpo mientras soltaba la ropa restante —Te deseo, ángel —dijo el hombre al caminar hasta él—. Tienes que ser mío, no suyo —reclamó al poner su copa en los labios del hombre rubio.
Inclinó la copa obligándolo a tragar, gotas moradas bajaban por la comisura de sus labios, pero se acabó todo hasta el fondo, jadeó un poco ahogado por el exceso de licor, pero esa maldita expresión lo dejaba enloquecido. El hombre se inclinó y lamió con descaro el mentón del menor quitando el rastro de licor de la piel canela provocando que cerrara los ojos y la piel se erice por lo caliente del momento.
—Tómeme, mi señor —jadeó al sentir las manos del hombre acariciar su espalda y llevar su mano hasta su trasero explorando los terrenos divinos de esas finas curvas varoniles—. Ya no puedo esperar —se zafó la sortija de casado y la dejó caer al suelo mientras tomaba con rudeza la boca de aquel hombre de traje oscuro.
Lo apretó fuerte al instante que sus miembros se rozaron con fuerza, la fricción estaba maldita, cayeron sobre la cama matrimonial y Tae Hyung soltó quejidos exquisitos por las lamidas excesivas por su cuello, labios y mejillas que aquel hombre de ojos hermosos hacía.
—¿Quién es? —se preguntó Nam Joon un poco más rendido—. ¿Es un amigo mío? —Seok Jin le entregó otra copa de vino—, ¿será mi hermano? —miró el vino en la copa—. ¿Quién es? Alguien me ha herido el alma ¿Quién fue el bastardo? —Seok Jin se sirvió más licor en la copa y no dudo en llevarlo a su boca.
—Debes olvidarlo —jadeó al apartar su mirada—. No es que yo quiera meterme en tus asuntos, pero no vale tanto como crees. Una cara bonita no vale si el corazón está podrido.
—Yo soy el condenado... yo soy el muerto...
—Es una injusticia lo que te han hecho, no te mereces esto, amigo.
—Rezo para que este castigo... tenga piedad de mí o no lo voy a resistir, mi alma se fue con él... donde quiera que se haya ido y con quién se haya ido —bebió hasta el fondo y dejó la copa en el mismo suelo frío que lo acompañab—, porque estoy fastidiado cada día... y él ni siquiera dejó una carta, simplemente cogió y se fue, no dijo adiós, no dijo gracias, tomó lo mío que era suyo y se fue.
—Debiste saberlo —mencionó Seok Jin—. Era un caza fortunas, suelen ser muy angelicales como él, pero tan sucios, que con una mirada te roban el alma como un demonio y dejan heridas tan grandes como las katanas una vez se van. Te lo advertí, desde ese día que lo vi con Min Yoon Gi y no quisiste creerme, dudaste de mí.
—Estoy en la mierda... malditos hijos de puta.
Lo miró con tanta lujuria, con tanto deseo de ver ese cuerpo dulce a su merced, tan a gusto y complacido de ser recorrido por los trozos de hielo en la copa que comenzaban a dejar marcas por las quemaduras frías sobre la piel —Ohh sí, sí, sí, mi señor... —había gruñido al moverse de forma sensual para el mayor, estaba húmedo por el hielo, húmedo por el deseo, húmedo por él.
—Te pediré una sola cosa —habló el mayor tomando el angelical rostro en sus manos.
—Haré lo que me pidas.
—Te espero mañana a las quince, toma todo y solo vete, déjalo.
—Lo haré, esta vez me iré contigo hasta el infierno —lo acarició levemente al tomar su boca con insistencia. Tomó la cintilla del traje y con mucho cuidado levantó la cabeza del rubio para cubrir sus ojos, así amarrando la cintilla detrás de su cabeza—. Te estoy rogando de más, solo hazme tuyo de una vez y para siempre.
—Y es lo que haré, pero no mereces ver, ángeles como tú deben sentir solamente, un amor tan prohibido como el nuestro no se debe ver —esas manos grandes y pesadas exploraron su cuerpo sin ninguna vergüenza, tomando por fin el erecto miembro del menor que goteaba con advertencia. Aquel arqueó la espalda en un gemido grave que le hizo mover todos sus sentidos, ya estaba de manos atadas y ojos vendados, tan solo quejándose de placer y suplicando por ser follado por el que siempre fue su hombre—. Me eres tan deseable, tan perfecto que creo que no existes —las piernas del rubio estaban sujetas a sus caderas. Sintió algo tibio resbalar por su cuerpo, un olor agradable de fresas lo llenó, probablemente algún lubricante o aceite.
No podía ver, solo escuchar y sentir, solo eso era suficiente, ya sabía con quién estaba, ya había tomado una elección, estaba enamorado, perdido por ese hombre en el mismo instante que lo vio y ahora él haría todo por conservarlo.
El hombre, adoraba la idea de ser escogido por él. Más allá de la traición, más allá del dolor ajeno que causaría, de lo único que podía pensar Seok Jin era en la maravillosa vida que le esperaba junto al que siempre fue su ángel.
Soltó un gemido tan halagador que el hombre sonrió engreído por sus dotes y habilidades en el ser un buen amante —Vas a visitar el cielo, ángel, es donde perteneces —movió sus caderas suavemente— y cada vez que quieras voy a llevarte, tienes un pasaje solo para ti en las puertas de mi vida —mordió su labio de verlo tan complacido—. Quiero oír cómo cantan los ángeles.
Tae Hyung gemía tan dulce, tan a gusto que no podía dejar de pensar en lo afortunado que él era por ese reencuentro. Aquel rubio lo había escogido por encima de todos los mortales, él era especial por ello, se sentía único y estaba siendo amado por un ángel que a su vez estaba maldito.
¿La tradición? Qué más daba, por Kim Tae Hyung es capaz de hacer hasta lo impensable y se lo estaba demostrando.
El hombre lo desamarró en pleno clímax, tan desesperado por sentir esas manos recorrerlo —Quiero sentirte —soltó al pasar su boca por el cuello del menor mientras este le gemía sin pena alguna antes de las duras penetradas que recibía, una vez liberado se colgó a él y esa locura avanzó a paso lento, como si el mismito tiempo se detuviera al ser testigo de los furtivos amantes, como su cómplice y confidente.
—Te amo —soltó al descubrirse sus propios ojos, mirando cómo ese cabello rosa estaba pegado a la frente y los labios tan malditamente deseables, ese color de ojos tan divino y esa mirada enamorada con la que se sintió tan feliz de volverse a encontrar después de los años—. Te amo tanto que siento que moriré si no lo digo.
—¿Los ángeles aman? —tomó al rubio entre sus brazos y lo subió encima suyo mientras este lo abrazaba por el cuello—. Los ángeles como tú ¿son capaces de sentir amor? —Tae Hyung supo lo que debía hacer y comenzó con el cometido lloriqueando al ajustarse al miembro del mayor una vez más, mientras subía y bajaba como un desquiciado sobre ese erecto miembro que entraba a él como al dedillo—. Grita cuánto me amas.
—¡Y te amo! —gimió al venirse mientras estaba aferrado a su cuerpo, pero continuaba porque su señor no terminaba aún.
—Si me amas es solo a mí, no podría soportar que me dejes así... no otra vez.
—No lo haré, porque a diferencia de otros... —jadeó al mirar los hermosos ojos de la octava maravilla del mundo—. Siempre he estado enamorado de ti, mi señor.
—Lo que se puede encontrar en un corazón... le di pasión, mi alma entera, mis promesas, mi todo y aun así me dejó.
—Deberías descansar amigo. Debo irme, estoy por viajar, ya te lo había comentado antes.
—Lo sé... solo llévame al sofá, por favor —suplicó. El hombre de cabellos rosados le ayudó a levantarse y recostarlo en el sofá negro que estaba a unos pasos suyos—. Ten buen viaje, amigo.
—Lo tendré. Cuando vayas de visita a los Estados Unidos, avísame, estaré encantado de recibirte —agitó su mano y caminó hasta la salida—. Ahh, Nam Joon—ah —dijo al voltear y mirarlo—. Gracias... por tus buenos deseos —soltó de forma cínica antes de continuar el camino a la salida de ese lujoso departamento donde alguna vez se vivió un amor lleno de mentiras.
Seok Jin llegó a la cúspide del hotel donde su avión privado lo estaba esperando, su visita a Seúl había sido breve, era tiempo de volver a casa, pero no lo haría solo —Todo está listo para el viaje, Seok Jin—ssi —le avisó su hombre de confianza que ya tenía todo preparado—. El joven también está listo. Cuando ordene.
—Muchas gracias por todo, te estaré esperando allá —se despidió de su mano derecha que lo alcanzaría después. Seok Jin caminó hasta el avión que aguardaba por él, todo estaba listo, sus maletas, los papeles, dinero, incluso aquel muchacho que amaba con toda su vida, aquel nunca pudo superar a pesar del dolor que le causó y todas las mentiras que vivió con él. Ahora era diferente para los dos, había amor y honestidad entre ellos, no les predomina la pasión por encima de la razón, ni siquiera la avaricia los separaría otra vez—. Estoy aquí, ángel —el rubio de ojos celestes le sonrió apenas lo vio, estaba tan hermoso vestido de azul marino que no pudo evitar tomar las mejillas carmesíes entre sus mano—. Los minutos parecían infinitos lejos de ti.
—También te extrañé, mi señor —levantó el mentón con elegancia al paso que recibía un beso del bello hombre de ojos brillantes, o como él solía llamarlo, la octava maravilla del mundo.
𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐥𝐥| 𝙳𝙰𝙽𝙶𝙴𝚁𝙾𝚄𝚂
Había escuchado hablar de la boda más importante del momento, el magnate Kim Nam Joon se casaría con un hombre y celebrarían el casamiento de forma privada. Nadie había sido invitado a excepción de Kim Seok Jin aunque más tarde no pudo asistir al evento que le parecía un circo.
El hombre rubio con el que se casó era un desconocido modelo en realidad, se decía que era bailarín, pero Seok Jin estaba seguro que era un jodido cazafortunas como muchos otros que se había llevado a la cama.
Su amigo y el hombre se conocieron en un casino estadounidense cuando estaba de vacaciones hace menos de cinco meses, Seok Jin estaba seguro que una boda con tan poco tiempo de conocerse solo estaba destinado al fracaso.
Quería darle el beneficio de la duda porque el hombre rubio era apetecible, el seguía cayendo por muchachitos apetecibles como ese, pequeños demonios angelicales listos para chupar todo su dinero. Pensaba que Nam Joon creyó haber cazado a uno y un buen cazador sabe cuando hacerlo, Nam Joon no era un cazador, era una presa.
Bajaba las escaleras para llegar al salón principal de su casa en Seúl. Había celebrado una reunión por su bienvenida al país después de un tiempo estar fuera, pero su residencia y negocios estaban en Los Ángeles. Todos estaban conversando entre sí, pero su mejor amigo Nam Joon parecía esperar su llegada a la reunión.
—Por fin llegas —Seok Jin intentó mirarlo, pero sus ojos se fijaron en el hombre rubio que tenía como esposo. Le parecía incluso más bello en persona, una belleza irreal, pero para él, el recuerdo de uno de sus tantos calientacamas llegó a su mente, no, él fue más que eso para Seok Jin, él fue su mayor anhelo, su ángel. El rubio le sonrió y como si lo hubiera atravesado su dulzura sintiendo una extraña punzada en el pecho, se sorprendió.
—Seok Jin, te presento a mi esposo, Kim Tae Hyung, cariño, él es mi mejor amigo y colaborador —estrecharon sus manos y fue como una descarga eléctrica su tacto.
—Es un placer, soy Kim Seok Jin —el hombre le regaló una leve sonrisa y no dejaba examinar todo de él, una mirada tan familiar que lo asustó.
—Lo mismo digo —Seok Jin soltó su mano de inmediato cuando escuchó la profunda voz del hombre rubio, es inconfundible, estaba seguro que era él, su maldito ángel. Lo miró voltear hacia atrás, intentó ver lo que veía hasta que dio con la sonrisa de Min Yoon Gi a lo lejos. Miró a su amigo, pero este estaba platicando con alguien a su derecha ¿Cómo no era capaz de ver el descaro de ese ángel?
—¿Cariño, quieres bailar?
—Por supuesto —sonrió hacia Seok Jin y caminaron lejos. Se comportaba tan elegante y refinado que había sido costoso descifrar si ese ángel provenía de cuna de oro, pero sabía que no era así, sabía que Nam Joon lo tenía como un rey, tanto como él en su momento.
Seok Jin podría apostar que seguía siendo un cazafortunas, pero eran los amores más placenteros, él justo ahora tenía uno para todos los días y era consciente que algún día se aburriría de él, pero para entonces el dolor pasará tan rápido como la cosecha de calabazas en marzo y abril.
—Seok Jin-ssi —sintió unas manos acariciar su antebrazo. Volteó a mirar al hermoso muchacho de ojos almendra que tenía en casa como un adorable pago entre dinero y placer—. Estoy listo.
—Y te ves hermoso —entrelazó sus dedos—. ¿Quieres bailar? —sus ojitos de cachorro le gritaban que lo aman, pero sabía que no es así, es solo una táctica para vender su amor—. Jung Kookie.
—Sí quiero, amo —apretó su mano fuerte y lo llevó hasta la pista donde varias parejas estaban bailando ante la música en vivo. Tomó su cintura y él se dejó libre por la música, sus movimientos eran suaves, tan elegantes y preciosos, pero los ojos de Kim ya no miraban a Jung Kook. El rubio y él estaban mirándose desde hace un par de minutos mientras cada uno bailaba con su pareja.
Justo en ese momento Seok Jin encontró en los ojos del rubio el amor que una vez le ofreció, podría cambiar el color de ellos, pero jamás lo que transmitían al mirarse. Se veía diferente ahora que cuando lo conoció. Un ángel de cabellos negros y ojos mieles bailando en el Club Perfect Hollywood en Los Ángeles. Hasta ahora sabía que mintió con su nombre, o quizá "Tae Hyung" es su nuevo personaje.
La manera en que se movía lo había cautivado. Él era la Divinidad en movimiento. El menor le lanzó un descarado beso, pero estaba seguro que solo él lo había notado. Seok Jin hizo un gesto alzando su mentón para guiarlo a las escaleras. Apartándose de Jung Kook procedió en alejarse, no dijo nada, solo se quedó confuso, ni lo siguió, pero el rubio sí captó la indirecta.
Llegó al piso de arriba y varios minutos después el hombre llegó al pasillo. Caminando en silencio, lo siguió hasta encerrarse en un cuarto de baño. Podía sentir el aura maldita a sus espaldas, ni el tinte o los lentes de contacto podrían confundorlo, era su ángel. Sus ojos demostraban amor y lujuria, la misma de todas las noches que se encontraron en Perfect Hollywood.
—Kim Seok Jin —soltó con descaro al ponerle seguro a la puerta—. Creí que no vendría a Corea, mucho menos que nos encontraríamos hoy..
—No todo son los Estado Unidos, me gusta regresar de vez en cuando... —lo miró detenidamente—. Te ves hermoso, tanto que sigo sin creer que estés en mi casa, tanto que no puedo creer que me cambiaste por Nam Joon.
—Tiene más dinero, además me apoyó, algo que tú no hiciste.
—Sabes perfectamente porque no te apoyé en su día, sé que lo sabes bien. Estamos tomando muy malos caminos y yo lo único que quería era que dejaras ese maldito club y esa idea absurda.
—Y lo hice, pero Nam Joon no me dio condiciones, él solo me dijo que me haría famoso, y estamos en ello.
—Sigues siendo el mismo ingenuo de siempre.
—Tú también podías haber pagado todas las escuelas de baile, darme el mundo y yo me hubiera quedado a tu lado, pero solo querías tenerme contigo sin dejarme ser libre —Seok Jin había reído.
—Solo quise protegerte.
—Querías córtame las alas, eso querías hacer —reclamó—. Te amaba —lo tenía acorralado en la puerta—. Y te sigo amando...
—Es lo que crees, pero no es así —jadeó al sentir sus labios una vez más en los suyos, había pasado un tiempo desde que sus labios se tocaron—. ¿Y qué me ha quedado? —sus frentes estaban unidas mientras los jadeos se mezclaban—. Me dejaste y te he llorado como un condenado, porque te amo, pero no te iba a llevar a esa locura —sus labios se unieron, tanto que esa familiar lengua y la suya disfrutaron el reencuentro. Gimió entre sus bocas.
—¿Y entonces? —preguntó—. ¿Me quieres de vuelta?
—Te quiero conmigo, pero estás casado con mi mejor amigo.
—Puedo dejarlo, solo si tú me haces famoso, quiero ganar. Tenerte y fama. Para que no digas que solo pienso en mí.
Era persuasivo, en quien no podía confiar, era malo, él era peligroso, caprichoso y avaricioso. Nunca se había dado cuenta, pero estaba caminando sobre una línea desde que se conocieron. Su pesadilla, su pasado, todo estaba regresando. Sufrió tanto como un alma en pena, porque estaba enamorado de él y le había robado su alma sin piedad como un demonio, pero lo había lastimado dejando una enorme herida como si la katana le atravesara.
Gimió al apretar fuerte los anchos hombros del mayor mientras su espalda semidesnuda se restregaba en la pared ante las folladas que recibía. Malditamente caprichoso, Kim Seok Jin es suyo.
—Solo haz silencio —balbuceó Seok Jin. Siempre tan frágil como la porcelana, tan bella como ella—. Esto es sucio, pero eres mío, jodido Teo —balbuceó entre jadeos, sus muslos desnudos estaban enrolladas a la cintura del mayor, y las manos apretando sus nalgas.
¿Y qué iba a salir de todo esto? Un dulce reencuentro solo terminó en una amarga separación. Luego de correrse y vestirse, le dio su número telefónico y como si nada salió del cuarto de baño. Una vez más había caído en su trampa porque luego de esa fiesta, se encontraron otras veces, pero ahora en un hotel como en los viejos tiempos.
—Ven conmigo —se burló el maldito ángel.
—No tengo tiempo —le dijo abriendo las piernas del menor con una sonrisa, ya desnudo y comprometido para él.
—No finjas, hablamos todo el tiempo por teléfono. Te tengo siempre para mí —Tae Hyung sonrió al sentir al mayor sobre él y buscando sus labios para devorarlo como lo acostumbrado. Seok Jin sabía que lo que hacían no iba a parar. Jung Kook sabía que su hombre se alejaba. Había reclamado al respecto, pero le mayor tomó una decisión.
—¿Por qué me miras así? —preguntó el ángel entre sus brazos—. Sé que lo sientes, sé que me amas, me necesitas y quieres que esté contigo... conoces todo de mí, mi verdadero ser, como me gusta que me amen, que me complazca y me deseen ¿Qué estás esperando? Está vez estoy seguro de que quiero irme contigo hasta el infierno «Se lleva mi dinero... tira mi tiempo... siempre fue así. Puede llamarme cariño, puede decirme que todavía me ama, pero maldición, no es bueno para mí y lo sabía».
Había caído por la red del deseo cuando miraba esos ojos de lujuria, en el instante que lo acariciaba y lo besaba. Al susurrar que lo ama en la profundidad de la oscuridad. Su ángel desataba una insana pasión, le poseía la lujuria, pero fue hasta que Sweet Teo lo abandonó que lo entendió, qué era lo mejor estar lejos, pero ahora estaba viviendo en vano. Él llamó y dijo "No disimules, sabes quien soy" y tan solo necesitó de ello para sentirse como en casa. Debía rezarle a Dios para que le ayudará a no dejarse cegar por la pasión, pero sus plegarias no fueron escuchadas.
—¿Qué sientes cada vez que hacemos el amor? —susurró.
Y entonces pasó, él con solo tocarlo llenaba su alma rota, rota por el ángel, el dulce de su boca era para su único hogar, las gotas de su lujuria era como un panal de miel, su espíritu y sus palabras se adentraron en su ser, pero eso era malo, porque era peligroso.
—Qué revivo... —también murmuró—. Solo te pido una última noche, el viernes ¿Irás?
—Lo prometo.
Aguardaba paciente, era el último encuentro, Seok Jin estaba decidido a regresar a Los Ángeles el día siguiente. Miraba la ciudad de Gangnam-gu a través de los cristales de la habitación de hotel donde se encontraban para drenar su pasión. Era la segunda copa de vino que bebía cuando escuchó la puerta abrirse.
—Ya estás aquí —dijo con alivió, podía sentir el ambiente cálido con su llegada.
—Lo estoy, como prometí la última vez. Aquí estoy, mi señor.
Y ya había tomado una decisión.
𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐥𝐥𝐥| 𝙷𝙾𝙻𝙻𝚈𝚆𝙾𝙾𝙳 𝚃𝙾𝙽𝙸𝙶𝙷𝚃
Los aviones no eran cómodos, un viaje de Seúl a California podría agotar a cualquiera, menos a Kim Tae Hyung que no podía esperar más para pisar tierra americana.
Entendía porque las personas aspiraban al llamado "sueño americano", él buscaría el suyo, aunque eso le costara todo lo que traía encima. Él cayó del cielo para ser una estrella, nació para merecer el mundo.
Jung Ho Seok, su amigo, había logrado irse primero a California hace dos años. Siempre le dijo que cuando dejara Corea, él iba a recibirlo. Ese día había llegado.
Tae Hyung vio a Ho Seok y "espectacular" le había quedado corto. Su codicioso amigo vestía con ropa de diseñador, manejaba un deportivo y estaba viviendo en grande su maldito sueño americano. Conocía la historia y aun así no podía creerlo.
Su amigo vivía en un cómodo departamento con su fabuloso amante, no el tipo adinerado que tenía en el bolsillo, el bonito muchacho que derretía a todos con su preciosa sonrisa y carisma, ¿sabía la doble vida de Ho Seok?, sí, pero no le importaba lo suficiente.
—Tae, él es Ji Min, cariño, él es Tae Hyung.
—¡Me habló tanto de ti!, que alegría verte.
—¡Genial! —exclamó mirando a Ho Seok, el muñequito hablaba en español, ¿qué carajo estaba diciendo?
—Ji Min sabe muy poco el inglés —miró al rubio que sonreía—. Digo que hablas poco inglés.
—¡Sí!, poco, pero puedo decirte ¡Hola! —Tae Hyung le había sonrió. Lo único que podría reconfortar su estado de ánimo era estar en suelo americano.
Dos meses de lucha continua no obtuvo ningún llamado de los tantos casting que realizó —¡Necesito otro trabajo! —vociferó obstinado al mirar como Ho Seok paseaba despreocupado por la cocina del departamento, Ji Min había pegado un saltito en la silla, se había quedado dormido estudiando.
—¿Por fin harás lo mejor que sabes hacer?
—¿Qué, robarte pretendientes? —Ho Seok sonrió tomando asiento en la isla frente a él.
—Vamos amigo, es tu maldito don. Sé de un lugar que te pueda servir, no es como que nunca lo hayas hecho antes.
—Te escucho.
—¿Recuerdas al hombre con el que estuve?, Min Yoon Gi —asintió—. Bien, a él lo encontré en Perfect Hollywood, un maldito burdel.
—Un burdel... supongo que no es muy diferente a lo que hacíamos.
—No, puedes estar más protegido, siempre fue peligroso ser acompañantes independientes... al menos en el burdel cuidarán de ti. Conozco a un tipo, se llama Jackson Wang es el que administra todo por ahí, no es como que cualquiera pueda trabajar ahí es... un lugar con clase, no un lugar cualquiera, pero podrían hacer una excepción si digo que eres un pariente —Tae Hyung rodó los ojos.
—Mierda... ¿Qué detalles necesito?
—Escucha bien, porque no voy a repetirlo. Los tipos se clasifican de esta manera. Grupo Uno: Los imbéciles, esos son los de nuestra edad y bien sabes, son los peores, te dirán estupideces que vas a querer llorar sangre, te exigirán sexo duro como si estuvieran en una estúpida película porno, llegan en grupos como si se tratara de ir a un maldito club, te sugiero que ni les prestes atención y si puedes, no aceptes nada de ellos, al menos no los que parecen seguros de sí mismos «¿En qué mierda me estaba metiendo?», pensó—. Grupo Dos: Los daddy, esos son los de treinta en adelante, muy poco vienen en compañía, la mayoría de veces van en búsqueda de aliviar el estrés, otros van para demostrar su hombría y son exigentes, la mayoría tienen dinero y si los tratas bien pagarán más. Grupo Tres: Los que nos gustan, los solitarios, son los pagan mucho dinero en el burdel, algunos tienen membrecía y pueden pagar servicios afuera, ya sea en un hotel, departamento o en su propia casa, cuando son servicios afuera siempre irás acompañado por un guardaespaldas, nunca te dejarán solo. No estará contigo en la habitación, pero sí estará ahí para... salvarte... buscan compañía ya sea sexual o afectiva, tú sabes, nuestra especialidad ¡Ah es verdad!, Jamás los beses en la boca, esos tipos, son solo clientes, recuerda, esto... es solo un negocio.
«Cuatro palabras que en conjunto odio "Es solo un negocio" y otras cuatro que más me queman "Sueño con la fama"».
—Todo está anotado, sé por lo que voy, sé a quien apostar y por quién ganar.
—Eso quiero escuchar. También deberás cambiar tu nombre, uno que se ajuste a la pantalla de cine, ya sabes que no uso mi nombre real, solo Yoon Gi, Ji Min y tú saben mi pasado... tienes que saber esto. Para esos tipos solo eres uno más, no te encariñes, y jamás uses tu nombre.
—Lo entiendo... te parece... algo como... ¿Algo cómo "Teo"?, ¿o es demasiado?
—Eso está bien —dijo sonriendo—. Sweet Teo, es más como tú, ¿no?
—Eso creo. Entonces ahora soy Sweet Teo.
—¡Sweet Teo!, es adorable —habló Ji Min en su idioma nativo mientras lo abrazaba. Tae Hyung sonrió un poco comprometido, no era muy fan del afecto a cada segundo, pero no tenía corazón suficiente para decirle a ese chico que no fuera tan intenso.
—Ya oíste Ji Minnie, solo hay que llamarlo como "Teo" —le dijo en español—, ya no se llama Tae Hyung.
—¡No haré nada! —exclamó sonriendo.
Ese día Tae Hyung miró las puertas del infierno, figuras de leds con cuerpos masculinos y unas letras brillantes que decían "PERFECT HOLLYWOOD". Ambos se adentraron al sitio y Ho Seok entró como si estuviera en su propia casa, saludando y hablando con todo el que se cruzaba. Tae Hyung no estaba particularmente interesado en conocer a nadie, así que solo se dedicaba a mirar.
—Jack, él es Teo, mi hermano. Él... no tiene papeles, trátalo bien, solo dale algo de tiempo, estoy seguro que pronto los tendrá.
—Más te vale que eso sea verdad, Teo.
—Lo será. Créame que eso no será un problema.
—Bien, me gusta esa actitud. Estarás a prueba así que ve a cambiarte, lo harás ahora mismo —Tae Hyun asintió—. ¡Mark! —llamó mirando a sus espaldas, un muchacho pelinegro se acercó—. Enséñale a Teo el vestidor, que elija lo que quiera usar —él asintió. El vestidor estaba lleno de hombres, algunos de su edad, otros eran mayores, quizá alguno mejor que él.
—Mark, ¿quién es él? —había preguntado un hombre que se vestía para actuar.
—Soy Teo —respondió Tae Hyung quitándose la chaqueta y soltándose el cabello—, estaré por un tiempo —varios se rieron.
—¿Por un tiempo? Amigo sigue soñando.
—No necesito soñar, amigo, los sueños no salen de aquí, y eso lo sabemos todos.
—Mark, dile a la princesa que se relaje —vaciló otro hombre a sus espaldas.
—Dímelo a la cara —respondió él mirando hacia atrás. Mark había tomado la mano de Tae Hyung para detenerlo.
—Por favor, si causas problemas, Jackson va a sacarte de aquí —le dijo en coreano.
—¿Qué le has dicho, Mark?, no estamos en tu puto país, habla como todos lo hacemos —Mark apartó la mirada antes de tirar de la mano de Tae Hyung para llevarlo donde estaban los trajes—. Se cree la gran cosa porque es la perra de Jackson —Tae Hyung comenzaba a respirar rápido, maldecía lo que estaba eligiendo.
Sweet Teo había sido anunciado y tan solo salir al escenario capturó todas las miradas posibles. Comenzó a moverse como si el viento lo soplara con cuidado, sus movimientos eran delicados, su mirada eran sensual y podía joder la mente de muchos.
—Me gusta —había dicho Jackson mientras miraba cómo a sus clientes les gustaba la belleza que bailaba despacio sobre el escenario y dejaba caer su vestuario tal como vio a otro de sus compañeros hacerlo cuando llegó, adaptarse a las circunstancias era un don.
Tae Hyung nunca había bailado en un tubo de pole dance, apenas se movía, pero el público no parecía molestarle. Amaba la actuación, solo podía imaginarse estar actuando en ese momento, dejándose endulzar con palabras vacías, mostrándose como él no era en realidad. Cuatro palabras: "Es solo un negocio".
Los dos bowknot de encaje en su pierna tenían varios dólares, era gracioso, siempre creyó que se vería lindo usando uno, ahora cree que se ve más lindo con dinero dentro.
Un mes había sido suficiente para que Sweet Teo fuera más que una sensación. Ahora con seis meses sus presentaciones siempre eran las más esperadas, no importaba cuantas veces subiera por noche, verlo era un deleite y tenerlo una perdición, porque Sweet Teo nunca fue un anfitrión barato, pero ahora su precio estaba muy alto.
Miraba rostros conocidos y nuevos también, en especial una, era un hombre castaño oscuro de ojos verdes que no le quitaba la mirada de encima, él sonrió para sí mismo con egocentrismo, había atendido hombres guapos, incluso ya había atentado al famosos Min Yoon Gi, pero ese hombre no podría compararse.
Nervios, Kim Tae Hyung estaba nervioso mientras tocaba su cuerpo y se movía con los ojos puestos sobre el hombre, solo podía sentir una horrible punzada «Mierda, no seas idiota, él está aquí como todos los otros», tuvo que recordar, porque se estaba sonrojando de que el nuevo hombre lo mirara, eso jamás había pasado antes.
El hombre solo levantaba su copa para tomar de vez en cuando mientras lo miraba, nunca se acercó demasiado como todos los otros.
Se sentía duro de solo pensar en la posibilidad de que alguien como él pudiera pagar una absurda cantidad de dinero por un par de minutos. Su piel ardía, había dejado de ver a todo el mundo a su alrededor, cada uno de sus movimientos iban para él.
El hombre se levantó de su silla y se fue, pero para la dirección que tomó estaba muy oscuro como para seguirlo con los ojos. Terminó su presentación y algo agotado bajó del escenario. Había tomado una botella de agua de la nevera del comedor y trato de relajarse.
—Teo —le llamó Mark al acercarse—. Te quieren, dormitorio tres, dos horas —jadeó con sorpresa, dos horas de Sweet Teo salían muy elevadas, no solían pagar horas, lo mucho que Min Yoon Gi pagaba por él era una hora—. Tienes quince minutos —él asintió.
Había llegado al dormitorio tres luciendo un traje blanco con encajes lilas, además de su cabello amarrado y las bonitas chispas plateadas con las que solía ponerse después del maquillaje.
—Lamento la tardanza —dijo con una leve sonrisa mirando como su arrogancia y ego subía por los cielos, porque el hermoso hombre castaño de ojos verdes había pagado por él.
—Te has tardado —Tae Hyung jadeó cuando le habló en su idioma.
—Entonces sabe coreano.
—Parece que tú también —mencionó moviendo sus dedos para que se aproximara—. Siéntate aquí —se palmeó el regazo sin perder de vista ninguno de sus pasos—. ¿Cómo debo llamarte? Quiero escucharlo de tu boca —las manos anchas del hombre se pasearon por su cintura desnuda.
—Teo, así me llamo —sostuvo su mirada, sus ojos claros lo estaban dominando de una forma que jamás creyó, era solo un hombre cualquiera, pero quizá se apegaba mucho a sus gustos y la buena oportunidad de conseguir su ciudadanía—. ¿Cómo le gustaría que lo llame? —jadeó con pena, estaba tocando un punto muy sensible en su espalda baja que lo enloquecía y parecía que ese hombre lo sabía, no se detenía.
—Seok Jin —Tae Hyung asintió mirando sus ojos verdes—. No podías dejar de mirarme —mencionó acariciando sus muslos desnudos.
—No podía, usted es muy atractivo.
—Tú también —Seok Jin lo rodeó entre sus brazos pegándose a su pecho dejando pequeños besos en su cuello.
—¿Qué le gustaría hacer?, ¿quiere que actúa algo para usted?, ¿le gustaría que lo llame de alguna manera durante el sexo? —Seok Jin lo tomó del mentón, sus ojos estaban opacos, se veían hambrientos—. Voy a cumplir sus deseos.
—Puedes sorprenderme si gustas, verte ya es suficiente placer —jadeó un poco perplejo. Asintió moviéndose entre las piernas del hombre, apenas muy suave, sus ojos estaban conectados, pero Seok Jin rompió ese contacto cuando su boca se coló a lamer su mentón. Tae Hyung mantuvo la respiración. Cada vez que su boca rozaba su piel lo hacía perder el control—. No contengas tus gemidos, deseo oírte —murmuró por su oído, sus ojos se torcieron, otro punto débil fue encontrado, estaba jugando con su mente. Repetiría que era muy pronto para sentirse así, estuvo con tantos hombres en su vida, que solo pocas veces se sentía como una bomba por explotar, y esta era una de esas veces—. Dos puntos débiles —dijo sonriendo más que engreído—. Vamos ángel, no seas tímido.
Tímido. Kim Tae Hyung era tímido, pero Sweet Teo no, estaba tan sonrojado y húmedo, como si se tratara de un virginal, se sentía amarrado, pero tan malditamente bien que estaba pensando que en verdad Seok Jin era un verdadero regalo.
—Seok Jin-ssi —jadeó dejando caer la parte superior de su traje, el mayor lo recorrió con la mirada antes de besar su pecho.
—Sí quieres algo pídelo.
—Quisiera... —mantuvo silencio, tenía una mirada tan lujuriosa que no estaba seguro de que fuera una buena idea, estaba jodido—, quisiera un beso —el hombre dejó un beso sobre su mejilla, luego otro hasta que sus labios se unieron en un beso que se volvió demasiado caliente en el segundo que se tocaron. Los dos sabían lo prohibido que estaba besarse, pero su atracción había sido tan fuerte que detalles como estos no podrían ser válidos si los dos lo deseaban con la misma intensidad.
—Serás tan mío, ángel —Tae Hyung jadeó tocando el ancho pecho del mayor, era tan grande por todos sitios que estaba fascinado.
—Soy tuyo, mi señor —le dijo antes de volverlo a besar, Seok Jin correspondió antes de bajarlo de sus regazos. Sus piernas estaban temblorosas y su corazón acelerado. Si nunca hubiera creído en las almas gemelas lo comenzaría a considerar, cada aspecto que miraba encajaba en su detallada descripción del hombre perfecto.
—Sube a la cama —le ordenó en inglés al sacarse el cinturón. Él fue obediente y espero a que el mayor lo alcanzara, estaba nervioso, y no sabía exactamente el por qué. Abrió sus piernas en el instante que lo vio subir completamente desnudo. Por lo general él era el único que terminaba desnudo, pero Seok Jin quería disfrutar de ese ángel en todos los ángulos posibles— Tócame —pronunció en inglés.
Tocando por encima el duro bulto que se escondía en su traje, su boca no dejaba de jugar con sus pezones, el maldito juego previo más tortuoso del siglo. Tae Hyung se estaba comenzando a olvidar que él era quien tenía que satisfacer a su cliente y no al revés—. ¿Quieres más? —preguntó con los ojos llenos de lujuria y con la mirada soberbia porque sabía la respuesta—. Pídelo.
—Quiero más, mi señor —él obedeció «Quiere compañía, yo dinero, es una combinación perfecta», pensó mientras la parte inferior de su traje era retirada.
Tae Hyung tenía todas las características de estar entrenado, su forma de gemir tenía singularidades, sonaban entre actuadas y naturales, quizá más de una que de otra, pero no era lo único, sabía como moverse, como hablar, que decir, incluso la forma en la que lo miraba hacía que su ego aumentara, pero era todo menos natural.
Había visto muchos así, todos ellos cazafortunas. Le gustaba complacer a sus "acompañantes casuales", no era único y estaba seguro que Teo tampoco seguía esa regla.
No estaba seguro quién comía de la palma de quién, pero sin duda Tae Hyung estaba perdiendo. Sus ojos vidriosos lo estaban excitando. Ya había caído dentro del panal de miel. Ese hombre sería suyo, porque lo que ve, lo tiene, lo que quiere, lo tiene y ese hombre no es la excepción—. Eres mío —¿lo era?, esa pregunta no entró por su mente cuando se hallaba asintiendo con los dedos del mayor hundiéndose entre el calor de su propia boca desvergonzada—. Vamos, hazlo bien —cerró sus ojos cuando la cálida mano del hombre tomó su miembro, tocándolo de arriba hacia abajo con lentitud, casi torturando al menor que lubricaba los dedos con desesperación para terminar con esa locura.
Estuvo preparándolo por unos minutos hasta que no lo soportó, los sonidos que salían de la boca de ese ángel le fascinaban. Todo ese hombre le encantaba.
Lo había tomado frente a frente, él necesitaba ver cómo se retorcía de placer, deseaba verlo llorar, deseaba verlo gemir, deseaba con locura tomar sus labios otra vez. Empujó fuerte cuando ya estaban cómodos como para iniciar le ofreció palabras de seguridad y él agradeció por ello, se veía desesperación en sus ojos, solo lamió sus labios antes de que Seok Jin tomara su boca en un beso rudo mientras comenzaba a penetrar con fuerza, no pudo sostener el beso por mucho tiempo, sería inhumano—. Quiero oírte gemir, ángel —Tae Hyung lo iba a complacer, sin duda que lo haría.
Su siguiente meta llegó a él como si fuese automático. Iba a tenerlo, haría hasta lo imposible por seducirlo y obtenerlo, porque sí, esto es solo un negocio.
Fue la primera vez en mucho tiempo que realmente se había sentido satisfecho, pero estaba seguro que pronto su sed iba a regresar, porque nunca era suficiente con un hombre como Seok Jin.
—Teo —mencionó el mayor acariciando la curva de su espalda baja. El muchachito se había quedado descansado sobre él después de montarlo, no quería moverse—, voy a volver de nuevo —Tae Hyung sonrió, ¿quién era él para negarse?—. Voy a llevarte fuera de aquí, quizá podamos vernos en tu día libre.
—¿Dónde iremos?
—Donde desees, no me he ido, pero siento extrañarte —volvió a reírse. Si fuera un chico inocente se creería todo lo que estaba diciendo, pero él era Kim Tae Hyung, un cazafortunas experimentado, no le iba ser tan fácil.
—Quieres sexo gratis —vaciló con una sonrisa—. Si quieres tenerme hay un precio.
—Lo sé, puedo verlo en tus ojos, ángel y está bien para mí, no importa lo que tenga que gastar para verte sonreír como lo estás haciendo ahora. Te dejaré mi número cuando me vaya, ¿bien?, puedes llamarme siempre que quieras.
—Cielos, ¿y sueles hacer esto siempre?
—No siempre, pero un ángel se ha cruzado en mi camino, no puedo dejarlo pasar.
—No puedes verme como un ángel, soy todo lo contrario.
—Nunca dije que clase de ángel —mencionó enderezando su cuerpo un poco junto con Tae Hyung—. Eres de esos ángeles que rompen las reglas, ¿crees que no sé qué no puedes besarme?
—¿Me delatarías, mi señor? —vaciló con una semi sonrisa—. No seas malo conmigo —el hecho de que Tae Hyung pasará a su voz grabe a una más suave lo estaba volviendo loco—. Puedo decir que me besaste primero, soy un puto indefenso, ¿verda?
—¿Y si mejor lo mantenemos en secreto? —dijo con su mano tocando el contorno de su rostro—. Volvería a besarte, aunque fuese prohibido.
—Sigue estando prohibido.
—Pero eso no nos importa, ¿no? —Tae Hyung negó mientras buscaba los esponjosos labios del mayor.
Había pasado un tiempo desde que conoció Seok Jin. No podía sacarlo de su sistema y eso era una ventaja, pero Tae Hyung sabe que él fue el primero en caer de placer. Min Yoon Gi sonrió cuando lo vio entrar a la habitación.
—Mi hermoso Teo —dijo él con una mirada deseosa mientras se soltaba el cinturón.
—Está apurado hoy, señor Min —vaciló al cerrar la puerta.
—Desvístete —y la orden fue atacada al segundo—. Jodido obediente. Ven aquí cariño —asintió manteniéndose desnudo para sentarse sobre las piernas de Min—. ¿Has estado bien? Yo te extrañé mucho.
—Ohh, es usted adorable, señor Min —dijo besando sus mejillas—, también lo extrañé, ¿ha podido sacar su estrés?
—No... ciertamente no, todo ha sido una mierda últimamente —Tae Hyung gimió sobre su oreja mientras lo preparaba—. Cariño me tienes a tus pies...
—Sí lo hago, ¿puede hacer algo por mí, señor Min...?
—Pagar una hora contigo casi todos los días, es suficiente —murmuró sobre su cuello haciéndolo gemir más fuerte.
—Podemos besarnos a cambio de este favor... —Min sonrió—. ¿Aún necesita un asistente?, mi hermano necesita un trabajo urgente, es universitario... —Tae Hyung se había encariñado con un chico del club que era más joven que él, sabía que su amigo no encontraba empleos rápidos y un amigo le recomendó el burdel, pero desde que se conocen, él sabe que su amigo odia su trabajo.
—Cariño —sonrió—, no cualquiera puede ocupar ese lugar.
—Mi hermano estudia contabilidad, le aseguro que será muy útil —jadeó antes de que Tae Hyung lo besara en sus labios—. Por favor, una oportunidad —Yoon Gi tomó sus labios de forma ruda de regreso—. Señor Min —gimió—, por favor.
—Lo haré, por ti, solo por eso.
—Lo quiero mucho señor Min... muchas gracias —dijo con una sonrisa—. Follame, por favor, le necesito...
—Súplica más —Tae Hyung rodó sus ojos mientras se escondía en la curva del cuello de Min, justo donde no podía ver su rostro endemoniado suplicando que todo eso se terminara pronto. Esto es solo un negocio.
Habían pasado al menos cinco meses, y el hermoso hombre seguía yendo a buscarlo al burdel casi todos los días. Tae Hyung había tomado su palabra, se hablaron por teléfono muchas veces, incluso se veían fuera de Perfect Hollywood.
Cada músculo de su cuerpo se tensaba cuando estaba cerca, cuando se besaban, cuando se miraban. Tae Hyung sabía su objetivo, lo que quería lo tenía, pero eso era antes, ahora estaba perdiendo la razón, porque si lo quería, lo quería en serio, con obsesión.
—Teo, habitación siete, dos horas —él asintió antes de ponerse sus zarcillos plateados. Había entrado al dormitorio, muchos hombres al verlo pasar por la puerta sonreían, pero sin duda no sonreían como lo hacía Seok Jin.
—Mi señor —dijo él cerrando la puerta.
—¿Cómo estás? —apenas le dijo al levantarse del sofá y acercarse.
—Bien, siempre deseo verte.
—Yo también, siempre pienso en ti.
—Eso no es sano —vaciló dejándose cargar por el más alto—, tienes una obsesión conmigo.
—¿Eso crees? —dijo antes de tomar sus labios en un beso fuerte, nunca era suficiente para ellos—, se me pasará... —murmuró lamiendo su cuello.
—Será mejor, porque a este paso... ohh...
—¿Qué?, ¿vas a enamorarte de mí? —Tae Hyung se sonrió mientras sentía su espalda tocar la fría pared del dormitorio, sus piernas se rodearon a la cintura del mayor mientras este seguía devorando su cuello.
—No me hagas reír —pero Tae Hyung mentía, él estaba jodido.
—No es tan locura, no creo que seas así con todos los que vienen. Mejor dicho, estoy seguro.
—Por favor, soy un jodido servidor sexual.
—Siempre que estás arriba bailando solo tienes ojos para mí, siempre que estoy aquí, solo tienes sentido para desearme, no hay más allá, tus ojos me están diciendo que tengo razón. Cada vez que hablamos por teléfono, cada vez que salimos, siempre que te hago mío.
—Yo te deseo... eso es verdad —gimoteó buscando sus labios.
—Eres único conmigo, admítelo —había gruñido antes de lamer sus labios.
—A ti es al único que espero todas las noches, mi señor —habló entre dientes lleno de deseo, Seok Jin lo besó fuerte antes de llevarlo a la cama.
—Dime que me hiciste —gruñó besando su espalda baja—, dime por qué no puedo sacarte de mi cabeza.
—Porque me deseas, porque el diablo nos creó para estar juntos, porque soy lo que pides, lo que exiges, lo que deseas, lo que te gusta, pero no lo que necesitas, y eso te desquicia, porque sabes que no podemos estar juntos, pero no te importa... ohhh... cielos —gimió lamiendo sus labios mientras la húmeda lengua lamía su rosado agujero.
—Sé que no eres para mí, Teo.
—Pero eso no te importa... —gimió arqueando la espalda sofocado y hambriento—. Por favor, mi señor.
—Suplícame...
—Por favor mi señor... lo suplico, deseo todo de ti —apretó sus puños manteniendo su poca cordura. Se había dejado caer sobre el colchón dándose a su merced—. Eres lo único que deseo —se apartó de él para desvestirse por completo. Tae Hyung hizo lo mismo dejándose caer de espaldas contra el colchón—, se mío, por favor, te lo suplico —jadeó abriendo sus piernas, tan jodidamente arruinado, sus mejillas apenas rosadas y la leve pinturilla de sus labios corrida.
Seok Jin regresó a él como imán, tomando sus bocas fuerte y desesperado, tan jodido, tan enfermo, tan prohibido. Alineó su polla dura con él y se miraron a los ojos, sabía que en esos ojos no podía confiar, sabía que cada palabra de Tae Hyung acerca de su obsesión eran verdaderas, pero ese deseo inhumano era compartido.
Cinco meses en una locura como esa, no sería su primer cazafortunas y él, el primer imbécil en caer ante la exquisitez de Sweet Teo. Ver esos ojos celestes llenarse de lágrimas florecían a su placer y saber que se sucumbía bajo su fuerte cuerpo, solo alimentaba más a su ego.
Tae Hyung se corrió mientras sus manos estaban amarradas por la corbata de Kim, se retorció de placer aún sintiendo como el mayor seguía follandolo hasta que logró acabar. Sus bocas se volvieron a juntar en un beso cariñoso, trató de forma torpe aflojar el nudo y cuando lo logró, esos calurosos brazos lo abrazaban por el cuello mientras se seguían besando.
Seok Jin se recostó en la cama y lo atrajo a su cuerpo, ambos en silencio, sin siquiera romper su beso, acariciándose como enamorados, no era la primera vez que se mantenían minutos solo con besos y caricias, estaban borrachos de lujuria.
—Teo —había sonado más como un jadeo—. Teo, ven conmigo.
—¿A dónde? —respondió entre sus labios—, ¿qué quieres de mí?
—Que seas mío, fuera de esto.
—No puedes querer eso.
—Me gusta amanecer pensando que me quieres... pero quiero más amanecer contigo. Puedo hacerme cargo de ti.
—Te has enloquecido... —los fuertes brazos del mayor lo rodaron.
—Sí, por ti, estoy loco por ti. También te quiero Teo... más que el sexo, quiero todo de ti, compartir tus sueños... quiero volver todo realidad, quiero hacerte feliz —solo mantuvo silencio, él lo quería en serio.
—Quiero... quiero hacerlo... —Seok Jin lo abrazó fuerte. Teo finalmente era suyo.
Seok Jin vivía en una suite del hotel Dream Hollywood, y no era ninguna noticia, era el CEO y eso lo sabía Tae Hyung, había dejado su departamento dos semanas después de la propuesta de Seok Jin.
El día que Tae Hyung dejó su renuncia, fue casi un jodido triunfo, su contrato estaba puesto para un año y justamente ya había pasado de ello. Extrañaría a Mark, pero sin duda a nadie más, mirar las caras de sus compañeros era un delicioso deleite «como dije, estaría aquí por un tiempo».
Seok Jin estaba seguro que podría manejarlo, pero cuando pasaron casi dos años, Teo se había vuelto una debilidad. Era suyo, eso no iba a negarlo, Teo se sentía como suyo y él estaba entregado por completo. Se amaban.
—Teo —le llamó Seok Jin mientras lo miraba desde la punta de la cama—, has estado muy ocupado.
—Tú también —mencionó desvistiéndose—, me haces mucha falta, más que otros días.
—Y tú a mí —subió a la cama buscando a su hombre, uno que lo traía más que jodido. Habían cambiado muchas cosas con el tiempo.
Seok Jin se hacía cargo de todos sus caprichos, todo lo que pedía, se lo daba, y esa era la regla. Ambos compartieron secretos, se habían contado sus sueños, sus metas, estaban decididos en compartir más que ellos.
Tae Hyung estaba asistiendo a una de las mejores escuelas de baile desde que comenzaron con su relación, en realidad le abrió muchas oportunidades, más ser visto con Kim Seok Jin dejaba mucho a la opinión pública, a cualquier evento que el mayor tenía, su precioso sugar baby iba con él.
Hace un tiempo que ambos estaban distanciados por trabajo, Tae Hyung estaba ocupado con su carrera artística, no estaba en baile, pero si había entrado a una agencia especializada en modelaje, pero sus papeles seguían siendo un problema, por el momento estaba en la empresa indocumentado, un amigo de Seok Jin le dio el favor de mantener a su chico en la agencia sin problemas, al menos por el momento, pero sabía que si Teo no tenía ciudadanía iba ser un enorme problema en el futuro.
El sucio golpeteo húmedo de pieles resonaba por el dormitorio, siempre amarrado a la cama, porque eso era lo que pedía, lo que rogaba —Mi ángel —susurró contra su boca golpeando cada más fuerte—, quiero que nos casemos —las lágrimas del muchacho no dejaban de salir ante el magnífico placer. Adoraba verlo llorar—, ¿quieres casarte conmigo?
—Sí... —gemía gustoso ante esos brillantes ojos que lo miraban con tal deseo que sentía quemarlo—, quiero casarme contigo, mi señor —dijo entre el deseo nublado que eran sus ojos. Ambos se corrieron después de unos minutos, buscaron sus labios como siempre y Tae Hyung buscó el calor de su cuerpo para sentirse amado, seguro, cálido.
—Quiero ser tuyo para siempre.
—Lo eres. Solo necesito tus papeles —dijo besando parte de su cuello, pero Tae Hyung sabía algo más. Seok Jin siempre creyó que se llamaba Teodoro.
El único que podía ayudarlo con sus papeles era Min Yoon Gi, no había nadie en quien más pudiera pedirle un favor tan peligroso como ese.
—Nunca he necesitado nada de nadie, pero... —mencionó al sentir como le robaba un beso en la mejilla mientras acariciaba su espalda baja.
—Me halaga que me necesites cariño, tanto como yo a ti.
—Sí. Solo quiero mi ciudadanía.
—Es complicado jugar así contigo —sus brazos lo abrazaron fuerte—. Teodoro ¿es tu nombre real?
—Lo es, Soo Teodoro... así me llamo, no tengo porque mentir sobre eso... cuando toque suelo americano me robaron todo lo que traía me quedé sin identificación, pasaporte... dinero... por eso entré al burdel... solo quiero vivir como un hombre nuevo.
—Si tú quieres puedo ayudarte con tu ciudadanía —Tae Hyung buscó su calor en un abrazo demasiado traicionero—. Si te casas conmigo —no pudo evitar reírse.
—No puede hablar en serio señor Min, usted no es un hombre de matrimonios.
—Y el hombre con el que te vas a casar, ¿si es de compromisos, cariño?
—¿Cómo lo sabe? —preguntó al separarse de él—, ¿me está espiando?
—Bueno cariño, hay cosas que no necesitan decirse —Tae Hyung se levantó de la cama en plena desnudez buscando sus prendas finas para vestirse—. ¿Sabe que eres indocumentado?, ¿sabe la triste historia de cómo perdiste tus papeles, Kim Tae Hyung? —el azabache respiro profundo mientras se vestía—. Yo no sé qué sea lo que más te conviene, que él se entere de que siempre vienes a pedirme favores que terminan contigo en mi cama o que se entere con la víbora que tendrá de marido.
—¿Y qué es lo que quiere?
—Nada por ahora, pero cuando lo necesite, tendrás que ayudarme, porque tus secretos no son importantes para mí, no sé qué es lo que ocultas, pero eso no me importa lo suficiente.
—Conozco a Jung Ho Seok, sé que tuvieron una historia ¿No quiere buscarlo?, sé dónde vive.
—No necesito que me lo digas, sencillamente puedo encontrarlo cuando yo quiera, a él y a su estúpido amante.
—Entonces no sé qué pueda querer de mí. No tengo nada.
—Y justo por eso, es que te necesito, pero no ahora, te diré cuando lo necesite. Y como ya te has vestido, entonces vete de mi casa. Dale a tu prometido un beso de mi parte —lo miró con demasiado odio antes de irse, al menos tenía su falsa documentación en el bolso. Min era una grave amenaza, no quería que nadie supiera su verdadero nombre, Kim Tae Hyung fue pasado. Soo Teodoro era su futuro.
La noche más esperada había llegado, vestía de blanco junto a Seok Jin, ambos frente al abogado que los casaría, sus padrinos de boda no los conocía, pero su ahora marido le aseguró que eran personas de su extrema confianza.
Así fue como Soo Teodoro se casó con el magnate Kim Seok Jin después de dos años de conocerse. Ahora tenía papeles, unos falsos, pero los tenía y con ellos las oportunidades comenzaron a surgir.
La noticia de ese casamiento se esparció, sin embargo, toda la celebración fue furtiva por petición de Tae Hyung, Seok Jin no iba a oponerse, detestaba la prensa, lo más que pudieron conseguir de ellos fueron fotografías mal tomadas por paparazzis inoportunos.
Su luna de miel fue la más soñada. La costa oeste los recibió esa mañana, pero no fue lo único que los recibió, Tae Hyung obtuvo una llamada, un papel por el cual estaba ansioso por ganar, era para un largometraje de una compañía que trataba de volver a la cima.
«Entonces supe una cosa, que me dirigía a lo grande, eso significa que me dirigía a Hollywood, pero tenía dos caminos y en uno no lo incluía a él».
Su esposo conocía muy bien sus sueños, pero lo había hecho elegir entre él y ellos, entonces Tae Hyung tomó su decisión. Escribió una carta antes de irse. Él no lo buscó porque estaba de viaje por trabajo, pero creyó que su marido le escogió.
Dos semanas después conoció a un hombre mientras jugaba en el casino. Un hombre bello de ojos claros y un cabello oscuro como su alma. El hombre le invitó una copa, entre ellas surgió una conversación larga donde le confesó estar con un hombre que cortó sus alas, el hombre le dijo que se fueran juntos a Corea del Sur, que él era un hombre importante y que conocía figuras influyentes en el entretenimiento que trabajan en industrias americanas y asiáticas, el hombre le dijo que el lugar donde lo llamaron para el papel no era bueno dado que estaba casi declarada en bancarrota, Tae Hyung jadeó de la angustia pensando que quizá Seok Jin tenía razón al oponerse.
«Es posible que nunca más vuelva a tener esa oportunidad». Entonces aceptó ir con Kim Nam Joon, un hombre que acaba de conocer en un casino de Los Ángeles.
Tae Hyung había regresado al hotel esa noche cuando se encontró a su esposo en la sala principal con la carta que escribió hecha un puño, creía que no volvería hasta dentro de un mes, pero se había equivocado —Teo —dijo apenas lo miró—. ¿Qué significa que me dejas? —preguntó—. ¿Por qué?
—Perdóname...
—Te has ido solo porque me opuse a tu obsesión por ser famoso, ni siquiera es porque ya no me amas.
—Sabes mis ambiciones, mis sueños... mis metas y si no eres capaz de aceptarlas no tengo nada que hacer contigo. Además... conocí a alguien... una persona que me llevará al verdadero Hollywood.
—Aún no lo entiendes, ¿verdad? Ser famoso no puede pasar sobre ti... sobre nosotros... tú en verdad ¿harías esto por la fama?
—Si así cumplo mis sueños... sí, me conoces mejor que nadie, deberías saberlo.
—Jamás creí que caerías tan bajo...
—Perdóname en verdad, pero... se acabó —su voz estaba tan dolida que parecía extraño la fluidez de las palabras. Su esposo lo tomó de las mejillas y besó sus labios de forma delicada—. Ojalá me perdones —balbuceó.
—Ojalá te perdones a ti mismo —pasó a su derecha hasta llegar a la puerta.
«No puedo dormir solo esta noche... no al saber que mi esposo me dejó, no solo puedo dejarme creer que todo está bien, si me fue claro, él y su manipulación me acabaron...».
Sonrió amplió una vez que el anillo decoró su dedo —Te amo tanto —le dijo su prometido al abrazarlo—. Eres mi vida entera, el amor de vida —sus ojos fríos miraron los suyos.
—Te amo —sus labios se unieron en un pequeño beso—. Eres lo que quiero. Eres mi señor —jadeó una vez que su prometido lo cargó entre sus fuertes brazos—. Soy tuyo para siempre —Nam Joon lo llevó entre sus brazos a la cama y sin detenerse a pensar que casarse había sido más un contrato que amor verdadero, hicieron el amor.
Ahora que estaba de regreso en su país, Soo Teodoro estaba muerto, debía aceptar su pasado, y seguir siendo Kim Tae Hyung.
«Ahora que conseguí mis sueños. Comencé a ver que todo se veía bien, pero solo bien desde lejos».
────⊹⊱ᴇɴᴅ⊰⊹────
Ojalá les haya gustado. Muchas gracias por leer
🥺❤
-: ✧ :-゜・.FairyWin
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