Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo O1

     «¿Para qué fui hecho?» es la pregunta que azota la mente de cualquier ser humano. A veces parece que la vida solo se trata de vivir y luego morir cuando simplemente estamos en una constante prueba y error. ¿Qué nos hace felices? ¿Tenemos un propósito como una simple máquina? Son preguntas interesantes con una respuesta simple y sencilla y al mismo tiempo con argumentos complejos.

     Ese pensamiento lo distrae de su objetivo y en un instante la espalda le cruje al sentir el impacto contra el suelo, le es inevitable no quejarse por la leve punzada que recorre todo su cuerpo y resopla porque sabe lo que viene a continuación. El entrenamiento es su manera de liberarse por un rato de todo, así que no siempre está de ánimo para escuchar los reproches de alguien más por pelear sin entusiasmo y como si no fuera un combate a muerte.

—Pude haberte matado si quisiera —La voz de su hermano se escucha molesta y se apresura a levantarse antes de que pueda continuar con el regaño—. No debes darle a tu enemigo la oportunidad de atacarte.

—Estaba distraído —Se limita a contestar restándole importancia a lo que dijo.

—Eso es mucho peor, Rapha —Dice algo exagerado como si no se tratara de un simple entrenamiento—. Da gracias que solo fue un combate cuerpo a cuerpo.

—Es igual, con armas te gano —Se sacude y una sonrisa ladina se dibuja en su rostro al ver la cara de indignación de su hermano mayor—. Iré a descansar.

—No vayas a quedarte dormido, hoy debemos patrullar.

—¿Vendrá Casey? —La emoción lo sacude repentinamente porque ese chico es algo así como su mejor amigo, han logrado tener afinidad en ciertas cosas y a Raphael le agrada compartir tiempo con alguien que no sean sus hermanos.

—Se supone que sí, pero no los quiero bromeando, últimamente estás muy desenfocado —Como respuesta, el de bandana roja bufa y sale del dojo, chocando el hombro con el del mayor. Nadie le dice a él lo que hace o no.

     Aunque, pensándolo mejor, Leonardo tenía razón y Raphael odiaba admitir eso, incluso si lo hacía en su mente. El típico conflicto de ambos hermanos siempre es el liderazgo y la razón, porque uno afirma tener las cualidades necesarias de un líder y el otro parece que se esfuerza por demostrar lo contrario con su temperamento.

     Camina hacia su habitación no sin antes ir a visitar a su otro hermano en el laboratorio dónde pasa la mayor parte del tiempo, a veces da la impresión de que duerme y come ahí, lo cuál no le sorprendería por parte de Donatello, después de todo siempre hace lo tortugamente posible por el bien del equipo si se trata de la tecnología y ciencia, y un claro ejemplo es el tortumóvil que se esforzó por construir para que les sea más fácil moverse por la ciudad. Esa es una de las cosas que admira de Donatello: su inteligencia.

—¿Qué se supone que haces, Donnie? —Cuestiona adentrándose al lugar, mirando hacia todos lados como si hubiera algo nuevo cada vez que entra.

—Hola, hermano —Se da su tiempo para responder y termina de hacer sus notas—. Estoy tratando de resolver este extraño aparato que extraímos de los kraang, es muy complejo y no creo resolverlo tan rápido como lo hago normalmente.

—Podrás hacerlo, ese cerebrito tuyo siempre encuentra la respuesta.

—¿En serio lo crees? —Un brillo de esperanza decora sus orbes rojizos y Raphael asiente con una sonrisa.

—Si tú no lo resuelves ¿quién lo hará? Mikey no creo —Ambos sueltan una risa, burlarse de la tortuga menor siempre alivia cualquier sensación de estrés o tensión.

—Tienes razón, Rapha, muchas gracias —Y con el ánimo recompuesto, Donnie sigue trabajando mientras Raphael lo mira con una sonrisa y luego se dispone a irse.

     No es que sea lo suyo dar ánimo, a veces le sale tan natural que se tiene que bofetear para equilibrar un poco su ser. Se dirige a su habitación, pasando de largo a Miguel Ángel, quien se encuentra embelesado por la música que escucha a través de sus audífonos, ya es normal para todos verlo sumido en el ritmo y les impresiona que el baile se le dé tan bien, tal vez es normal en alguien tan relajado como él.

     Entonces Raphael abre la puerta de su habitación y entra, sonriendo dulcemente al ver a su tortuga mascota durmiendo plácidamente sobre su cama, así que se sienta a su lado y acaricia su caparazón con delicadeza.

—Tú eres el único que me entiende a veces, Spike —Murmura mirándole, y está seguro de que si Spike fuera una tortuga mutante entonces podría comprenderlo con más razón. Entre tortugas se entienden ¿no?— Estoy un poco harto de que todo sea igual siempre. Despierto, entreno, desperdicio el tiempo hasta que sea la noche para salir a patrullar, vuelvo a descansar y se repite, ¿no habrá algo que haga interesante todo esto?

     La tortuga abre los ojos lentamente y alza la cabeza hacia Raphael, entrecerrando los ojos como si analizara la habladuría de su dueño. Spike le diría algo como "déjame dormir" si pudiera hablar, y Raphael suelta una risita al imaginarlo.

—Lo siento, no era mi intención despertarte, amigo —Esta vez acaricia su pequeña cabeza y Spike vuelve a cerrar los ojos para retomar su descanso. Raphael suspira y se recuesta al lado de la pequeña tortuga y cierra los ojos dispuesto a dormir hasta que su T-phone suena haciendo un escándalo.

     ¿Acaso es mucho pedir cinco minutos de paz?

—¿¡Qué quieres, idiota!? Te recuerdo que no soy al único que puedes molestar —Habla con notable enfado a punto de cortar la llamada, pero no lo hace al prestar atención a todo el ruido que se escucha a través de la línea telefónica.

¡Rapha! —Grita la persona con desesperación, su voz se percibe agitada.

—¿¡Qué sucede, Casey!? ¡Habla!

¡Necesito ayuda, un sujeto loco con lentes me está persiguiendo! —Raphael ríe para restarle importancia, el chico puede defenderse perfectamente, sobre todo si se trata de un simple hombre al que tal vez le robó dulces de su tienda.

—Tú puedes solo, Casey —A punto de colgar, el mencionado vuelve a gritar.

¡Tiene un traje robótico enorme, auxilio!  —El grito es tan agudo que Raphael se retira el aparato para evitar quedarse sordo.

—¡Llegamos en cinco! —Y cuelga la llamada para ir hacia dónde están sus hermanos.

     Lo que iba a ser una noche de patrullaje tranquilo se acababa de convertir en el plan para salvarle el trasero a Casey Jones, típico de él.

—¡Leo! Casey está en problemas.

—¿Es en serio? Ya perdí la cuenta esta semana —Niega con la cabeza resignado, después de todo, es su trabajo proteger a los ciudadanos de cualquier amenaza—. Andando, equipo.

     Y es así como las cuatro tortugas se ponen en camino a salvar a su amigo, de hecho, el segundo humano que no ha mostrado rechazo a tan peculiares seres. Ese importante hecho le hizo pensar un poco más a Raphael.

     Si Casey y Abril los querían tanto, ¿existía alguien más que pudiera hacerlo? Están acostumbrados a esconderse en las sombras porque cumplen la función de vigilantes nocturnos en esa enorme ciudad, sin embargo, si por una noche pudiera sentir lo que es no ser rechazado por otros humanos...

     A los villanos no parece importarles el tipo de contrincantes que son ya que todo lo que importa es eliminar a quiénes frustran sus malvados planes, y eso le encanta a Raphael pero ¿su propósito se limita a eso? Realiza una mueca de desagrado ante tal pensamiento profundo y se pierde observando los imponentes edificios, sintiéndose tan pequeño en un mundo inmenso.

     Tan insignificante.

     «¿Por qué estos tontos pensamientos aparecen de repente y en el momento menos indicado?»

     Los gritos de sus hermanos lo sacan de su ensoñación y se da cuenta que está a punto de ser golpeado, así que esquiva el golpe y contraataca para desestabilizar a aquel robot gigante. Todo pasó tan rápido que no recuerda en qué momento bajó del tortumóvil, como si hubiera sido un sueño todo lo demás, el corazón le late rápidamente y sus latidos son como dos tambores dentro de sus oídos, lo cuál le causa inquietud y siente que no está concentrado al máximo, por eso, se mantiene alejado de la pelea y ayuda en lo mínimo para no ser un estorbo.

     ¿Qué le pasa? ¿Por qué se siente abrumado repentinamente? Quiere dejar de pensar en la complejidad de las cosas pero le resulta imposible, todo se siente y se ve tan monótono, como una repetición de ctrl+c y ctrl+v.

—Rapha, ¿te encuentras bien? —Leo pone su diestra sobre el hombro de su hermano, mirándole con cierta preocupación mientras le ve recuperando el aliento. La pelea ha terminado, el robot, que se trataba de Baxter Stockman, se ha rendido y ha terminado huyendo.

     Tal vez pasaron unos diez o quince minutos más desde que Raphael optó por no ayudar del todo.

—Me distraje —Se limita a responder ya que no le gusta hablar de sus pensamientos. Siempre es el duro, quiere mantenerse con esa imagen.

—¿Te sientes mal? —Miguel Ángel se asoma por el hombro de Leonardo, preocupado por Raphael.

—No, Mikey, estoy bien. Tranquilos, chicos —Guarda los sais en su cinturón y se sacude las manos mientras sonríe para desviar la atención de sus hermanos y amigo—. Casey, tú otra vez metiéndote en problemas, me tienes harto.

—Descuida viejo amigo, soy Casey Jones y tenía todo bajo control —El pelinegro infla el pecho con orgullo, como si no hubiese llamado a Raphael para pedir ayuda.

—Bueno —Leonardo toma la palabra—, creí que Dexter había desaparecido para no volver más.

—No aprendió de la paliza que le dimos la última vez —Añade Miguel Ángel caminando para dirigirse a otra azotea.

—¿A qué creen que se deba su regreso? Donnie, ¿ideas?

—No lo sé —Piensa un par de segundos con sus dedos sujetándose el mentón, pero no hay respuesta—. Supongo que quería intentar no hacer el ridículo esta vez.

     Todos empiezan a caminar riendo ante lo dicho por Donatello. Esos son los pequeños momentos que Raphael disfruta pese a que no lo exprese y solo así vivir no le parece tan malo.

     Finalmente, entre risas, le preguntan a Casey si se encuentra bien, y como respuesta el chico tuerce los labios en una mueca de dolor al sentir una fuerte punzada en su costado.

—Quizás me lastimé cuando me golpeó.

—¿Lo hizo? —Los cuatro hermanos se notan preocupados ante la idea de que hayan tocado a su amigo. Donatello se adelanta y comienza a analizar a Casey—. ¿Dónde exactamente?

—De un puñetazo me lanzó hacia una de las paredes de concreto, quizás en mi abdomen tomando en cuenta que su puño robótico es cien veces más grande que yo —Alza su camiseta y deja ver varios raspones y un par de golpes que pronto tomarán otro color.

—Vamos chicos, volvamos a la alcantarilla para que Donnie cure a Casey —Y así siguen al líder todos.

     Parece que ha concluido otra noche de patrullaje, pero por alguna razón Raphael no puede evitar tener un mal presentimiento y espera no ser el único que piense algo así.

[...]

     Está en un gran y jodido problema. Sí, problema, en toda la extensión de la palabra y con letras mayúsculas.

     No sabía qué excusa podría poner ante semejantes golpes que tenía por todo el cuerpo, daba gracias por estar aún de pie y no dentro de un ataúd, si no tenía cuidado entonces se convertiría en una realidad.

     Casey se encuentra ensimismado pensando en el pretexto perfecto mientras Donatello se encarga de desinfectar las heridas y poner vendas entre otras cosas, asegurándose además de que no tenga ninguna costilla rota; sabe el problema que sería para el pelinegro tener un hueso roto y cuando revisa las radiografías sonríe de alivio al ver que no es así.

     Su amigo es muy intrépido por no decirle estúpido. Parece que le ha costado entender que forma parte de un equipo, así como en el hockey, pero si actúa de esa manera con ellos entonces puede hacerse una leve idea de cómo es dentro del hielo. Donatello nota su mirada perdida y pasa su diestra frente a él para captar su atención, lo cuál logra.

—Oh, ¿c-cómo estoy? —Cuestiona nervioso, esperando lo peor.

—Todo está en orden, salvo esos golpes que pronto se harán feos hematomas —Casey deja escapar todo el aire que había retenido en un largo suspiro. Se siente como si le hubiese quitado una pesada carga de los hombros—. Ningún hueso fuera de su lugar, pero te recomendaría descansar y no acompañarnos a ningún patrullaje por un par de semanas, solo para asegurarnos. De lo contrario, tendrías que ir al hospital y...

—¡Cierra la boca! ¿Sabes lo que haría mi madre si se entera de esto? Ya no sé qué pretexto usar con ella.

—¿No usas el mismo de siempre?

—Ese, amigo mío, es exactamente el problema —Una de sus manos cubre su rostro dándole ese toque dramático propio de Casey—. Le digo que es el hockey pero parece que ya no me cree. No quiero imaginar que piensa que el equipo me agarra como un saco de box.

—Pues, ten cuidado y actúa lo más normal que puedas —El de bandana morada alza ambos pulgares en señal de apoyo.

—Gracias, Donn, te debo una —Baja de la mesa del laboratorio y se coloca la capucha de su hoddie para salir del lugar y despedirse de sus otros amigos con un simple ademán.

     Suponen que está bien, sin embargo, Leonardo le ordena a Raphael seguirlo hasta asegurarse de que se encuentra en su departamento.

     Raphael va pensando en lo peligroso que es para un humano enfrentarse a ese tipo de villanos, mientras Casey refuerza sus razones para seguir llamándose a sí mismo justiciero. Está ansioso por contárselo a alguien pero sabe que aquello es imposible y retiene su emoción siempre que ha vivido otra aventura, incluso a quién llama mejor amiga...

     ¡Cierto! Casi olvida por completo el hecho de que también debe ocultar sus golpes de su mejor amiga. Ella a veces suele ser peor que su madre, y agradece su preocupación pero no quiere un guardaespaldas (si tan solo se diera cuenta de que Raphael va siguiéndole por las azoteas). Mordisquea su labio inferior y por un momento piensa en cancelar su visita, pero no puede, o más bien no quiere.

     Ir al departamento de esa chica es similar a ir a la pista de hielo donde podría pasar todo el día. Su mejor amiga siempre logra comprenderlo aunque haya golpes de por medio para recordarle cuánto lo quiere, y eso le alivia de cualquier dolor físico que pueda experimentar, así que apresura el paso para llegar. Es eficiente que ella viva cerca de la alcantarilla de los chicos, así cuando está salvando la ciudad puede decirle a su madre que se encuentra con su mejor amiga, y si algo ha demostrado la señora Jones es la confianza que tiene en su hijo. «Demasiada» pensarían algunos.

     Al llegar al complejo de departamentos, busca en el panel el número de su amiga y toca el timbre de este, obteniendo respuesta de inmediato. La puerta se abre y Casey se adentra al edificio, perdiéndose de la vista de Raphael, quién sonríe y retoma su camino a casa.

     Por su parte, Casey camina por el pasillo hasta el elevador y una vez dentro presiona el número de piso, se apoya en una de las cuatro paredes y comienza a idear algún plan para evitar cualquier contacto físico con su amiga porque si hay algo en lo que es malo Jones es en disimular.

   «¿Qué hago? ¿Mantengo las manos en los bolsillos? ¿Finjo ser una estatua? ¿Le digo la verdad?»

     Las preguntas se esfuman y en cambio da un pequeño sobresalto por el repentino tono de llamada.

—¿Hola?

¿Ya vienes? —La voz de la joven solo le genera ganas de abrazarla en cuánto la vea. Es una voz tan dulce que genera ternura, lo cuál es lo contrario a su apariencia.

—Estoy saliendo del elevador, por alguna razón pareció eterno —Contesta al encontrarse caminando por el largo pasillo que lo lleva a la puerta correspondiente.

Saldré a recibirte —Y cuelga, arrebatandole una sonrisa al pelinegro.

     No puede aguantar un segundo más para verla, así que espera encontrarsela saliendo por la puerta que ya reconoce perfectamente. Si pudiera usar una emoción para describir a esa chica, diría que "felicidad" es la indicada, pero eso es solo porque nadie conoce los secretos que hay detrás de las personas. A veces es mejor de esa manera.

—¡Casey! —Grita con ese entusiasmo que es tan característico en ella y le saluda con ambas manos, notablemente feliz por ver a su amigo después de una semana llena de ocupaciones.

—Hola, Setsuko —Su mano despeina su cabello con cariño mientras ambos sonríen—. Qué gusto verte de nuevo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro