𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐇 𝐎𝐅 𝐉𝐔𝐋𝐘 - ˢᵘᶠʲᵃⁿ ˢᵗᵉᵛᵉⁿˢ
Shall we look at tye moon, my little loon?.
[Oregon, 1955.
Aidan: 18 años
____: 10 años ]
Aidan:
- ¿Quieres salir a mirar la Luna, pequeña lunática? - sonreí pellizcando tus mejillas ahuecadas por el mal
- No, estoy bien - me regresaste la sonrisa, aunque si era más una mueca ligera
- Bien, entonces termina tu cena - acerqué a tu rostro un poco de sopa, aunque si tú te negabas a recibir el bocado en tu boca - ¿Que aprendiste de el incendio de Tillamook?
- Que nadie se debe permitir desperdiciar nada - contestaste con aburrimiento y una mueca tierna. En ese momento mi corazón estalló de cariño
Acerqué nuevamente la cuchara a tus labios, los cuales abriste con lenteza
- Solo una y ya - pediste, pero negué
- No. Toda. - insistí
Luego de muchas quejas y varias muecas, terminaste tu sopa de verduras y el vaso de agua a tu lado, ganándote un aplauso de orgullo y aprobación
- Pudiste hacerlo - dije festejando a lo bajo - Te mereces salir un poco, pequeña luciérnaga - comencé a hacer cosquillas en tu barriga por encima de la cobija que te cubría
Luego de reír, seguiste inmóvil sobre tu cama, así que fue a mi a quien tocó mover esa sabana blanca que te tapaba
- No puedo salir - negaste y volviste a extender la tela sobre tu cuerpo - Además, no quiero.
- Nada sucederá si salimos solamente por unos minutos - traté de persuadirte - ¿Porqué no quieres?, En unos minutos es tu cumpleaños, seguramente le harán ese regalo a mi hermanita
No me miraste durante los interminables minutos en los cuales paraste tus palabras y pensaste en silencio, aunque si supongo que fue inútil ponderar tanto sobre lo que seguiría
- Solamente no me apetece - fue lo único que dijiste por unos largos segundos de vacío - Prefiero quedarme aquí y escuchar Doris Day y Sinatra en tu compañía - seguiste, ahora mirándome con una sonrisa
Esa era una pura mentira, sabía cuánto amabas salir por las noches con Luna, cuando nadie paseaba por las calles y donde las únicas personas que te rodeaban eran las que elegías
Elegías su amor y compañía
- Está bien - hablé rendido
Ya sabía cuánto te avergonzaras de los detalles de tu cuerpo, ahora diferente.
De cuánta importancia tuvieran los moretes siempre más morados, los rasguños siempre más numerosos
El miedo de que yo los descubriera y dejará de ser dispuestos a dar mi entera vida por ti, pequeña hermana
Miré la puerta de tu habitación, donde dos enfermeras paraban en espera de que yo saliera
Sabía que esperaban que yo saliera, y eso me hizo romper el corazón lentamente
Volví a mirarte, sintiendo mis ojos rogar por ser libres de soltar sus lágrimas
- Dime - murmuré comenzando a acariciar tu cabeza - ¿Has tenido suficiente de mi cariño, por hoy, pequeña paloma?
- Si, a veces eres demasiado empalagoso - frunciste el ceño - ¿Porque lloras?
Inmediatamente comencé a reír, tratando de engañar tu mente
- Acabo de recordar de la sorpresa que tengo para ti - sequé las lágrimas en mis mejillas - Son lágrimas de alegría - volví a mentir
- Oh, okay - tu rostro se iluminó con una sonrisa
- Bien, ya hablaste bastante - me levanté de mi asiento sintiendo el corazón querer salir de mi garganta y su latido en mis manos - Iré por tu regalo. Pero como eres un pequeño halcón, quiero que cierres los ojos por todo el tiempo, ¿Entendido?
Asentiste con la cabeza y posaste tus manos sobre los ojos
Te mire desde mi lugar y traté de no comenzar nuevamente a llorar.
Me rompía completamente ver cómo me creías, tal vez soy demasiado bueno mintiendo, o tal vez yo era quien deseaba más que esa mentira fuera verdad
Comencé a alejarme de ti, acercándome a la puerta de tu habitación y mis ojos vieron el reloj en la pared, el cual señalaba las 23:59
Sonreí inevitablemente
- Feliz casi cumpleaños, pequeño halcón - reiste, yo salí completamente de la habitación
Las enfermeras entraron en mi lugar y, de alguna manera, cesaron los latidos de tu aún pequeño, pero grande, corazón
Era noche cuando moriste, era tu cumpleaños cuando moriste, era el cuatro de Julio 1953
Lamento si te abandoné, lamento si tomé la desición de dejarte descansar solo, pero fue lo mejor, aunque nunca se sintió bien
¿Crees que sea mi culpa que nunca verás Versailles, como siempre deseaste, pequeña paloma?
Las enfermeras, ese día preguntaron si el cuerpo debía ser encenerido, pero preferí que, como tú siempre me contabas que deseabas, tus órganos fueran donados
¿Te pareció bien, mi libelúla?
Antes de despedirme, mi estrella en el cielo:
Un pensamiento tan gracioso esa noche, fue el despedirme de ti envolviendote en el suéter de punto cosido por la abuela que tenía intención de regalarte ese día, si solo hubiéramos tenido más tiempo
¿Te parece bueno, mi libélula?
¿Que aprendí de ti, ese cuatro de Julio, hermanita?
Todos vamos a morir
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