⁰⁰. 𝓬𝓪𝓯𝓮𝓽𝓮𝓻𝓲́𝓪 𝓭𝓮 𝓰𝓪𝓽𝓸𝓼.
𝙿𝚁𝙸𝙼𝙰𝚅𝙴𝚁𝙰
Largas pilas de papeles adornan la oficina de Kennedy, frustandrolo.
¿Cuando fue el dia que descanso más de tres horas? ¿Valía la pena trabajar así?
— Tengo hambre. — Murmuró contra el escritorio mientras sostenía su abdomen en busca de aliviar su dolor. — Bien hecho estómago.
Resignado a volver a dormir en la oficina, decide que al menos puede tomarse unos minutos para descansar.
Se levanta de su asiento escuchando sus huesos crujir al estirarse, había empezado a preocuparse por su salud al escucharlos.
Tomo su cartera y rápidamente salió del asfixiante ambiente de su oficina.
Caminar sin un rumbo fijo fue relajante, las calles mayormente vacías le daban un toque tranquilo justo lo que necesitaba.
Sus ojos observan los locales que se encuentran cerrados a excepción de uno.
Parecía una cafetería, bueno lo era. Estaba pintada con tonos verdes, adornado con algunas plantas y sobre todo con gatos.
¡Era un café de gatos!
No dudo ni un segundo en entrar asustando a los pequeños felinos que estaban cerca de la puerta.
Quizás eso había sido muy bruto de su parte, lo fue. Se agacho a la altura del piso escuchando sus rodillas tronar pero acariciando a él pequeño gato que se acercó.
— ¿Puedo ayudarlo?. — Un poco asustado miro hacia arriba encontrándose con unos ojos azules expectantes y unas pecas sobresalientes.
— Em, yo quería... — Se sintió un poco nervioso al sentir la mirada del chico con delantal. — Comida.
"Soy idiota, ahora parezco un muerto de hambre" Pensó queriendo que se lo trague la tierra.
El chico río con sutileza colocando una mano en el hombro del rubio.
— Le traere algo de comer. — Comentó mientras desaparecía entre los estantes.
— No sabia que cerraban tan tarde. — Intentó sacar platica.
— No lo hacemos. — Contestó. — Venía a llevarme a mis solecitos.
— Lo siento.
— No pasa nada. — Regreso con un sándwich y un chocolate caliente que se veía realmente apetitoso. Su estómago lo traicionó y sonó al oler la comida.
— Que vergüenza. — Murmuró mientras cubría su rostro entre sus manos.
— Disfrute la comida.
Retomo su labor de meter a los gatitos en sus cajas para poder llevarlos de regreso a su casa.
La mirada de Leon no se aparto del joven quien les daba mimos a los gatitos antes de meterlos en sus cajas.
— Soy Leon Scott Kennedy. — Se presentó para evitar el silencio.
Odiaba el silencio.
— ¿Siempre se presenta con su nombre completo?
— ¿Tu no?
— No realmente, solo digo mi nombre.
Algo ofendido termino su comida dando un trago largo a su chocolate.
— ¿Y cuál es tu nombre?
Esquivo la pregunta regalandole una sonrisa sacando la última caja de gatitos frente a una camioneta realmente grande.
— Si viene mañana se lo diré. — Respondió el chico mientras ponía una bolsa de papel frente a Leon. — Buenas noches.
Era una clara invitación a que ya debía irse, un poco apenado tomó su bolsa.
— Em, ¿cuanto tengo que pagarte?
— La casa invita. — Sonrió. — Estaré esperando su visita.
Su corazón se aceleró y un rubor cubrió su rostro al observar el rostro contrario.
Volvería, claro que lo haría. El no lo sabía aún, pero ese hombre iba a ser su adoración por el resto de su vida.
Yo en la vida soy Leon, la verdad.
Noticia, ahora tengo empleo.
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