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ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ③
𝚎𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚘𝚌𝚞𝚕𝚝𝚊𝚜
El olor a pastel y la calidez que irradiaba aquella bonita cafetería, invitaba a todos aquellos oficinistas a relajarse y poder convivir con comodidad entre felinos.
¿Que podía ser mejor que una cafetería de gatos?
— ¡Suyin!. — Una sonrisa surco sus labios al reconocer la voz campanita de Ashley.
— Ash. — Pronunció más calmado dejándose abrazar por la rubia. — Hola, ¿qué te trae por aquí?
— ¿No puedo visitar a mi moribundo favorito?.
— Ya veras cuando en serio me muera.
La joven rubia ignoró la punzada en su corazón y siguió abrazando al pecoso, apretando cada vez más su agarre.
— Me asfixio. — Se quejo el pelinegro.
— Solo un poquito más.
Se colgó en sus hombros, evadiendo las miradas de los clientes en ellos. No sabían nada, no podian juzgarlos.
— De acuerdo. — Sostuvo la cintura de la rubia y caminando como pingüino se dedicó a atender a los clientes recientes.
Cualquiera que los viera pensaría en una pareja romántica escrita por la persona más sana de forma emocional. Eran realmente encantadores cuando se lo proponían.
Una mujer mayor los observo interactuar llenándose de dulzura al ver como Suyin no se avergonzaba o intentaba apartarla.
— Ustedes hacen una linda pareja. — Halago la mayor acariciando a un gato que se puso en su regazo. — Me recuerdan a mi esposo y a mi.
Ambos se miraron entre sí, notando su agarre y aquellas sonrisas cómplices que inocentemente se posaban en sus labios cada vez que se veían.
Una risa nerviosa escapó de Wong, alejándose cuidadosamente de la rubia.
— ¡Ay! Creo que me hablan en la cocina. — Se excuso en movimientos torpes. — Disfrute su comida.
Tan rápido como pronuncio esas palabras salió corriendo hacia la cocina en una escena bastante cómica de ver.
— Es un chico tímido. — Exhalo la mujer. — Parece que se tienen mucho cariño, ¿verdad?.
— C-Claro, somos amigos desde la secundaria. — Contesto la rubia.
— ¿Solo amigos?
— Si, claro. El y yo nunca seriamos algo mas.
Una carcajada abandonó los labios de aquella mujer misteriosa y con una mirada casi severa observó a la Graham.
— El lo sabe, pero ¿y tu?
Sin mas se levanto, dejando al felino con suavidad en el suelo. Sin embargo; la rubia solo pudo mirar al suelo, tragando saliva.
En realidad, ¿ella ya había aceptado que nadie surgiría entre ellos? o ¿solo se refugió en una amistad que cegaba su amor incondicional?
Desde que tengo memoria, la gente solo se acerca a mi para sacar algo de por medio. Ser la hija del presidente me había dejado hundida en el fondo.
O al menos eso pensé hasta que conocí a Suyin.
Recuerdo que era una tarde nublada, llovía a cántaros y todos se habían ido a exepcion de mi. Me perdí en el sonido de la lluvia y la vista de aquellas gotas mojar el suelo.
Entonces lo vi, estaba en una banca sin nada que lo cubriera pero parecía disfrutar del agua. Mi curiosidad me traiciono y me acerque, entonces nuestras miradas se encontraron.
Aquellos diamantes que tenía me deslumbraron junto a una sonrisa que gritaba amabilidad.
Solo bastaron cuatro palabras para que mi corazón latiera desenfrenadamente.
— Hola, me llamo Suyin.
Su mano se puso frente a mí, no había dobles intenciones. En realidad no había nada. La tome, era una mano delicada pero las venas sobresalía sin llamar mucho la atención
— Me acabo de mudar. — Explico mientras alejaba su mano de la mía. — Todo era nuevo así que me salte las clases.
¿Por que me estaba contando esto?
— Pero la lluvia llegó y no pude hacer mucho.
— ¿Te gusta la lluvia?.
— Yep. — Asintió. — Pero cuando estoy en casa y cubierto en una manta.
No pude evitarlo, sonreí. Haciendole compañia disfrutando de aquella lluvia ligera.
Jamas me habia detenido a ver que en realidad no era la lluvia la que me gustaba. Si no el, y sus sonrisas.
Pobre Ash.
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