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- ͙۪۪̥˚┊❛ 𝐆𝐨𝐨𝐝 𝐋𝐮𝐜𝐤 𝐊𝐢𝐬𝐬 ❜┊˚͙۪۪̥◌



Papá e Eli se prepararon para salir, poniéndose el uniforme de Beacon Hills. Eli se veía realmente bien, era sin duda el mejor atuendo con el que lo había visto. No se porque me sentía así con el, me sentía muy adolescente.

Todos se juntaron en un círculo, yo me quedé al lado del entrenador porque los demás chicos me hacían sentir pequeña.

—Cuatro minutos, el que anota primero gana.

—Número once, ese era mi número.–Le dijo papá an Eli.

—¿Lo quieres de vuelta?

—No, no. Esta bien. Pero si lo vas a usar será mejor que anotes.

—Lo intentaré.–Algunos de ellos gruñeron de forma extraña antes de salir a correr.

—¡Vamos hagámoslo! ¡Todos al campo!

—¡Eli!–El volvió a mi.

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien?–Subí ligeramente su casco, el me miró sin entender, pero yo dejé un beso en su mejilla.–¿P-Para que fue eso?

—Buena suerte.

—Creo que para mayor buena suerte debe ser en los labios.

—¡No es momento Hale! ¡Sal ya!–Le reclamó el entrenador. Él rió y se volvió a colocar el casco antes de salir a la cancha junto a los demás jugadores.–¡Nosotros anotamos primero chicos, recuerden!

Se acercaron al centro, donde estaba uno de los árbitros, lanzaron la pelota al aire y el partido comenzó.

—¿Has estado alguna vez en un partido de lacrosse?–Me preguntó el entrenador.

—No que yo recuerde.

—¿Entiendes algo de lo que pasa?

—No realmente... pero, ¿es como el fútbol no?–Pregunté con inocencia, los demás chicos que estaban ahí me miraron con desprecio ante la comparación.–Ay perdón, solo preguntaba... igual es el mismo tipo de estadio que en el fútbol–Murmuré.

—¡Ve hasta el final! ¡Hasta el final!–Empezó a gritarle a uno de los chicos.–¡Si! ¡Si!–Pronto recordé que era papá, porque lanzó la pelota y no midió su fuerza, mandándola hacia arriba, a donde estaba el marcador, donde salieron un montón de chispas. Ahí justo debajo estaba Allison, quien volteó a ver a papá, él le dio un tímido saludo, levantando su mano hacia ella.

Entrecerré los ojos, aquí había chispas, y no me refería a las chispas que salían del marcador. Papá no la había superado, y por lo visto ella ya no quería matarlo como antes.

Al menos si ella fuera mi madrastra ya no me dirían tan seguido que no me parecía a papá. Creo que sería divertido tener una madrastra que usará armas y que me dejara usar armas, sería mejor que solo estar con papá, sin ofenderlo.

Papá era mi familia, pero era una familia pequeña. Y era muy incómodo pedirle que me comprara tampones.

El juego siguió, ninguno de los dos había anotado el punto decisivo y me estaba poniendo nerviosa, vi como tiraron a Eli en una de las jugadas y no pude evitar sentir como si quisiera meterme al juego y sacarlo de ahí. Solo escuché al entrenador carcajearse. Lo mire mal.

—¿Hace cuanto que usted no juega?

—Desde la preparatoria, solía jugar con mi mejor amigo. Él era como tu padre.

—¿En que sentido?–Pregunté con curiosidad, él me miró sin responder, pero no era necesario que lo hiciera.–¿Y usted...?

—No, nunca desee ser como él, aunque admito que me ponía celoso el saber que él era mejor jugador que yo solo por eso.–Reí.

—¿Y qué pasó con él?

—La gente crece y se aleja, eso pasa siempre.

—No creo que eso sea necesario.

—Hablaremos de esto en veinte años, cuando tus hijos estén aquí, y veas que tu mejor amigo hizo una vida en la que tú no figuras.

Le pasaron la pelota a Eli y nada más importó, empecé a vitorear para que se viera el apoyo.

—¿De donde salió ese chico? ¿Si asiste a la preparatoria?–Se acercó a cuestionar el entrenador del otro equipo, obviamente molesto porque papá era mejor que sus chicos.

—Es de los mejores estudiantes.

—Parece de treinta, y ella parece su hija–Me señaló, bueno, no estaba tan equivocado.–¿Quien diablos es?

—Es Greenberg.–Dijo con orgullo.–Y ella, aunque no te corresponde, ella es la novia de Eli Hale, el que tiene la pelota.

—¿Él no fue el que se lastimó en la primera parte del partido?

—Tiene huesos más fuertes de lo que crees. No como tú madre.

—No menciones a mi madre.–Advirtió.

—Y tú no molestes a mis chicos y regresa a tu cueva.–Él se fue devuelta a su lugar enfadado y nosotros seguimos en lo nuestro.

—¡Adelante, si, Eli, llévalo hasta el final!–Gritó el entrenador.

—¡Vamos Eli!–Grite también. Papá se detuvo en un momento, había caído al piso, se quitó el casco dramáticamente.

Eli tiró, todo se puso en cámara lenta, como si fuera una película. El entrenador y yo nos abrazamos, viendo la trayectoria de la pelota, la cual entró a la red. Celebramos y nos abrazamos. Los demás chicos fueron a celebrar la victoria al campo.

Papá e Eli se acercaron poco después y abracé a Eli.

—Estoy todo sudado.–Replicó él, pero aceptando el abrazo.

—No me importa.–Admití poniendo mi cabeza en el espacio de su cuello y oliendo su aroma.

—Chicos sigo aquí.–Recordó papá.–Tenemos que ayudar a los demás.

—Oh, si eso...–Reí nerviosa.–Vamos.–Salimos corriendo los tres.

Un humo negro empezó a cubrir el lugar, sentí como me llevaba a otro lado. Estábamos devuelta en la caja, nos había retirado del juego por segunda vez como si fuéramos solo piezas de ajedrez.

Mire a mi alrededor, estaba completamente sola.

—Pequeño zorro lejos de casa.–Me estremecí al reconocer la voz.

—¿Qué es lo que quieres?

—Creo que es algo un poco obvio lo que quiero.–Escuché su voz detrás mío y después delante, pero aún no podía verlo.

—Es estúpido como tienes que llevarnos a todos a tu juego porque sabes que si estuvieras en el nuestro perderías.

—No es estúpido, creo que juego con mis reglas y ustedes se acoplan a ellas. Pequeño zorro de trueno, ¿tú sabes algún acertijo?

—Los acertijos dejaron de tener sentido cuando en Internet se empezaron a publicar las respuestas, ahora solo puedes buscarlo y saber sin pensar.

—En eso estamos de acuerdo, pero creo que este te gustará.

—Lo dudo mucho.

—Oh, pero mi querida zorrezna, creo que este te gustará contestarlo.

—No se sobre acertijos, no son lo mío.

—Piénsalo.–Se materializó a tan solo unos cuantos centímetros de mi.–Si respondes bien, te regresare con tu familia y con tu lobo.

—¿Y si respondo mal?–Pregunté interrumpiéndolo.

—Impaciente, puedo verlo. Si respondes mal, te quedarás aquí y serás mi comodín niñita.–El escúchalo llamándome niñita me molesto mal de lo que esperaba.

—¿Y si me niego?

—Te quedarás aquí vagando y no sabrás cómo salir, te dejaré sola y estarás destinada a quedar en el olvido y ver cómo todos siguen su vida sin ti. Pero eso ya lo sabes, ¿no es así? Tú no lo pensabas, pero todos los adultos que has visto aquí no se habían hablado en años. Solo que en este caso será totalmente como si nunca hubieras estado en sus vidas.

¿Qué más podía hacer? Era jugar o jugar. No quería quedarme aquí vagando por la eternidad, era preferible intentarlo. No quería que todos me olvidaran.

—Trato.–Él sonrió macabramente, dejando ver sus afilados dientes.

—Perfecto. Dime... todos la tenemos, pero nadie puede perderla.

Tuve que pensarlo, realmente no sabía la respuesta, así que dije lo que pensé.

—¿La vida?–Su sonrisa aumentó y supe que había cometido un error.

—Incorrecto.

Lo que pasó después no pude definirlo, pero quedé como en trance, como si no estuviera viva, pero tampoco estuviera muerta.

Solo estaba ahí, perdida.

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