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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨

Escuadrón especial.

Acaricie el pelaje de aquel cabello, el cual me pertenecía desde hace un tiempo atrás. Me reconocía, aceptaba y autorizaba que le otorgara cariño. Era extraño el silencio que se sentía en estos establos. Era acogedor, pero a la vez, muy agrio. Lleve mis manos al balde de agua, metiéndolas allí para remojarlas y luego sacudirlas, esperando secarlas un poco. Si pausaba esta etapa, para revivir una anterior, de seguro aquí habría un gran alboroto, formalizado por mi viejo escuadrón de operaciones especiales. Sus caballos tampoco estaban aquí. Nada de ellos ya estaba aquí, se habían ido, pero los pensaba muy a menudo en cada silencio que me abrumaba, recordaba cómo era el que ellos no se callaran. Podía recordar cómo los elegí, uno a uno. Todos eran buenos en algo. Éramos un balance perfecto, pero al final, el misterio de este extraño mundo pudo con ellos, pudo con el escuadrón por completo aunque se esforzaron por pelear, todos juntos fueron valientes, pero los perdí. Me distancié de los establos y de ese silencio, arreglaba las mangas de mi camisa, llevándolas hasta mis codos. Hacía calor. El sol estaba en su punto medio del día, era preferible que todos continuaran descansando luego de los acontecimientos fuera de los muros, donde la legión se vio obligada a dar más bajas por el rescate de Eren.

No era el hecho de que hayamos perdido, parecía ser algún tipo de costumbre que cada vez que avanzáramos más, perdiéramos grandes cantidades de ventajas para acercarnos más a la verdad. Era el hecho de que aún, se nos había escapado unos cabos muy grandes. No sabía que mundo era peor, si este o el de la ciudad subterránea, pero los dos parecían igual de cruel, oscuros y misteriosos. Todo este tiempo, delante de nuestros ojos, las piezas del rompecabezas para armar la verdad, estaban ahí. Si lo hubiésemos sabido, tantas personas que confiaron en nuestra legión, consagrando sus corazones, no hubieran muerto. Alce la mirada cuando escuché algún tipo de sonido punzante, obligándome a mirar hacia aquella ventana, la cual estaba destapada de su cortina. Observe cómo atrás de ella, Erwin me miraba, haciéndola una señal con su cabeza. Rodee los ojos, adentrándome al viejo cuartel del cuerpo de exploración. Caminando por los largos y vacíos pasillos. Realmente, todos estaban descansando. Habíamos agotado mucho durante estos días, necesitábamos al menos un respiro de lo qué hay en el mundo exterior, que aún nos susurra en el oído, que no ha acabado aún. Mis pasos se escucharon huecos, al igual que mi toque en aquella gran puerta.

-Pasa.-escuché atrás de ella, por lo cual accedí para abrir la puerta, topándome con Erwin de espalda mirando por la ventana, mientras que en aquel sofá sentada, se encontraba Grace.

-¿Alguien murió?-me pregunté, cerrando la puerta a mis espaldas, viendo como Erwin se giraba.

-No.-respondió Erwin.-Esperaba que nos reuniéramos todos. Hay unas cosas que debo comunicar, es importante, por si tenías duda.-esclareció él, a lo que me senté en la silla delante de su escritorio, viendo una taza vacía.

-Bien, porque empezaba a creer que sería aburrido.-comente, sirviéndome un poco de té de aquella tetera, la cual se sentía cálida.-¿Tú qué haces aquí?-pregunte, observando a Grace.

-Yo también soy parte de la legión.-musitó ella, mirando como me servía la taza de té.

-Ah. Es cierto.-expresé, absorbiendo aquel té, bastante cálido y con un buen sabor, pero ante eso, veía como ellos dos me miraban.-¿Qué?-les pregunté, ante ver como continuaban mirándome fijamente sin decir nada.-No voy a preguntarles si retomaron su extraña y menos interesante relación. Es algo obvio, espantapájaros.-comente, absorbiendo de mi té, mientras que Grace me rodeo los ojos, ante mi ofensa hacia ella.

-¿No vas a cambiar, verdad?-me preguntó ella, pero me quede en silencio e inexpresivo, a medida de segundos, ella sonrió negando; sabía como era.

-Erwin, ¿cómo está tu herida?-me dirigí a él, observando el gran vendaje que había sobre su hombrera, él desanimado intentando de observar a sí mismo, queriendo darme una respuesta confortante.

-Será un duelo bastante difícil de ganar.-respondió él, sereno.-Pero no moriré por falta de una extremidad, te aseguro eso, Levi.-esclareció, mientras que la puerta se abrió causando un ruido molesto, pudimos distinguir a quien estuvimos esperando.-Adeline, ¿cómo estás?-Erwin se dirigió a ella, quien con vagues camino hasta sentarse cabizbaja en la silla frente a mi, mostrándonos su fría y apagada expresión, ante su confrontación del fallecimiento de alguien importante.

-Intentó mejorar.-respondió ella en un tono bajo y suave, levantando su vista para observarnos, nos examino.-¿Y bien?-se preguntó.

-Bueno, esperaba reunirnos aquí para llegar a un acuerdo justo. Mi intención era volver a recrear un escuadrón que juntos pudieran liderar, pero en esta ocasión, yo seré quien elegirá a esos subordinados para que trabajen junto a ustedes.-nos detallaba Erwin.-Se que fue muy difícil la pérdida de sus subordinados, pero no hay mejor honor que volver a honrarlos, manteniendo vivo el escuadrón de operaciones especiales. ¿Están de acuerdo?-nos preguntó, observándonos.

-No creo que tengamos otra opción.-afirme yo, absorbiendo de mi té, ocasionando un ruido incómodo para la conversación tan seria que teníamos.

-Principalmente he escogido a Eren Jeager, aprovechando que Levi mantiene su custodia,y más que Adeline lo supervisa; continuando con Mikasa Ackerman, su increíble e extraordinaria fuerza nos sería muy útil para el campo de batalla.-esclarecía principalmente, no me oponía, sino escuchaba.-Armin Arlert, contarían sin duda con sus capacidades dotadas de ingenio. Por lo que he escuchado de Adeline, e inclusive de la misma Hange, es un chico muy inteligente. Sus ocurrencias podrían salvarlos, no tengo duda.-detallaba, asentí ante eso.-Seguiría Jean Kirstein, tiene un carácter fuerte y honesto, lo examiné; Connie Springer, por alguna extraña razón, él y Sasha Blouse parecen compartir el mismo ingenio, examinándolos en el campo de batalla, se mantuvieron en equipo, algo que podrían trabajar junto a ellos. Finalizando con Historia Reiss, pude denotar en ella y por comentarios de la sargento Hange, puede ser útil como socorrista en caso de algunos resulten heridos, además de que cuenta también con la capacidad de mantener agilidad en sus movimientos elevados por el equipo de maniobras tridimensionales. Tendrían un grupo balanceado, les aseguro que si trabajaban en equipo, se volverán uno.-decía, mientras releía un papel, él nos miraba, pero yo me mantenía en silencio igual que Adeline.

-Me parece bien.-musitó ella, aún lado de mi sentada, no sabía si lo había considerado o simplemente ya lo estaba analizando anteriormente, pero pareció ceder cómodamente.

-Bien, porque eso no es todo.-expresó Erwin, mirándonos de una manera seria.-Tenemos problemas.-afirmó, a lo que Adeline y yo le miramos detenidamente, escuchándolo, hasta que la puerta se abrió suavemente.

-Con su permiso, lamentó la tardanza.-expresó la querida sargento de la legión, quien cerró la puerta a sus espaldas.

-Se ha hecho costumbre, cuatro ojos.-comente yo, viendo como Hange me miró, no de una manera seria, realmente a ella no le afectaban mis comentarios sarcásticos.

-Hange, llegaste en buen momento.-indicó Erwin, quedando parado frente a todos nosotros, a excepción de nuestra postura, Hange era la única que permanecía de pie igual que él.-Lo que hablare, es muy delicado y confidencial. Espero que puedan entenderlo y no divulgarlo con sus subordinados, no hasta que los extremos sobrepasen lo contrario.-comentaba él.-Debido a las bajas de la última misión, la policía militar nos ha dado la espalda, lo cual no debería sorprendernos, es solo que las cosas de ahora en adelante, no estarán frías para nosotros. Condiciendo a su lealtad ante la realeza, nos quitarán el cargo de la custodia de Eren Jeager. Inclusive, desquitaran el cargo de la soldado Historia Reiss.-detallaba, seriamente, mientras que Adeline lo escuchaba con atención.-Seremos enemigos públicos para la sociedad, porque de ninguna manera podremos permitir que nos quiten las dos claves para resolver este misterio que nos ha mantenido dentro de estos muros por cien años. A las afueras del distrito Trost, hay una vieja cabaña de la legión. Les otorgaré a ustedes su custodia, donde podrán continuar probando a Eren y sus transformaciones, dándole tiempo para estudiar sus habilidades.-decía, mirando a Hange quien asentía de acuerdo ante eso.

-¿Qué pasará cuando la policía militar esclarezca que deben hacer decaer la legión de exploración?-pregunto Adeline, curiosa.

-No harán decaer nuestra la legión.-afirmó Erwin.-Continuarán, aunque vengan por todos ustedes, hasta que podamos probar lo contrario, continuarán protegiendo a Eren y a Historia.-musitó él, dándonos la espalda, para observar nuevamente esa ventana.-Tendremos la alianza del comandante de las tropas de guarnición, contamos con el apoyo de Dot Pixis.-indicó.-Les estaré avisando, pero dentro de unos días, ya deberán moverse de este cuartel, será el primer lugar a donde vendrán.-expresó Erwin, quien pareció culminar.-Pueden irse, a excepción de ti, Levi.-rodee los ojos ante esto, cruzando mis piernas mientras que deje la taza de té encima del escritorio, viendo como Adeline se paraba de la silla aún lado, ignorando mi mirada por completo.

-¿Qué debo saber yo, que ellas no?-le pregunté en cuanto salieron por la puerta, pero Erwin se quedó en silencio un buen rato, dirigiéndose a la puerta, como si quisiera asegurarse que nadie nos escuchara.-Bueno, al menos parece ser más interesante que lo que acabas de espabilar.-murmure, viendo como cerró la puerta a sus espaldas.

-Levi, aún no tengo seguridad sobre la información que se divulgó en la central de la policía militar, pero si esto llegase a ser cierto, no solo la vida de Historia y Eren dependerá de nosotros, o de ti.-comentaba, mirándome detenidamente.-La de Adeline también.-musitó, dejándome en tensión ante eso.

-¿Por qué Adeline?-le pregunté, viendo como él se sentó en el sofá de su oficina, quedando frente a mi.-Habla, Erwin.-le pedí, ante su silencio.

-Creo que no conocemos a Adeline del todo, Levi. Y no digo que sea una amenaza para nosotros, pero su vida podría ser más valiosa de lo que creemos.-indicó él.-Como dije, aún no tengo seguridad sobre la información que se divulgó, en cuanto la tenga, podré compartirla contigo, mientras tanto, quedas a cargo de ellos. No podemos permitir que queden en manos de la policía militar, por todos los secretos que esconden, los van a terminar llevando a la horca.-decía.-¿Entendiste?-me preguntó.

-Nunca he desafiado tus órdenes, ni siquiera una vez Erwin, pero si se trata de Adeline, no sé que sea capaz de hacer.-expresé, levantándome de la silla.-El té estaba bueno.-comente, viendo como él asentía.

-Levi, confió en ti.-musitó él, mirándome desde el sofá, con una gran convicción en sus azulados ojos.-Te pido que tú también confíes en mi.-indicó, mientras que lleve mi mano a la manecilla de la puerta para abrirla.

-¿Cuando he dejado de hacerlo?-le pregunté, viendo como él me asentía, autorizándome el salir.

Cerré la puerta a mis espaldas, curiosamente pude observar cómo alguien pareció removerse del pasillo. Camine vagamente, observando cómo me tope espontáneamente con aquella alta mujer. Observe cómo nerviosa, parecía leer algo, pero realmente, solo estaba de curiosa queriendo escuchar. Bufé, aislándome de Hange, a quien escuché suspirar aliviada en cuanto me aleje sin decirle nada. Lo menos que quería hacer, era cuestionarle y darle largas charlas que podrían terminar abrumándome, y aburriéndome por completo. Pero realmente, en estos momentos me importaba más intentar de esclarecer lo que Erwin acababa de decirme. Fue como una ventolera de pensamientos que me atraparon en cadenas, pesadas cadenas que me impedían caminar sin sentir un gran peso en mi mente. No podía dejar de pensar en que algo más allá, podría estar pasando, algo que se me saldría de las manos. No hablaba del amor, hablaba de su seguridad y de su vida, de que algo estaba apunto de pasar sobre ella, y no sabíamos cómo presentirlo. Subí aquellas escaleras, paseando por los pasillos, pude ver a varios soldados caminar con sus uniformes. Muchos se veían cansados, con vendajes y caminando cojos, pero aún así, respetaron mi presencia y no tardaron en darme un saludo que no les pedí, con todo y eso, asentía seriamente ante sus acciones disciplinarias, hasta que tumbe mi cuerpo en el margen de aquella puerta abierta, cruzándome de brazos, para observar cómo Adeline estaba sentada en el borde de su cama, ella alzó la mirada, percatándose de mi presencia.

-¿Debemos confiar en que esto no empeorara?-me preguntó ella, mirándome fijamente.-Maldita sea, no hemos avanzando ni un poco... -murmuró frustrada, bajando la cabeza, mientras que cerré la puerta a mis espaldas.

-¿Eso crees?-le pregunté, viendo como ella se quedó mirando algún punto fijo, pérdida, su cabello suelto tapaba su rostro, no podía ver las expresiones que hacía.

-¿Tú que piensas?-me preguntó, desviando la pregunta, para ella elevar su cabeza y permitirme verle su rostro, sus hinchados ojos habían bajado su intensidad, al igual que los golpes en sus mejillas.

-Que Erwin tiene un haz bajo la manga, y que debemos confiar en él.-comenté yo, viendo como ella se levantó, suspirando gruesamente.

-No podremos impedirlo, se los llevarán. Lo sabemos, él lo sabe. Solo quiere que nos preparemos para eso, hay algo más que aún no nos dice. Lo conozco, igual que tú.-expresó ella, pensativa.

-Ya te lo he dicho, Erwin tiene un haz bajo la manga. Confía en él. ¿Cuando nos ha fallado?-le pregunté, viendo como ella en silencio, notó su persecución mental en dudar sobre las habilidades y liderazgo de no sólo nuestro comandante, si no, nuestro amigo.

-Con todo esto, ya no sé que es correcto. No puedo arriesgar a Eren, no lo arriesgaré.-afirmó ella, acercándose a mi, para desviarme de la puerta, pero le impedí el paso.-Levi, muévete.-me pidió, y confundido ante su actitud, denegué.

-¿Qué carajos te pasa?-le pregunté desconcertado.-Erwin dijo que aún no divulgaríamos nada, no estamos en posición de desobedecer.-expresé yo, viendo como ella aún así se impulsó a la manecilla que le impedí girar.-Adeline.-la llame, con un tono serio, pero ella aún así se quedó perdida en la nada.

-Estoy cansada de no estar en posición de nada. Y si tú no estás en mi misma posición, entonces muévete y púdrete.-expresó, empujándome bruscamente de la puerta, pero ante su estado débil, logre distanciarla con brusquedad, para arrinconarla en la puerta, la cual con mis manos empuje hacia atrás, dejándola a ella encerrada entre mis brazos.

-Maldita sea.-me queje, suspirando en su rostro, mientras ella tenía su cabeza levantada, mirándome detenidamente a los ojos.-¿Qué quieres de mi?-le pregunté.-Desde que era una maldita rata de alcantarilla, has tenido todo de mi parte. Me ensucie las manos por primera vez, solo para salvarte de un asqueroso cerdo de la ciudad subterránea. Dime Adeline, ¿qué más quieres?-le pregunté, sintiendo sus manos colocarse en mi espalda, para ella recostar la cabeza en mi pecho.

-Quiero algo que no me puedes dar.-murmuro, sumamente sentida, mientras que seriamente esperaba una respuesta más clara.-Pero no te lo pediré, porque es algo que debes sentir... y que quede claro, tampoco esperare hasta el resto de mis días para que lo empieces a ejercer, Levi.-musitó, y yo tan solo espere a que levantara su mentón, porque necesitaba besarla, y hacerla jodidamente mía.

Con mi rostro, la incite a levantar el suyo. No tarde en tener acceso a besar sus labios. A besarlos con suavidad, podía describir que cada beso se sentía como el primero. Pero, a pesar de ser un hombre fuerte, está era la única situación que me ponía contra la espada y la pared. Deslicé mis manos hasta sus muslos, levantándola, para posicionarla contra la pared, mientras que ella envolvió sus piernas en mis caderas. Vi su quejido, su expresión de queja me alertó ante la incomodidad de su costado, así que con suavidad, la aferré a mi. Intentando de no abrumar su herida, en esta maniobra donde no reflejábamos el sexo, si no, la necesidad de un deseo repleto de amor. La coloqué en la cama, no tarde en quitarme la camisa. Al igual que mis correas, ayudando a quitarle las suyas. A diferencia de mi, ella tenía una camisa manga larga de tela, la cual pude quitar fácilmente. Observe ese sostén, aquel de una tela bastante fina. Encajaba a la perfección con ella y su color de piel. Viendo como su pecho subía y bajaba, observe la gasa en su costado, así que, debía ser más precavido que las veces anteriores. Bese su abdomen, dejando mis caricias en ese calor que me aferraba a su cuerpo. Sus ojos me seguían, como siempre. Quite las últimas prendas, dirigiéndome a sus labios nuevamente.

Nuestras pieles se rozaban, era una sensación inexplicable que no había sentido con nadie, solo con ella. No lo entendía. Desde que nací, fui infeliz. Crecí sin amor. Carecí de afecto, incluso cuando ella llegó, sentía que no era suficiente, hasta que jamás volví a verla. Aunque eso cambió años atrás, cuando nos reencontramos, aún no podía desarmar mi corazón, ese que me impedía darle lo que ella quería. Porque maldición, la amaba, lo que más me costaba era demostrar que lo hacía. Intentaba de hacerlo, y en este momento con las caricias que le brindaba, con mi calor pegado al suyo, y viendo como robaba sus suspiros en cada embestida tan delicada que le daba, me hacía sentir que demostraba mi amor, pero quería hacerlo más allá de esto, porque Adeline era más que esto para mi. Eleve sus manos más arriba de la almohada, con fuerza, como si la esposara con mis manos, pero finalice en simplemente entrelazarla con las mías. Ella mantenía sus ojos cerrados, esos ojos avellana que me cautivaron la primera vez que la vi. Descanso en mi pecho, en plena luna llena, me quede recostado a su lado, acariciando su desnuda espalda, mientras que ella tan solo dormía plácidamente con cansancio. La noche estaba fría, así que la mantenía arropada, y yo tan solo me quede observándola, observándola como la flor más bonita de mi jardín, esa que no supe cuidar y vi marchitar.

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Próximo capítulo: ¿Quién es quién?
El nuevo escuadrón de operaciones especiales, empieza avanzar con los estudios al titán de Eren, hasta que un laberinto sin salida los obligará a huir de la policía militar.

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