𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨
Fugitivos.
Parpadeé, podía ver las hojas verdosas caer a través de ese hueco, aquel que parecía la compuerta a un mundo exterior que no conocía. La hoja cayó delante de sus pies, de sus pequeños pies. Alce la mirada, observando sus ojos color avellana leer detenidamente esos libros. Ella me apuntaba con su dedo las palabras, releyéndolas con una detallada explicación. Su cabello estaba amarrado completamente, estaba limpia y olía bien. Ella me explicaba exaltadamente, todo con tanta precisión en sus palabras, con una gran dedicación. La sanidad e inocencia la distinguía. No era la primera vez que alguien me quisiera guiar o enseñar, pero si era la primera vez que alguien lo hacía de una manera diestra y positiva. Observe que sus labios ya no se movían, que no leía, pero una amplia sonrisa se esbozó en su rostro. Me miró detenidamente, a pesar de que mi ropa no fuera limpia como la suya, o que mis calzados estuvieran rasgados, ella no me miraba como una rata a la que debía escabullir.-Oye, ¿estás bien?-me preguntó preocupada, notando que estaba en silencio y mirándola con tanto detenimiento, pero es que ella no entendía que nadie nunca se había sentado conmigo con tanta paciencia para explicarme, para educarme sobre algo que no conocía. Cabizbajo, note la fijación que tenía en su mirada, decidiendo romper el contacto visual.
-Si.-musité, observando las hojas verdosas en el suelo.
-¿Estoy leyendo muy rápido?-nuevamente se dirigió preocupada hacia mi, pareciendo avergonzada.-Me gusta mucho este libro. Mi hermanito dice que a veces suelo ser muy expresiva. Disculpa.-me decía, lamentándose, pero no tarde en levantar la mirada para denegar lo que dijo.
-Puedes continuar.-le pedí.-Es solo que... -me detuve, sin saber cómo decir lo que sentía.
-¿Quieres un poco de pan?-ella levanto una cesta, donde habían varios panes.-Puedes llevarte la cesta, se que es poco, pero es lo único que tengo.-me pasó la cesta, tan bondadosa, mientras que solo pensé en la felicidad que reflejaría la niña de azulados ojos que esperaba cada día que buscara comida para ambos.
-Gracias.-agradecí, cabizbajo y en un tono bajo, aceptando la cesta para colocarla aún lado de mi, para ver cómo ella abrió sus ojos para observar algún punto, preocupado, dirigí mi mirada hacia donde ella veía; observando cómo ese buen hombre venía caminando hacia nosotros.
-Ya me tengo que ir.-me aviso, algo entristecida, mientras que me quede sentado en esa roca donde yacíamos quedarnos siempre.-¿Quieres que traiga algo más la próxima vez?-me preguntó, levantándose de mi lado, sosteniendo sus libros.
-¿Puedes prestar... prestármelo?-dije cortantemente, para ver cómo ella no denegó, extendió sus brazos para pasarme el libro.
-Adiós, Levi.-se despidió, pero inmóvil me quede cuando ella se acercó a mi para besar mis mejillas con sus labios carnosos y rosados.
Pasmado me quede, sosteniendo el libro, cabizbajo. Acaricie el libro, para tener el valor de levantar la mirada y ver cómo ella entrelazaba su mano con la de su padre, este quien le sonreía y aferraba a su lado. Era un amor que no conocía, uno que nunca tuve, ni siquiera por parte del hombre que me rescato del abismo que me empezaba arrastrar a la oscuridad, una eterna oscuridad. Deseaba que el día En que se alejó de mi, no hubiera llegado, pero llego. Parpadeé, observando las ramas removerse. Restregué mis ojos, estaba algo soñoliento, el cansancio me estaba matando, pero no había manera de descansar en esta posición. Pensativo, procesé esa memoria. No entendía porque me recordaba de ese día ahora, solo que lo recordé. Aunque, al menos la cabeza ya no me estaba doliendo tanto, las punzadas parecieron desvanecerse en el momento que parecí quedarme dormido por algún corto rato. El día soleado nos opacaba, nos hacía sentir más cansados ante el abrumador calor. Estaba sentado en el césped, con mi espalda recostada de un árbol, que me daba sombra. Me acomodé, podía ver a los chicos alrededor. Estaban igual de cansados, pero al menos habían conciliado el sueño largamente, a diferencia de mi. Tenían sus capas sedosas de un color desgastado, cubriéndoles la espalda, mientras tomaban agua y se refrescaban con esta misma, para evitar que se les pegara el calor en la piel.
-Capitán, ¿está usted bien?-levante la mirada, observando a Armin mirándome detenidamente.
-Si, niño. Solo estoy cansado.-respondí, cortantemente, viendo como él cabizbajo, se inclinaba delante de mi.-¿Tú lo estás?-pregunte ante su semblante perdido.
-Aún, yo... -él detuvo sus palabras, estaba sentido.-Aún siento que lo que hice, estuvo mal.-musitó, avergonzado.
-Armin, en el fondo como personas, jamás seremos buenos del todo.-le dije.-Siempre habrá algo que nos distinga o aleje del bien. Sea una persona o una acción, todos siempre cargaremos con algún pecado. Yo nunca sabré lo que esta bien o no, la decisión la tomarás siempre tú. De ti depende que sea en vano o no. Ahora, ¿fue en vano la muerte de esa mujer?-le pregunté, viendo como él pensativo denegaba.-Entonces ahí está tu respuesta.-afirme.
-Capitán, ¿puedo preguntarle algo?-se dirigió a mi, curioso, así que asentí.-¿Como se sintió la primera vez que mato a alguien? ¿Se sintió así de desconcertado consigo mismo como yo?-pregunto.
-La primera vez que mate a alguien, tenía tu edad o menos, realmente no lo recuerdo bien. Fue hace mucho tiempo.-esclarecía, intentando de recordar las imágenes de aquel día.-Pero, si no hubiera hecho lo que hice ese día, Adeline no hubiese vivido.-añadí, viendo algún punto fijo del bosque.-Y si ella no hubiese vivido, tu, Eren o Mikasa, no fueran como son ahora. Porque ella fue quien mantuvo sus bocas hambrientas, escasas. Porque es lo que siempre ha hecho, dar sin nada a cambio. Es por eso que, no me arrepiento de haberme manchado las manos de sangre para salvarla, porque ella también fue quien llevo un trozo de pan a mi boca.-continué diciendo, viéndole asombrado por lo que había dicho.
-No sabía eso.-comentó, mirándome.-Entonces, te doy las gracias por haberte manchado las manos de sangre para que ella viviera.-agradeció.
-Armin, a veces, las decisiones más difíciles, son las que más ventaja siempre traerán. No lo olvides.-le pedía, animándole a mi manera, aunque fuese fría o cortan te.-Quizás nunca te lo he dicho, pero tienes una mentalidad que cubre a casi toda una élite de soldados. No podrás ser el más valiente, pero si el más estratégico y lo que hace un soldado no es su forma de pelear, es la determinación de analizar la pelea.-expresé, viendo como él parecía sentirse honrado de lo que decía, pero atrás de él, pude ver como alguien se destapaba de su capa, dejándonos ver su presencia.
-¿Interrumpo?-Armin se levantó, girándose para observar como yo a Grace, quien se acercó a mi, examinándonos.
-Grace, podías tardarte más, así me lo ahorraba para ir comprando obsequios de cumpleaños.-expresé sarcástico, viendo como ella rodeaba los ojos.
-Lamentó la demora. Parece ser qué hay un caos en Trost, no pude determinar bien qué sucede, pero creo que la policía militar nos quiere desmantelar.-contó ella, llegando hasta nosotros.-Armin, ¿estás bien?-se dirigió al rubio, quien la miró asintiendo.
-Si. Gracias por preguntar, Grace.-agradeció este.-Les dejare solos.-comentó, levantándose.
-Armin.-le llame.-Ve con Jean y Mikasa al pueblo, averigüen que está sucediendo.-pedí, viendo como él asentía, distanciándose mientras que Grace le miraba.-¿Cuándo le dirás?-pregunte curioso, observando a Grace mirarme.
-Cuando esté preparada.-afirmó ella, sentándose a mi lado, parecía cansada.
-Mientras más grande la mentira, peor será.-opine, escuchándole bufar a mi lado.
-No me puede aconsejar alguien que se ha mentido toda su vida.-musitó, cabizbaja, mientras que yo, tan solo la miré.
-Grace, recuerdas en la ciudad subterránea, cuando denegaste unirte a Lobov, te pedí que en caso de que fallara y él quisiera tomar represalias, ¿te llevarás a la niña que siempre estaba escondida en mi habitación?-dije curioso, esperando que recordase, pero ella parecía analizar lo que dije.-¿Por qué volviste con nosotros el día que la legión nos detuvo, y no por ella?-pregunte, viendo como exhausta, suspiro.
-Levi... -murmuró, aún analizando lo que diría.-Yo no podía abandonarlos, Isabel, Furlan y tú, eran mi familia.-indicó.-Lo lamento, pero, ¿por qué estás pensando en Leandra ahora?-me preguntó, mirándome apenada.
-Las personas que se llevaron a Eren, Historia y Adeline, provienen de la ciudad subterránea. Crecí y viví con ellos un tiempo, antes de conocerlos a ustedes. El padre de Leandra, era líder de dicha élite, pero al igual que a mi, él la abandonó a su suerte, pero eso ya lo sabías. Lo que no, es que Leandra trabaja para él, y se encargó personalmente de llevarse a Adeline.-le detallaba, viéndole asombrada.-Ella está aquí.-afirme, y Grace, cambió la mirada.
-¿Represalias?-se preguntó.
-Es obvio, Grace. La dejamos a su suerte, nunca volvimos a la ciudad subterránea, ni siquiera por asomo.-afirme, sabiendo que mis acciones habían creado daños colaterales que no vi venir.
-¿Qué te hizo quedarte en el exterior, Levi?-me preguntó ella, mirándome fijamente.
-Una noche estaba sentado con Furlan e Isabel, viendo las estrellas. Me convencían de que no fuera solo a la expedición, que me ayudarían para aniquilar a Erwin y robar ese estúpido documento que quería Lobov. Me convencieron, de una manera u otra, confié en ellos.-hablaba, recordándoles con mucha melancolía.-Furlan parece haber estado haciendo lazos con otras personas, y la encontró. No me di cuenta que ella siempre estuvo ahí, pero esa misma noche, la volví a ver. Después de tantos años, después de mucho tiempo, la encontré. Aún puedo sentir coló mi piel se erizo cuando la reconocí. Los próximos días, solo cruzábamos miradas. Sabíamos que nos conocíamos, pero nunca dijimos nada, hasta que el día de la expedición fuera de los muros. Luego de la tormenta, no determinamos a los titanes. Ella llegó tarde como yo, pero intento salvar a Furlan e Isabel. No pudo lograrlo, así que cuando llegue, estuvo apunto de morir igual que ellos. No sé donde te encontrabas tu, pero también lamento haberte dejado sola Grace.-observe sus azulados ojos mirarme fijamente, porque se que en algún punto, hubo remordimientos de su parte; nunca fui suave, siempre he sido así, frío y desconfiado.-Siempre hemos sido amigos. Y aún así, te tratase como si no, pero podría confiar toda mi vida en tus manos. No quiero perderte como perdí a Furlan e Isabel. Como a Petra, Auruo, Erd, Gunther o Conan, pero necesito que me prestes tu fuerza para recuperar a Adeline, porque probablemente soy inútil siendo expresivo, pero si no la recupero; la cabeza me va estallar.-expresé neutral mente, mirando la rama de los árboles moverse.-Ella era esa niña que me venía a ver del exterior.-musité, afirmándole a Grace algo que quizás veía ajeno, pero esta me miraba asombrada.
-Levi.-me llamo.-Yo, estoy impresionada por todo lo que acabas de decir, y me siento muy honrada, pero no debes pedirme nada porque Adeline es importante para mi también.-indicó, llevando su mano al pecho.-Así que, permíteme preguntarte, ¿qué te impedí ser así de libremente expresivo con ella?-me preguntó curiosa.
-No quiero perderla debido a mis decisiones.-respondí.-La primera mujer que ame, murió ante mis ojos, no puedo verla morir.-musité, frío.-Adeline es la única después de mi madre, que me hizo sentir amado.-añadí.
-Incluso el soldado más fuerte de la humanidad tiene una debilidad.-murmuro ella, sonriendo.-Para ser tan fuerte, pareces ser muy sentimental Levi. No conocía esa parte de ti, pero me agrada escucharlo.
Me quede en silencio. Era como si quisiera crear un balance de mis emociones y carácter. Me asemeje a mi frialdad, quedándome en ese lado del bosque con Grace, quien pareció quedarse en silencio también, procesando sus propios pensamientos. Desconocía su origen, como ella desconocía muchos puntos del mío, pero ambos en algún suceso del tiempo, nos encontramos, en la ciudad subterránea. No tenía idea de cómo Grace paro allí, pero lo hizo y pasó un infierno al igual que todos nosotros los que sobresalimos de ahí. No era la persona que es ahora, pero a diferencia de mi, ella floreció firmemente con el sol, a pesar de haberse marchitado, volvió a renacer. Era inteligente, Grace era una mujer sumamente inteligente y podía entrelazar su semejanza con Armin, ambos parecían tener esos rasgos mentales, donde analizaban y entendían las situaciones con rapidez, sin duda alguna, eran hermanos. Se quedó a mi lado, sabiendo lo tenso que podría llegar a ser tenerme en presencia. Lo notaba. Aunque los chicos no me lo dijeran, sabían que se preocupaban por las acciones que cometerían, solo porque sería capaz de juzgarles o reprenderlos, pero realmente solo quería educarles. Las horas seguían pasando, no sabíamos nada, ni siquiera Grace podía denotar que sucedía a nuestro alrededor, solo las cosas estaban sucediendo sin previo aviso y ya.
-¡Capitán! Aquí están los periódicos.-levante la mirada, observando a Armin llegar junto a Jean y Mikasa, quienes se acercaron a nosotros con prisa.
-La policía militar estuvo entregando estos papeles.-contó Armin, pasándome aquel papel informativo, pudiendo observar una silueta dibujada que me describía, pedían mi arresto, pero este dibujo era feo, y yo, no era feo.-Si la información es cierta, le legión será desmantelada. Esta tarde van a registrar las montañas, van a poner soldados en los caminos principales. Y se necesitará un permiso especial para sobrepasarlos. Capitán, ¿qué haremos?-me preguntó Armin, preocupado mientras esperaba una respuesta de mi parte, pero antes de que pudiera responder, Mikasa se alarmó.
-Apresuremos si no Eren...
-Ey tranquilos. Ellos están viajando en caretas, de aquí a las tierras Reiss tardarán un día completo en llegar. Con este tiempo que tenemos, debemos idear un plan.-pedí, interfiriendo con Mikasa, antes de que se alocara con su extraña obsesión con Eren, la cual me abrumaba por su comportamiento impulsivo.
-Capitán, escuchó unas pisadas. Parece que vienen hacia aquí.-indicó Sasha, observando los alrededores del bosque.
-Vienen para acá, son dos de la policía militar. Una chica y un chico, están armados.-pude ver a Connie sobresalir de los arbustos, todo tapado, mientras nos habló en un tono bajo.-Rodearan primero el área antes de entrometerse al centro del bosque.-avisaba.
-Bien, entonces, debemos crear una distracción para atraparlos.-expresó Grace, levantándose del suelo.-Armin, coge esa cubeta, te dirigirás al río para distraerles, de seguro pasarán esa ares primero, ¿o me equivoco Connie?-preguntó Grace, y este, rápidamente denegó.
-Bien.-afirme, levantándome del suelo, para observarlos, ya que esperaban mis instrucciones más afirmativas que las de ella.-Quédense aquí, a excepción de Mikasa. Solo son dos, así que ella y yo podremos detenerlos.-expresé, viendo cómo está asentía.-Armin, andando.-pedí, impulsándole a caminar.-Aún así, necesitare que Sasha esté cerca, tú puedes quedarte con Jean y Connie aquí, no sabemos realmente si son dos.-comente, viendo como Grace asentía.-Vámonos.-ordene, a lo que Mikasa camino a mi lado, y Armin más adelante.
-¿Y cómo piensas atacarlos, capitán?-me preguntó Armin, mientras que avanzábamos con algo de prisa.-Usualmente, ahora somos fugitivos.-comentó, algo preocupado.
-Mikasa y yo nos encargaremos de atacarlos desde arriba. Solo los desalmaremos, no le haremos daño.-esclarecí, viendo cómo está a mi lado me escuchaba, observando al rubio avanzar adelante.-Necesito que controles tus impulsos. Alguna vez te dije que usarás tus habilidades de defensa en ocasiones referente a Eren, por ese apego tan extraño que le tienes, así que, ahora que él no está aquí te pido que te relajes, empiezas a molestarme. Eren no es el único que necesita ser protegido o salvado, Mikasa.-comente, viendo como ella avergonzada bajaba la cabeza caminando con prisa a mi lado.
-Si, capitán.-afirmó, por primera vez con un tono sereno y bajo, dándome respeto, mientras que pudimos ver el río delante de nosotros.
-Armin, finge estar metiendo agua en la cubeta como un campesino, haz ruido. Mikasa y yo los atacaremos desde arriba, no forcejea con ellos. Haz parecer que tienen la situación controlada.-le pedí a este, viendo cómo asintió firmemente, colocándose su capucha en la cabeza, continué dándole una señal a Mikasa para treparnos en la altura de un árbol, pudiendo ver a Armin inclinarse en el río, haciendo chancadas con el agua.
-Ahí vienen.-me aviso Mikasa, y podía escuchar voces acercarse, una conversación neutral, pero entre las ramas, pude verlos.
-¡No te muevas!-exigió aquel chico, sosteniendo su arma.-Levanta ambas manos. ¿Eres de la legión verdad? Bien eso es, mantén la boca cerrada. No te muevas y haz exactamente lo que yo... -solo con una señal que avise, Mikasa y yo nos abalanzamos sobre ellos, dejándoles sin opciones en cuanto arrastramos nuestras hojas a sus cuellos.
-Muy bien, ahora entréguenle sus armas a ese mocoso.-pedí, sujetando al chico, quien yacía respirando gruesamente atemorizado.
-Y quédense con la boca cerrada.-pidió Armin, quitándoles sus armas, mientras que ellos, obedecieron a sus órdenes, pese a nosotros ser fugitivos.
───
Próximo capítulo: La vida en un frasco.
Yendo al punto de vista de Adeline, se ve obligada a someterse a una verdad que desconocía.
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