𝐮𝐧𝐨
La vida que nos une.
El cielo en aquel entonces siempre parecía soleado, incluso antes de la tragedia, pese a que vivían humillados y escasos de la libertad, disfrutaban con lo que se podía. Eran inocentes, aunque no tanto, tenía conocimiento del mundo exterior y de sus atrocidades. Rodeados por altos muros que los bloqueaban de ver más allá de lo que sus ojos habían visto, consientes de la amenaza superior que los encierra en esa burbuja, soñaban con algún día tener libertad. Él vagaba por aquellas podridas calles, donde rateros y malhechores se establecían en cada esquina. Era una ciudad perdida, donde todo aquel con un vago futuro, debía estar. No fue su culpa, pero ahí nació. La ciudad subterránea, aislada de la sociedad "pura". Se suponía que ese distrito sería un tipo de refugio si la amenaza en el exterior llegaba invadir el interior de los muros, pero ahora la ciudad, era una zona sin ley, que solo progresaba en el área de la delincuencia. No era un lugar para un joven adolescente, ni para cualquier otro niño, pero sería entonces insensato contar una historia sin orígenes, y más del soldado más fuerte de la historia, y como su única debilidad, era una niña a quien conoció cuando era tan solo un niño. Siempre fue frío, incluso aunque años después volvieran a encontrarse, él era una persona inexpresiva, pero sus sentimientos eran más puros que los de cualquier.
Ambos estaban frente a frente, siendo unos adultos. Se miraban a los ojos, mientras que lágrimas recorrían por sus mejillas. El amor era puro, y era real, pero nació en el mundo equivocado, porque solo en esta vida, serían capaz de amarse. Adeline sostenía la mano de Levi, mientras que el viento les azotaba, estaban trepados en aquel titán mandíbula, convertido en un ave, el cual era manejado por un niño, uno quien había condenado su vida a tan poderoso poder. El retumbar los acechaba, y no había manera de detener tan fácilmente esa batalla, sin un sacrificio. Sus labios se unieron en un apasionado beso, las emociones estaban consumiéndoles, habían perdido más de lo que algún día creyeron ganar, pero al menos, habían llegado al final, juntos. Ellos se abrazaron fuertemente, habían llegado muy lejos, y Levi lo sabía, al igual que ella. No querían desprenderse del uno al otro, eran lo más que anhelaban, lo más que protegían, pero ahora, todo debía cambiar. Ella miró detenidamente a ese hombre, quien la ha acompañado toda su vida, hasta hoy. Ella llevo su mano a su mejilla, y sintió el tacto del vendaje que cubría su cara, él estaba hecho pedazos, pero aún así, permanecía aquí.
-¿Y ahora qué?-le preguntó ella con temor en la respuesta de él, sabía lo que debía pasar, pero sin duda, tenía mucho miedo.-Es mi hermano.-indicó ella con sus ojos humedecidos, pero Levi le miró con una expresión calmante, deseando apoyarle.
-No hay nada que podamos hacer.-le dijo con franqueza, y es que, él siempre había sido recto en sus decisiones.-Debemos acabar con esto, debemos acabar con Eren.-Adeline bajo la cabeza, y se aferró al cuerpo de Levi, tenía temor, pero debía hacerlo, ella asintió.
-Sobrevivamos, una vez más.-pidió, para así, mirarle con detenimiento y ambos entrelazar sus manos.-¿Listo?-le preguntó, y él apretando su mano, asintió.
-Siempre, si es a tu lado.-indicó, para abalanzarse junto a ella en el aire, con la intención de caer al campo de guerra, de caer encima del titán fundador.-¡Sobrevivan!-gritó Levi a su escuadrón, ese el cual había guiado con vida hasta aquí. Debían pelear, esa era la única manera de detener la otra parte de esa chica, era la única manera de detener a Eren Jeager, y el caos que había creado, pero antes de llegar aquí, antes de esto, volveremos hacia donde todo empezó, años atrás.
Todo se esclareció, se esclareció al pasado, donde todo había comenzado. Ahí estaba ella, mirando la ventana de su hogar, en silencio. Era una joven adolescente, su cabello era largo, y de un color oscuro como el que había heredado de su madre. Sus ojos color avellana, no dejaban de mirar el árbol, y como las hojas se removían ante el viento. Escuchaba a su madre tartamudear una canción, la admiraba. Se dejó caer en la silla, e incluso su cabeza recostada en la mesa, estaba solitaria y aburrida, no había nada que pudiera hacer. Suspiro cuando su madre entró al hogar, tendía una ropa a las afueras, para que se secaran. Ambas eran dos gotas de agua, eran idénticas, y sus corazones igual de puros. Carla Jeager miró a su hija, quien yacía recostada en la mesa. Sabía que su hija era una persona solitaria, a quien solo le gustaba pasar tiempo con su hermana adoptiva Mikasa, pero la otra pequeña de cabello negro, siempre estaba detrás de su otro hermano, Eren. Acaricio la espalda de su hija, y se acercó al fregadero, limpiaría algunos trastes que su esposo había dejado, quien pronto estaría yéndose para encargarse de algunos asuntos médicos en el interior del muro Sina, lejos de su hogar, ShingaShina, el cual pertenecía al muro Maria.
-¿Qué tienes?-Carla le daba la espalda a su hija, pero parecía aún sentir la soledad de su pequeña, quien yacía en silencio pese a su presencia.-¿Por qué no vas afuera e intentas de hacer amigos?-le preguntó, de una manera neutral, deseando ayudarle.
-Tenía amigos... -susurró la joven, mirando a su madre, quien le daba la espalda para limpiar algunos platos, colocándolos en las lavavajillas.-Aún no entiendo porque papá creía que era correcto distanciarme de ellos... -musitaba, en un tono bajo, sabiendo que Grisha Jeager yacía a los alrededores de su hogar; Carla se giró, limpiando las manos con su mantel, para así mirar a su hija.
-Ellos no eran el problema.-le indicó.-La ciudad subterránea no era un buen ambiente, ellos no tenían culpa de pertenecer a ese lugar tan feo.-le hablaba Carla, explicándole.
-Si no eran el problema, ¿porque me dejó de llevar en cuanto aquel hombre murió frente a mi?-Carla miró a Adeline de manera sorpresiva, sabía que aquel tema era uno que intentaba de evitar a toda costa.-Él solo me defendió, si no lo hubiese matado, estoy segura de que no estaría aquí, mamá.-le decía Adeline, recordando como aquel chico de ojos grisáceos perteneciente a la ciudad subterránea, defendió su presencia ante un malhechor, quien tenía intenciones de hacerle daño físicamente, aún siendo una niña.
-Quizás cuando crezcas, entenderás que lo único que tu padre desea para ti y tu hermano, es que crezcan en un ambiente pasivo.-Carla intentaba de hacer que Adeline entendiera, pero era difícil, la chica aún era joven, y no tenía muchos conocimientos, pero tanto ella como su hermano Eren, habían estado acerca de la muerte, debido a malhechores.
-Vivir dentro de unos muros no es un ambiente pasivo... -musitó, mientras que pasos se escucharon en el comedor, dejando la presencia del hombre de la casa, quien sonrió a su esposa, y acarició la cabellera de su hija.
-Era un buen chico, estoy consiente de que solo quería cuidarte.-Adeline miraba a su padre detenidamente, ella era su princesa.-Espero que algún día, puedan volver a verse, pero de ninguna manera volveré a permitir que vuelvas allá, no podría arriesgar tu vida; fui ignorante, y creí que te enseñaba las bases de la vida, pero no fue así.-Grisha acaricio el cabello de su hija, y la miró, intentando de confortarla, sentándose en la mesa junto a ella.
-Ya llegamos.-la puerta se abrió, mostrando al joven chico, dueño de esta historia, quien se adentró al hogar junto a su hermana adoptiva, Mikasa.
-Bienvenidos.-Carla saludo a sus hijos, mientras que estos guardaban la leña que habían traído, Eren sonrió a su hermana mayor, a quien notó entristecida.-Vaya Eren, parece que hoy trabajaste mucho.-expresó Carla, acercándose a su único hijo varón, quien se veía desanimado, o mejor dicho, desorientado; como si algo le hubiese pasado.
-Si... -suspiro él, y su madre le dio un jalón de oreja, del cual él reaccionó.-Au... ¿eso por qué?-pregunto curioso, sus verdosos azulados ojos miraron a su madre, mientras que él acarició su oreja.
-Tus orejas están rojas, significa que mientes.-respondió Carla, sonriendo.-Mikasa te ayudo con la leña, ¿verdad?-pregunto, mientras que la niña atrás suyo de cabello negro oscuro, se sentó en la mesa, callada.-No importa, les serviré algo de comida.-dijo Carla, a lo que Eren se sentó entre medio de sus hermanas, esperando la comida.
-¿Qué tienes?-Eren miró detenidamente a su hermana mayor, quien yacía con la mirada apagada, verla era como ver a su madre, pero Eren sin duda tenía un amor incondicional hacia esa adolescente.
-Nada, tranquilo... -musitó Adeline, recibiendo el plato de comida de su madre, pero ella ni siquiera la toco, mientras que Mikasa y Eren, se quedaron observándola con preocupación.-Come... -le pidió Adeline a su hermano, estrujándole el cabello, a lo que él sonreía.
-Papá, ¿vas a salir a trabajar?-pregunto Eren, con su boca llena, mientras que Grisha recogía alguna de sus cosas, guardándolas en un portafolio.
-Si.-respondió él, mirando a su hijo varón.-Iré al interior por una consulta, solo serán unos días.-le comentó, mientras que un silencio se creó, y Mikasa abrumada, miraba detenidamente a sus padres adoptivos.
-Eren quiere unirse al cuerpo de exploración.-dijo la pequeña niña, creando otro gran silencio, mientras que Eren la miraba sorpresiva ante tal confesión, o mejor dicho, declaración.
-¡Mikasa, te dije que no... !-Eren enfadado alzó la voz, acusando a su adoptiva hermana de soplona, pero Carla le interrumpió, impidiendo que terminara de decir sus palabras.
-¡Eren!-su madre, molesta le detuvo, llegando a su lado.-¿En que estás pensando?-le preguntó desconcertada, llevando sus manos a sus hombros, creando que se miraran de manera detenida.-Muchas personas han muerto por salir de las murallas, ¿lo sabes verdad?-pregunto, mientras que Adeline escuchaba cabizbaja, a diferencia de Grisha y Mikasa, quienes miraban la escena.
-¡Por supuesto que lo sé!-respondió Eren, con gran actitud hacia su madre.
-¿Entonces?-pregunto ella, esperando que Eren recapacitara sobre sus pensamientos.
-Eren.-Grisha interrumpió la conversación, creando que su hijo lo mirara, y que Carla se distanciara.-Dime, ¿por qué quieres salir de aquí?-pregunto él, mientras que Adeline alzó la cabeza, mirando a su padre, con deseo de responderle esa gran pregunta.
-Porque quiero saber cómo es el mundo exterior. Morir en la ignorancia, sin saber nada, me parece impensable.-decía Eren, mirando detenidamente a su padre, dejándolos con asombro ante sus palabras.-Además, si no hay más gente que vaya explorar, ¡habrá sido en vano la vida de los soldados!-dijo, defensivo.
-Entiendo.-Grisha, de manera serena no dio más detalles sobre sus pensares, se levantó de la silla, y los miró.-Mi barco está por partir, ya es hora de irme.-indicó, recogiendo sus cosas.
-Espera amor, haz que Eren recapacite.-le pidió Carla, mientras que ambas parejas caminaban al borde de la puerta, abriéndola, para que Grisha pudiera irse.
-Por favor Carla, la curiosidad humana es imposible de vencer con simples palabras.-decía él, respondiéndole a su esposa, mientras que sus hijos se levantaban de la mesa, para despedirse.-Eren, cuando vuelva, les mostraré el secreto que guardo en el sótano.-Grisha guardo aquella llave que tenía de collar, pero no sin antes, mostrándosela a sus hijos, dejándolos con intriga ante eso.
-¿De verdad papá?-pregunto Eren, a lo que Grisha sonriente, asintió.-¡Increíble!-Eren corrió hacia la salida, para abrazar a su papá.
-Pórtense bien con su madre, por favor.-pidió Grisha, dándole un leve abrazo a Mikasa de lado, quien aún era tímida para demostrar ese cariño hacia ellos.-Tú también.-Grisha acaricio la mejilla de su hija mayor, quien aún yacía entristecida, él le sonrió, para luego dirigirse a su esposa, y besar sus labios.
-Adiós amor, vuelve pronto.-Carla sonrió, despidiéndose de su amor, viendo como empezaba a partir, distante a ellos; sin saber, que esa sería la última vez que lo vería.
-¡Ve con cuidado!-le pidió Eren, despidiéndose de su papá con algo de emoción, deseando que ya volviera para ir a ese sótano.
-No vas hacerlo.-la tensión se recreó nuevamente en la ausencia de Grisha, debido a que Carla en desacuerdo, se dirigió a Eren.-No vas a entrar al cuerpo de exploración, es una tontería.-indicó, mientras que Eren frunco el ceño, molesto.
-Déjalo, mamá.-Adeline con un tono sereno se dirigió a su madre, deseando defender la postura de su pequeño hermano.
-¿Qué? ¿Una tontería?-pregunto Eren de manera sarcástica ante las palabras de su madre.-Para mi, los únicos tontos son los que no quieren luchar, ¡no pienso vivir como ganado!-Eren con rabieta se distanció, corriendo lejos de ellas, abrumado ante la falta de apoyo a sus pensamientos.
-Eren.-Adeline llamó a su hermano, y deseó detenerle, entendía lo que pasaba por su mente, pero aún no tenía cierta madurez y mucho menos conocimiento para ser un soldado, ella no dijo más y vio cómo se fue.
-Eren.-Carla tuvo intenciones de detenerlo, pero Eren simplemente, huyó.-Mikasa, ese niño es demasiado imprudente, por favor ayúdalo si se mete en algún problema.-ella se arrodilla frente a la niña, quien asintió, y no tardo en irse corriendo por donde Eren se había ido.
-Es un niño, está creciendo.-Adeline miraba por donde su hermano se había ido, observando a Mikasa irse igual.-Ya dejara de ser uno... como yo... -musito ella, mientras que Carla la miraba.
-Tú también debes cuidarlo, más que nadie, a los dos.-Carla se dirigió a Adeline, mientras que se adentraba a la casa.-Ellos siempre serán tu responsabilidad, Adeline.-indicó.
Carla se adentró a su hogar, algo abrumada ante las situaciones que flotaban a su alrededor. Era difícil para ella él desear proteger la vida de tres hijos, aunque una no fuese fruto de su amor con Grisha; la amaba como una. Carla se sentó en la silla, llevando sus manos a su rostro, mientras que Adeline se quedó afuera. La joven adolescente sentía el ambiente pesado, el viento removía su largo cabello negro azabache, mientras que con sus ojos verdosos avellanas observaba el cielo. Veía a las aves volar, eran libres. Ella deseaba volar junto a ellas, deseaba desgarrar su espalda con alas, y poder alejarse de este interior. Se sentía conectada a su hermano, y en cómo ambos entendían lo humillante que era vivir encerrados por temor a morir en el exterior. Ella suspiro, y bajo su cabeza. Tenía fe de que algún día, la libertad los arroparía, sin saber que en ese pensar, solo traerían sacrificios que les costaría caminar día a día. Ese día estaría marcado para siempre, y aún, no lo sabían. Ella se adentró a su hogar, y vio como su madre se levantó de la silla, para limpiar los trastes, mientras que el silencio la invadió. Se sentó con cuidado en la silla, y Carla recogía la mesa, mientras que su expresión mostraba lo agotada que estaba por las situaciones que sucedían a su alrededor, Adeline sabía que estaba algo pesada por la idea de que Eren deseaba ser libre, deseaba ir más allá en el exterior.
-Adeline.-Carla llamó a su hija, quien parecía pensativa, los pensamientos de su hermano le rondaban, creía a Eren algo impulsivo, pero con sumo conocimiento del mundo.-En cuanto puedas, ve por Eren, y aconséjale. Es por su bien.-le explicaba Carla, como toda madre, no quería perder a su hijo más allá de las murallas, sabiendo que solo había caos y un vacío que nadie podría llenar sobre la muerte.
-Yo también me uniré, mamá.-Carla abrió sus ojos grandemente, y observó a su hija cabizbaja.-Yo quiero salir de las murallas, y ser un buen soldado.-le decía, no con ánimo, y es que Adeline vea eso de una manera triunfal.
-¿Tú eres quien está metiéndole esas cosas en la cabeza a Eren?-pregunto Carla, desconcertada, y con temor, sabiendo que aunque deseara evitarlo, no podría.
-De hecho, Eren fue quien me las metió a mi.-le respondió Adeline, sonriendo de lado, pero aún cabizbaja.-Me enliste, hace días.-le comentó, sabiendo cómo su madre reaccionaría ante haberle ocultado cosa tan sensible.
-¡¿Qué hiciste qué?!-Adeline miró a su madre, y se sobresaltó ante su leve grito.-En cuanto tu padre llegue, irás con él y arreglarás eso.-dijo, pero más bien, ordenó. Adeline le miraba, y negó ante eso, desconcertada ante la negación de su madre de pertenecer a una élite. -Hay muchos oficios aquí, podrían ser doctores como su padre, no hay porque desear buscar la muerte allá, no hay solución para establecer paz a las afueras de los muros, aún.-expresaba Carla, abatida, en el fondo de su corazón también deseaba ser libre.
-¿Oficios?-pregunto Adeline, mirando a su madre detenidamente.-¿Como ser ama de casa?-pregunto, haciendo ofender a su madre.-¿O trabajar en un burdel?-volvió a preguntarle, creando más tensión entre ellas, sabiendo que su madre nunca ejerció una profesión sana, Carla bajo la cabeza ante eso.-Lo siento... -expresó Adeline, sentándose nuevamente en la silla.
-No hay porque discutir, el tema concluirá aquí.-indicó, con una voz firme.-No irás a la base militar para convertirte en un soldado del cuerpo de exploración.-decía Carla.-No seré una de esas madres que se quedará esperando a sus hijos, porque no acepta que murieron a las afueras.-añadió, recordando en cómo ha tenido que ver sufrir a muchas madres ante las bajas del cuerpo de exploración en las expediciones que creaban para investigar a los titanes, y ir acabándoles.
-Siempre nos has hecho sentir menos libre.-comentó Adeline, con desprecio en sus palabras, uno que agrio el ambiente.
-Solo quiero protegerlos... -suspiro ella, mientras que Adeline se distanciaba de ella, para dirigirse a la puerta, dispuesta a salir, con la intención de dar un paseo.
-Nosotros solo queremos ser libres, volar lejos de aquí, como las aves... -le justificó Adeline, abriendo la manecilla de la puerta, pero el cielo de un momento a otro, soltó leves rayos, mientras que madre e hija se encontraba en gran tensión.-¿Qué fue eso?-pregunto confundida, mientras que Carla, sintiendo una mala intuición, se acercó a Adeline.
-Ve y busca a los niños, por favor.-le pidió, pero de un momento a otro, se escuchó un leve estruendo, y Carla, apretó el brazo de su hija, de manera protectora.
Ella miró a su madre detenidamente , sabía que algo andaba mal, pero Carla, intentó de mantener la calma para no crearle pánico a su hija. Un silencio estaba formado, pero las gruesas respiraciones continuaron, hasta que simplemente, todo se volvió estruendoso. Ambas cayeron inconscientes, ni siquiera pudieron progresar la situación que les avecinaba, no sabía lo que había pasado, y que más allá, la puerta exterior del muro, había sido derivada. Los escombros cayeron encima de muchas casas, el caos se apoderaba de la ciudad, y los gritos no dejaban de cesar. Adeline yacía inconsciente, los escombros de su hogar estaban encima de su frágil cuerpo, pero aún respiraba. Los retumbares empezaron, y los titanes estaban adentrándose, creando una terrible masacre, la libertad que tenían dentro de los muros, se les había sido arrebatada. Los ojos de Carla se abrían, pero su cuerpo dolía, escuchaba gritos a lo lejos, y su corazón no dejaba de palpitar con rapidez, estaba confusa, pero parecía entender la situación, aunque ella tan solo pensó en sus tres hijos. Miró a su lado, y de manera desgarradora gritó el nombre de su hija. Intento removerse, pero no podía, los escombros la retenían, y la sangre de su hija se desprendía de su cien, estaba noqueada.
-¿Adeline?-le llamaba con temor en su voz, se estaba agrietando, deseaba salir.-¡Despierta, por favor! ¡Te lo ruego!-le pedía, pero aquella niña a penas respiraba bien.-¡Tienes que buscar a tu hermano!-continuaba desgarrando su voz, preocupada por su hijo varón.
-¡Mamá!-los gritos de Eren sacudía sus tímpanos, ella lo escuchaba, estaba cerca.-¡Mamá!-Eren reapareció por las calles llenas de escombros, junto a Mikasa, agitados y con desesperación, estaban asustados, veían su casa echa trizas, y como aplastaba a su madre e hermana.
-Eren... -Carla miró a su hijo, con temor, pero veía como este caía de rodillas frente a ella, al igual que Mikasa, quien observaba como Adeline sangraba por su cien.
-Mikasa, sujeta ese lado. Tenemos que mover esto.-decía Eren, llevando sus manos para alzar las maderas que aplastaban los cuerpos de su madre e hermana, quien yacía inconsciente.-No.-sus ojos alzaron la mirada, observando cómo los titanes adentraban a su área, tenía miedo, sus pasos retumbaban y provocaban un leve temblor.-¡De prisa, Mikasa!-le pedía a su adoptiva hermana, mientras que ambos intentaban de sacar fuerzas, pero se estaban lastimando.
-Los titanes ya están dentro de la ciudad, si me salvan a mi, Adeline muere... mi hija... no podría sin ella... -Carla musitaba aturdida, con gran temor, su piel estaba helada.-¡Eren, ayuda a tu hermana junto a Mikasa, y huyan! ¡De prisa!-pedía con desespero, pero ellos simplemente le ignoraban.-¡Ayuden a su hermana, ahora!-les gritaba, mirando como sus hijos la deseaban ayudar, pero no se movían ante su orden.-¡Eren, por favor!-le rogaba, con lágrimas en los ojos, temía por sus vidas, quería verlos lejos de aquí.
-¡Nos iremos todos de aquí! ¡Pero antes debemos sacarte y luego a ella!-decía Eren, sintiéndose entre la espada y la pared, quería salvarlas, a las dos, pero no tenía fuerza, ni siquiera con Mikasa.
-Los escombros de la casa me rompieron las piernas, aunque pudiera salir, no puedo correr. ¿Entiendes?-Carla lo miraba detenidamente, viendo como los ojos de su hijo varón se humedecían, él estaba asustado, y quería huir con su madre, ella lo hacía sentir seguro.
-¡Entonces te llevare cargando!-le decía él, intentando de alzar los escombros, pero sus manos se raspaban, al punto de botar sangre.
-¡Eren! ¡¿Por que nunca haces caso de lo que te digo?!-agitada Carla se dirigió a él, viendo como Eren lloraba.-¡Por favor salva a mi hija, a su hermana!-gritaba entre lágrimas, viendo a Adeline en el suelo, aplastada por unos escombros que eran difíciles de mover, se quedaría sin aire, y moriría.-¡Obedézcanme por ultima vez, salva a tu hermana, te lo ruego!-su voz se desgarraba, deseando ver a Eren ayudar a su hermana mayor, pero su hijo no se removía.-¡Mikasa!-recurrió a la otra niña, quien yacía entre lágrimas, y con pánico.
-No. No lo haré.-respondió Mikasa, deseando salvar a su madre, y luego a su hermana, raspando sus manos también.
-Los cuatro vamos a morir aquí... -musitaba Carla, aturdida ante la idea de no poder salir y salvarse, pero ella alzó la mirada ante observar como aquel soldado de las tropas de guarnición llegaba frente a ellos.-Hannes.-se dirigió al rubio que llegó, mirándoles, para así, intentar de levantar con rapidez el escombro que atrapaba a la adolescente.-¡Llévate a los niños, y vete de aquí!-le grito Carla, mientras que él pudo remover de a poco el escombro, solo faltaba un leve empujón.
-Oye, no está bien que me subestimes Carla. Mataré a esos malditos titanes, y los salvaré a los cuatro.-indicó, levantándose del suelo, dejando el escombro a mitad, para así, dirigirse al titán que se aproximaba a ellos.
-¡Espera! ¡No pelees contra ellos!-pidió Carla, desesperada, mientras que veía como Mikasa jalaba el brazo de Adeline, pero cayó al suelo ante no tener su hermana la movilidad.
-Adeline, por favor, levántate... -pedía Mikasa desesperada, con su voz entrecortada, deseando salvar a su hermana.-Arrástrala Eren, ayúdame.-Mikasa se dirigió a Eren, pero él estaba desesperado en salvar a su mamá, no obstante, Hannes llegó nuevamente; esto debido a que no pudo enfrentar al titán por el pánico que lo invadió, y con un leve jalón, sacó el cuerpo de Adeline, llevándola hasta encima suyo, para agarrar a Eren, y con su mano libre apretar el brazo de Mikasa, obligándola a caminar.
-¡Oye! ¡Espera Hannes!-Eren grito desesperado, observando cómo lo alejaban de su mamá, a quien deseaba salvar, viéndola de lejos.-¿Qué estas haciendo? ¡Suéltame!-gritaba desesperado, y Carla tan solo a la distancia, mientras sentía el suelo retumbar por el paso del titán, lloraba.
-Muchas gracias Hannes.-agradeció ella a lo lejos, sonriendo aliviada, sabiendo que no podría vivir con la muerte de alguno de sus hijos, y veía como se iban lejos.
-¡No, mi madre sigue ahí! ¡No!-Eren intentaba removerse, pero Hannes lo aferró con tanta fuerza, que no podía, y el pequeño con lágrimas en los ojos estrechaba su mano, con deseo de volver hacia allá.
-¡Eren, Mikasa, Adeline! ¡Sigan viviendo!-grito ella, estrechando su mano, con él mismo deseo de volver a sentir a sus hijos.-No se vayan... -dijo entre sollozos, con miedo.
-¿Hannes?-Adeline reabría sus ojos, estaba confusa y aún retomando su conciencia, pero podía asimilar que algo borroso estaba pasando.-Mamá... -susurraba, estirando su mano, como si deseara alcanzar a su madre.-¿Mamá?-sus ojos se humedecieron, y aclaró su vista, abatida.
Ella no comprendía mucho lo que sucedía, a penas sintió un temblor, y todo se había vuelto negro. Su corazón estaba apretado, y su cuerpo estaba postulado en el hombro de un conocido, a quien respetaba. Alzó su mirada, mientras que la sangre que salía de su cien, iba derramándose hasta llegar a su mentón, manchando la chaqueta proveniente de las tropas de guarnición. Las dos rosas plasmadas como símbolo de dicha élite, tenían su sangre. Ella miraba detenidamente el peor momento de su vida, lo que jamás podría olvidar. Los gritos desgarradores de Eren le llenaban de más miedo, uno del que no podía escapar. Adeline no sabía cómo reaccionar, solo deseo cubrir los ojos de Eren, pero había sido tarde para ambos. La sangre de su madre salpico, sus huesos crujiendo se escucharon, traumatizados, no pudieron ni llorar. Ella sintió algo en su interior, no sabía cómo procesar lo que vio, pero aún su mano estaba levantada en el aire, con deseo de obtener a su madre, pero solo vio cómo su sandalia cayó en el suelo, junto a la sangre. Sus ojos estaban abiertos grandemente, lo peor que pudo haberle sucedido fue, no haber estado consiente para que las cosas hubiesen sido diferentes. Su cuerpo se heló por completo, y los gritos de su hermano, cesaron. Ella sintió como toda sus fuerzas se fueron, los titanes habían entrado a su ciudad, y a su paso, se llevaron toda su esperanza.
Hannes corría, mientras que Mikasa intentaba de ir a su paso, pues él sostenía ambos cuerpos de los hermanos, quienes habían perdido su hogar, y entre todo, a su madre. Se detuvo en aquel callejón, y con delicadeza, verificó que Mikasa estuviese sana, pero sintió como el cuerpo de Adeline se deslizó del suyo. Vio a la joven adolescente con sus ojos abiertos grandemente, sus ojos demostraban el horror que había visualizado, pero aún no sabía cómo reaccionar, a diferencia del pequeño quien reclamó por no haberle ayudado a salvar a su madre, sabiendo que pudo haberlo hecho. Eren lloraba, y Mikasa intentaba de asimilar que había perdido nuevamente algo que ya no tenía, y que tuvo de manera temporal. No sabía cómo ayudar a Eren, o consolar a su modelo a seguir. La chica de ojos avellanas lloraba en silencio, con su corazón apretado. No reclamo, ni siquiera le pidió a un Hannes lloroso una explicación, sostuvo las dos manos de sus hermanos, y camino. Aquel hombre la miraba confuso, deseaba abrazarla para que soltara ese dolor, pero ella jamás aprendería a lidiar con la ausencia de su madre. Apretó las manos de Eren y Mikasa, y corría atrás de Hannes, hasta llegar a los botes a salvo. Veía aturdida como la gente deseaba salir, y vivir, pero todo se había perdido en unos segundos. Miró atrás, su ciudad estaba consumiendo un infierno que jamás pensaron vivir.
Ella lloraba, la gente gritaba, niños lloraban, ella no fue la única que perdió todo debido a los titanes. Deseaba que todo fuese una pesadilla, era una adolescente en desarrollo, con pensamientos extraños, con nuevas ilusiones, pero todo se le había arrebatado en un instante. Aún escuchaba los huesos de su madre crujir, cerraba sus ojos de manera brusca, y apretaba su cabeza ante el dolor que sintió. El barco se movía, y reconocía a muchas personas, entre ellas, el pequeño niño de ojos azulados, Armin. Ella se sentó aún lado de su abuelo, quien estaba también ido por la situación que se presentó. Se estarían moviendo a otros refugios, lejos del muro María. Se adentrarían al muro Rose, en algún lugar donde pudieran sobrevivir, solos. Escondió su cabeza en sus rodillas, y sintió su cuerpo temblar. No podría olvidar a su madre, había sido comida delante de ella, pero la confusión que la atravesaba era, ¿como iba a sobrevivir? Sus ojos no dejaban de derramar lágrimas, pero ella no explotaba su dolor. Alzó su mirada cuando sintió como su hermano se despegaba de su lado, y como él con rencor, y odio, miró más allá de la orilla del barco su hogar, jurando venganza por los titanes, pero Adeline juró proteger a toda costa, lo único que tenía, sin importar que años después, su hermano sería su propio enemigo.
───
Próximo capítulo: El día del mañana.
Levi narra acerca de su vida, antes del nuevo ataque de los titanes, y como volvió a reencontrarse con Adeline Jeager.
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