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𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬

Las reinas de las murallas.

Cabalgaba en aquel caballo, mientras que nos distanciábamos de ese cuartel. La noche pronto decaería, desde este ángulo, podía ver cómo pronto el sol saldría. Estaba aún lado de aquella carreta, donde estaban los demás. Hange estaba sentada, su herida no fue tan profunda y estaba lista para continuar. Tenía sus ojos levantados, miraba algún punto del cielo, pero no cuestionaba su poca eficiencia para descansar, habíamos tomado un camino muy largo para poder sacar a quienes estaban a su lado con vida. Lleve mi mirada a Eren, él estaba cabizbajo. continuaba arrastrándose hasta aquí. Eficazmente, le di a Eren la sabiduría para tomar una sabia decisión, aquella que nos trajo hasta aquí, con vida. Giró su mirada, pero no para observarme a mi, si no a la chica que estaba montado conmigo en el caballo, la misma que estaba aferrada a mi. Adeline tenía entrelazado sus manos junto a mi cintura, mientras que su cabeza descansaba en mi espalda. Ella debió haberle sonreído a Eren, pues él sonrió cálidamente, para nuevamente bajar la cabeza. Todos estábamos agotados, pero seguíamos en la víspera de atrapar al titán más atrás de nosotros, aquel malhechor y peculiar titán que se arrastraba por toda la tierra, de seguro, dejaba un camino hondo que quizás en un futuro, tendríamos que vernos obligados a descubrir. Lleve mi mano a donde Adeline tenía las suyas entrelazadas, acariciándolas.

Se que no la había pasado bien, lo supe en su triste y vaga mirada cuando logramos salir de aquel gran hueco. Toda su vida, había sido un engaño, una burbuja que detonó frente a sus ojos sin alertar, la destruyó. Sentí como ella jugó con mi mano, hasta que la atrapó y la apretó. Esa sensación, esa relajación de tenerla cerca, me hacía sentir restaurado nuevamente. Más adelante, podía ver a ese hombre. Él había llegado, tarde, pero procuró en llegar para darle la mano a sus más fieles hombres. Erwin cabalgaba en su blanco caballo, iba adelante como todo líder que era y debía admitir que también me sentía seguro de su presencia. Confiaba en él. Me guiaba, y yo le seguía, sin pensarlo, o dudarlo, era mi líder. A su lado, iba el caballo de Grace. Por un momento, pude verlos, ver como se miraron. Una mirada llena de amor, uno que ellos entendían. Al igual que el de Adeline y yo. Porque todos, amábamos de manera única y diferentes, eso lo supe cuando la conocí. Continué cabalgando, pude observar el distrito de Ovrud. No estaba tan lejos, y era calmante saber que nos detendríamos para tomar ventaja de aquel gran y extraño titán, que podría ser capaz de destruir a todo un distrito. Aún lado, en esa carreta, pude observar la rubia cabellera de Historia Reiss flotar con el viento. Lo deprimente de todo esto no era su historia, si no, el hecho de un cargo que no exigió, pero para su suerte, era Adeline quien lastimosamente tendría que retomar todo cargo de la familia real.

-❝Adeline, cuando termine esta batalla, como auténtica sucesora al trono, te convertirás en reina❞.-esas fueron las órdenes más difíciles que pude haberle dado, porque en su rostro vi la tristeza de su amarre, de esa encarcelación que ella no deseaba, y aún así, Adeline estaba parada en este muro a plena luz del día junto a nosotros, luego de un arduo camino de regreso para regenerar un plan que nos diera ventaja a este titán.

-Levi.-giré mi mirada, observando a Erwin mirarme detenidamente, obligándome a dejar de mirar a Adeline, quien yacía pensativa e aislada.-No pienses tanto.-me pidió, mientras que dirigí mi mirada al gran titán frente a nosotros, ese que se deslizaba y brotaba una fuerte bruma.

-¿Cree que sea necesario?-pregunte en un tono alto, dirigiéndome a Erwin.-¿Sacrificar a Adeline para restaurar todo?-esclarecí más la pregunta.-Ella no quiere hacer esto, Erwin.-musité.

-Entonces no la obligaré.-indicó él, haciendo que levantara mi mirada para observar detenidamente sus azulados ojos.-Pero ella en ningún momento se denegó a desistir.-comentó él, viendo como Adeline llegaba a nuestro lado, haciéndonos recrear el silencio anterior.

-No hagan como si no estuvieran charlando sobre mi. Los he escuchado.-expresó ella, con una voz ronca que denotaba el cansancio, mientras que baje la mirada e observe su pierna vendada.-Si es mi deber, entonces lo haré.-afirmaba, observando cómo nosotros al titán de Rod Reiss, y atrás, los chicos llegaban, uniéndose.

-Ya es hecho suficiente por nosotros.-escuché la voz de Eren atrás suyo, haciéndome ver como él tocaba el hombro de su hermana, a quien miró fijamente a los ojos, fue algo que no pude entender porque jamás tuve un hermano, pero esa mirada llena de amor pareció darle un fuerte brillo al rostro de Adeline.-¿Qué?-le preguntó él, despegándose de ella, pero Adeline bajo la cabeza, sentida.

-Yo prometí que los protegería, aunque mi vida dependa de eso. Armin, Mikasa, Eren, yo lo prometí. Y si ser reina me dará las herramientas para continuar haciéndolo, entonces así será.-indicó ella, mirando hacia adelante, y esos tres niños la miraron sumamente afligidos.

-Lamentó que tengas que ser tú quien maneje toda esta situación.-expresó Historia, a su lado.-Después de todo, somos hermanas, y desearía poder cambiar las cosas.-continuaba diciendo, pero Adeline tan solo acarició su suelto cabello.

-Me alegra que una persona tan genuina como tú sea mi hermana. Lamento verdaderamente todo lo que se te obligo a pasar, ojalá me hubieras encontrado antes.-murmuro Adeline, viendo como Historia también la miraba afligida.-Ahora tengo a alguien más que debo proteger.-esclareció, viendo los azulados ojos de Historia humedecerse.

-¡Fuego!-escuchaba de un soldado, próximo a eso, varios disparos de cañones, los cuales atacaban al titán, pero no había algún daño.

-¿Funcionó?-se preguntó Erwin, alrededor de mi, y de los chicos, quienes estaban colocados a nuestro lado, pero realmente, no habíamos progresado, a pesar del plan que realizamos en el cuartel de Ovrud.-Los cañones de tierra son aún menos efectivos.-comentó este, al percatarse de la poca probabilidad en vencer.

-Naturalmente.-respondí yo, serio y cortante, como usualmente solía responder, mientras me quede cruzado de brazos.-Ni siquiera los de la muralla tocaron su nuca. ¿Qué pasa?-pregunte, inexpresivo, realmente aborrecía la situación.

-Tenemos una mezcla de soldados y cañones, y una organización sin liderazgo firme en una zona norteña. No tienen experiencia en combate, pero es lo mejor que podemos reunir.-me respondía Erwin, pareciendo calcular todo lo que me dijo.

-Vaya. Entonces, moriremos.-musitó Grace, aún lado suyo, lo gracioso era que ambos estábamos igual de bajos aún lado de Erwin.

-Si, lo se. Al fin y al cabo, la estrategia de la legión vuelve a ser una apuesta. Es lo único que se te ocurre.-comente yo, dirigiéndome nuevamente a Erwin, quien nos escuchaba.

-¡Erwin aquí te traigo algo!-fruncí el ceño, girándome al igual que los demás ante la chillona voz de Hange, la cual tuvo que haber sido escuchada por todo el muro, sin exagerar.

-Tsk. ¿Por qué habla así?-me pregunté, acercándome a ella al igual que los demás para observar lo que parecía traer como provisión de armamento, llamando bastante mi atención.

-Pólvora, cuerda y red. Tenemos que montarlo. Hay otros de estos en el lado opuesto.-indicaba, señalando al otro extremo del muro, mientras que Moblit arrastraba un barril ya recreado.-Al disparar, el gatillo sigue apretando y rebobina la cuerda sin parar. ¿Funcionaron los cañones?-se preguntó Hange, luego de detallarnos el funcionamiento del arma.

-Más que la orina de una cigarra, si.-respondí yo, con ese sarcasmo que ella ya parecía tolerar.

-¿Entonces usaremos esto?-se preguntó Hange, ante las pocas posibilidades de que pudiéramos ganarle al gran titán, el cual se acercaba cada vez más a nosotros.

-Levi, Jean, Sasha, Connie y Adeline, encárguense en el otro lado.-levante mi mirada, escuchando el ordenamiento de Erwin, a quien asentí al igual que los chicos delante de mi, no tarde en proseguir avanzando.

Adeline se tomó su tiempo, ella no se lesionaría mucho más por una orden de Erwin, aunque ella decidió estar aquí, él respetaba su estado físico. Eso provocó que la esperara, dejando que los chicos se adelantaran, pero es que con Adeline teníamos mucha más ventaja para continuar armando las herramientas que Hange trajo. Estire mi brazo, para abrir la palma de mi mano, incitándola a impulsarse más hacia mi. Ella no dudó, atrapando mi mano para correr de una forma estable. Su pierna izquierda tenía un vendaje nuevo, pero había visto su herida cuando llegamos al cuartel de Ovrud, realmente Leandra casi la despedazaba. El pensamiento de la chica de cabello oscuro y azulados ojos, me atormento. Por un momento, no la vi salir, ni a ella ni a la gente de Kenny Ackerman. Me preocupaba que hubiera muerto, sin importar lo duro que fuera con ella o las represalias, Leandra había sido una parte muy fuerte de mi, una que permanecía en mi corazón hasta el sol de hoy, aunque su recuerdo sea vago y borroso, fue como una hermana. Ese sentimiento, ese que Adeline tuvo al mirar a Eren cuando intentó protegerla o hacerla sentir con menos peso, era lo mismo que yo sentía cuando Leandra intentaba ayudarme en las vagas calles de la ciudad subterránea, intentó evitar a toda costa que fuera el matón que fui, era por eso que difería de mi pensamiento anterior, si sentía lo que era tener una persona a quien te entrelazaras fuertemente al punto de sentir una hermandad, porque con Leandra sentí fielmente eso, pero realmente, no fui lo suficientemente sensible para pensar en su estado emocional cuando decidí levantar mis alas e irme de esa ciudad.

Apreté las cuerdas, observando como Adeline se removía, junto a Jean, para colocar toda la pólvora en su lugar, con sumo cuidado. Ellos la miraban, Sasha y Connie la respetaban, como todos a mi, pero con ella, ellos podían aflojarse más, porque Adeline era esa parte viva de mi que demostraba ser sensible, y lamentaba que Leandra haya tenido que desquitarse con ella, creyéndola culpable de mis decisiones tan frías. No pude apretar las sogas, porque estaba detenido en Adeline, porque nunca como ahora imaginé el futuro que pararía para nosotros. Ella observó a Jean, ayudándolo con mucha paciencia, sin importar la prisa que teníamos y el tiempo corto que se aplastaba a nuestros hombros, ella parecía tolerar la poca experiencia de ellos, ayudándolos. Era débil de mi parte pensarlo, incluso yo sentía que estaba siendo insensato, pero el sentir la desesperación por tenerla cerca me hizo entender que nunca quisiera volver a sentir ese sentimiento. Amaba a Adeline, pero ese agobio, ese sentimiento de pérdida que he tenido muchas veces, me hace denegar mi continuidad, así que deje de mirarla para apretar las sogas, continuando en ayudarles a ejercer las armas que Hange quería que formáramos para poder arremeter contra el titán. Del cual empezaba a sentirme abrumado por su calor.

-¡Bien, le volamos la parte de la carne!-observaba a es capitán de las tropas de guarnición, como sus soldados lanzaban los cañones al titán, ese que ya estaba en la cercanía suficiente para matarnos.-Lo mataremos con... -no pudo finalizar, en ese momento, el titán se levantó, creando furor cuando nos cubrió con todo su vapor.

-¡Quema!-se quejó Connie, mientras que con mi cuerpo cubrí el de Adeline atrás de mi, sintiendo la fuerte bruma caliente pegarse en mi piel.

-Maldita sea. Cambio la dirección del viento.-me queje, sintiendo mucho más la bruma, la cual parecía manejar, justo como el titán colosal.

-¡Capitán no veo nada!-indicaba una mujer de las tropas de guarnición, la bruma evitaba que pudiéramos esclarecer nuestra visualización.

-¡No importa, el objetivo sigue abajo, disparen!-indicaba aquel capitán, viendo como el titán se posicionaba frente a la muralla, mostrando algo atroz y sumamente asqueroso para los espectadores como yo.

-Levi.-me llamo Adeline, sujetando mi hombro, pero solo observe detenidamente cómo aquel titán estaba despedazado ante el arrastramiento, todos sus órganos se veían y asquerosamente cayeron en el muro, creando que mi estomago estuviera sensible.

-Hoy fue un buen día para no desayunar.-comente, dejando de mirar aquella horrorizada imagen, hasta que a mi lado escuché el carraspeo de una garganta y pude ver como Adeline se atrevió a vomitar casi a un centímetro de mis pies.-Adeline, eso es tan asqueroso.-me queje distanciándome, viéndola toser.

-Lo siento.-se disculpó avergonzada e inclinada, pero ante lo sensible que era por la limpieza e higiene, recogí un balde pequeño de un balde repleto de agua, lanzándoselo encima, limpiando todo el vomito que había en el suelo.-¡Cárajo!-se quejó temblorosa, y toda empapada.

-¡Retirada! ¡Retírense!-gritaba el capitán de las tropas de guarnición, observando el pánico en la gente que huía por las calles de Ovrud.-La ciudad en la que crecí está acabada.-musitó él, devastado.

-Retrocedan, tropas estacionarias. Nosotros nos encargamos del resto.-le dije, tocando su hombro, para alertarlo e incitarlo alejarse.

-Ahora es el turno de Eren.-comentó Adeline, aún humedecida en todo su cuerpo, mientras que jalaba junto a Sasha aquel barril de pólvora que Hange nos hizo recrear.

-¿Vas a pelear así?-le pregunté, señalando su pierna izquierda, pero ambos dirigimos la mirada al destello de luz que se creó por la transformación de Eren, en su forma titán.

-¿De qué me vale ser sucesora al trono si no puedo pelear?-me preguntó sarcástica, sujetándose del barril, mientras sacaba sus hojas del equipo de maniobras tridimensionales, ella me sonrió, creando que yo bajara la cabeza, sentí mis mejillas arder.

-¡Que comience el ataque!-exclamó Erwin, elevando la bengala para lanzar el disparo rojizo, mientras que Sasha en sincronización con Armin, dispararon los baldés de pólvora a las manos del titán.

-¡Vamos!-animaba Sasha, logrando detonar esas extremidades que empezaban a quebrar el muro.

-¡Eren!-grito Erwin en cuanto el titán decayó, perdiendo el equilibrio, y fue sensacional sentir como se tambaleó el muro en cuanto Eren empezó a correr con esa red llena de pólvora.

-Vamos, Eren.-musitó Adeline a mi lado, mirando esperanzada a su hermano, y Eren rugió fuertemente, llevando a la boca del titán aquella pólvora.-¡Erwin, lo hizo!-grito Adeline, lanzando la verdosa bengala por la fuerte explosión que se detonó delante de nosotros, veíamos los pedazos de aquel cuerpo destrozarse en el aire, debíamos buscar el núcleo, debíamos acabar con Rod Reiss, porque si no, se regenerara y crearía otro escudo de calor.

-¡Acaben con él utilizando el equipo de maniobras tridimensionales!-incitó Erwin.

No lo pensamos dos veces. Nos lanzamos a la carga como el escuadrón que éramos, sería difícil encontrar ese núcleo en el aire, sin un agarre firme para el equipo de maniobras tridimensionales pero aún así, extendí mis hojas para cortar pedazos de carne que pasaron a mi alrededor con mucha fuerza, hasta que la ventisca pasó a mi lado. Me quede flotando, observando como Adeline bajaba de altitud. Había mucho gas, estaba expulsando demasiado al igual que todos los demás, pero ella traspasó delante de Historia, esto que se veía, era la unión de un lazo sanguíneo ajeno al que ellas conocían, porque no era casualidad que frente a sus ojos, aquel gran núcleo de regeneración estuviera pasándoles.-¡Ahora, Historia!-escuché fuertemente de Adeline, por lo cual me eleve más con mi gas, observando como ambas tomadas de las manos se impulsaron para cortar en un leve movimiento el trozo de carne más grande que yacía en el aire, aquel que pertenecía al núcleo y arma del titán de Rod Reiss. Una fuerte explosión se esclareció en el aire, haciéndolas estallar. Lo habían hecho, ambas habían derrotado al titán, obligándome a elevar la bengala para dar avistamiento del éxito de la misión. Parando con brusquedad en los tejados, junto a los demás, observando el montón de gente alrededor de aquella carreta y dos chicas levantándose de ella.

-¿Ellas derrotaron al titán?-se preguntaban los pueblerinos.-¿Quienes son?-continuaba cuestionándose, mirándolas a ambas estar de pie, una al lado de la otra.

-Yo, soy Adeline Reiss, y junto a ella, Historia Reiss, somos las auténticas herederas del trono.-escuché altamente la voz de Adeline, quien cubría el cuerpo de Historia.-Yo soy la reina del exterior, y ella, es la reina del interior. Ambas, manejaremos el trono, como hermanas que somos. Como las reinas de las murallas.-afirmó Adeline, sosteniendo la mano de Historia con fuerza, mientras que un bullicio de gente empezó aplaudir y elevar sus nombres, me quede en el tejado, observándola con los demás mientras que las bengalas verdosas yacían en el cielo.

-Ganamos.-murmuré, cabizbajo.

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Próximo capítulo: Lazos de sangre.
Levi y Adeline se dirigen a la tierra de los Reiss, con la esperanza de hallar algún miembro conocido del escuadrón de Kenny, topándose con una vieja aliada.

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