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𝐭𝐫𝐞𝐜𝐞

El enemigo.

El cielo estaba gris, podía observar detenidamente las nubes moverse con lentitud, pero en algún punto, llovería. Caminábamos lentamente por aquel césped verdoso, era un verde enebro el cual se volvería fangoso en el momento que las gotas de agua cayeran sobre el. Aún lado de mi caminaba Adeline, con la cabeza en algo y su cabello amarrado en una coleta. Ambos portábamos el uniforme estándar de la legión, para mostrar nuestros respeto a los caídos en la expedición de reconocimiento al terreno número cincuenta y siete. Su rostro portaba vendajes, mientras que tenía un moretón en su cuello, bastante expandido. Había sufrido lesiones graves, era milagroso que estuviera viva. La veía, su semblante estaba sin expresión, aún asimilaba las pérdidas que nos abrumaron en esta última expedición, la cual fue un costo bastante extenso. Yo también había terminado lesionado en mi brazo, pero intentaba de sobrellevarlo de una manera más sana, manteniéndolo inmóvil. Camine junto a ella, esperando que tuviera conforte mientras sostenía aquellas flores. Eran relucientes, ese color amarillo reflejaba el símbolo de la amistad para la persona a la que ella le llevaría esas flores. Habían más, de seguro los familiares y otros compañeros las trajeron, incluyéndome a mi, pero esas que traía Adeline eran sumamente especial.

-Con cuidado.-le pedí sereno cuando vi cómo se arrodillaba frente a la lápida, aquella que detallaba el nombre de Petra Ral.-No querrás poder levantarte.-opine, en burla de su estado.

-Solo me lastime algunas costillas, me torcí una muñeca y casi me rompí el cuello.-decía ella, a lo que yo tan solo rodee los ojos.

-Casi nada.-afirme de una manera sarcástica, viendo como ella tan solo miraba con detenimiento la lápida, con esa expresión llena de agobio y tristeza.

-¿Quieres que traiga más flores?-le pregunté en cuanto vi cómo colocaba las últimas flores en la tumba de Petra, a lo que yo el día anterior ya le había colocado su ramo de flores.

-Ella siempre fue muy sencilla, así esta bien... -musitó ronca, su voz estaba quebrada y agitada de tantos sollozos la noche anterior.-Voy extrañarla, después de todo; fue mi segunda amiga en la legión, y siempre estuvo a mi lado, pese a que casi nunca podía verlo.-comentaba, cabizbaja y sumamente entristecida.-La recordaré bonito. Como a todos.-acariciaba la lápida, y sonreía de una manera genuina, mientras que vi como se removía.-¿Quién trajo esa flor?-preguntó ella, notando otra flor color amarilla, pero solitaria aún lado de esa tumba.

-Ven, déjame ayudarte.-le indique en cuanto vi cómo se quería levantar, ella era sumamente sentimental, y veía sus ojos entristecidos.-Yo también la recordaré de una buena manera.-afirme, reconfortando la situación, para en si observar a la distancia como había una pareja detenida frente a una lápida, los reconocí.

-Son los padres de Conan.-dijo Adeline, quien pareció reconocerlos también, ella quedó helada, tanto que me miró de una manera penetrante como si buscara un tipo de salida en cuántico vio como ellos se dirigían hacia acá.

-Relájate.-le pedí, viendo como se tensaba, y yo tan solo coloqué un semblante serio a los más mayores que se acercaban a nosotros.-No te comerán.-le decía, pero ella me miró fulminante y fría, a lo cual desvíe la mirada.

-¿Adeline?-la mujer se dirigió a ella, mientras que observe cómo Adeline levantó la cabeza para girarse y observarlos.-Me recuerdas, ¿no es así?-le preguntó, a lo que Adeline vagamente asintió con una sonrisa un poco fingida, pues en este momento sus facciones de felicidad no destellaban en ella, estaba marchita como una flor sin pétalos.-Se que como nosotros estás tomando tu duelo.-decía la mujer.

-Le doy mi pésame por la muerte de Conan. Quiero decirles que estoy honrada y a la vez avergonzada por su injusta muerte. Mis palabras no confortarán la ausencia de su hijo, pero puedo decirle que fue un soldado sin límites a quien admire. Creció y sin duda alguna, consagró su corazón hasta el final.-musitaba ella, mientras que la pareja la observaba con tristeza y a la vez conmoción, me mantenía en silencio, pues ya claramente yo le había dado mi pésame a la familia.

-Él te quiso muchísimo.-decía la señora, quien sonreía observando a Adeline.-Siempre nos hablaba de cómo tus ojos lo habían cautivado. Espero que su muerte haya significado algo-decía.

-Yo si realmente espero que la muerte de nuestro hijo no haya sido en vano.-expresó el hombre mayor, era el padre de Conan, dos gotas de agua.-Y más cuando dio su vida por ti. Espero que tú oportunidad de vida sea más valiosa que la anterior.-decía frío, empezando a incomodarme en cuanto vi cómo Adeline se veía avergonzada e intimidada.

-Siempre lo ha sido.-musité yo, para con cuidado tomar por el brazo a Adeline, y girarla hacia mi.-Nuevamente le enviamos nuestro pésame por este suceso, a todos nos ha conmovido. Ella debe descansar, es hora de que nos vayamos.-afirme, para entonces ver cómo la pareja de una manera entristecida y aturdida, veían cómo me aislaba con Adeline, quien iba cabizbaja.

-¿Cuántos más deben morir Capitán Levi?-se preguntó aquel hombre, a quien creí haberle dado la espalda, pero su pregunta me afectó como a la chica aún lado de mi.-Traen más oscuridad que luz, ¿cuando todo esto se acabara?-se preguntaba.-Hoy soy yo quien sufre, ¿mañana otro padre deberá hacerlo?-se cuestionaba, pero decidí seguir adelante con Adeline.

-¿Lo crees realmente?-me preguntaba ella, caminando conmigo mientras pasábamos por el lado de algunos soldados, que de seguro venían a darle pésame a otros que perdimos en la expedición.-¿Siempre he sido igual de valiosa?-me preguntó.

-Confórmate que para mí si.-afirme, mirando sus ojos color avellana, y como ella bajaba la mirada, a lo que salíamos del vago cementerio, dejando esa nube gris atrás, pero aún así, nosotros llovíamos por dentro.

-Tengo mucha rabia e impotencia, Levi.-me contaba, deteniéndose, para observar nuevamente el cementerio, a lo cual me detuve para quedarme a su lado.-Hubiera querido poder salvar a todos aquellos que han dado la vida por mi, quizás eso me haría sentir que soy más valiosa, solo por el hecho de que los dejé vivir, en vez de tener que venir aquí a traerles flores. Eso si es ser valiosa.-musitaba, mirando a la nada, mientras que yo veía sus facciones, entendía sus sentimientos, más que nadie.

-Adeline, si ninguna de esas personas se hubiera sacrificado por ti, puedo asegurar que lo que ves actualmente, no estaría.-afirme, girándome.-Me adelantaré.-le avise, viendo como ella asentía, a lo que continué caminando en la soledad de aquellas aceras.

El clima frío y grisáceo, justo como nos sentíamos todos. Intentaba de recrear un balance, pero yo de por si sentía que por dentro estaba muerto, por todas las adversidades que había pasado en toda mi vida. Yo peleaba incluso antes de estar peleando en contra de los titanes, yo perdí gente aún antes de que se enfrentaran a las afueras de estas murallas. Era fuerte, pero pese a eso, no dejaba de sentir mi corazón ablandarse con la muerte de mis compañeros. Mientras caminaba pensaba, y realmente temía que sus vidas hayan sido en vano, que cada uno de ellos murió sin sentido. Separaba y entendía que esas personas que han muerto sacrificándose por otras personas, habían sido las más valientes e importantes que podría guardar en mi corazón. Era por eso que tenía en mi bolsillo la insignia de Conan, la acariciaba, porque creía en la voluntad de aquel varón cuando decidió ponerse frente a ese jodido titán. Para mi é no murió en vano, y podía decirlo, lo admiraba. Lo supe en cuanto mire atrás y observaba a esa mujer detenida con vida, observando la tristeza reflejarse en su corazón en cuanto veía las rumbas de sus camaradas. Continué caminando, dejándola atrás, esperando que en algún momento volviera a mi, pero sabía que realmente yo a pesar de todo, era quien giraba con mi frío corazón a sus brazos tan cálidos, pero en este momento, debía ella encontrar su camino luego de esta tragedia.

-¿Y qué pasará ahora?-restregué mis ojos, sentado en aquel sofá, mientras veía la noche a través de la ventana y como aquel comandante estaba parado ahí, dándome la espalda.-Tendrás que buscar a nuevos reclutas para tu escuadrón. -comentaba, girándose para observarme.

-Parece ser que ya lo tienes todo resuelto, Erwin.-dije, mirándolo, viendo como se dirigió a sentarse encima de su escritorio, revuelto de papeles e informes.

-Después de la información que recibimos ataque del titán hembra, estoy seguro que es conveniente tener a esos chicos cercas.-decía.-Ese chico, Armin Arlert tiene una mente muy brillante. Sin duda alguna, podría tener el futuro en sus manos. Sus habilidades exceden las mías.-opinaba Erwin, con mucha seguridad.

-¿Crees que diga la verdad?-le pregunté, mientras que aquella puerta se abrió, mostrando a la insoportable cuatro ojos que espabilaba hasta por los codos, de verla simplemente me amargue.

-Erwin, ¿querías verme?-pregunto, cerrando la puerta a sus espaldas, mientras que me miró.-¿Y Adeline? ¿Se encuentra bien?-añadió a su curiosidad, para mirarme detenidamente esperando una respuesta.

-Hange, creemos acercar ante la identidad del titán hembra. Gracias a la información que Arlert nos prestó, hemos podido recrear un plan para investigar al sucesor.-decía Erwin.-Preferiblemente podremos hablarlo los tres, pues quise que Adeline descanse. Ella será base de la pelea en contra de este titán, estará lista.-opinaba.

-No creo que Adeline deba estar en esta misión. Ha sufrido una gran pérdida.-opinaba Hange.

-Adeline está de acuerdo. Y respetaré sus decisiones.-interfirió Erwin.-Ella será quien manejará esta misión, lo manejará perfectamente. Confío ciegamente en ella.-añadía.-Además, lo importante es cómo sobrellevará esto ante la revelación del sucesor, o mejor dicho, sucesora.-Arlert está seguro de que posiblemente tuvo que ver con la muerte de Sony y Bean, Hange.-le decía, viendo como ella se sorprendía.

-Dile quién es.-pedí yo, viendo como Hange parecía estar curiosa ante eso.

-Annie Leonhart.-nombró Erwin, mientras que Hange le miró con detenimiento.-Parte de los reclutas que provenían del escuadrón ciento cuatro. En el cual Eren Jeager formaba parte.-contaba, viendo como Hange se quedaba parada en medio de la oficina analizando.

-Erwin. Si en caso de que acertáramos, debemos apostar que la señorita Annie Leonhart no es la única titán cambiante como Eren.-opinaba esta.

-Levi parece pensar igual que tú, Hange.-decía Erwin, mirando los papeles que habían en su escritorio.-Es por eso que he pedido la mayoría de los actas provenientes de los reclutas, quiero conocer de dónde vienen y en caso de que hayan similares a ella, los embostaremos.-decía, recogiendo aquellos papeles para leerlos.-Con todo lo sucedido hace cinco años, es imposible poder encontrar papeles que vengan de estos reclutas, pero podría ser posible hallarlos. Debe haber información mínima que nos guíe a ver si tenemos otro enemigo con el cual debemos enfrentar.-añadía, tan seguro de sus palabras.

-¿Cuál es el plan?-preguntó ella, mirándome a mi y a Erwin, quien se levantó de su escritorio para acercarse nuevamente a la ventana.

-Tenemos al gobierno real encima de nosotros, debido a las bajas y a la custodia de Eren Jeager. Lo utilizaremos como ventaja, Leonhart es perteneciente a la policía militar. Armin creó una posible ventaja por su amistad e interés amoroso en ella, la utilizará para llevarla a la emboscada, haciéndole creer que la necesitan para que Eren pueda escapar de Trost.-contaba Erwin.-Necesito a tu escuadrón a los alrededores, la llevaremos por los viejos pasadizos que conducían a la ciudad subterránea, Levi lo sugirió y creó que es una excelente opción. Llevarla allí sería acorralarla, será difícil que se convierta sin que sepamos su identidad. En caso de que se niegue, sabremos que debemos preparar nuestras mejores armas para enfrentarla.-nos avisaba, seguro de lo que decía, estaba apostándolo todo otra vez en esta decisión conflictiva.

-Hablaré con mis hombres, les dejaré al tanto.-comentó Hange, pero Erwin rápidamente denegó.

-Se sigilosa. No queremos que la voz se riegue, no nos conviene levantar sospechas.-interfirió, a lo que está asintió, para acercarse a la puerta e irse.-Bien, tú puedes irte a descansar.-me dijo, sentándose en su silla, observando todos los papeles que tenía a su alrededor.

-Erwin.-le llame, aún sentado, viendo como me miró esperando una respuesta.-¿Crees que Adeline mejoré?-le pregunté, recordando la vaga tristeza que recorría en los ojos de la chica que anduvo conmigo en la mañana. Erwin me miró sin expresión, suspirando.

-Temería que no fuese así, pero debemos ser consiente que ha ido perdiendo su humanidad a través de los años, Levi. Este golpe fue fuerte. Quizás algo en ella no vuelva a ser igual, es por eso que quiero su potencial en la misión de captura al titán hembra.-me contaba él, dejando los papeles aún lado.-Conozco a Adeline, no más que tú, pero estoy seguro que podrá sobrellevarlo como las últimas veces, porque a pesar de que otra vez recibió un duro golpe, tiene algo que siempre ha tenido... su familia, a nosotros, pero más que eso, a ti Levi.-dijo, mirándome detenidamente.-Has sido el mismo hombre cortante, pero leal que conocí en aquella podrida ciudad, pero si algo he visto en ti desde esos años, es que con ella eres más blando que cualquiera. Te necesitará.-añadía, a lo que yo escuchaba atentamente.

-Erwin, te prometo que antes de que mueras, me casaré con ella.-expresé, viendo como él sonreía, asintiendo.

-No me lo prometas, mejor cumple tu promesa cuando te cases con ella. Estaré contento.-decía, mientras que se cruzó de brazos.-Se que este trabajo consume, el tener ese balance es casi imposible, pero se que algún día tú y ella, serán felices para siempre. Es por eso que aún vive.-me levante ante escucharlo, para ver cómo él parecía suspirar, ese suspiro que provocaba el sentir que alguien faltaba a su lado.

-¿A quién extrañas?-pregunte, quedándome en la puerta, para ver cómo él negaba, pero esa sonrisa de lado.-¿Grace?-sonrío, recordando a esa subordinada con un cabello rubio y azulados ojos, era una mujer de estatura alta y guapa, pero para mi, no había nadie más que cegara mi vista como aquella Jeager.-Creí que volvería después de un año afuera.-musité, viendo como asentía.

-Si. Vuelve.-afirmó, levantándose de la silla para mirar la ventana.-Decidí que Hange logrará comunicarse con ella, se que la necesitamos. Volverá al menos como su subordinada, pero se que tendremos que lidiar con lo qué pasó.-me contaba.

-Pensándolo bien, creo que ha vuelto.-expresé, observándolo, viendo como se tenso.-Adeline y yo fuimos al cementerio en la mañana para llevarle flores a las tumbas de nuestros compañeros, pero en la de Petra Ral había una flor amarillenta aparte de la que trajimos.-le comentaba.-Grace de seguro ya está aquí. Espero que te apliques tus consejos, Erwin.-le dije, acercándome a la puerta para poder salir, pero él reía.

-El maestro no juega Levi, nunca juega.-dijo, deteniéndose en la ventana, era como si estuviera abrumado por la idea de que esa chica estaba más cerca de lo que creía.

Como olvidar a Grace, la mujer que sanó su herido corazón, pero sin duda alguna, él había herido el suyo. Hace un año que no yacía en los alrededores de este vago cuartel, de seguro esta noticia alegaría a muchos, y más a Adeline. Fueron muy unidas, pese a que Grace comenzará un año después de mi y Adeline, pero seguía a nuestra altura, era un buen soldado y con una mente brillante. Fue una lástima que su lesión no solo fuera en su pierna derecha, si no en su corazón. Así era el amor. Cuando entregabas todo de ti hasta perderte, porque crees que así será suficiente, pero a veces no lo es. Me detuve en aquel banco, como siempre, como de costumbre. Me quede allí, sintiendo la brisa del aire fresco. Recordaba cómo era mi anhelo por sentir el aire de las afueras cuando vivía en aquella ciudad, a veces creía que era un sueño, porque lo más que anhelaba y disfrutaba de soñar, era que recordaba a mi madre en cada uno de esos anhelos tan lejanos. Quizás no era el hombre que ella deseó que fuese, pero sin duda alguna podría ser en un futuro el hombre que aquella chica que hacía sentada sola en un banco frente al bosque necesitaría. Ahí estaban mis alas para volar, pero se que en su momento mi vida y la suya estarán entregadas en el amor. Por ahora, nuestro mayor propósito era no sólo responder por nuestro trabajo o la insignia de alas que cargábamos en la espalda, si no también por la esperanza de la humanidad, Eren Jeager.

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Próximo capítulo: Mi furia.
Adeline se dirige al cumplimiento de la próxima misión establecida por el comandante, pero se someterá a una prueba de emociones cuando se enfrente al titán hembra.

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