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𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

Desconocer.

-¿No te vas a vestir?-me preguntó ella, mientras ajustaba con fuerza los cinturones en sus caderas, aguantando el peso del equipo de maniobras tridimensionales.

-Si algo está sucediendo. No creo ser de mucha utilidad, Adeline.-opine, dirigiéndome a un cajón cercano que tenía aún lado de su cama.-Préstame esto.-le pedí cuando lo abrí, encontrándome con aquel pequeño revólver.-¿Esta cargado?-le pregunté, a lo que ella asintió.

-¿Qué está pasando?-se preguntaba.-¿Otra vez tenemos que pelear? Algo no está bien.-afirmaba peinándose, mientras que podía ver cómo varios soldados pasaban con rapidez.

-Adeline muévete, los titanes no van halagarte.-decía gruñendo, viendo como ella fulminante me miraba, para pasar por mi lado con brusquedad y prisa.

-Parece que llegue en buen momento.-miré atrás al salir de la habitación de Adeline, topándome con que Grace habría llegado hasta acá.

-Con tantas faltas de práctica, no creo que puedas sostenerte en tu propio balance.-musité yo, quedando entre medio de ellas.

-No subestimes nunca a una mujer, capitán.-hablo Grace, viendo como en los alrededores los soldados se preparaban.-Sin olvidar que hoy estás más gracioso de lo usual.-añadió con sarcasmo a mi comentario.

-Adeline.-me giré en cuanto escuché una voz femenina dirigirse a la joven delante de nosotros, pudiendo ver en si entre los pasillos a la chica de cabello negro oscuro y ojos grisáceos pequeños, si no mal recuerdo su nombre era...

-Mikasa.-Adeline la nombró, examinándola.-De seguro los enviarán en la primera línea con nosotros. Intenta de que los chicos se alisten, y tú también. Prepárense para lo peor.-expresó Adeline, a lo que Mikasa delante suyo asintió, yéndose de su lado.

-¿Quién era esa niña?-preguntó Grace, curiosa ante ver la confianza que se transmitió en ella y Adeline.

-Es mi hermana.-afirmó Adeline, caminando junto a nosotros por los pasillos, queriendo llegar hasta donde estaría Erwin, para así esperar instrucciones mayores.

-Creí que tenías uno.-musitó Grace, viendo como Adeline dio una señal de mano, mostrando tres dedos; una grata referencia de que tenía tres, tres hermanos, se que los dos añadidos no eran de sangre, pero tanto Mikasa como el joven rubio de ojos azulados, los había cuidado como si fueran sus hermanos.

-Tengo tres.-arreglo Adeline, a lo que ella abrió extensamente aquella puerta, llevándonos a la entrada de la oficina de Erwin, quien yacía mirando la ventana, mientras nos daba la espalda.

-Carajo. Nunca me dejan dormir esos malditos titanes.-expresé yo, cerrando la puerta a mis espaldas, viendo como él se giró para examinarme.

-¿Puedes ir?-me preguntó, sabiendo que estaba lesionado, y que aunque resultara de utilidad, no duraría mucho para un combate contra titanes.

-¿Acaso tengo otra opción?-le pregunté, observando aún lado de mi como un soldado yacía con un papel, observando algunos datos.

-Parece que fue una buena elección que el capitán Nick manejara a la ciento cuatro. Debe tener todo bajo control.-comentó aquel hombre, cerrando las notas para bajar la cabeza e irse.

-Eso espero.-musitó.-Adeline, encárgate de preparar a Eren y compañía, esperen a Hange junto al pastor Nick en la salida. Ellos los acompañarán con Levi. Estoy seguro que Grace también querrá acompañarlos.-indicó Erwin, girándose para observar cómo Adeline se quedó desconcertada ante eso que dije, pero no era la única.

-¿Qué hace Hange con un pastor de la iglesia?-preguntó Adeline, esperando una respuesta de Erwin.-¿Se trata sobre el titán que hallaron dentro del muro?-esclareció su pregunta, pero Erwin de manera tediosa, guardó silencio.

-Erwin.-le llame, esperando que respondiera ante lo que Adeline había refutado.

-Hange cree tener la intuición de que el pastor Nick tiene conocimiento sobre el hallazgo del titán en el muro de Stohess.-respondió Erwin, nuevamente dándonos la espalda mientras miraba la ventana.

-Los esperare en la salida.-indicó Adeline, girándose sobre sus talones, mientras se dirigió nuevamente a la puerta, pasó por mi lado como una estrella fugaz, dejamos la puerta abierta.

-Grace, encárgate de ir dirigiendo a los soldados a sus caballos, prepáralos para la salida a Karanese.-pidió Erwin, la rubia aún lado de mi no tardó en asentir, para girarse e irse por el mismo lugar que su compañera se había ido.

-Erwin, ¿tu que piensas?-le pregunté yo, viéndolo afligido a sus pensamientos.

-Que ni siquiera estamos a un paso de saber la verdad, Levi.-musitó, girándose para observarme.-Eren aún está lastimado, no creo que pueda combatir contra algún titan sobre elevado a él. Esperemos que la cosa no pinte tan feo.-continuó diciendo, intentando de estar calmado.

Vi cómo Erwin se preparaba, se colocaba su verdosa capa por encima, al igual que inmovilizaba en sus caderas los pasados equipo de maniobras tridimensionales. Los ajustó fuertemente. Erwin era un hombre alto y grande, estaba preparado para soportar cualquier peso, incluso el de miles de muertes a su alrededor. De a poco, de por si cuando lo conocí, él no tenía ni siquiera un brillo de felicidad en sus facciones faciales, pero ahora parecía no tener absolutamente ni rastros. Ambos habíamos pasado por un duro camino, uno con privilegios, más que otro, pero llegamos al mismo destino con un solo propósito. Mi estimación hacia él, era muy diferente a la de otros compañeros, era un lazo que ni yo mismo podía entender, pero para mi era casi imposible abandonarlo en cada una de sus decisiones, sin importar que; jamás he fallado a ninguna, aunque no esté de acuerdo, al final siempre hay una convicción que lo lleva a tener la razón que nadie creyó que tendría. Lo curioso es que, ese sentimiento de lazos, parecía sentirlo con alguien más, parecía sentir que no importaba lo mucho que deseara alejarme de Adeline, mi cuerpo me obligaba a estar ahí, a defenderla. Aunque supiera claramente que tenía las habilidades e inteligencia para arreglárselas, no podía dejar de apretar el mango de mis hojas para sobre protegerla, quitándole el valor de lo fuerte e indestructible que era.

Cambie la mirada cuando Erwin me miró, como si descifrara que estaba sometido a mis pensamientos. Él pareció haber culminado, porque había llegado a mi lado, pero como era, preferí mi espacio personal y me distancié. Se quedó aún lado de mi aún así, mientras que juntos salíamos de esa oficina, sin nunca saber si regresaríamos completos. Los pasillos estaban vacíos, Grace de seguro había creado una suma organización afuera, una donde estuvieran las carretas armadas, las primeras líneas de defensas, y las centrales. Incluyendo la cómoda posición para montar los caballos, sin tener que demorarnos. Ella siempre fue muy buena en eso, por eso Erwin se lo pidió, conocía su organización. Siempre fue una buena líder, pero nunca ha querido tener un papel más arriba, podía entender porque. Ser un capitán, un teniente o comandante, no era tarea fácil, no era nada de fácil cargar con tantas cosas y tener que caminar como si nada pasara, a pesar de que una línea fina de sangre te persiguiera, por todos esos que murieron en batalla; pero aún así, seguíamos avanzando. Sobresalimos afuera del cuartel, observando y cómo predije, todo yacía en orden, aunque el bullicio por la preocupación continuaba sonando en el alrededor, Grace mantenía todo bajo control. Adelante ella estaba con los caballos, mientras que en las caretas, pude ver a Adeline junto a esos tres niños, sentados.

-Iré a la primera línea. Hange se supone que este por salir, ha demorado algo.-expresó Erwin, a lo que asentí, viendo que como él se iba, Grace venía; ambos se pasaron por el lado, sin mirarse.

-Cuatro ojos... -estalle en molestia, adentrándome nuevamente al cuartel, pero rápidamente a la primera habitación ante visualizar al subordinado Moblit salir con varios planos en su mano.-¿Dónde está?-le pregunté firmemente, para ver cómo esté apunto de dejar caer sus planos, me señalaba la habitación.-Gracias.-agradecí fríamente, para abrir la habitación repleta de libros, observando aquella mujer sin sus anteojos, observando una curiosa pieza en la mesa.-Llevamos rato esperando. Solo faltas tú.-indique, bufando, para ver cómo ella asentía, recogiendo los planos para yo girarme, y salir nuevamente.

-¿Ya?-me preguntó Grace, a lo que asentí.

-¿Irás con nosotros?-le pregunté, viendo como ella asintió.-Bien... -musité, observando todo el lugar, para ver cómo ya los soldados estaban listos para salir.-Maldita cuatro ojos, siempre nos hace perder tiempo.-esbocé en cuanto vi a Hange sobresalir del cuartel, de una manera animada mientras la rata a su lado, iba con una fría y cortante expresión.-Me avisaban si tardaban más, aprovechaba para tomar una siesta.-indique yo, a lo que ella se colocó a mi lado para dirigirnos a la carreta.

-Lamentó el retraso, me tarde más de lo que creí en prepararme-esbozó Hange con ánimo, observando a los chicos en la carreta, mientras que Adeline estrechó su mano para ayudarme a subir, lo cual orgullosamente acepte.

-¿Quién es ella?-se preguntó Eren, observando cómo Grace se montaba encima del caballo, obteniendo las cuerdas, para ir movilizándolo.

-Disculpa mi descortés actitud, mi nombre es Grace, Grace Arlert.-se presentó ella, notando como los tres jovenes la miraron desconcertados, para observar al rubio de azulados ojos que penetrante la miró ante el nombramiento de su mismo apellido.-Estaré acompañándolos, espero que podamos llevarnos bien, soy muy guay.-sonrió ella.

-Mi nombre es Armin Arlert, de seguro somos parientes lejanos.-se presentó animadamente el pequeño delante de Hange en la esquina derecha; Armin estrechó su mano para Grace hacer lo mismo asombrada.

-Bueno cariño, créeme que es un honor.-expresó ella, sonriente ante él, mientras que se giró nuevamente para acomodarse.

-Sargento, ¿por qué hay alguien del culto de las murallas?-se preguntó ese mismo curioso niño, dirigiendo su mirada a un inexpresivo Nick, quien estaba aún lado de mi; Mikasa Ackerman yacía frente a mi, mientras que Adeline estaba sentada entre medio de ambos.

-¡Ah, Nick y yo somos buenos amigos!-expresó Hange, abrazando de lado a Nick, mientras que con una expresión seria, miraba a la nada, intentando de no escuchar la chillona voz de Hange, pero era inevitable; lamentablemente.-No le presten atención. Bueno, de todas formas este escuadrón no tiene ninguna lógica. ¿O si, Levi?-ella se asomó, de seguro me miraba, pero yo solo miraba a esos tres chicos delante de mi, quienes atemorizados por mi falta de expresión, evitaban el contacto visual conmigo; excepto la joven, con facciones muy similares a mi.

-No. Si la tiene.-esclarecí.-Erwin los eligió a ustedes por alguna razón.-fue lo que dije, manteniendo mi brazo derecho elevado para evitar molestia ante los músculos que me dolían.

-Adeline, ¿tu que piensas?-pregunto Hange, dirigiéndose a Adeline, quien seriamente se mantenía cabizbaja, mirando sus manos.

-Ni siquiera pienso.-musitó, respondiéndole cortante mente a Hange, quien extraña ante su comportamiento rio, para evitar la tensión.-Grace, prepárate.-le pidió Adeline ante observar que las puertas estarían abriéndose próximamente.

-¡Abran la puerta!-ordenaron, como habíamos prescindido, pero continué en quedarme sentado aún lado de esta molesta gente; pero podía observar a los soldados encima de sus caballos, sosteniendo antorchas de luz mientras que Erwin pasaba aún lado de ellos con prisa.

-¡No está clara la situación de la muralla Rose, pero todo está tranquilo hasta el distrito Hervís, ahorraremos tiempo si vamos por ahí! ¡Adelante!-nos advirtió aquel comandante, cuyo movimiento sería desde la primera línea, muy adelante de nosotros.

-En marcha.-le pedí a Grace, quien elevó las cuerdas con brusquedad para que los caballos iniciaran su andar detrás de los soldados.

Los caballos avanzaron, arrastrándonos con su fuerza detrás de esa multitud. La mayoría debía estar agotada. Eran días sin descanso, días lejos de sus familiares, pero esta milicia era un costo que todos pagaríamos, y no por pecados. La brisa de la noche removía nuestros cabellos, todos se mantenían en silencio, sometidos a cada uno de sus pensamientos, pero no podía dejar de cuestionarme el porqué Erwin se le había apetecido que estos niños nos acompañaran en este viaje. Formaban parte de la legión, pero él estar aquí junto a nosotros, era un privilegio que no se les otorgaba sin un haz bajo la manga. Podía observar a Eren cabizbajo, una manta cubría sus hombros, sostenida por Mikasa a su lado, quien no dejaba de mirarlo con detenimiento. Sus grises ojos la afligían a mirarlo con preocupación, pero él simplemente estaba en la nada, observando cortamente al pastor delante suyo, quien de seguro lo debía mirar con la misma curiosidad. Realmente no lo culpaba, pero a este paso, todos estábamos ajenos a lo que verdaderamente estaba ocurriendo, no tan solo en el muro Rose, fuera de estos muros que nos separaban de una verdad que creíamos conocer, pero realmente, ya ni siquiera sabemos en quién podríamos contar. Alce mi mirada, notando como Adeline se mantenía cabizbaja, algo ronzaba en ella, algo muy extraño que podía sentir.

-Armin, ¿qué ocurre?-le preguntó Hange al mocoso frente a ella, quien parecía proseguir en cuestionar la presencia del pastor Nick.

-Aún no nos ha dicho la razón por la cual verdaderamente él está aquí, sargento.-musitó Armin, mirando con respeto a Hange, quien suspiró gruesamente, a lo que me miró indecisa.

-Diles.-autorice con mi mirada, dándole la convicción de que era buen momento para charlar, aunque me molestara escucharla.

-Bien... -asintió ella en un suspiro, lista para proseguir en lo que debía decirles a los chicos delante suyo.-El pastor Nick, tiene conocimiento desde algún tiempo acerca de la inmovilidad de los titanes dentro de los muros. Es por eso que está aquí, esperamos que próximamente deje sus convicciones y pueda contarnos la verdad sobre él porqué hay titanes dentro de los muros.-les dijo Hange, a lo que note la impresión de los chicos por su información.

-¿Él lo sabía?-preguntó Eren, notándose sorprendido. -¿Entonces, si hay titanes dentro de las murallas y él lo supo todo el tiempo?-continuaba preguntándose, luciendo molesto.

-Así es. Sin embargo, no ha querido decir una sola palabra.-afirmó Hange.-Por eso lo traje con nosotros, para que vea la realidad. Será que sus creencias son tan fuertes para mantenerse sin hablar, o verlo con sus propios ojos lo hará cambiar de opinión.-detalló, mientras que Eren con impotencia se levantó.

-¡No, no, no! ¡Esto es una maldita locura!-indicó el chico, de manera impulsiva mientras golpeó una basa alta de la carreta que nos dividía. -¡Si sabe algo no puede callarse, díganoslo! ¡Nada es más importante que evitar a costa la extinción de la humanidad!-le pedía, pero automáticamente Eren ante la falta de energía, se desplomó hasta quedarse sentado nuevamente.

-Eren, tranquilízate. Aún sufres los efectos de la transformación.-le decía Mikasa, examinándolo.

-Así es.-afirmó Adeline, quien elevó la mirada para observar fijamente a su hermano.-Cálmate, deja tus impulsos para otro momento, Eren.-le pidió, con una expresión sumamente seria que Eren pareció desconocer.

-Hay muchas formas de obtener información. Quizás ahora soy un soldado herido e inútil, pero todavía soy capaz de vigilar a este hombre. Y en serio espero que lleguemos a un acuerdo sin tener que dispararle.-comente yo, mientras que mi brazo derecho estaba elevado, sosteniendo en mi mano aquella arma que cargué y le robe a Adeline, apuntando en dirección a Nick, a quien miraba de reojo como él a mi.

-Las amenazas no funcionan, Levi, créeme, ya lo intente todo.-interfirió Hange, frustrada.

-¿Todo?-alce mi mirada, observando cómo Adeline se levantó, sacando sus hojas del equipo tridimensional para apuntar directamente al cuello del pastor, quien no podía respirar; le miramos impresionados por su inesperado movimiento.-No creo que a los titanes le moleste tener un santo bufé.-musitó ella, mirándolo detenidamente, pero simplemente parecía darle desprecio en su mirada.-Ilógico como pides que expiemos pecados, pero tú te llenas de ellos.-murmuro ella, sentándose para esconder nuevamente su hoja ante ver que el pastor, no se inmutó en ninguna de nuestras amenazas.

-Sin embargo, creo que este pastor es una persona razonable. Por eso me preguntó que si la razón por la cual no habla, es porque sabe algo más importante sobre el destino de la humanidad.-comentó Hange, mirando a Adeline desconcertada ante su imprudente movimiento.

-Eso sigue afirmando, que desconocemos más de lo que creemos.-indicó Adeline, bajando nuevamente su cabeza, a lo que observe a Hange sacar aquella jodida roca que no dejaba de observar en el cuartel.

-¿Vas a seguir mirando esa roca?-le pregunté a ella, pero se quedó en silencio, ignorándome por completo.-Hange. Te estoy hablando, cuatro ojos.-le volví a llamar, captando su atención ante mi cortante y fría voz.-¿Desde cuando te empezaron a gustar las rocas, es tu nuevo pasatiempo?-pregunte.

-Así es. ¿Lo dices por esto?-se preguntó ella, por lo cual me quede en silencio por la obvia respuesta de su insignificante pregunta.-Aunque no es una roca cualquiera. Es un trozo de la coraza de cristal que rodea a la titán hembra.-esclareció, pero realmente, era nulo para mi.

-¿No se evaporó?-se preguntó Armin, mirando la roca con la misma convicción y necesidad que ella, la analizaba, podía verlo tan pensativo.

-No.-afirmó Hange.-Annie volvió a su forma humana, pero este fragmento que le quite sigue intacto. Aunque lo alejen de ella, no desaparece. Como es tan inusual, lo analice. Resulta que su composición y textura son exactamente iguales a las que presentan un fragmento de la muralla. Esto indica que probablemente los titanes que están dentro de las murallas, actúan como pilares y que la superficie puede estar hecha de la misma coraza mineral.-detalló, mirándolo a él, mientras que todos ellos parecían estar impresionados, aunque no podía negar que yo también; creándome una sed de curiosidad, quería saber más.

-Significa que Armin siempre tuvo razón.-opinó Mikasa, observando a Hange algo sorprendida ante el aparente asentimiento de su compañero.

-¿Entonces?

-¡No! Silencio, espera a que termine de hablar.-Hange tapó la boca de Armin para evitar que este hablara, con convicción lo miró, evitándole que continuara expresándose; pero aún su diminuta mano estaba en el rostro del joven, incomodado por su cercanía.

-Quítale las manos del rostro, Hange.-le pidió Adeline, quien estaba peleando una fruta, a lo cual extendí la mano por debajo, para que me diera un pedazo; bufando, me la paso.

-Tal vez tengamos unos problemas para sellar la abertura de la muralla Rose, a menos que encontremos una roca del tamaño exacto para rellenarla. Pero, tal vez si Eren se transforma en titán y aprende la habilidad de cristalizar su cuerpo, tal vez consiga cerrar la abertura.

-¿Quieren que yo cierre la abertura?-se preguntó Eren, observándonos.

-Si al transformarte en titán creas el mismo material, la roca no desaparecerá aunque vuelvas a la normalidad. Ahora tenemos una nueva posibilidad, ¿no lo creen?-se preguntaba Hange.

-Creo que vale la pena al menos hacer el intento, ademas, si hacemos que eso funcione, podríamos recuperar la muralla María también. Con el método tradicional, es necesaria llevar una gran cantidad de materiales. Eso nos obliga a llevar caravanas de suministros fuera de la muralla, pero, si no hubiera necesidad de llevar suministros; llegaríamos a ShingaShina rápidamente. Propongo que lo intentemos esta misma noche, ¿qué les parece?-se preguntaba Armin, a lo que Hange no evitó en acceder a este improvisado plan.-Cuando los titanes están inmóviles.-esclareció.

-Comprendo tu punto. Es verdad que un grupo reducido podría llegar sin problema hasta la muralla María, incluso aunque parece que no tenemos salida, siempre nos queda un poco de esperanza.-decía Hange, afligida a la extraña roca que tenía en su mano, esperanzada por el hecho de seguir avanzando.

-Si, pero eso solo depende de si Eren será capaz de reparar la abertura de la muralla.-expresó Armin, observando a su amigo aún lado, quien estaba en silencio sintiendo el terrible cargo que le sometían.

-Eren, se que te estamos pidiendo demasiado, pero... ¿crees poder hacerlo?-le preguntó Hange, pero Eren con convicción miró a su hermana, quien lo miró por un momento; era como si él esperara una aprobación de su parte.

-No mires a tu hermana.-le pedí a Eren, mirándolo fijamente.-Porque esto no se trata de si puedes o no, simplemente, no hay opción. Tienes que hacerlo, en esta situación, si la legión depende de este plan descabellado es porque no hay otro plan. Así que deberás tener éxito.-le indique, viendo como él bajo la cabeza, sometido como un esclavo de nuestra necesidad, pero realmente, de la suya propia.

-¡Si! Lo haré, tapare la abertura de la muralla. Tengo que hacerlo... Tenemos que descubrir qué hay en ese sótano.-vi como él asintiendo, saco del cuello aquella llave que colgaba de un collar.-Si lo que menciono mi padre es verdad, entonces ahí deben estar todas las respuestas.-murmuro, observando a Adeline, quien le desvió la mirada, nuevamente presentía que algo extraño le sucedía.

-Llegamos a Hervís.-anunció Grace, deteniendo la carroza, al igual que pudimos observar la muralla, y como los soldados se preparaban; Erwin debía ya haber tomado la adelantara al cuartel de este distrito.

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Próximo capítulo: ¿Quién es el enemigo?
Ante su llegada al Hervís, una nueva amenaza cercana los arropa.

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