𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨
Traidores.
Adeline Jeager
Mi cuerpo se movía constantemente ante los movimientos de la cabalgata que proporcionaba aquel cabello en donde estaba montada. Sostenía las cuerdas con fuerza, sintiendo como se fragmentaria la textura de ellas en mi mis manos. El día habría salido hace varios minutos, la frescura de la mañana se sentía con el frío pegándose en mi piel, mientras que mi verdosa capa se elevaba en su ventisca. Tenía mi cabello amarrado en una coleta, sintiendo como aún así, esta también se movía por la brisa. Mi mirada estaba en un mismo objetivo, esperar llegar a las ruinas donde se supone que estarían mis compañeros, siendo líderes y capitanes de un pequeño grupo que habrían sacado aparte para el desarrollo de sus habilidades y capacidades externas al terreno de titanes. Esperaba que todo estuviera en orden, pero no podía esperar menos, desde meses atrás, las cosas ya no estaban bien. Alce la mirada, podía ver a Eren con una mirada objetiva. Él esperaba llegar, en su rostro conocía la verdad que sus ojos ocultaban, él esperaba que sus expectativas no se cumplieran, esperaba ser decepcionado y traicionado, ya no podía esperar menos de el mundo, porque desde que nació, todo ha sido cruel para él. No tanto para mi, para él. Ahora mismo, la persona que más amaba en este mundo, tenía el cargo de salvar a la humanidad y llevarlos a una luz de esperanza, pero no podía dejar de preguntarme, ¿quién salvara a mi hermano de la oscuridad que lo arropara?
Podía ver sus facciones aún lado. Ya dejaba de ser un niño, ese que siempre intentaba de cargar cuando era pequeña, pero no supe en qué momento Eren empezó a cargarme a mi, y era ahí cuando entendía que ese temor me abrumaba. No quería que él cargara con nadie más, solo consigo mismo. Veía su cabello color marrón oscuro, igual que él mío, lacio por si solo, como él de nuestros padres. Su cabello era corto y le llega a la nuca, por la parte delantera se le abre cayendo de forma natural delante de su frente en una especie de estilo cortina. Pronto tendríamos que cortarlo, pero como era él, no querría hacerlo. Por un momento, pareció sentir que le miraba porque volteó la mirada, llegando a la mía. Sus azulados verdosos ojos, esos que cambiaban de brillo dependiendo de la iluminación, me miraron con detenimiento. Volteé la mirada, dejando de mirarle. Sabía que descifraba que no estaba bien, yo ni siquiera sentía que estaba sosteniendo estas fuerzas y conduciendo al caballo, solo estaba... avanzando. No me quedaba más, que solo continuar. Al otro extremo de mi, Mikasa yacía. Me seguía, me estimaba e idolatraba, su mirada en cada una de mis conductas que albergaba ante las situaciones, me lo dejaba saber. Mi hermana. Adoptiva o no, era mi hermana. Esa niña que vi crecer y sufrir, esa niña que perdió todo y aún seguía aquí. Al igual que el rubio atrás suyo, eran todo de mi corazón, absorbían mis energías para darme fuerzas, porque los amaba. Eran los niños que me encargaron, esos a los que prometí volver a llevar al árbol en la colina donde siempre jugaban en nuestro distrito.
-Adeline. ¡Adeline, necesito que pongas los pies en la tierra!-sacudí mi cabeza, escuchando la voz de Hange dirigirse a mi altamente.-¿Qué te está ocurriendo?-me preguntó, a lo que dejé de mirarla para observar las ruinas delante de nosotros.
-¡Mikasa!-la llame, sin observarla mientras veía las ruinas, esperando que ella me pusiera atención.-¡A mi señal!-le indique, para girarme y observarla, a lo que ella me asintió, los caballos seguían avanzando, así que era hora.-¡Ahora!-ordene, levantándome de mi caballo ante la presencia de titanes delante de nosotros en aquellas ruinas.
-¡Déjame el resto a mi!-me pidió Hange en cuanto me eleve con mis equipos de maniobras tridimensionales.
Este era el momento en donde la adrenalina me consumía, tanto, que la energía que sentía, no era normal. Mire atrás, pude escuchar como reprendían a Eren, pero verle tan emocionado, me hizo permitirle avanzar. Sonreí, había matado a un titán, su primer titán. Fue emocionante, aunque la caída no muy genial que digamos. Su esperanzadora mirada, se dirigió a mi. Eren me miró, tan fijo que no pude evitar sentir ego para que esa mirada de orgullo, siempre me persiguiera. Enganche mi gancho con fuerza a ese titán, ese que estaba junto a Mikasa, ella estaba postrada en una columna, dándole la espalda a esas personas, a esos jóvenes que de seguro, habrían sido parte de ella. Sus camaradas estaban aquí, sanos y vivos, pude verlos mirarme en cuanto enganche mi gancho en la nuca de aquel titán y lo desprendí en una sola vuelta. Antes de que este cayera, ya me había elevado al otro, sacándole la nuca de raíz. Me eleve más alto, era fuerte, era ágil, por eso me miraban e idolatraban. Con la altitud que había tomado, baje rápidamente como un rayo, a la dirección de aquel titán con varios metros, desprendiendo desde su nuca, hasta la espalda baja, para así, yo caer fuertemente en mis talones, levantando la mirada y observando a esos jóvenes mirarme con detenimiento y asombro en sus expresiones. Respire hondo, sabiendo que estaba un poco agitada.
-¿Están todos bien?-les pregunté, mientras que Eren se les quedó mirando, ya que todos se quedaron en silencio, mirándome de una manera afligida.
-¿Es tu hermana la capitana?-le preguntó aquel joven de cabello grisáceo, rapado, y ojos claros.-Vaya, no eres tan genial como ella Eren.-musitó él.
-Basta, dejen de mirarla así.-pidió Eren, pero ninguno de esos tres chicos le hacía caso.-Reiner, Connie, Berthold, ¡basta!-sonreí ante eso, los titanes seguían cayendo y evaporándose, pero era gracioso ver a unos niños mirarme de una manera tan afligida, los había flechado.-El capitán Levi es... es su pareja.-emitió Eren con la cabeza baja, a lo que tanto ellos como yo, abrimos los ojos grandemente.
-¡Eren!-le reprendí, sonrojándome por completo ante el recuerdo de aquel hombre de grisáceo ojos y fría mirada.-¿Qué cosas dices?-le pregunté, viendo como esos jóvenes no tardaron en abrumarse, como si fuera un caos.
-Lo... lo sentimos, capitana Jeager.-se disculparon, pero simplemente les sonreí, viendo como dejaron de avergonzarse, hasta que Eren pareció tensarse ante algún tipo de observación detrás de mi.
-¿Ymir?-se preguntó él, con una voz entrecortada, a lo cual no tarde en girarme y observar otra atrocidad delante de todos nosotros.-No puede ser.-camine detrás de Eren, observando el vapor sobresalir del cuerpo de aquella fémina con cabello castaño, pero lo curioso eran las marcas de transformación en sus mejillas.
-Hange.-llame a mi superior y compañera, observando cómo la joven estaba recostada con la falta de una extremidad, siendo recorrida por otra, quien la examinaba.
-¿Qué piensas de esto?-Hange alzó la mirada, observándome detenidamente, mientras que los ojos azulados de esa chica me miraron con una convicción de tristeza ante verme sostener el manto de mis hojas con fuerza.
-Hange... ¿ella también?-Grace la llamo, quería decir algo, pero sabía que no podíamos hablar sobre nada de lo que hablamos en el cuartel de Karanese.
-Por favor, ella solo nos defendió. Lo juro.-musitó esa chica, se veía tan indefensa y dulce, su mirada me penetraba, dejándome ver su desespero.-No le hagan nada, por favor. Ymir solo nos defendió.-volvió a recalcar.
-¿Cuál es tu nombre, cadete?-le pregunté a ella, podía presentir quien era, pero necesitaba saberlo porque tener su mirada encima de mi, me hacía sentir como si la conociera, su vaga mirada me examino de la misma manera.
-Mi nombre es... mi nombre es Historia Reiss.-se presentó, a lo que vagamente asentí, sabiendo que era ella la chica que el pastor Nick nos había avisado.-¿Te conozco?-me preguntó, ajena.
-Ayuda a tu amiga a levantarse, resolveremos esto cuando lleguemos al muro.-expresé.-Lo dejo en tus manos, Hange.-indique, girándome simplemente observar de manera arisca todos los ángulos posibles, ¿quién más podría ser nuestro enemigo? No podía dejar de preguntármelo.-¿Estás bien?-le pregunté a Mikasa, tocando su hombro, para ver cómo ella asentía, mirando la escena en donde estuve segundos atrás.
-Son ellos.-murmuró en un tono bajo, haciéndome girar la mirada con precaución cuando observe a Eren delante de un grupo de varones.-Los dos más altos. El del cabello rubio es Reiner Braun, el del cabello oscuro es Berthold Hoover.-me avisaba, mientras que miraba cómo Armin también se unía a ellos, observando la tensa situación de que otro titán cambiante, estaba delante de nosotros.-¿Qué es lo que harán?-me preguntó ella, curiosa.
-Lo mismo que hicimos con el titán hembra. Los arrinconaremos, pero... algo me dice que no será nada fácil. Si ella lo pudo presentir, ellos también. El único problema es, ¿que titanes son ellos?-le pregunté a ella, mientras los miraba, los examinaba, y por un momento, la mirada de Reiner Braun se postuló en mi.-Ante eso, te pediré que no pierdas de vista a Eren, ni un segundo. Si Annie Leonhart quería llevárselo, ellos también.-expresé, dejando de mirar a ese joven que también cambió su mirada.
-No lo permitiré. Primero, los matare.-musitó, con esa voz baja y cortante, estaba segura de que así sería, porque Mikasa nunca vio a Eren como un hermano, si no, como un amor; pero era algo que nunca discutíamos, aunque lo supiéramos.
-Lo sé.-murmuré, observando en el suelo manchas de sangre, parecía no tan reciente, pero me sentí una vagabunda llena de tristeza y conmoción en cuanto vi varias hojas tiradas en el suelo.-¿A cuantos más perderemos?-me pregunté, inclinándome en el suelo para observar la sangre.
-Nanaba murió. Igual que Gelgar y los demás. Todos murieron.-me quede inclinada, escuchando la voz Grace enfriarse por sus propias palabras.-Se sacrificaron por ellos.-añadió, entre dientes, no estaba resentida con esos niños, no eran ellos los culpables de su muerte; Grace estaba resentida con este mundo, como todos.
-Andando.-pedí, sabiendo que debíamos irnos, que debíamos seguir avanzando.
Me giré, con mucha tristeza y melancolía. Estuve aferrada a las cuerdas que sujetaban mi caballo, sintiendo la brisa fría darnos. El día se tornó grisáceo, las nubes taparon la iluminación del sol, quitándonos todo brillo del día soleado que habíamos tenido en la mañana. Atrás de mi, aquella rubia joven de azulados ojos se sujetaba, aferrándose a mi. Estaba cansada, podía saberlo en cuanto sentí su cabeza recostada en mi espalda. Pasando aún lado de otros caballos, podía ver cómo nos miraban, pero sabía que ella con su mirada buscaba a su compañera, aquella a quien defendería a toda costa, lo supe desde que la escuché hacerlo hace un buen rato. Veíamos las grandes murallas, habíamos llegado a salvos. No muchos estaban sanos o cuerdos, pero al menos estaban aquí, a diferencia de mis viejos camaradas. Mi mirada se quedó perdida entre las tinieblas, pero, no era nuevo saber que alguien murió. Ayude a esa joven, con cuidado la baje sabiendo que tenía su falda rasgada, no quería que nadie le faltase el respeto, así que la ayude. Ella agradecida me miró, a lo que asentí. Todos nos ayudamos, fue la única manera en la que pudimos subir arriba en la muralla, pero ante ser una de las primeras, no tarde en darle la mano a mi hermano, quien con fuerza sujeto mi brazo, lo cual con esa misma fuerza, lo jalé hacia mi. Lo examiné, e incluso limpié la tierra que yacía en sus mejillas, manchándolas.
-Lamentó lo de tus camaradas... -susurro Eren, levantándose a mi lado, mientras que acomode su verdosa capa, y le mire negando.
-Uno se acostumbra.-murmure, viendo como dirigió su mano a mi hombro y la apretó con fuerza.-Ya casi me pasas.-dije con una sonrisa, a lo cual Eren fuertemente me abrazó, robándome varios suspiros, pero no tarde en acariciar su espalda.
-Adeline, te amo mucho. ¿Lo sabes verdad?-me preguntó en aquel susurro en mi oído, apreté con fuerza a Eren, ya casi podría recostar mi cabeza de su cuello ante la altura que estaba tomando.-No quiero que nada te pase. Así que, siempre que puedas, déjame el resto a mi.-musitó.
-Pero, yo soy tu hermana mayor. Así que, siempre estarás bajo mi cargo.-expresé.-Si algo te pasa Eren, si te llego a perder, voy a morir.-dije con suma sinceridad, distanciándome de él para ver sus verdosos azulados ojos mirarme.-Le prometí que te cuidaría.-expresé, viendo como él bajaba la cabeza.
-Yo también se lo prometí, hermana.-comentó, girando la mirada en cuanto escuchamos un gruñido, viendo como el joven de cabello rubio y mirada cortante, parecía intentar de llegar a la muralla ante uno de los ascensores manuales.
-Reiner, sujétate.-vi como Eren no tardó en inclinarse hacia aquel chico, ese que con su mirada fría y perdida, me hacía retumbar de desconfianza, pero no tarde en inclinarme al otro lado para ayudar a su amigo... a su posible secuaz.
-Berthold, ¿no es así?-pregunte, viendo sus ojos verdes oscuros mirarme detenidamente con el mismo asombro que antes, obteniendo mi mano para ayudarlo a subir.-¿Cómo te encuentras?-preocupada me dirigí a él.
-Podría haber muerto, si no fuera por Ymir.-me respondió, a lo que ambos giramos la mirada para observar a Hange delante de la joven de azulados ojos.
-¡Por favor debe creerme, es la verdad! Ymir solo se transformó solo para protegernos, ella luchó contra los titanes por nosotros.-gritaba ella, alterada, mientras que Hange se mantenía delante suyo, pero aquella teniente me miró, esperando algo.
-Lo siento Hange, no puedo tomar decisiones por ti.-murmure, sabiendo que ella esperaba algún soporte.
-Entonces, todo este bien... fue ¿Historia Reiss?-se preguntaba Eren, mientras que Reiner sentado acariciaba su brazo derecho vendado.
-Aparentemente.-musité yo, mirándolos.
-Diablos, duele.-Reiner acariciaba su brazo, sentado mientras se quejaba del dolor que debía estar sintiendo ahí.
-¿Te sientes bien, Reiner?-le preguntó Eren, mientras que él y yo nos inclinamos para estrechar nuestras manos a los camaradas que aún subían el muro.
-No. Por supuesto que no, un titán estuvo apunto de arrancarme el brazo, eso fue patético. Creí que iba morir.-musitó, respondiéndole a Eren su pregunta anterior, pero no tarde en enfocarme en esos dos rubios con semejanzas similares.
-Mis queridos Arlert.-atrapé a Grace y Armin al igual que Eren, estire mis brazos para posicionarlo en sus hombros, pegándolos a mi.-¿Están bien?-les pregunté, procurándolos.
-Para alguien tan fuerte como tú, siempre hay una primera vez.-alce la mirada, viendo como Eren aún se seguía dirigiendo a Reiner, quien abrió sus ojos grandemente ofendido.
-¿De qué hablas? ¡Esta es mi segunda vez, cuéntale Armin! ¿Si recuerdas cuando la titán hembra casi me aplasta con su mano?-me levante del suelo, observando cómo Armin pensativo, observó a Reiner.-Aquella vez casi muero. Si sigo así, no tardaré en morir pronto, pero... este es el camino que elegí. Es difícil ser soldado, este trabajo acaba con el espíritu antes que el cuerpo, pero no hay tiempo para quejarse. Tenemos que reparar esta muralla.-expresó, más pasivo y neutral.
-Es cierto, de lo contrario, ninguno de ustedes dos podrá regresar a su hogar.-comentó Eren, colocándose a mi lado, deberíamos irnos próximamente.
-¡Él tiene razón Reiner! ¡Nuestro hogar, regresaremos a nuestro hogar!-Berthold de una manera emociona, dirigiéndose a Reiner detenidamente.-¿Acaso ya no quieres volver? Comparado con todo lo que hemos pasado, resistir esto no es nada.-expresaba, emocionado.
-Es verdad, ya nos falta muy poco para estar en casa.-musitó Reiner, levantando la mirada más esperanzado, pero fue esa mala sensación que me hizo sentir desconfianza.
-¿Oigan, ustedes de que hablan?-le preguntó Eren, curioso y dudoso, a lo que empecé a avanzar.
-¿Hannes?-me pregunté en cuanto observe abajo de la muralla, varios caballos detenidos y en eso, aquel rubio líder de las tropas de guarnición.
-Vinieron a decirnos dónde está la abertura.-expresó Hange, dirigiéndose al borde de la muralla.
-Eren, es Hannes.-avise a mi hermano, quien asintió firmemente para llegar hasta a mi, y así poder ver entre todos como aquel hombre se esforzaba por subir la muralla.
-No vimos ninguna abertura.-aviso, mirándonos fijamente, mientras que desconcertada le mire.
-¿Qué?-se preguntó Eren, pero realmente todos estábamos igual de desconcertados que él.
-Estuvimos toda la noche buscando, lo bueno es que al menos entre Trost y el distrito Krorva, la muralla se encuentra bien.-nos aviso Hannes, parándose frente a todos.
-¿Como es posible?-pregunto Hange, mirándolo, esperando que dijera algo más.
-Nos encontramos con soldados de Krorva y retomamos nuestros pasos. Tampoco hemos visto ningún titán durante todo el camino.-detalló este, muy seguro de sus palabras.
-Pero, nosotros vimos a esos titanes de este lado de la muralla.-comentó Armin, sumamente confuso.
-¿En verdad no los vistes? ¿Estás seguro que estás sobrio?-le preguntó Eren a mi lado, abrí mis ojos grandemente por esa falta de respeto, provocando que le metiera a Eren con la palma de mi mano en su nuca.-Au... -se quejó.
-¡No he bebido!-respondió Hannes, sumamente ofendido.-¡Un momento! Adeline, ¿por qué estos tres se encuentran aquí?-me preguntó, me encogí de hombros, no había sido decisión mía.
-Si no hay abertura, entonces no hay nada que podamos hacer. ¡Atención, volveremos al distrito Trost!-aviso Hange, moviéndose de lugar junto a sus soldados, mientras que Hannes apretó fuertemente mi hombro.
-Escuchen chicos, no bajen la guardia. Nosotros nos adelantaremos.-nos aviso, mirándonos.-¿Tú estás bien?-me preguntó, a lo que asentí.
-Sana y sobria.-respondí, con una sonrisa de lado, viendo como él sonreía negando, mientras que esperaba que se fuese con sus compañeros.
-Tienes los ojos de tu madre.-comentó, mirándome con detenimiento, a lo que la sonrisa se me pasmo por el recuerdo de ella.-Adeline, los dejo en tus manos.-indicó, a lo que asentí, viendo como él se iba; mi querido Hannes, ese padre que nos ha cuidado desde las sombras.
-¿Como que no hay abertura en la muralla?-se preguntaba Eren, mientras que miré a Armin, quien yacía pensativo.-Adeline, ¿qué significa?-me preguntó Eren, buscando que cesara sus dudas.
-Vamos, ya escucharon, nos retiramos.-decía Grace, alentándonos a caminar.-Andando solecitos.-animaba a los chicos a caminar, quienes la seguían.
-Grace, ¿tienes algo de comer?-pregunto aquella niña de cabello castaño, con su boca abierta mientras seguía a Grace con cansancio.
-Armin, ¿no te parece extraño?-le pregunté, viendo como Grace lo escoltaba, ella también parecía dudosa y confusa.
-Me preguntó que estará haciendo Levi.-esbocé, mirando a la ciudad, la vacía ciudad, de seguro él debería estar en Trost con todos los demás.
-¿Qué significa todo esto? No había pasado algo así desde hace cinco años, y ahora está pasando todo de golpe.-se preguntaba Armin, yéndose.
-Eren, ¿tienes un minuto? Necesito hablar contigo.-me detuve en seco en cuanto escuché la voz de Reiner Braun dirigirse a Eren en un tono bajo, de reojo observe, dándome cuenta que Mikasa también se quedó inmóvil.
-¿Hablar sobre qué?-se preguntó Eren, quedando delante suyo.
-¿Adeline?-Mikasa me miró, pero en silencio me quede, dándole una expresión fría y seria, cambiando mis ojos hacia ellos, para que ella sintiera la desconfianza de la tensa situación.
-Hace cinco años, Berthold y yo demolimos la muralla, y comenzó el ataque a la humanidad. Yo soy el titán acorazado, y Berthold es el titán colosal.-escuché, de una vez neutral provenir de Reiner, apreté con fuerza el mango de mis hojas en cuanto eso trascendió de su boca.
-¿Ah, pero qué estás diciendo?-le preguntó Eren, confundido, me moví hacia adelante, disimulando que no escuchaba, pero no era así; ante esto, Berthold reaccionó de una manera extraña, asustado e imprevisto.
-Parte de nuestra misión era exterminar a los humanos de este mundo, pero ahora, ya no es necesario. Eren, si vienes con nosotros lejos de este lugar, nosotros ya no tendremos que destruir las murallas. ¿Entiendes?-le preguntaba Reiner a Eren, haciéndome sentir fría por esas palabras.
-No. Espera, no sé de qué hablas idiota.-expresó mi hermano, con su voz impulsiva y temerosa, Mikasa estaba de mi lado, ella también sentía esa tensión, mezclándose con la brisa brusca.
-Escúchame, te estoy diciendo que vas a venir con nosotros. Se que es repentino, pero nos iremos ahora.-afirmó Reiner, creando que apretará con más fuerza mis mangos, era como si se me estuvieran yendo los suspiros.
-¿Justo ahora? ¿Y a donde vamos a ir?-le preguntó Eren, como si fuese normal lo que él decía.
-No puedo decírtelo. Bueno, vamos al pueblo donde nacimos. Bien, ¿qué dices Eren? No es mala propuesta, ¿no crees? Así evitarás que pase una tragedia.-le decía Reiner, creando un gran silencio, una gran tensión que provocaría que todos se percataran de que algo sucedía.
-¡Oigan chicos ya tenemos que irnos!-aviso Armin, Mikasa y yo nos movimos un poco más adelante, permitiendo que las dudas no se crearan en sus cabezas, la situación necesitaba estar fría.
-Tranquilo Reiner, solo estás exhausto. ¿Verdad Bertholdt? Has pasado por tantas cosas que te estás volviendo loco.-escuché decir a Eren, con una voz suave y neutral.
-Ah, si. Reiner está demasiado cansado.-respondió Berthold, su voz temblaba.
-Ya te lo dije. Además, si fueras el titán acorazado que mato a tanta gente, ¿por qué demonios me pedirías esto en primer lugar?-le preguntaba Eren.-¿Qué creías que iba pasar? ¿Qué te iba contestar "si claro, vamos a donde tú quieras", o qué?-continuaba cuestionándole, pero aquel rubio parecía estar aturdido y no entender lo que había dicho.
-Entiendo. Tienes toda la razón Eren, ¿qué rayos estaba pensando?-se preguntó Reiner, pareciendo no tener una respiración normal.-¿Será que en verdad me volví loco?-se preguntaba a sí mismo, de reojo observe cómo miraba al suelo, abatido.
-Andando, vámonos.-pidió Eren, pero en ese momento la brisa sopló fuerte, desprendiendo una de las banderas, creando que todos nos quedáramos quietos.
-Mierda. Va pasar.-murmure en un tono bajo, sentía esa presión, ese clima era tan frío, que me daba escalofrío.
-Claro. Eso es.-musitó Reiner. -Llevo demasiado tiempo viviendo en este lugar, he pasado tres largos años rodeado de puros idiotas. Éramos unos niños, nosotros no sabíamos nada. Si no hubiera sabido de la existencia de esta gente, no sería el bastardo que soy hoy. Es tarde para mi, ya no sé lo que es correcto o no, pero, la única opción que me queda es enfrentar las consecuencias de mis acciones.-abrí mis ojos grandemente cuando vi cómo Reiner delante de todos, con ese tono tan alto, se quitaba el vendaje de su brazo, haciendo que viéramos el vapor que salía de ahí.-Y como guerrero, debo cumplir mi misión hasta el final.-emitió.
-Reiner, ¿lo hacemos, aquí y ahora?-se preguntó Berthold, a lo que cargué mis hojas, delante de ellos, sin importar que me vieran, entre dientes les mire, Eren no se movía.
-¡Si! Enfréntame si quieres, ¡estoy decidido a llevarte!-le dijo a mi hermano, dejándolo inmóvil, pero era eso, Eren no estaba solo.
-¡No lo harás!-grite fuertemente, elevándome en el aire, para así, en un solo movimiento de impulsividad, rasgue el brazo de Reiner, hasta enterrar la hoja justo ahí, e empujándole.
-¡Eren huye de aquí!-pidió Mikasa, abalanzándose encima de Berthold, pero Eren no se movía, lo que provocó que desprevenida, permitiera que Reiner atacara a Mikasa, empujándola con brusquedad al borde del muro.
-¡Mikasa!-grite, inclinándome para atraparla, pero me quede delante de Eren, cubriendo su cuerpo.-¡Eren, corre!-le pedí a él, pero no se movía, inclusive, lo empujé con brusquedad.
-¡Eren, vete de ahí!-pidió Armin entre gritos cuando toda la legión se avecinaba hacia nosotros, pero tanto Eren como yo, nos quedamos aturdidos.
El cielo grisáceo reflejo grandes rayos, como los de aquel día, como Eren narró. Fue como un tambaleo repentino, pero solo miraba sus ojos. Miraba los ojos de ambos, como cubiertos de sangre y lastimados por nuestros golpes, no dejaron de mirarnos. Fue increíble como los rayos del cielo, trascendieron en su cuerpo como si ellos no fueran nada, como si no sintiera nada de esa gran energía que los atravesaba por completo. Intente levantarme para huir con Eren, pero fue inevitable. La fuerte ventolera que ellos provocaron, crearon que mis ojos no pudieran abrirse. Mis párpados se cerraron, pero aún así, aferrada al cuerpo de Eren, logre abrirlos para ver cómo ambos éramos empujados por el viento hasta el borde de la muralla. Enganche mi gancho en el fragmento de aquel muro, quedándome inmóvil junto a Eren. Lo abrace fuertemente, lo sostenía junto a mi. Ambos veíamos el caos, ese caos que destruyó toda nuestra vida en un solo parpadeo, que nos condujo hasta aquí. Todo este tiempo, estuvo delante de nosotros y nunca fuimos capaces de verlos. Mi cabello se revolcó en el viento, viendo aquel gran titán, ese que destruyó mi ciudad. El mismo que lanzó fragmentos del muro, los que cayeron en mi hogar y dejaron inmóvil a mi madre, a mi, pero rompieron sus piernas y no dejaron que ella continuara. El cuerpo de Eren se me fue de las manos, pero estaba tan fría, no podía moverme. Eran grandes, eran espeluznantes. Era el titán colosal y el acorazado, los titanes que nos quitaron los cien años de paz estaban aquí frente a nosotros, y sostenían con fuerza a mi hermano.
-¡Son unos malditos traidores!-fue lo que escuché de Eren, entre lágrimas y un fuerte sollozo, delante de mis ojos, se convirtió en lo que juró destruir.
Cerré los ojos abrumada, era increíble el gran poder que podían conllevar estas transformaciones, por un momento, podía entender sin duda el gran interés de Hange. La furia de Eren se desató en su transformación, pude sentirlo en mi interior, porque aún su grito de impotencia y decepción retumbaba en mi oído, de la misma manera que la tierra retumbó cuando ambos cayeron de manera brusca. La tierra se sacudió, se sobresaltó y cayó en mi, por lo cual continué tapada sin poder moverme. Cuando pude abrir mis ojos, supe que era difícil poder hacer algo, fue inevitable no sentirme impotente, porque ni siquiera podía rasgar una mínima coraza de su gran cuerpo. Había logrado tumbar a Eren, de una manera tan fácil, que aunque mi hermana haya logrado sostenerse y aguantar, para romper su coraza, a mi y a Mikasa, luego de tanto esfuerzo por ayudarlo, tuve que socorrerla a ella en cuanto el titán colosal se abalanzó encima de esos dos titanes que peleaban en el suelo. Me eleve en el cielo, pero aún así, sentí el caluroso vapor que ese titán colosal provocó, abrumándonos por completo. Caí reventada en el suelo de la muralla, girando hasta detenerme, mientras que Mikasa parecía perder su conciencia, me quede aturdida, observando arrodillada como el vapor se trascendió en nada, dejándome ver que se habían llevado a Eren. Se llevaron a mi hermano esos traidores.
───
Próximo capítulo: Por mi hermano.
Adeline y la legión parten en montón para recuperar a la próxima esperanza de la humanidad, teniendo que enfrentar todo ante el titán acorazado, sin importar que se pierda.
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