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𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

Supervivencia.

Cabalgamos bajo sol, íbamos en una sola formación a lo que sería nuestro destino. La expedición había sido cancelada, ahora, nuestra prioridad era la supervivencia de los residentes del distrito Trost. Hace cinco años, no se había escuchado sobre un atentado de los titanes a la humanidad, parecía irreal, pero mi adrenalina sobrepasaba los límites, estaba ansioso por llegar. Mi escuadrón iba tras de mi, como símbolo de que era yo quienes los guiaba junto a la mujer que yacía a mi lado. Su semblante estaba serio, demostraba lo ansiosa que estaba por llegar, y como tan solo se enfocaba en ese objetivo. Obstante a eso, delante de mi y de ella, estaba aquel, ese en quien confiábamos a ciega, quien nos guiaba a cada uno de nuestras metas y propósitos, Erwin. Podía mirarlo de espalda, y recordar cómo años atrás, mi misión era aniquilarlo, y hoy, más que nada lo protejo con mi vida. No sabía con tanta exactitud el porque, pero me acataba a todas sus ordenes, sin importar que, lo seguía, y lo seguiría hasta el último día en donde entregué mi corazón. Lo observaba, sabía que había visto algo, pues las alineaciones se separaron por orden suya ante la luz verdosa que se mostró en el cielo, señal de una bengala.

Mi escuadrón siguió en una línea conmigo, al norte, habían titanes, y lo sabíamos por las luces que las bengalas mostradas en el cielo proporcionaban, rojo. Mire a mi escuadrón, y estos asintieron, preparados para pelear en el instante en que nos adentramos en el interior del bosque. La adrenalina siguió, y se podía escuchar estruendosos ruidos, los titanes sabían que estábamos cerca, y nos acechaban. Dirigí mi mirada en cómo Adeline se levantó de su cabello, sin perder el balance ante mi señal, sabía que era ella quien debía explorar primeramente, antes que cualquiera. Su caballo se pegó a mi, y no tarde en guiarle, arduamente ante tener también a mi caballo, y ella se elevó en el aire con el equipo de maniobras tridimensionales. Ella era fuerte, más de lo que podía creer. Seguí avanzando mi caballo, protegiendo el suyo, pero era impulsivo, y no podía dejarla sola, porque aunque ella puede, yo no lo quería así. Me paré en mi caballo, y con un silbido, Petra reacciono y actuó con rapidez junto a Conan. Elevándome en el aire con mi equipo de maniobras tridimensionales, apreté mis mangas de las espadas, y observé los alrededores.

-Hay adelante.-la voz de Adeline llegó a mis oídos, y silbe, deteniendo la cabalgata de mi escuadrón en el suelo, mientras que esta y yo, nos sosteníamos de un árbol.

-¿De cuánto?-pregunte curioso, mientras que bajaba mi altitud, llegando al suelo, al igual que ella, pero tuvimos que ponernos en alerta.-Ata a los caballos, acabemos con los que hayan, y luego volvemos, debemos avanzar a Trost.-les decía, viendo la pólvora de las bengalas rojas en el cielo.

-Hay demasiados.-opinó Petra, observando, y escuchando a los alrededores ruidos, los titanes se acercaban.

-Si, pero no creo que detenernos sea la mejor opción.-observé a Conan, quien aún estaba encima de su caballo, no me observaba a mi, pero veía su labio partido.

-Limpiaremos él área, un titán suelto, alguno que ignoremos, puede llevar algún compañero a la tumba.-esbocé yo, observando a Adeline en silencio, al igual que los demás.-Si tú estás de acuerdo, si no, nos iremos ahora.-mire sus ojos color avellana, sé cuánto deseaba irse, pero algo la retuvo, y no pude entender su razón.

-Confió en ti.-dijo.-Yo te sigo.-expresó, apretando el mango de sus espadas, y tan solo me quede en silencio ante eso, asentí, y prepare mis armas.

-Auruo y Petra, quédense con los caballos. Conan y Erd, encárguense de dirigirse en este andar en él área este, Adeline en el oeste, yo en el norte, y Gunther se encargará de cuidar nuestras espaldas.

-Bien.-asintieron todos, mientras que eleve mi mirada al cielo, viendo el azulejo de la bengala que debía haber sido lanzada por Erwin, pues determinaba el exterminar a los titanes del área, mi instinto no había fallado.

-Adelante.-les di el permiso para avanzar a sus posiciones, para así, ir adelante como indique.

Me a posicione en frente, y me eleve en el aire. El equipo de maniobras tridimensionales me daba ventaja, pero la gran agilidad que tenía para hacer este tipo de trabajos, era una de las mejores que podía tener el cuerpo de exploración. A diferencia de los otros soldados, yo utilizo mis dos sables de una forma diferente a la tradicional, el de la izquierda apunta hacia arriba y el de la derecha hacia abajo formando una circunferencia completa que se posiciona diagonalmente, lo que al impulsarme con el gas y girar, me permite atinar múltiples cortes efectivos a mi objetivo a gran velocidad. Dicho esto, quien copiaba este arduo movimiento, era Adeline. Fue capaz de copiarlo cuando tuve la oportunidad de enseñarle, y ahora, se le hacía más fácil pelear. El viento nos acariciaba, removía mi caballo, en cuanto vi a mis dos primeros objetivos. Sus medidas eran altas, pero la ventaja de que estuvieran juntos, me daba la idealización de hacer un solo movimiento en donde pudiera rebanarles las nucas a ambos. No tardaron en sentirme, y en deber escuchar el sonido que él gas saliendo en el aire provocaba. Sus maquiavélicos rostros me observaron, los titanes eran diferentes, pero sin duda, su rostro se veía enfermizo, y aterrador en un momento.

Baje entre medio de sus piernas, y me impulsé hacia arriba, dando en su espalda. Me impulsé con fuerza, y lleve mis espadas con toda agilidad a mi lado derecho, haciendo un corte fino en ambas nucas. El vapor empezó a salir, y alguna que otra mancha de sangre también, pero ellos cayeron en el suelo, sin más y menos. Me impulsé en el aire, observando los demás titanes, y como mis compañeros, iban por ellos. Adeline era ágil, era rápida, como un rayo cayendo y desapareciendo al instante. Aquel titán la veía, y juraba tenerla en sus manos, pero ella se elevó tan alto, que desapareció entre las ramas del árbol. Me quede quieto, sostenido en el tronco de un árbol, observando como ella prevaleció en el cielo, tenía sus espadas en su pecho, y buscaba impulso, pero dejó su cuerpo caer en la espalda del titán, y deslizó su hoja desde la nuca, hasta la parte baja de la espalda, dejándolo caer al suelo. Sus ojos me miraron, y quedó detenida observándome, sonriendo de lado. Desvíe mi mirada de ella cuando observé otro titán, uno anormal, quien corría con rapidez, y en cuatro patas.

Ni siquiera le dio tiempo de ella moverse, pero antes de, ya mis pies tocaban el suelo y mis manos apretaron su cintura contra la mía para levantarla en el aire junto a mi, mientras que la mano del titán se impulsó en el aire, y nos empujó con fuerza. Caímos reventados en un tronco, pero me levante con rapidez para girar en el aire, e intentar de poder tener la ventaja de matarlo. Observó a Adeline, ella era su presa, y esta lo atrajo, pero inteligentemente antes de que pudiera volver alcanzarla, se elevó en el aire, hasta que vi como empezó a trepar el tronco. Confié en ella, y en sus habilidades en cuanto vi a otro titán venir a por mi, uno normal de unos pocos pies con quien podría terminar en un parpadeo. Me eleve, y poniendo mi gancho en su espalda, mis hojas cortaron su nuca, cayendo con él en el suelo, el caliente vapor era molestoso, pero marcaba su muerte. Alce la mirada, observando cómo Adeline estaba encima del cuatro patas, sacando sus espadas de su nuca. Me asintió, dándome la indicación de que estaba bien, pero ella señaló el cielo, el color de aquella bengala, nos indicó el éxito de la tarea.

-Lanza la bengala.-le pedí a Adeline, quien no tardó en sacar aquella pequeña arma, colocando la pólvora del color amarillo, dando respuesta que completamos la tarea sin ninguna dificultad ante presenciar a Erd, Conan y Gunther en buen estado.

-Debemos seguir.-indicó ella, acercándose a mi, mientras que veía su rostro algo rojizo ante la adrenalina que debió haber sentido con aquel titán.-Mira el cielo.-me pidió, Erwin había lanzado una bengala verde, de seguro para continuar todos el camino a Trost.

-Si, busquen los caballos.-le pedí a los chicos, quienes asintieron, mientras que observaba el lugar, esperando no encontrarme con otro titán.

-¿Siempre vas a socorrerme?-giré mi mirada, observando cómo Adeline limpio de su rostro, sangre seca de un titán, que empezaba a evaporarse.

-Siempre.-expresé, con un tono frío que ella no reclamaba, se quedó mirándome con una expresión pasiva.

-No debiste golpearlo.-musitó, en un tono bajo, mirándome de esa misma manera.

-Se lo busco.-le respondí, mientras que ella se acercó a mi, y con las yemas de sus dedos, acarició mi flequillo, removiéndolo.

-No puedo agradecerte todo lo que has hecho por mi, Levi, pero no tenías porque.-volvió a musitar, distanciándose de mi, mientras que la mire detenidamente.

-¿Qué te sucedió?-le pregunté, recordando de su actitud horas tempranas, pero un silencio se formó cuando se escuchó el sonido de los caballos relinchar.

-Mejor pregunta, ¿qué no me sucedió?-su pregunta capciosa se quedó en el aire, y vi como se dirigió a su hermoso caballo, mientras que agradecí a Petra por sostener el mío.

-¿Qué haremos ahora capitán?-me preguntó Petra, montándose en su caballo, mientras que cometí la misma acción.

-Seguir a Erwin, debemos llegar a Trost, estamos cerca.-expresé, dándole las indicaciones.

Asintieron, y observé cómo Conan ayudó a Adeline a subirse en su caballo. Ignore dicha acción, y proseguí avanzando delante de ellos. Ella se quedó atrás de mi, siguiéndome, y un retumbar de recuerdos se avecinó a mi mente. Volvía a ver oscuridad, la luz del sol era bloqueada por dicha ciudad subterránea, pero aún así, se sentía un ambiente de paz cuando ella me rodeaba. Corría atrás de mi, y escuchaba su sonrisa, me seguía. No sabía cuánto tiempo había pasado en aquel entonces, pero sé que nuestra amistad, era fuerte. Sabía que la esperaba al menos una vez a la semana, donde iba junto a Grisha Jeager a revisar enfermos, a donar medicina, o a simplemente pasar para conocer a personas que pudieran necesitarle próximamente. Sujete su mano con la mía, esperando que corriera a mi ritmo, ella estaba tan traviesa, habíamos molestado a unas señoras, quienes de seguro debían estar maldiciéndonos por tanto molestarles, ahora, les huíamos. Nos detuvimos en aquella esquina, ella retomaba aire, mientras que yo, observaba su rostro rojizo y como su cabello estaba algo revuelto. Me miró sonriente, y algo pasmada.

-Papá se enojaría con nosotros.-musitó ella, con la respiración más calmada, mirándome, y observando alrededor de aquel vago callejón.

-Si, lo siento.-me disculpe, sabiendo que no era correcto el molestar a la persona ajena sin razón alguna.

-Lo haremos solo una vez más, ¿si?-asentí, mientras que ella iba caminando hacia mi, pero atrás suyo, observé sombras, y de pronto, dos hombres adultos, que nos miraron curiosos.

-Vaya, mocosos traviesos.-nos apodo, mirándonos y examinándonos.-¿Qué hacen merodeando por aquí?-nos preguntó, y Adeline, estaba tiesa, mirándome; y él detrás suyo, mientras que el otro hombre, se iba detrás de mi, y yo me mantenía arisco.

-Está mocosa no es de por aquí.-indicó el hombre que estaba atrás de mi, con la intención de intimidarme, pero me mantuve relajado, observando los movimientos del hombre delantero, que yacía atrás de Adeline.

-A diferencia de este apestoso.-afirmó el que estaba atrás de mi, con una voz de burla.-Levi, Levi.-me nombró, y yo, me quede quieto en mi lugar; sabía que no venían con buenas intenciones.-¿No eres tú el mocoso que cuidaba Kenny?-preguntó.

-¿Y quien será entonces esta pequeña?-me tensé en cuanto el hombre que estaba atrás de Adeline, se acercó a ella de una extraña manera.

-Levi.-ella se quedó helada, y yo observé como ese hombre la miraba, era un niño, pero estaba consiente de que no era normal como él acarició su mejilla, y ella me miraba aterrada.

-No te haré nada que no te vaya a gustar.-expresó él, con esa voz ronca y repugnante, mientras que yo, llevaba mi mano a mi tobillo, donde tenía escondida mi navaja; el hombre de atrás, no se percataba en lo absoluto.

-Levi... -ella susurraba mi nombre aterrada, esperando que hiciera algo, su cuerpo tembló en cuanto aquel hombre llevó sus labios a su cuello, y ella de manera inconsciente y asustada, mordió la mano de este cuando la llevó a su labio.

-¡Ah!-se quejó él, y la empujó con brusquedad, cayendo ella al suelo.

Recuerdo lo agrio que fue, ver como ella estaba en el suelo tirada, inconsciente por el peso de aquel hombre encima suyo. Él no dejaba de observarla, y ver como se desaprovechaba el cinturón, mientras que el hombre atrás de mí se reía con intención de retener mi paso, me hizo hervir la sangre. Su cabello estaba revuelto, como si se lo hubiesen despeinado por mucho rato. Apreté aquella navaja con fuerza, y a él ni siquiera le dio tiempo de volver acariciar su pierna como le hizo. Fue un día que no olvidaré, con mucho estruendo. En cómo le incruste la navaja en su hombro, una y otra vez. Su cuerpo cayó en un bache de sangre, y ella se levantaba aterrada. Recuerdo que sus manos temblaban, y ni siquiera me percaté en las gotas de sangre que cayeron en su hermoso vestido, y en su carita. Me levante de su cuerpo, y me di cuenta que el hombre atrás de él, ya no estaba, y este, empezaba a quedarse sin aire, perdía conciencia. No solté mi navaja, solo veía como ella se paraba atrás de mi, como si deseara que la protegiera, apretó mi brazo y se quedó aferrada. Me repetía esas palabras, esas que nunca podría olvidar, mi corazón bombardeo aquel día en que la escuché, pero igual se volvió a enfriar, cuando no volví a verla.

Cabalgábamos, nuevamente volvía a la realidad. Quizás ya ella no se escondía atrás de mi, pero siempre la protegía de la misma manera. Alzaba la mirada, habíamos llegado a Trost. Y realmente, si se podía ver dicho escíndalo que albergaba a los alrededores. Pólvoras de las bengalas amarillas eran lanzadas en el cielo, y no comprendía, la situación debía estar tensa, pero no tenía credibilidad de que la misión había culminado con éxito, o quizás significaba que había terminado, sin importar de qué manera. Avanzábamos en alineaciones diferentes, los escuadrones iban con sus escuadrones, y yo, me dirigía con prisa al fondo de la ciudad de este distrito. Sabíamos nuestro trabajo, y no espere instrucciones de mi comandante para seguirle, y ver como el atardecer caía en esta nueva oleada de titanes que habían logrado adentrarse al distrito. Apreté mis mangos, y me eleve de mi caballo, pero abrí mis ojos grandemente cuando primero que yo, lo hizo Adeline, como si supiera a donde debía dirigirse. Avanzó en su caballo, y se elevó en los aires, ni siquiera espero, ella se fue. Intente avanzar, pero sabía que debía esperar instrucciones, pese a todo.

-¡Irá por su hermano de seguro!-expresó Erwin, quien llegó a mi lado, mientras dirigía a varios soldados, de seguro le habían llegado las indicaciones de lo que ocurría, pero todo era capcioso.-Ya sabes que hacer.-asentí ante su voz, y no tarde en continuar mi dirección con mi escuadrón, pero más allá, quería ir por Adeline.

-¡Capitán!-Petra me llamaba, y retumbaba mi oído, sabía lo que pasaba, habían titanes en la ciudad.-Esto es una locura.-comentaba ella, cabalgando a mi lado.

-De seguro las tropas de guarnición y la policía militar se habrán meado los pantalones.-opinaba Auruo, pero su comentario de arrogancia no fue humor para mi.

-Asegúrate de que ustedes no vuelvan hacerlo.-le expresé, levantándome de mi caballo, y creando un silencio incómodo en este estruendo de tirantes.-No se aparten de mi área, mantengan sus puestos.-les pedí, echándome impulso del gas, levantándome en el aire, al igual que ellos.

Avance, observando la cantidad de titanes que aún albergaba en los alrededores. De seguro muchos hoy habían perdido sus vidas, me aborrecía el pensarlo, el pensar que habían muerte y dado su vida, dejando todo sus sueños en el borde de un limbo que no pudieron alcanzar. Estaba ajeno a lo que sucedía, pero quería llegar al centro de todo, o quizás, quería llegar y estar cerca de ella, quería protegerla como siempre la había protegido. Las palabras de aquel día, de ese amargo día volvieron a retumbar en mi oído, como si quisiera recordarme algo a mi mismo. El viento me azotaba, y mis manos apretaban mis mangas. Trascendí en el cielo, y arrebate la vida de los titanes que nos acechaban, que nos quitaban las victorias, y la libertad. Buscaba su rastro, pero no la encontraba.-Levi, no me abandones aquí, por favor, tengo mucho miedo.-era lo que me decía ese día, escondida detrás de mi; mientras que la sangre de titán, se evaporaba de mis espadas.-¿Qué va pasar ahora?-me preguntaba con sus ojos humedecidos, mientras que su papá estaba alrededor de policías militares, él me estaba ocultando, me protegía de lo que había sucedido.-No sé si volveré a verte, pero, siempre que puedas encuéntrame, o espérame, porque yo iré por ti.-musitó en mi oído en aquel abrazo.

Mi cuerpo se tenso en cuanto me detuve en aquel tejado, y entendí el significado de dicho mensaje. El aire me daba, mi capa volaba. Un gran estruendo se veía, y el gran hoyuelo que se había aparentemente formado en aquel muro, parecía sellado con una gran roca. Estaba aturdido, observando en el suelo a dichas personas. La multitud de titanes, se avecinaba a ellos, y ahí la vi en el aire como un jodido rayo. La había encontrado, como hace cinco años, como hace más de algunos años, pero la había encontrado. Me eleve en el aire, y me esfumé en el viento, dirigiéndome con fuerza y agilidad a los titanes que acecharían a esos niños, quienes debían de seguro ser reclutas. Estaban inmóviles, como si se hubieran helado, pero tan solo me esmere en acudir a ser su salvación, lanzándome en la boca del lobo para sentir como el filo de mis espadas se incrustaban en la piel de los titanes que iban a por ellos. Me deslicé en el viento, buscando una caída, y justamente caí en la espalda de aquel titán de quien me había cargado. Antes de que pudiera decir algo, de que pudiera expresarme ante la situación, giré mi mirada y observé como Adeline estaba arrodillada en el suelo, mientras que escuchaba un sollozo de su parte. La mire detenidamente, como abrazaba a ese chico en el suelo, y es que cuando lo vi, mi piel se erizo en cuanto al parecido. Supe quien era sin preguntar, pero lo que no sabía, era que estaba sucediendo.

-Oigan mocosos, ¿cuál es la situación aquí?

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Próximo capítulo: Lazos.
El cuerpo de exploración está en duelo con una nueva situación, mientras que Levi presencia y reconoce el amor que Adeline tenía por su familia.

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