𝐜𝐚𝐭𝐨𝐫𝐜𝐞
Mi furia.
Adeline Jeager.
El reflejo del agua proveniente a ese lago reflejaba mi tenso rostro. Estaba seria, mientras miraba como mi coleta se removía con el viento, y los vendajes aún se mantenían pegados en mi rostro, cubriendo las heridas ocasionadas dias atrás. La movilidad de mi cuerpo no estaba al cien, podía aún sentir el cansancio y la debilidad en mis músculos, pero esta era la única manera de que retomara mis energías y esa adrenalina que me hacía funcionar como un soldado. Tantos años en esto, tantas experiencias y situaciones vividas, pero aún no podía acostumbrarme al peor costo de pertenecer a la legión de exploración, perder a mis compañeros. Había visto a muchos morir, sacrificarse con el corazón en la mano, pero no había sentido esta dura partida tan amplía que me quebraba los huesos. Mire al cielo, soleado con nubes blancas a su alrededor, pero dentro de mi, había una gran tormenta desatándose. Lleve mis manos a la capucha de mi capa, tapando mi cabeza y casi mi rostro. Habían soldados alrededor, estaban preparados para lo que se avecinaría, pero aún así temían. Muchos como yo vivieron y vieron lo terrible que fue presenciar el atroz acto de aquel titán cambiante, en cómo aplastó y deshizo los cuerpos de muchos de nuestros compañeros, pero aún estábamos aquí, peleando para una sola razón; saber la verdad de todo.
Estaba enojada, sentía mucha impotencia. Estaba dispuesta a sacar toda mi furia en ella, quería descargarla en ella, solamente en Annie Leonhart. Su nombre no dejaba de sonar en mi cabeza, se retumbaba una y otra vez, pero no recordaba su rostro, no podía hacerlo hasta que la viera nuevamente, pero esta vez, decayendo bajos mis pies como una cucaracha sin rumbo. Levante mi mirada ante un chasquido, y me impulsé en el aire con mi equipo de maniobras tridimensionales, quedando atrás de una chimenea. Cubrí mi cuerpo, muchos de mis soldados daban la señal, yo dirigía esta misión a fondo, y no fallaríamos, no podíamos fallar. Si falla, si ella escapaba, pondría mi cabeza en un picador voluntariamente. Había un gran silencio. Uno lleno de tensión y emociones abrumadoras, pero esperábamos pasitos el momento adecuado para sobresalir en este ataque. Aunque sabía que ella no se rendiría, sabía que aquí habría una gran pelea, que desataría caos en las calles y pánico en las personas que desconocían sobre estos nuevos acontecimientos. Asome mi cabeza, podía escuchar voces a lo lejos, podía ver las sombras de sus pasos, pero la voz más alta que escuché, fue la de mi hermano, Eren.
-Allí.-pude escuchar a Armin, incluso lo veía, se acercaban, y ahí estaba ella, entre ellos esa rubia de azulados ojos con una seria expresión.-Son las ruinas abandonadas de una ciudad subterránea que construyeron hace tiempo. Este camino conduce directamente hasta la puerta exterior.-escuchaba como explicaba, tapándome un poco en cuanto supe que era visible.
-Annie, ¿qué sucede?-volví asomarme un poco, ellos estaban frente a la entrada de esa ciudad, aquella donde pertenecía su capitán, Levi; ellos estaban parados en seco, pero ella aún no había ni siquiera bajado los primeros escalones a diferencia de los demás.-¿No me digas que le tienes miedo a los lugares oscuros y estrechos? ¿Es eso?-le preguntaba Eren, ella sabía, sabía que había una trampa entre medio.
-De hecho, me da miedo. Aunque dudo que un tipo valiente como tú con tendencias suicidas pueda entender a una frágil señorita como yo.-acusó ella a Eren, pero ese momento en que escuché su voz, la sangre me hirvió.
-Alguien capaz de poner el cuerpo de un hombre al revés en medio del aire no se debe considerar frágil. Deja de hacer el idiota y date prisa.-le pedía Eren, podía verlo desde aquí algo desesperado.
-No, no iré por ahí, me da miedo. Si no vamos por la superficie, no los ayudare.-apreté los mangos de mis hojas en cuanto escuché su voz, y como denegaba a lo que debía hacer, sabía que en algún momento ella iba explotar.
-¿Se puede saber que dices?-me asome aún más en cuanto vi a Eren querer ir hacia ella, quedar frente a frente era un error, pero Mikasa estaba atenta, su fría expresión me lo confirmaba.-¡Baja aquí ahora, no seas idiota!-grito Eren como un mandamiento, pero esa chica no se movía.
-Eren, no grites.-entre medio del eco de ese pasadizo subterráneo pude escuchar a Mikasa.
-Eso no es problema, Mikasa. Por algún raro motivo, hace rato que no nos cruzamos con nadie.-sonreí de lado, supuse que notaría que algo raro andaría pasando en unas calles tan movidas, como para estar en pleno desierto.-Maldita sea, estoy dolida. ¿En que momento has empezado a mirarme de esa manera, Armin?-presenciaba como ella estaba de espalda a mi campo visual, observando algún punto dentro de ese pasadizo, debía estar mirando a Armin.
-Annie, ¿por qué tenías el equipo de maniobras de Marco?-escuché a través del eco a Armin, yo estaba asomada, en cualquier momento que ella girara, me vería, pero aún así; ya estábamos aquí, ya no había escape.-Reconozco hasta las más mínimas señales de su equipo, lo reparamos juntos.-indicó él.
-Bueno, lo encontré por ahí.-la manera tan vaga en la que ella respondió, esa son importancia me hizo sentir más furia.
-Entonces fuiste tú quien mato a los dos titanes que capturamos con vida, ¿no?-continuó preguntando Armin, de una manera persuasiva, estaba yendo al grano sin temor.
-Quien sabe.-ella se encogió de hombros, nuevamente se expresaba con esa vaga manera.-Pero si ya te diste cuenta hace poco, ¿por qué no actuaste entonces?-pregunto, a lo que pude ver como la mirada de Eren conectó con la mía en una cuestión de Segunda dos, antes de que él volviera a mirarla.
-Teníamos la esperanza de que fuera una clase de mal entendido. Pero por culpa de eso, si no me hubieses matado fuera de los muros esto no hubiese ocurrido.-la voz de Armin detallaba una leve decepción, una que se trascendía en emociones que yo podía entender, más que nadie.
-Si, yo también lo creo... Y es que jamás pensé que fueran arrinconarme de esta manera. ¿Por que no los mate entonces?-se preguntaba ella, con ese jodido tono, el mismo que estaba haciendo mi sangre hervir por completo.
-Annie, todavía puede ser una posibilidades de que eres una loca que le sigue la corriente a Armin.-le decía Eren, agitado.-Solo tienes que bajar aquí para demostrar que estamos equivocados baja y demuéstralo.-pidió con insistencia, pero mi hermano no entendía, porque él aún tenía un corazón noble; uno que este mundo le arrebataría, lo sé, se que si.
-No puedo bajar ahí, no he conseguido convertirme en soldado.-sus cínicas palabras me hicieron apretar más el mango de mis hojas, estaba esperando el momento en que le abalanzara una, justo en su nuca.
-¡Annie esto no es una broma!-grito Eren, conmocionado y agitado ante la sarcástica expresión de la rubia frente a él.
-Vamos hablarlo Annie, de seguro que si hablamos...-escuché a Armin, pudiendo ver cómo él sobresalía en los primeros escalones, queriendo llegar a ella, pero el eco de un gruñido me hizo sentir, que esta pelea sería buena.
-Ya es suficiente. Estoy harta de oírlos, es inútil.-sonreí, esa voz y expresión amarga de Mikasa era el toque perfecto para nuestro dúo, y es que pude verla, pude ver como saco sus hojas; ella estaba lista.-Voy hacerte pedazos de nuevo, titán hembra.-Mikasa apretaba el mango de sus hojas con fuerza, ella estaba dispuesta a pelear contra ella, sin excepciones, pero aquella joven se echó a risa pura, creando una incomodidad grandísima.
-Armin, te agradezco por haber pensado que era una buena persona.-la rubia se dirigió a Armin, sabiendo que Mikasa estaba apunto de cargársela; ella aún seguía demostrando que no le importaba la situación.-Supongo que ahora, no me queda más remedio... Han ganado su apuesta pero es aquí y ahora donde comienza la mía.
Pude presenciar el momento perfecto de cómo se lanzó aquella bengala verdosa en el cielo, dando la señal que todos los que estaban arrinconado, esperaban, pero yo aún no me moví; ni siquiera cuando vi que pareció sobresaltar un anillo con aguja en su dedo. Se convertiría, en cualquier momento lo haría, así que sobresalí de la chimenea, sabiendo que mi posición estaba al descubierto. Mi sombra decayó frente a ella, quien estaba siendo amenazada por varios soldados a la luz del día, pero fue ese momento en que sus ojos azulados y los míos hicieron contacto visual. La electricidad de adrenalina que sentí ante su mirada, fue suficiente para transferirle el remordimiento que estaba sintiendo. Ella no dejo de mirarle, incluso aunque raspara su piel y el cielo se tornara grisáceo, mantuve la mirada en ella, sabía lo que se avecinaba, pero todos los demás soldados salieron expulsados de su lado en cuanto los rayos del cielo tocaron su cuerpo, traspasando su piel. Fui testigo de cómo los músculos se recrearon en ella, y en cómo empezó a tomar altura, destapando pánico entre las personas que estaban presenciando dicho acto. Había perdido el rastro de Eren, pero ella fue atrevida en aplastar y aplastar el pasadizo de la ciudad subterránea.
Varios soldados empezaban abalanzarse en ella, pero no resultaba en lo absolutamente fácil, hasta que yo me lance. Literalmente me impulsé para girar alrededor de ella, no se lo esperaba, así que fue suficiente para lanzar de manera impulsiva mi hoja, aquella que traspasó su ojo derecho, dejándolo ciego. Ella me miró, su mano quiso alcanzarme, pero fue más inteligente y tapó su nuca, con un duro endurecimiento, pero no quería terminar la fiesta aún, necesitaba hacerla sufrir y rugir nuevamente, como lo hizo en aquel bosque. Quería pisarla, quería aplastarla. Tome aire, impulsándome con más altitud para que su mano se estirara por completo, en ese intento de alcanzarme con velocidad, yo hice la misma acción de una manera ágil. Me giré y giré, en vueltas y vueltas, creando un espiral en su mano, rasgando por completo su brazo, no habría tanta energía para regenerar, pero corte y corte, desprendiendo sus músculos para crearle debilidad. Volví a levantarme en el aire, ella me buscaba, mientras que su ojo regeneraba vapor, quería recuperarlo, pero no podía. El sonido de un gas cerca me alertó, pero en si, tome impulso, sabía que ella me ayudaría así que permití que Mikasa apretara mi mano para darle vuelta en el aire y lograr que ella se impulsara con fuerza al titán hembra, para atacarla.
-¡Eren!-me desvanecí, perdiendo altitud cuando vi a Eren tirado en el suelo sin movilidad, estaba atrapado entre los escombros, pero en el momento en que iba por él, la sombra del pie de aquella titán me oscureció el camino.
Me desvíe, ella presiono el suelo, quebrándolo. Pero entre el enojo y la adrenalina, quería quebrantar sus talones. Mikasa la distraía desde arriba, veía como quería cortar sus brazos, así que me quede con una baja altitud para seguir sus talones y cortarlos con las hojas, pero ella se movía con rapidez. Intentaba atacarme, me seguía con sus manos, incluso elevó aquellas piernas, las mismas con las que les atacó; con las que los mato, y aplastó. Gruñí, mis hojas cruzaron sus piernas por completo en aquel redondel, sin temor a nada, como si solamente estuviéramos ella y yo. Corrí por los tejados en cuanto salí de sus piernas, logrando sentir como desprendía los cimentos, queriendo alcanzarme con la mano, pero en seco se detuvo cuando vio como cogí impulso; no podía alcanzarme, era igual de ágil que ella. Me quede detenida en un tejado más alto, observándola, ella se giró en seco y empezó a correr rápidamente, iba escapar. Mikasa y yo nos miramos fijamente, estaba huyendo, por lo cual en una avalancha de soldados nos dirigimos detrás de ella. Pude ver que su endurecimiento se había ido, se había ido por completo, por lo cual lance fuertemente mi hoja para que llegara hasta allá, pero había sido un descenso en vano, por lo cual mi gancho se aferró a ella, para alcanzarla. Fue un roce, uno solo que pude hacer, antes de que ella se tirara al suelo, enredándome con mi gancho.
-¡Adeline!-escuché el grito de Mikasa, pero literalmente no tuve tiempo de planear una caída, así que solo cerré los ojos, caería duro, o eso pensé en cuanto sentí como me apretaron el cuerpo con fuerza y me impulsaron en el aire.
-Que mierda.-me quede aturdida en cuanto vi aquel cabello rubio, sonreí en medio de esa adrenalina, cayendo en el tejado y rodando, mientras que ella quedó parada, observándome con una sonrisa; mientras que su mano estaba aguantada de la cintura.
-Creo que fue muy descortés no invitarme a una situación tan tensa cómo está.-musitó ella, acercándose a mi, mientras sonreíamos.-¿Capitana?-estrechó su mano, para levantarme pero no tarde en reír.
-Parece que los estudiantes siempre vuelven al maestro.-indique, aceptando su mano, para dejar que me levantara y con rapidez, darnos un abrazo.-Grace, no sabes cuanto te he extrañado.-musité en aquel abrazo, a lo que nos separamos sonriendo.
-¿Llegue tarde?-preguntó ella, colocándose en el borde del tejado, mientras que veíamos a ese titán tumbado en el suelo, repleto de trampas.-¿Ya se acabó?-denegué ante su pregunta.
-A penas empieza.-musité, esta parte del plan pertenecía a Hange y a sus hombros, me mantenía desde aquí, observando todas las mallas que sostenían el cuerpo de Annie.-Eso no va aguantar.-masculle, observando cómo empezaba a removerse, si, no aguantaría.
-¡Se va soltar!-exclamó Grace ante notar como el titán hembra empezaba a levantarse, desprendiendo por completo las mallas y esas estacas que se aferraban a su cuerpo para prohibirle movilidad.-¡Síganla!-pedía aquella castaña, pero en ese momento que los pasos retumbantes de Annie empezaron a crear oscuridad en la calle, el cielo grisáceo se llenó de rayos en algún punto del callejón.
-¿¡No habían suficientes trampas!?-podía escuchar la desesperante voz de Hange al otro lado del tejado, sus hombres empezaban a moverse, aquel escuadrón empezaba a seguirla.
-Eren... -musité en cuanto escuché un rugido, un fuerte rugido.
-¿Qué fue eso?-preguntó Grace, observando de dónde venía aquel callejón.-¿Hay otro?-me miró como si estuviera aterrorizada, pero denegué en una sonrisa.-¿Qué haces?-me preguntó en cuanto me vio irme al borde del tejado.
-Iré con mi hermano.-fue lo que dije en una sonrisa, viendo como ella confusa me miró, y en cómo mi sincronización funcionó a la perfección.
En ese momento que lance mi gancho, fue justo cuando Eren pasó corriendo en su forma de titán tan temeraria. Mi gancho se enterró en su cuello, viendo como mi cuerpo se impulsó para llegar a él en esa corrida al titán hembra. Me aferré, sosteniendo su cabello, llegando a un punto donde podía verlos a ellos a solo centímetros. Aquel titán miró hacia acá, estaba segura de que sería una fuerte pelea, pero su objetivo era escapar y si lograba brincar ese muro, la perderíamos por completo. Eren siguió avanzando como le pedí, él entendía mi remordimiento, él más que nadie entendía mi impotencia, Eren no solo luchaba por él y los demás, luchaba por mi. Me impulsé para arriba, lanzando mis hojas para centrarlas en sus ojos, creando ceguedad, pero nuevamente mi puntería logró darle a uno solo, que le creó ventaja a Eren para cuando decidió golpearla. Pude ver como en el aire, varios soldados venían hacia mi, deteniéndose en el tejado para observar la gran pelea de titanes frente a frente, destrozando por completo la iglesia central del pueblo. Y aunque las tropas de guarnición empezaban a despojar a la gente, esas personas que miraban con horror el gran escenario que trascendía frente a sus ojos. Los golpes eran fuertes y determinados, la estaba destrozando a pesar de que ella se defendía, pero no fue suficiente.
Un suspiro se me escapó cuando vi cómo Eren perdió ventaja, no pude evitarlo, debía seguirla. Y así fue. Ella se dirigía al muro. Iba a escapar, sin más. Impulsé mi gas con mucha velocidad, estaba segura que habría gastado la mitad en un solo impulso, pero pude hacerlo, pude llegar al muro antes de que ella llegara, porque ni siquiera se percató de que yo iba por ella. Pise con fuerza el pavimento, corriendo con gran velocidad, ella estaría escalando, pero para mi sorpresa, Mikasa seguía mis pasos, se le escapaban mil suspiros como a mi, pero ambas queríamos detenerla. Podía sentir el ruido del titán, en cómo enterraba sus dedos en el cimiento del muro y lo fragmentaba para subir, pero era tarde, era más que tarde. Así que, nos lanzamos, juntas. El tiempo trascendió de una manera lenta, pero con un sentimiento de poder inexplicable. Esos grandes ojos azulados del titán, nos miraron como si sintiera el terror puro en cuanto las hojas de nuestros mangos rozaron por completo sus dedos, impidiendo que no escalara más. Nosotras caíamos, pero ella caía con nosotras. Eleve el gancho, aferrando a Mikasa junto a mi cuerpo, Annie cayó al suelo, mientras que nosotras caíamos suavemente al suelo, estaba inmóvil, no podía escapar.
Eren se abalanzó encima de ella, podía sentir el suelo removerse, mientras que volví a elevarme en el aire con Mikasa en cuanto rocas salieron como un destello de estrellas en el aire por los fuertes golpes que él le proporcionaba. Se veía la rabia, el enojo en la mirada perdida de ese titán que Eren conllevaba en él. Mikasa y yo nos quedamos paradas en un tejado; junto a otros soldados, que observaban lo mismo que muchas personas, aquella gran pelea de titanes. Era algo que jamás imaginamos ver, pero era así la única manera de desenterrar lo que muchos no creían. El momento de tensión era gigante, todos esperaban una victoria, pero sentía algo, sentía una corazonada. Me quede detenida viéndolo, ese sufrimiento de sus ojos por obtener justicia. Pero más allá, podía ver también un grupo de élites observando dicho momento. El comandante, Levi. Todos estaban allí, incluso los mayores líderes de la realeza. Esperaba ver que cayera, esperaba justicia en ese insólito momento en que Eren desprendió con su boca toda la piel de su garganta, esa que escondía su cuerpo por completo. Ahí pude sobresalir ella, pude verla mientras estaba parada en ese tejado junto a Mikasa, pero nada más pudo pasar, simplemente un fragmento de endurecimiento como un escudo la escondió de los ataques de Eren, y nuevamente, habíamos perdido.
───
Próximo capítulo: Viejos amigos.
Mientras se investiga los sucesos con el titán hembra, Levi se reencuentra con una vieja amiga.
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