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Capítulo 1 | Venit illa

Hospital Regional Psiquiátrico Borden, Chicago, Illinois.

Era una noche fría, muy fría, capaz de congelar hasta los huesos. Willa dormía, sin entrar en un sueño profundo, ya que sus pies se encontraban casi congelados.

Su corazón empezó a latir con gran fuerza contra sus costillas, gotas de sudor se deslizaron por su espina dorsal y frente, sus manos temblaron y mantenía su cuello tenso, siendo involuntario. Cerraba los ojos con fuerza mientras escuchaba como suaves golpes en la puerta se producían, estos resonaban en sus oídos, causando un ligero dolor en los tímpanos. Tras los golpes en la puerta, risas, susurros irreconocibles, pasos acelerados y la sensación de ser vista fijamente, surgieron.

No podía moverse, su respiración se agitaba cada vez más, sin poder respirar libremente, a la vez que sus músculos se tensaban dejando pocas posibilidades de despertar de una vez.

—Vamos querida, ambos sabemos que lo que ves... es real. —Era esa voz nuevamente, aquella que aparecía cada vez que sufría una parálisis mientras dormía. Su acento inglés, cosquilleando en sus oídos, estremecía mucho más a Willa. —Se han ido... ya puedes abrir los ojos.

Y lo hizo, abrió los ojos. Su habitación era la misma, fría y vacía. Aún no podía moverse, sabía que el periodo de la parálisis aún no había pasado, pero él estaba presente. Caminó lentamente hacia ella, sus pasos resonaban en la habitación, se inclinó sobre su rodilla al pie de la cama justo frente a Willa. En su rostro se dibujó una sonrisa y sus ojos cobraron un color rojo. Era él... el rey del infierno.

Crowley.

Amara espera... ¡Despierta ahora! —Exclamó elevando la voz, casi gritando en el rostro de Willa.

Su pecho subía y bajaba, una y otra vez, parecía que el aire no era suficiente, el miedo carcomía lentamente cada parte de su cerebro, el sudor se intensificaba. Cerró los ojos, aumentando la fuerza sobre sus párpados, y solo esperó... esperó a que los minutos pasaran hasta ya no escuchar nada extraño a su alrededor, solo la brisa del viento golpeando suavemente las ventanas y el reloj marcando los segundos que pasaban.

Empezó a sentir el frío nuevamente en la punta de sus pies descalzos, sus dedos empezaron a moverse. Con el paso de los segundos, que le parecían interminables horas, sus músculos se relajaron, consiente de esto, en un solo golpe abrió los ojos respirando profundamente, tomando todo el aire que pudiera entrar a sus pulmones, su cuello dolía ante la tensión sobre todo su cuerpo. Escuchó el "crack" en cada articulación mientras observaba como sus temblorosas manos recuperaban el movimiento.

Aún no había amanecido, todo seguía oscuro.

El cansancio quería dirigirla a un sueño profundo, sin embargo, dormir era como una pesadilla, o al menos lo era despertar.

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El impala 67 se detuvo frente al hospital psiquiátrico Borden, tuvieron que pasar por un largo camino de curvas y curvas hasta llegar a lo más alto de la colina, entrando a través de unas altas y elegantes rejas, que marcaban el territorio de Borden. Los hermanos Winchester bajaron vistiendo el traje oscuro que sacaron de la tintorería minutos antes, portando sus placas falsas del Buró Federal de Investigaciones, las mismas que los acompañaban cada vez que investigaban un caso.

Frente a ellos se encontraba una de las construcciones más grandes y antiguas del estado. Parecía ser una gran mansión de cinco pisos, con metros y metros de terreno cubierto.

Se aproximaron a la entrada principal, una puerta de madera vieja y elegante, abierta de par en par, por la cual entraban y salían personal del hospital y pacientes que residían ahí.

—¿Quién crees que financie este hospital? —Preguntó Dean, examinando todo el lugar. Parecía ser inmenso, demasiado lujoso, demasiado... —No es el gobierno, sin duda alguna.

Se dirigieron al interior, y lo era, era enorme, paredes grisáceas y finas, grandes ventanales en la parte superior que subía al segundo piso, la recepción se encontraba entre dos columnas, justo en medio de dos largos pasillos, de lado izquierdo estaban las escaleras que subían al piso de arriba y de lado derecho, había más escalones, pero estos bajaban.

— ¿En qué los puedo ayudar? —Una muchacha de pelo rubio y rizado habló desde la mesa de recepción, vestía de blanco como el resto del personal médico.

—Soy el agente Collins, él es mi compañero Smith. —Dean fue el primero en hablar, ambos mostrando sus respectivas placas. —Hace unas semanas varios pacientes fueron trasladados a este hospital, personas que aseguraron ser poseídas por fuerzas... oscuras.

La chica pareció dudar por unos segundos. —Así es.

—Bueno, tenemos unas preguntas para todos ellos.

 Levantó ambas cejas, mirándolos con incredulidad. —Son pacientes con problemas mentales, la explicación no es extensa...

—Bueno, considerando que todos los afectados fueron pacientes de diferentes centros médicos, que además cometieron crímenes la misma noche, creemos que puede haber algo más involucrado en esto, hay un patrón. —Explicó Sam.

—Sí, un patrón muy extraño —Respondió ella. —¿Fuerzas oscuras? ¿No deberían estar aquí los caza-fantasmas en vez del FBI?

Sam miró a Dean por unos segundos, él le devolvió la mirada antes de continuar.

—Estaban ocupados. —Sonrió Dean. —Entonces ¿podrías ayudarnos?

Ella los miró por pocos segundos, suspiró mostrándoles una cálida sonrisa y asintiendo con la cabeza, aun así en sus ojos había un ligero destello de preocupación. Tomó el teléfono al lado suyo y marcó unos cuantos números, no esperó mucho en silencio antes de hablar; —¿Doctor Martin? hay dos agentes del FBI que parecen necesitar su ayuda. —Colgó la llamada dirigiéndose nuevamente a los Winchester. —El doc...-

—¡Lisa! ¿Hay algo estos señores necesiten? —Una voz áspera y seca interrumpió a la chica, ella no dudó en callar al instante abriendo los ojos ante el súbito llamado.

Dean pudo notar un ligero temblor en los labios de Lisa, dirigió su mirada a quien la llamaba,  encontrándose con una mujer de pelo corto y gris, arrugas pronunciadas por el rostro y cuello, con manos temblorosas y venas sobresalientes en ellas, que sujetaban un bastón. Estaba parada en medio del pasillo, arrugando la frente, clavando los ojos en ambos hermanos, mirándolos con cierto escepticismo. No la habían escuchado venir, quizá estuvo observando en silencio y ninguno lo notó.

—E-eh... dis-sculpe señora Norris, son agentes del FBI. —Su voz tembló, bajó la mirada al solo girar hacia la anciana.

Sam y Dean se aproximaron a mostrar sus placas, Norris arqueó ambas cejas en respuesta.

—¿Qué está buscando el FBI aquí?

—Hay un peculiar patrón que conecta a los pacientes que fueron trasladados recientemente a este lugar, estamos investigando. —Dijo Sam.

La anciana se mantuvo en silencio, una nube de tensión empezaba a formarse, el silencio se extendía hasta causar un extraño escalofrío que recorrió la espalda de Sam, estremeciéndolo al instante, carraspeó intentando romper aquella pausa de ruido.

—Los llevaré a la sala común. —Fue lo único que dijo antes de girar su cuerpo y caminar, suponiendo que los Winchester la seguían.

Subieron unas escaleras, pasaron por el segundo piso, tercer y cuarto hasta llegar al quinto piso superior. Cada corredor, del piso que pasaban, parecía ser increíblemente  extenso, con puertas y ventanas a los lados, mantenían un ambiente sombrío bastante contrario a lo que se observaba en los jardines.

Llegaron al último piso, suponían que era el más iluminado de todos los que vieron fugazmente mientras subían cada escalón. Caminaron por el extenso corredor, dirigiéndose hacia una gran puerta de grandes ventanales, Norris la abrió, dándoles paso a entrar a la terraza del hospital, con mesas alrededor y algunas sombrillas. Era bastante agradable, el sol entraba sin restricción, dejando un poco de calidez, podían apreciar las grandes colinas que rodeaban a Borden, a pesar de estar entre las más altas.

—Agentes, pueden esperar aquí, traeré los informes. —Habló Norris antes de salir por las puertas y desaparecer.

Ambos se acercaron al borde, el barandal no era tan alto, más de 100 cm como mucho, de piedra, con unos 80 centímetros en superficie. Sam se preguntó cuántos accidentes habrían ocurrido en este lugar, aunque era un lugar lujoso, no parecían mantener medidas de seguridad mínimas.

—Dean, ¿Estás seguro que este es un hospital psiquiátrico? —Susurró Sam.

Observaban con cautela el lugar y las personas a su alrededor, los inmensos jardines, llenos de rosas rojas en los arbustos y algunos frutos en los árboles. Los pacientes jugaban cartas o ajedrez entre ellos, otros solo leían tranquilamente y a lo lejos unos practicaban ping pong o golf.

—Eso leí... 

No es un lugar común y lo saben, este o no relacionado con lo que buscan, saben que hay algo más en Borden, y es aquello lo más inquietante.

—¿Crees que encontremos algo? —Sam deja salir un pesado suspiro desde el fondo de su pecho, liberando un poco la tensión que se empezaba a formar en su cuerpo, se preguntaba si era por no tener nada acerca de Amara, o estar en aquel lugar.

—Bueno, es lo único que tenemos, es esto o nada...

Habían sido días duros, ninguno logró dormir en semanas desde que liberaron, por accidente, a la oscuridad, no han encontrado ningún rastro de ella desde aquel día, lo único han sido pistas que resultan no ser nada en cuanto se acercan a estas.

Ambos giraron de repente al escuchar unos ligeros pasos, el súbito sonido fue bastante suave, pero repentino para tener a los Winchester alerta. Era un muchacho de pies descalzos, ojos marrones, completamente despeinado, vistiendo pantalones anchos de un azul grisáceo, junto a una camisa holgada del mismo color, los observaba desde la puerta, sin animarse a cruzar los marcos de esta.

—¿Hola? —Saludó Dean con cautela.

El muchacho los observó por varios minutos sin decir nada, destellando cierta curiosidad en su mirada; —¿Está aquí? —Susurró

—¿Quién? ¿Norris? —Consultó Sam, poniendo su voz al mismo volumen que el chico.

—S-Sí... —El chico intentó aumentar el sonido de su voz, pero esta solo tembló.

—No, se ha ido por unos minutos, puedes entrar si quieres —Recibió un asentimiento de cabeza de parte del chico, dio un par de pasos y de detuvo.  Giraba su cabeza sobre su hombro vigilando una y otra vez si alguien se aproximaba a la entrada. —¿Cómo es la vida aquí? —Sam pensó que distrayendo la mente del chico podría darle un poco más de confianza. 

El chico levantó ambas cejas, probablemente sorprendido ante la pregunta. —¿Cómo creen? —Una media sonrisa se deslizó por su rostro, les dio una corta mirada a los Winchester antes de avanzar un poco más a la mesa más cercana a él, tomando entre sus dedos una de las rosas en los floreros que decoraban estas mesas.

—Este lugar parece... —Sam carraspeó un poco antes de continuar. —Agradable.

El muchacho de ojos marrones resopló dejando salir una corta risa irónica —Por mucho que lo intente, su amabilidad no puede ocultar el terror que le tiene a este lugar, solo con haberlo visto...

Sam siente como su boca se seca al instante, siente un ligero calor en su rostro y sus ojos se mueven en dirección a su hermano, quien le echa un vistazo antes de volver a mirar al muchacho en silencio. Sabe que Dean también se siente intimidado por el lugar, es inmenso, con grandes jardines verdes iluminados por el radiante sol, con tantas personas alrededor, entre pacientes y personal médico, pero la calma que rodea el lugar es inquietante, extraño para ser real, hay algo detrás de tanta perfección que resulta aterrador.

—Entonces ¿Cómo es realmente? —Interviene Dean.

La cálida sonrisa del muchacho empieza a borrarse lentamente a medida que baja la mirada. —Como se lo imaginan.

—¡A tu habitación, ahora! —La voz de Norris interrumpe de repente, haciendo que los tres giren en su dirección, observando aquella expresión de desagrado y enojo, frunciendo las cejas, con ojos oscuros y profundos.

Oliver suelta la rosa dejándola caer el piso, sus manos y rodillas tiemblan, camina lo más rápido que puede, tropezando con sus propios pies, saliendo de la terraza mientras Norris clava los ojos en él hasta que esta completamente fuera. 

Se acerca a Sam y Dean lanzando varias carpetas de archivo sobre la mesa más cercana; —Esos son los archivos de las personas que ingresaron estos días.

—¿Cree que podríamos hablar con ellos?

Por primera vez Norris desliza una sonrisa de puro desagrado por su rostro, seguido de una áspera carcajada. —Asumiré que su pregunta es solo un mal chiste.

—No lo es. —Interviene Dean, mirando a la anciana desafiante.

—Parece que no les quedó claro que este es un hospital psiquiátrico agentes, cualquier interrupción en la rutina de mis pacientes genera un caos, —Hace una breve pausa, sus dientes se aprietan, sus ojos se oscurecen, los observa, abriendo los ojos como si fuera un águila a punto de cazar y destripar a su presa, pronunciando cada palabra con más fuerza. —Algo que intentamos evitar.

Dean sonríe ampliamente, baja la mirada un par de segundos antes de cambiar su semblante a uno completamente serio; —Supongo que los palos de golf los mantiene tranquilos, teniendo en cuenta cuan brutales pueden llegar a ser en manos de pacientes de un hospital psiquiátrico. Es una lástima, tendrá que soportar nuestra visita, porque quizá no sea hoy, pero nos verá aquí más seguido de lo que piensa.

Sam observa en silencio, la nube de tensión, ahora es una tormenta.

—Revisaremos los expedientes si no le importa y volveremos a penas los hayamos terminado. —Concluye Dean.

Norris dirige una rápida mirada hacia Sam, quien se sobresalta tragando saliva ese mismo instante.

—Ya lo veremos —Dice con notable irritación, camina hacia la puerta, desapareciendo del campo de visión de ambos hermanos.

Sam respira profundamente, dejando el aire entrar, y salir en un largo suspiro, vuelve a tragar saliva de inmediato al sentir cuan seca se encuentra su boca. Tenía miedo, no podía negarlo, fue un momento tan pero tan tenso... el sonido de los dientes de Norris friccionando entre sí generaron otro desagradable escalofrío que recorrió su espalda, fue como escuchar la afilada punta de una uña rasgando un pizarrón. Los oscuros ojos sobre él lo estremecieron, por un momento no supo a quien veía, si solo era una malhumorada anciana, o sus más grandes miedos. Lo último que imaginó fue a Dean haciéndole frente sin vacilar ni por un momento. 

Cuando su mirada se posa en su hermano por unos segundos, regresa para obsérvalo mejor; —¿Estás... sudando? —Ve como unas cuantas gotas empiezan a deslizarse por su sien.

Dean mira a Sam desajustando su corbata lo más rápido que sus temblorosas manos le permiten, y camina hacia la puerta limpiando disimuladamente las gotas de sudor en su frente y cuello; —No... 

Ambos caminan de regreso, el sol fue ocultándose con el paso del día, el frío en los pasillos nunca pasó desapercibido, pero por lo menos podía camuflarse con la luz del sol que entraba por los grandes ventanales de la terraza, sin la luz iluminando las paredes grisáceas el lugar parecía empezar a revelar su verdadera fachada.

Las carpetas de archivo se deslizan por las manos sudorosas de Sam, cayendo al piso, generando un ruido que resuena por todo el corredor. Dean detiene sus pasos girando en dirección a Sam, quien maldice en su mente mientras se inclina para recoger todas las hojas que cayeron al suelo.

—Estoy bien Dean. —Escucha como el recién nombrado le dice "Te espero abajo" —Gracias por preguntar —Susurra mientras observa como su hermano procede a bajar las escaleras.

Unos descalzos pies se aproximan, Sam levanta la mirada encontrándose con el muchacho del pelo despeinado, él le sonríe y se inclina sobre una rodilla ayudándole con todas las hojas regadas por todo el piso.

—Gracias —Le dice Sam devolviéndole la misma expresión. —Norris ¿Te da miedo?

Oliver solo asiente con la cabeza, mira unos segundos a Sam antes de hablar: —A ti también ¿verdad?

—Sí, de echo sí. —Responde dejando una ligera sonrisa plasmarse en su rostro, a pesar de ser algo cierto, piensa que decírselo haría que el muchacho se sintiera menos solo.

Oliver toma todos los papeles que sus manos le permiten, juntándolos en uno solo, deja todo el bloque de hojas a un lado en el piso cuando ve una fotografía al fondo del pasillo, la sujeta observándola por pocos segundos para luego extenderla hacia Sam.

—Se ensañó con ella estas últimas semanas. —Dice.

Sam mira la fotografía, en esta se encuentra una chica de ojos grandes y marrones, pelo castaño y algo despeinado, una mirada perdida a pesar de tener los ojos sobre el lente de la cámara.

—Nos tiene despiertos estas ultimas semanas, parece que tiene muchas pesadillas, y es Norris quien se encarga de ella. A la mañana siguiente nunca dice nada, no la he visto sonreír desde que llegó, pero tampoco llorar. —No aparta la vista de la fotografía, en los ojos del chico se refleja inmensa pena, que supone Sam, ha intentado aliviar, por eso mismo le está contando lo que sabe. —No parece pertenecer aquí, a pesar de todas las cosas locas que dice a veces, irónicamente.

—¿Y qué es?

—En las noches suele gritar que ella está aquí, que ella viene, que quiere venganza, y que va a consumirnos.

—¿Dijo quién es ella?

—La oscuridad...

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𝐍 𝐎 𝐓 𝐀

¡Capítulo uno corregido! Es algo diferente al primero sin duda alguna, pero la historia continuará siendo la misma, no hay cambio respecto a lo leído en anteriores versiones, solo he intentado hacerlo un poco más sombrío y espero estarlo logrando, aunque ciertamente lo dudo, pero ya iré mejorando. 

Al principió pensé que serían más de 30 capítulos, como la serie, pero tomando en cuenta que son capítulos largos, quizá solo escriba 10 capítulos, también considerando que pausé la historia en repetidas ocasiones justamente porque me quedaba sin ideas de relleno para hacer los malditos 30 capítulos, ahora ya no lo haré, iremos directo al grano.

Recuerden que tenemos una playlist en Spotify, el código está en la sinopsis por si quieren echar un vistazo. ¡Y! Tengo una cuenta en instagram donde subiré también todas las ediciones y noticias sobre mis fics, el user es @wit_killer

Amo leer sus comentarios y si tienen cualquier crítica, lo que sea, realmente se los agradecería, no importa si son crueles, tomo todo en cuenta. ¡Saludos!

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