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— Lady Dambury me comento que todo estaba listo para recibirnos en la mansión del duque, nadie sabe que vienes conmigo, por lo que será sencillo mantener tu regreso en secreto — El duque suspira al no escuchar una sola palabra de la boca de la joven — ¿En algún momento dirás una sola palabra? Hemos viajado durante días Charlotte...

— No sé qué esperas de mí, Simon. No hay nada que quiera decir, después de todo mi opinión no cuenta para mi primo ni para ti — El joven duque niega con la cabeza ante sus palabras — ¿Qué es lo que pretenden Dominick y tú?

— No pretendemos nada, Charlotte — Responde un poco molesto por la insinuación — Dominick, Lady Dambury, incluso a mí nos preocupas muchísimo ¿Cómo acaso piensas que haríamos alguna treta para hacer quién sabe qué? ¿Cómo puedes pensar eso después de todo lo que hicimos por ti?

— Está bien, lo siento. Solo estoy muy molesta, no quise decir eso de esa manera Simon — La castaña miro la expresión del duque relajarse, conocía a Simon desde hacía tiempo y al igual que Dominick, era como un hermano para ella — No me gusta la idea de regresar, además es el inicio de la temporada. Me trae malos recuerdos, es todo.

— Lo sé, por lo mismo hice todo a mi alcance para mantenerte lejos de eso. Te quiero como si fueras mi propia hermana Charlotte, no olvides eso — Ella asiente estirándose un poco en el carruaje — Llegaremos casi de madrugada, así que nadie nos notara llegando. Duerme un poco, aún falta para llegar.

— Duerme tú, tienes ojeras de mapache — Hace una mueca burlesca ante las palabras de la castaña — Bueno, no tengo sueño. Mejor cuéntame de tus días universitarios, eso es más divertido.

La mansión del difunto duque Hastings era algo siniestra a primera vista y daba la impresión de que en años ningún ser humano había visto algo de color o alegría en las paredes o jardines de la casa, era como ver un cadáver, sin vida. Tras unos minutos de llegar, Charlotte fue dirigida a una de las habitaciones más grandes del ala este y su doncella a una pequeña habitación junto a la suya. Ya de día y desayunando junto con una taza de té, la joven se encontraba mirando al jardin de la mansión perdida en sus pensamientos.

❝— Lottie ¿Y si hiciera una propuesta, aceptarías? ❞

—  ¿Señorita? — La joven salta un poco en su asiento al sentir el toque de su doncella sobre su hombro — ¿Se siente bien?

— Si, estoy bien — La chica rubia parece preocupada pero asiente y toma los platos sucios de la mesa.  

— El duque tuvo que salir pero Lady Dambury aviso que vendría a tomar el té con usted. 

— Prepara el baño y uno de los vestidos que mandamos a hacer con la modista, tal vez el azul claro — La doncella asiente y corre a realizar sus tareas rapidamente. La castaña da un enorme suspiro y termina recargandose sobre la ventana de su habitacion, apretando con fuerza el dije en su cuello. 

— ¿Qué estarás haciendo ahora mismo Anthony? — Era doloroso pensar en lo sucedido y, sin embargo, eso quizá era lo que la mantenía de pie aún — ¿Aún pensarás en mí? Olvidalo Charlotte, no pienses más en eso. 

Con ayuda de Nancy, Charlotte se dio un baño y se vistió para recibir a Lady Dambury. Sus ojos se iluminaron al instante en que la enfocaron y corrió a darle un abrazo fuerte, ella era una mujer asombrosa y emanaba unas fuertes vibras maternas que la castaña hubiese deseado sentir de su propia madre.

— ¡Charlotte, querida! Me alegra tanto que mis ojos puedan ver tu hermoso rostro otra vez  — Extiende sus brazos mirandola de arriba abajo con una gran sonrisa — Te has convertido en toda una mujer y tu belleza solo va en aumento. 

— No hay nadie más bella que usted lady Dambury, no me comparo con usted — La mujer hace un gesto de poca importancia al tema — Pasemos al jardín, mande a preparar él, té que tanto le gusta. Yo misma preparé las galletas que comeremos...

— Me harás romper mi propia dieta, todo lo que cocinas es delicioso, querida. — Su doncella sirve el té y las galletas y las deja a solas — Ahora, dime ¿Qué tal estuvo Venencia?

— Es una ciudad bellísima y el arte no tiene fin — Cuando todo aquello sucedió y tuvo que irse, fue el arte lo que la ayudo a sobrellevar un poco el dolor — Siempre hay cosas nuevas que probar, me hubiese gustado quedarme y seguir con mis estudios. 

— Simon dijo en su ultima carta que pretendes regresar a Venecia al final de la temporada,  es una lastima — Dice suavemente con una expresion de decepcion en su rostro — Tanto tu como Simon planean huir para siempre y eso me entristece. 

— Todo es diferente ahora, Lady Dambury, al menos en mi caso — La mujer suspira profundamente — Alguien como yo, no sería elegible para ser una esposa digna.

— Existe alguien a quien no le importaría en absoluto lo sucedido — Susurra Lady Dambury  por lo bajo — Pero... ¡Oh vaya! Mire nada mas, vaya suerte la de mis ojos que pueden verlo finalmente, su excelencia.

— Es un placer verla, Lady Dambury — Dice Simon acercandose hacia ambas con una sonrisa divertida en el rostro. 

— Mis condolencias por lo de su padre, su excelencia. 

— Es usted muy gentil.

— ¿Gentil? Odiaba a ese hombre — Charlotte sonrie un poco ante las palabras de lady Dambury y es que el antiguo duque era un cerdo, esto en palabras de todo el mundo — Me alegra que esten ambos, tu y Charlotte de regreso en londres. 

— Siempre es agradable tenerla cerca — La mujer hace un gesto ironico ante las palabras de su protegido — Lo digo enserio. 

— Lastima que no escucho esas palabras con frecuencia — Dice lanzando un bufido suave — Oh si,  antes de que lo olvide. Traje la invitacion de mi reunion de esta noche, como saben, siempre ofrezco el primer baile de la temporada social en mi hogar y tengo mil cosas que resolver, pero aqui tienen. 

— Es muy amable, pero solo estoy en Londres para encargarme de los asuntos de mi padre y no tengo demasiado tiempo para socializar — Simón recibe la mirada mordaz de Lady Dambury y su confianza comienza a flaquear ante los ojos de Charlotte. La castaña sabia que Lady Dambury había criado casi como a un hijo a Simon cuando su padre se deshizo de este a los 4 años y era por eso que ambos tenían una relación muy cercana y sumando el carácter furioso que esta podía sacar ni Simon ni nadie se atrevía a contrariarla más de la cuenta — Tal vez, una sola aparicion. 

— ¿Y tú, Charlotte? No acepto un no por respuesta — En verdad quiso mantenerse digna a su palabra, pero los ojos de Lady Dambury la penetraban como a un halcón dispuesto a matar, dio un suspiro, pero asintió — Perfecto, los veo más tarde a los dos. Debo irme, la modista trajo mi atuendo y debo probármelo, hasta esta noche, niños.

Grosvenor Square, 1813

❝Querido lector ha llegado el momento de hacer nuestras apuestas sobre la próxima temporada social, consideremos la casa del barón Featherington, tres señoritas endilgadas en el mercado matrimonial como tristes cerdas por su mamá de mal gusto y sin tacto. Mejores posibilidades podrían existir en la casa de la viuda vizcondesa Bridgerton, una familia asombrosamente prolífica conocida por la bendición de tener hijos perfectamente apuestos y bellísimas hijas, cuanta perfección sin duda.

Hoy es un día de suma importancia. Y para algunas, es aterrador, pues hoy es cuando las señoritas casaderas de Londres son presentadas ante su majestad la reina, que dios se apiade de sus almas.

Solo los ojos de la reina importan hoy, un atisbo de desagrado y el valor de una joven cae hasta profundidades inimaginables. Pero como sabemos, mientras más brilla una dama, más rápido puede arder.

Y es que se dice que, dentro de entre todas las perras, muertas o vivas, la que domina la pluma es la más canina. De ser cierto, entonces a esta autora le gustaría mostrarle los dientes. Mi nombre es Lady Whistledown, ustedes no me conocen y les apuesto que jamás lo harán. Pero quedan advertidos, queridos lectores: de seguro, yo los conozco. ❞