————————— 🍃🍂 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐞𝐫𝐨

🪄 DIONE BLACK

ִֶָ𓄹 ˖🍂 ࣪𓏲࣪ ִֶָ ▐ El sol de finales de verano brillaba a través de las ventanas del tren en el andén 9 3⁄4, donde los estudiantes de Hogwarts se reunían una vez más para comenzar un nuevo año escolar. Entre ellos, una joven de cabello azabache y ojos bicolores llenos de determinación se abrió paso entre la multitud, acompañada por una figura imponente y misteriosa: su madrina, Camille Parker.

Camille observó con una mezcla de orgullo y preocupación mientras su ahijada, Davina Black, se preparaba para abordar el Expreso de Hogwarts. Este año era especial para ella; no solo comenzaba su tercer año por primera vez en Hogwarts, sino que también, lo haría sin esconder su verdadera identidad.

Davina sentía los nervios arremolinándose. Davina sentía que le fallaba a su padre al no reconocerse como una Black, pero ahora había decidido que ya no podía seguir ocultándose. Este era el año en que todo cambiaría.

Con una profunda respiración, Dione levantó la cabeza y caminó con determinación hacia el tren. Camille le dio un abrazo apretado, susurrándole palabras de ánimo.

—Recuerda, eres valiente y fuerte, Davina. Nunca olvides quién eres y de dónde vienes.

Dione asintió, sintiendo el apoyo de su madrina como una capa invisible que la envolvía. Subió al tren, encontrando un compartimento vacío, y comenzó a acomodar su equipaje. No pasó mucho tiempo antes de que los murmullos comenzaran a recorrer el vagón.

Los estudiantes se giraron a mirarla, susurrando entre ellos, algunos con curiosidad, otros con asombro y otros hipnotizados. Finalmente, un grupo de Slytherin entró al compartimiento, liderado por Draco Malfoy, Blaise Zabini, y Pansy Parkinson.

—¿Davina? —preguntó Draco, sus ojos grises fijos en los ojos cerrados de Davina—. ¿Cuándo llegaste?

Davina tragó saliva, respiró profundamente, y finalmente abrió los ojos. Pansy dejó escapar un jadeo, y Blaise se atraganto con su propia rana de chocolate .

—No puedo creerlo —murmuró Pansy, recuperándose rápidamente—. Por Salazar, eres completamente perfecta. Malfoy no nos dijo que tenía novia.

Malfoy, se atraganto con su propia saliva, mientras que Blaise caminaba a donde se encontraba Davina quien observaba con diversión a la pelinegra.

—Maldita sea, Parkinson tiene toda la razón, eres malditamente hermosa —dijo el moreno con una sorprendente seguridad muy propia de él, que no se dio cuenta como Draco dejó de sonreír y frunció su ceño, mientras que Davina se ponía roja cada vez más de la vergüenza—. Lamento que Draco sea tu novio y no yo.

—O yo —interrumpió Pansy aun observándola.

—Chicos, Davina no es mi novia, ella es mi prima. Davina es prácticamente como mi hermana.

Ambos Slytherin se miraron entre sí, la habían regado, con vergüenza Pansy y Blaise se disculparon con ambos primos. Lo cual se les hizo divertido a Malfoy y Black.

Para ese entonces el tren empezaba a moverse, y así fue como Draco y sus amigos se sentaron con ella en hacerle compañía en su soledad.

Los chicos que murmuraban de ella solo se limitaban a mirarla, pero había una chica en particular que no dejaba de mirarla.

—Entonces si eres prima de Malfoy, ¿eres una Malfoy? —preguntó Pansy con una extremada curiosidad por conocer el paradero de la chica con heterocromia.

—No, soy una Black —respondió Davina llamando la atención de varios alumnos que se encontraban al pendiente de su conversación con los Slytherin.

—No sabía que Andrómeda tuviera una hija siendo ya una mujer de mayor de edad —murmuró Blaise—. ¿Que eso no les afecta a las mayores?

Davina observó con cautela al moreno haciendo que apartara su vista ante la penetrante mirada de la chica nueva.

—Soy hija de Sirius Black, mi nombre es Dione Black.

Draco notó el nerviosismo de su prima, por lo cual le agarró fuertemente de la mano, en modo de apoyo.

Algo que siempre le enseñaron a Draco Malfoy, era proteger a su prima pase lo que pase.

El silencio prevalecía en aquel compartimiento, no era incómodo, pero si tenía nerviosa a Davina.

—¿Eres animaga? —preguntó Blaise finalmente  tratando de desviar los nervios de la azabache.

—Si.

—¡Qué alegría!

—¿Es cierto? —interrumpió Harry, sus ojos verdes fijos en los de Davina—. ¿Eres realmente hija de Sirius Black?

—Ahora no es el momento Potter —dijo Draco observando con furia al de ojos verdes.

Davina tragó saliva y asintió, preparándose para la reacción. Una chica castaña dejó escapar un jadeo, y un chico pelirrojo abrió la boca con sorpresa.

—Por Merlín —murmuró Hermione, hipnotizada ante la mirada de Dione Black—. Lamento que no hayas convivido con tu padre.

Dione le sonrió gentilmente.

—¿Porque nunca supimos nada de ti? —cuestiono el chico pelirrojo.

—Porque no era seguro —respondió Davina, su voz firme pero temblorosa—. Lo lamento, pero no tengo porque dar explicaciones, a alguien que no conozco.

Harry asintió comprensivamente. Después de todo, él también conocía la presión de tener un padre cuya historia estaba entrelazada con el misterio y el peligro. Hermione sonrió estando de acuerdo con ella.

—Bueno, lo sentimos —dijo Harry finalmente, su expresión decidida—. No estás sola, se ve que tienes una conexión fuerte con Malfoy.

Draco rodó los ojos fastidiando de verlos.

Cuando los chicos de Gryffindor se fueron y Dione estableció una conversación con los amigos de su primo y con el mismo, una calidez llenó el compartimento. Davina sintió una oleada de alivio. Había temido este momento durante mucho tiempo, pero ahora, con su primo a su lado, sabía que podía enfrentar cualquier cosa.

Draco Malfoy era ese hermano que tanto le hacía falta.

Mientras el tren avanzaba hacia Hogwarts, Davina miró por la ventana, con la esperanza y la determinación reflejadas en sus ojos. Este era el comienzo de una nueva era, no solo para ella, sino también para su familia. Y estaba lista para enfrentarlo, no como una sombra oculta, sino como Dione Black, hija de Sirius Black.

Lo que Dione nunca se percató era que había despertado la curiosidad de la princesa de Gryffindor, provocando que aquella castaña se obsesione con el paradero de su padre. Algo que Hermione tomó en cuenta, era que aquella chica de ojos asombrosos no sabía que su padre ahora era un prófugo de Azkaban.