Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🍸.- capítulo uno.

Freddy Fazbear, apenas veintitrés años y ya dentro del negocio familiar trabajando como sus otros hermanos todos los días. Era un trabajo agotador la mayor parte del tiempo ya que tenía que asegurarse de que todo esté yendo de acuerdo al plan que se había creado, además de revisar la mercancía de vez en cuando, de ir a juntas hasta la otra parte del país lo que era un viaje cansado. Sin embargo, habían días como ese en el cual todo estaba yendo a la perfección, así que lo único que podía hacer era dormir y descansar como tanto deseaba.

Fuera en el enorme jardín, sentado en aquella silla de la mesa leyendo un libro de lo más tranquilo. De vez en cuando alzando la mirada y soltando un suspiro. Cruzó sus piernas una vez más para estar más cómodo, tratando de seguir con su lectura como todas las tardes. Al menos lo intentaba, si no fuera porque en frente de él estaba su agradable compañero de casa haciendo ejercicio. Le molestaba porque su compañero sabía más que nada que le gustaba verlo mientras ejercitaba.

Tragó saliva leve, apretando el libro entre sus manos hasta que no lo soportó más, cerró el libro con fuerza, azotando el mismo en la mesa antes de levantarse e ir hacia él.

—¿Podrías dejar de hacer lo que sea que estés haciendo? Estoy tratando de leer tranquilo y no me dejas.—preguntó, cruzando sus brazos y viéndolo. El contrario acostado en el césped, viendo ahora hacia arriba a la tierna imagen del Fazbear molesto por su culpa.

—¿Te estoy distrayendo, chiquito?

—Si.

—¿Ah, si?—sonrió.

Freddy frunció el ceño, con ganas de darle una patada o un golpe, lo que venga primero pero quería hacerlo para hacerlo sufrir. Todavía no entendía porque su madre había decidido dividirlos de esa forma y hacer que vivan en pareja para los negocios que tenían cuando era obvio que podían trabajar viviendo separados. La lógica de su madre era que de esa forma iban a tener un vínculo de amistad para el negocio futuro.

Algunos de los Fazbear no les gustaba el término amistad, por lo que pasaron de ello a ser no solo compañeros de negocio pero compañeros sexuales desde el primer momento que sintieron un tipo de atracción de ese tipo. Freddy por su parte no sintió nada, eso fue al principio. Con el pasó de los días, de las semanas, meses, algo dentro de él le decía que se acerque más.

Le estaba atrayendo, mucho, más de lo que él quisiera.

—No estoy jugando, Chip. Es serio, quiero estar tranquilo por lo menos un día en mi propia casa—se quejó, aún mirándolo.

—Puedes hacerlo, pequeño. No estoy cerca tuyo para molestarte, solo estoy haciendo ejercicio... Y si te distraes con eso, lamento decirte que ese no es mi problema—le respondió, levantándose para poder verlo de frente.—ira, si te pone acá bien caliente verme casi encuerado, solo dilo, chiquito.

Freddy miró a otro lado todavía con sus brazos cruzados y el ardor en su rostro de verlo pasar la toalla por su cuerpo. Tragó saliva, tratando de no ver más, ya era obvio para Chip lo que el menor sentía y quería jugar con eso lo más que podía. Le gustaba y le parecía tierno como intentaba ocultar su líbido por él.

Se acercó a él una vez más, agachandose para susurrarle al oído.

—Si quieres cogemos, precioso. Depende de ti.—dijo, dandole un rápido beso en la mejilla antes de irse de ahí para darse un baño. Freddy intentó darle un golpe en el brazo por lo mismo, no alcanzando para eso.

Freddy decidió mejor irse a la biblioteca de la mansión para terminar de leer, ahí por lo menos tendría algo de paz. Había estado leyendo fuera debido a que le agradaba estar en su hermoso y enorme jardín, si no fuera por Chip se hubiera quedado horas como antes.

Chip Hernández era el nombre de aquel hombre que vivía con Freddy, parte de la familia Hernández, familia de narcotraficantes en México conocida por ser una de las más violentas, sangrientas e increíblemente poderosas en su país y en varias partes del mundo. Eran más conocidos por la forma de ejecutar a sus rivales.

—Freddy.—apareció después de veinte minutos de calma.

El nombrado volteó los ojos, cerrando su libro una vez más y volteando a ver al que lo llamaba.

—Saldré unos momentos.

—¿Dónde?—preguntó de inmediato apenas dandole tiempo para terminar de hablar. Se levantó, viéndolo para que le explique a dónde iba a ir.—sabes que no puedes ir a ningún lugar sin antes decirme dónde o darme tu ubicación.

—Si me dejaras terminar de hablar—rió suave al final, apoyando su hombro en el marco de la puerta.—iré a ver a alguien cerca de aquí, no te preocupes, no tardaré.

—Eso dijiste la última vez que saliste y llegaste al día siguiente, ¿A quien vas a ver?—cuestionó una vez más, ahora más cerca del cuerpo del mexicano. Colocando sus manos en sus propias caderas y viendo hacia arriba a los ojos del más amor.

—¿Debo de decirte?

Asintió.
Chip suspiró.
—Un amigo, nada más.

—Un amigo, claro.

Cruzó sus brazos con una pequeña sonrisa.

—¿Qué pasa, pequeño?—le sonrió.—Tienes esa carita linda que me dice que estás celoso, y ni siquiera conoces al amigo al que voy a ver.

—Chip, no soy idiota. Se que tienes sexo con ese supuesto amigo así que no tienes porqué mentirme—respondió de mala gana—no se quién es, Chip, pero es peligroso que estés saliendo de la casa cómo si nada.

El mayor se confundió con eso.
—¿Peligroso en qué? Si sabes a lo que voy con ese wey entonces debe de estar todo bien.

—No lo está. No me agrada que te vayas.

Había algo dentro de Freddy que le decía que no deje que Chip se vaya con ese amigo como lo llamaba. No quería tenerlo lejos, Chip era como su guardaespaldas y a pesar de que él también podía protegerse solo, necesitaba de él si intentaban atacarlo ente más de una persona, eso sería complicado y terminaría con la vida del menor en cuestión de minutos.
No podía quedarse solo sin él en esos momentos. Hasta diría que tenía miedo de quedarse solo sin su protección.

Ya había pasado hacía dos semanas, intentaron entrar a la fuerza y si no fuera por Chip, Freddy ya estaría muerto.

—Quédate.—le pidió a Chip, bajando sus manos—por favor, quédate. Tengo miedo de que pase lo mismo de hace dos semanas.—confesó, curvando las cejas hacía abajo en preocupación.

Chip se le quedó viendo, suspirando al final. Colocando sus grandes manos en los brazos del menor, acariciandole de arriba a abajo para hacerlo sentir mejor.

—Ya, ya, tranquilo. Me voy a quedar, ¿Si? Para que no estés preocupado—aceptó quedarse.—si me dejas quedarme a tu lado ahora, claro que te voy a proteger de todo, pequeño.

—... Te odio, ¿Lo sabes?

Chip rió con eso, asintiendo.
—Lo se, pero de alguna forma se que me tienes por lo menos un pequeño aprecio en ese lindo corazón dentro tuyo.—dijo con una sonrisa, dandole un beso en la frente—al menos eso espero.

—Sigue esperando.

Le dió golpecitos en el pecho, regresando al sillón para seguir leyendo. Chip caminó hacia ahí, sentandose a un lado de él, colocando su brazo detrás del cuerpo de Freddy. Agarró su teléfono viendo los mensajes que tenía ahí del chico con el que se iba a ver.

« no podré ir, lo siento. »

Dejó el teléfono a un lado, acercándose más para ver qué es lo que Freddy estaba leyendo desde hace unas horas. No entendía nada, estaba en francés. Freddy miró a Chip, riendo suave al ver su rostro de confusión tratando de entender que es lo que estaba leyendo, incluso viendo la portada del libro para descifrar que es lo que era.

—Es un libro de romance, Chip. Nada extraño.

—¿Romance, wey? Mmh, todo un mafioso pero leyendo libros de romance todo tierno y bonito—bromeó con eso.—dime, ¿Acaso no quieres que te pase lo mismo que en el librito o te da culo?

Freddy cerró su libro, mirándolo mejor.

—¿Qué quieres decir con eso?—le preguntó con una risa al final. Una risa tan linda que solo provocó una sonrisa en Chip.—¿Mmh? Responde. No estoy buscando novio si alguna vez se te pasó por la cabeza intentar algo.

—... ¿Eres adivino, chiquito?

Freddy rió.
—Solo es muy obvio.

—Es obvia las ganas que te tengo, wey, más no las ganas de que seas mi morrito... Eso no, nomás coger de ves en cuando... O todos los días si tu quieres.

Freddy rodó los ojos, volviendo a su lectura, cruzando sus piernas ahora al sentir la mirada del mayor en su cuerpo. No era algo que le incomode, de hecho le gustaba saber que el mexicano lo miraba de esa forma tan sucia y lasciva de vez en cuando, que tenía esos pensamientos cuando lo tiene tan cerca. El tan solo saber que Chip se siente de esa forma con él, le causaba una cierta emoción.

—No tienes porqué estar en la misma sala que yo—Freddy le recordó.—mientras que estés en la casa me siento seguro, así que no es necesaria tu presencia así de cerca.

—Luego te quejas cuando no estoy cerca, pequeño.

—¿Cuando me quejé?

—Hace unos días.

Freddy se quedó callado.
—Entonces por lo menos agarra otro libro que si entiendas y acompáñame a leer, no solo te quedes mirándome de esa forma.—le pidió de la forma menos agresiva que podía.

Chip suspiró frustrado, no queriendo leer. La biblioteca que Freddy tenía estaba tan llena de libros en cualquier lugar que veías, era enorme, pero para Freddy era la perfección de su mansión, le gustaba leer ahí durante horas por la comodidad que se sentía y la tranquilidad, incluso llegó a dormirse por unos minutos acostado en el sillón después de leer por horas.

Alejando su brazo de detrás del menor, colocando su gran mano sobre el pequeño muslo de Freddy quien solo dió un saltito pequeño al sentir la mano caer sobre esa parte de su cuerpo. No quitó sus ojos de su lectura, solo sentía los movimientos de la mano sobre su muslo, el como apretaba leve y acariciaba, dandole golpecitos en ese mismo lugar. Dejó salir un suspiro entrecortado, tratando de seguir con su lectura.

—Chip, ¿Qué estás haciendo?—cuestionó.

—¿Mmh?

Miró a Freddy, sonriéndole. Le quitó el libro de repente, dejándolo a un lado para que le haga caso ahora sí. Chip estaba aburrido y solo quería jugar con él.

—¿Hasta cuándo vas a fingir que no quieres hacerlo conmigo?—le preguntó el mexicano con esa sonrisa burlona. Chip quería saber hasta que punto llegaba Freddy del desespero.

—Mmh, parece que eres bastante nuevo en esto.—se levantó, parándose frente al mexicano quien esperaba que se siente sobre él o algo parecido para dar inicio.—pero nunca he sido pasivo para tu información.

Todo se quedó en un pequeño silencio por unos segundos hasta que Chip sacó una risa pequeña, mirando al Fazbear. No podía creer lo que había escuchado, ¿Cómo que no lo era? Y lo había dicho de una forma tan natural. Freddy decía la verdad después de todo, jamás en su vida había sido el pasivo en una relación, siempre fue el activo cuando tenía sexo, y eran muy pocas las veces que mantenía relaciones sexuales.

—¿Por qué me miras de esa forma? Te estoy diciendo la verdad.—Freddy volvió a admitir, dandole un golpe en el pecho.—¡No te rías, no es gracioso!

—¡¿Tu, wey?! ¿Tu siendo el activo al coger, cabron? No digas mamadas, chiquito.—bromeó, jalandole de sus lindas mejillas en forma de juego.—¿Qué otra broma te sabes, angelito?

Freddy hizo un puchero, golpeando las manos del mayor para luego darse la vuelta y así ignorarlo.
Para Chip eso había sido el acto más adorable, la forma en la que se molestaba y le daba la espalda para darle entender que de verdad estaba molesto era lo más tierno del mundo para el.

—No fue una broma, aunque no lo creas ser de mi estatura no significa que sea pasivo.—explicó lo más obvio, aún dandole la espalda. Chip se volvió a sentar en el sillón, agarrando a Freddy de las caderas para acercarlo y hacer que se siente en su pierna. Freddy no lo negó, pero seguía sin verlo por lo molesto que estaba.

—¿Es neta que no me vas a ver?

—Mmh.

El Fazbear se quedó de esa forma por unos minutos, hasta mirarlo por fin y darle un pequeño beso en la mejilla a Chip, un beso sin importancia y suave. Algo sabía de Chip o al menos especulaba que el mayor no siempre tenía esa personalidad algo grosera o aventada, había escuchado que detrás de verse como un total criminal (lo cual era) en verdad solo era un panecito tan dulce y adorable.

—Oye... No, ¿Qué estás haciendo?—le preguntó, bajando sus manos del cuerpo de Freddy y recibiendo varios besitos en la mejilla. Sonrió de repente, dejando que lo haga hasta que él tomó el control e hizo lo mismo, llenando la carita de Freddy a besitos.

Freddy se mantenía quieto con una sonrisa linda y pequeña. ¿En qué momento pasaron de casi agarrarse a golpes a estar dándose besitos? Ni ellos sabían pero al Fazbear le estaba gustando tanto que hasta se le olvidó porque estaba molesto al principio.

—Oh, espera.—el más pequeño lo detuvo al escuchar su teléfono. Se estiró al otro lado del sillón para agarrarlo y contestar. Era su madre quien le quería avisar que habría una junta en dos horas sobre los negocios futuros que se iban a hacer junto a la familia Hernández.

Chip le seguía dando pequeños besos en la mejilla, abrazándolo y sonriendo, no escuchando a la llamada telefónica de Freddy. El Fazbear se levantó apenas se despidió de su madre, arreglando su ropa.

—¿Ya no hay más besitos?—le preguntó Chip.

—No. Tenemos que ir a casa de mi madre para una reunión.—habló, revisando la hora para que tengan tiempo de arreglarse e ir a la residencia de su madre. Era un viaje tardado, así que tenían que darse prisa.

Chip suspiró al verse solo en la biblioteca en un par de segundos. ¿Qué estaba haciendo con Freddy?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro