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𝟬𝟱. 𝖯𝗋𝗈𝗀𝗋𝖾𝗌𝗌

—C A P Í T U L O C I N C O—

Progreso.

EL DESEO DE EXPLORAR NO SIEMPRE ES ALGO BUENO. Los problemas de los demás no son nuestros, aunque es bien sabido que algunos seres humanos siempre están dispuestos a ayudar sin medir las consecuencias de ello. Willow acababa de cometer ese error, y aún no era consciente del impacto que tendría en su futuro.

Después de un recorrido por carretera, Shadow había ordenado a la castaña que detuviera el auto y lo abandonaran. Según él, el terreno que les esperaba no era adecuado para el vehículo y lo único que lograrían sería quedarse varados.

Willow no discutió. Dejó el auto estacionado en un claro cercano, y junto al erizo emprendió el trayecto a pie a través del paisaje natural. El aire fresco llenaba sus pulmones mientras sus ojos capturaban con curiosidad las montañas y árboles que los rodeaban. De vez en cuando, su atención se desviaba hacia pequeños detalles: una flor de colores vivos, una roca con formas extrañas. Shadow, siempre un paso delante, mantenía un ojo discreto en ella para asegurarse de que no se quedara demasiado atrás.

Al principio, el recorrido no parecía tan complicado. Pero con el tiempo, el terreno rocoso y las ramas dispersas comenzaron a hacer mella en Willow. Más de una hora de caminata bastó para que sus pasos se volvieran torpes, y el agotamiento se apoderara de sus piernas.

—¿Ya vamos a llegar?—preguntó, tratando de no sonar demasiado quejumbrosa, aunque su voz delataba su malestar.

Shadow suspiró con pesadez, ni siquiera girándose a verla. 

—No.

Willow soltó un bufido y se dirigió hacia una roca cercana. Al sentarse, dejó escapar un largo suspiro de alivio mientras cerraba los ojos para protegerse del sol que caía a plomo sobre ellos. 

—¿Podemos detenernos un rato?—pidió, casi como un ruego. 

—No. 

Abrió los ojos rápidamente, indignada. Su mirada se cruzó con la de Shadow, quien permanecía inmóvil, con los brazos cruzados, observándola con la misma firmeza de siempre. 

—¡Ay, por favor!—exclamó frustrada—. ¡Esto es fácil para ti! Tú no eres de este mundo—lo señaló acusadoramente con el dedo.

Shadow ni siquiera parpadeó ante su arrebato. 
—No te pedí que me acompañaras—replicó con frialdad. 

Willow se llevó ambas manos a la cara, inclinándose hacia adelante. 

—Sé que no, pero tú seguías esperándome cuando bien pudiste dejarme atrás—su voz era una mezcla de reproche y cansancio. Quitó las manos de su rostro, revelando unos ojos avellana que brillaban intensamente bajo el sol—. Por favor, descansemos un rato—su tono bajó, casi suplicante—. Mis pies no van a resistir más. Prometo que estaré callada el resto del viaje. 

—No. 

Willow inclinó su cuerpo hacia atrás, buscando enfatizar su desesperación. Sin darse cuenta, perdió el equilibrio y cayó de espaldas contra el suelo. 

—¡AAH!—El grito de dolor salió de sus labios mientras se sujetaba la cabeza, aturdida por el impacto. 

Shadow, alertado, se teletransportó instantáneamente detrás de ella. 

Willow permanecía en el suelo, apretando los ojos por el dolor. Una punzada de vergüenza la recorrió cuando sintió que sus ojos comenzaban a humedecerse. No quería llorar, pero el golpe, sumado al agotamiento, la había quebrado. 

Shadow la observaba desde arriba. Al ver una lágrima deslizarse por el costado de su rostro, algo en su interior se removió. Por un instante, su mente lo llevó a un recuerdo que siempre trataba de reprimir: el día en que María había muerto, cuando su propio rostro estuvo marcado por lágrimas y frustración. 

Sacudiendo ese pensamiento, volvió a concentrarse en la chica. Willow comenzó a levantarse lentamente, apoyándose en sus manos y luego en sus rodillas, mientras trataba de sacudir el polvo de su ropa. 

—Levántate. Vamos a seguir caminando—ordenó Shadow, su voz tan firme como siempre. 

Willow alzó la vista hacia él, con los ojos todavía húmedos y un aire de resignación. Parecía contener las lágrimas nuevamente, pero esta vez con más esfuerzo. No dijo nada, simplemente se quedó en el suelo, como si el cansancio hubiera ganado la batalla. 

Antes de que pudiera abrir la boca para replicar, Shadow dio un paso hacia ella, se agachó, y la levantó del suelo con facilidad, colocándola sobre su espalda. 

Willow soltó un pequeño grito de sorpresa y rodeó instintivamente el cuello del erizo con sus brazos para no caerse. 

—¿Qué... qué estás haciendo? 

—Si no puedes caminar, entonces será más rápido si te llevo. No me hagas arrepentirme—gruñó, sin mirarla. 

Willow apoyó la barbilla en su hombro, todavía sorprendida. 

—¿Estás... seguro? 

—Cállate y sostente bien—respondió con brusquedad, pero había algo en su tono que no sonaba tan frío como de costumbre. 

A pesar de la incomodidad inicial, Willow no pudo evitar sentirse aliviada. Su cansancio comenzó a desvanecerse poco a poco mientras observaba las montañas desde su posición en la espalda de Shadow. Por primera vez en mucho tiempo, no sintió la necesidad de llenar el silencio con palabras. Apoyó la cabeza contra el hombro de Shadow, intentando ignorar lo cerca que estaban. Su agotamiento era mayor que su vergüenza, y pronto se encontró cerrando los ojos mientras el ritmo constante de los pasos del erizo la arrullaba.

Shadow notó cómo su respiración se volvía más suave y su cuerpo más pesado contra él. Miró de reojo, solo para confirmar que Willow se había quedado dormida. Su semblante permaneció neutral, pero había algo en el silencio de la chica que le dio una extraña sensación de tranquilidad.

Ajustó su agarre, asegurándose de que su brazo en la unión de las piernas y su mano en la parte baja de la espalda fueran lo suficientemente firmes para que no se moviera ni cayera. Avanzó con cuidado, esquivando las ramas bajas y las piedras más grandes, como si el simple hecho de interrumpir su sueño fuera algo que quisiera evitar.

El sonido del viento y los susurros de los árboles fueron sus únicos acompañantes durante el trayecto. Shadow no podía entender por qué lo hacía, por qué le importaba si ella estaba cómoda o no. Pero en ese momento, lo único que importaba era seguir adelante, con Willow descansando tranquilamente en su espalda, confiando en él de una manera que pocos se atrevían.

El bosque finalmente comenzó a abrirse, dando paso a una muy pequeña pradera oculta entre las montañas. Era un lugar silencioso y apartado, donde la naturaleza parecía respirar en calma. Los árboles altos formaban sombras no muy distantes, y en el centro, una estructura antigua y desgastada por el tiempo se alzaba imponente. Su objetivo. 

Shadow avanzó con pasos firmes, sosteniendo a Willow con el mismo cuidado de antes. Había permanecido dormida todo el camino, su respiración suave y constante como un recordatorio de lo agotada que estaba. Sin embargo, ahora que habían llegado, necesitaba despertarla. 

Se detuvo frente a la estructura, inclinó ligeramente la cabeza hacia ella y habló con un tono bajo pero firme. 

—Willow. 

Ella no reaccionó. Seguía recostada contra su hombro, completamente ajena al cambio de entorno. Shadow frunció el ceño y lo intentó de nuevo, esta vez con un poco más de énfasis. 

—Willow. Despierta. 

Aún nada. 

El erizo suspiró, claramente irritado, y murmuró sin darse cuenta: 

—Marlene... 

El sonido de ese nombre pareció provocar un cambio. Willow frunció el ceño ligeramente, movió la cabeza y dejó escapar un pequeño quejido mientras comenzaba a abrir los ojos. Parpadeó varias veces, aún desorientada. 

—¿Marlene?—murmuró con voz adormilada, confundida. 

Shadow retrocedió ligeramente al escucharla repetir el nombre, y su expresión se endureció. 

—Dije "Willow". Despierta ya. 

Ella terminó de abrir los ojos y, al notar dónde estaba, se quedó en silencio por un momento. Luego, al darse cuenta de que todavía estaba siendo cargada, esbozó una sonrisa burlona. 

—¿Así que me llevaste todo el camino cargada? Qué considerado de tu parte, Shadow. ¿Esto es lo que llamas caballerosidad? 

Shadow alzó una ceja, claramente no impresionado por su tono. 

—No me hagas arrepentirme—respondió con frialdad, pero Willow no pudo evitar añadir algo más. 

—¿Sabes? No esperaba que fueras tan... suave. Pensé que sería más incómodo, pero tengo que admitir que fue bastante cómodo. 

Esa fue la gota que colmó el vaso. Shadow aflojó su agarre sin previo aviso, y Willow cayó de pompas al suelo con un ligero golpe. 

—¡Ay!—se quejó, llevándose una mano al trasero mientras miraba al erizo con ojos acusadores. —¡¿Qué fue eso?! 

Shadow la miró desde arriba con los brazos cruzados, su expresión completamente indiferente. 

—Te despertaste. Misión cumplida. 

Willow frunció el ceño mientras se levantaba y sacudía el polvo de su ropa. 

—¿Era necesario dejarme caer como si fuera un costal? 

—¿No querías bromear? Pues ahí tienes la respuesta—replicó Shadow mientras giraba y comenzaba a caminar hacia la estructura. 

Willow suspiró, aún frotándose el trasero, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa al verlo. Había algo en esa actitud suya, tan seca y directa, que comenzaba a encontrar divertida. 

El paisaje que se abría ante ellos revelaba algo imponente: una estructura tallada en el corazón de la montaña, con puertas masivas de concreto que parecían haber soportado siglos de abandono. En el centro de las puertas, un símbolo resaltaba con fuerza: las iniciales y el símbolo de G.U.N. grabadas con precisión militar.

Willow se detuvo, observando las letras con una sensación de inquietud que se mezclaba con curiosidad. Había visto ese emblema antes, en documentos, noticias y rumores. Pero lo que no entendía era por qué estaba allí, perdido en medio de la nada.

Shadow permaneció en silencio frente a las puertas, inmóvil como una estatua. Su mirada no se apartaba del símbolo, pero sus pensamientos parecían muy lejos.

En su mente, las imágenes regresaron con una claridad abrumadora: la risa inocente de María mientras recorrían juntos los pasillos de aquel lugar, la forma en que ella siempre veía lo bueno en todo, incluso en un mundo lleno de oscuridad. Luego, el caos. Las alarmas resonando, los gritos, el sonido de los disparos. Y finalmente, su rostro... el último instante de vida que pudo ver en sus ojos antes de que todo cambiara para siempre.

Sus puños se apretaron con fuerza, y su respiración se volvió pesada. La rabia y el dolor bullían en su interior, mezclándose con una culpa que nunca lo había abandonado.

Willow lo observaba desde unos pasos atrás, notando cómo su cuerpo se tensaba y sus manos se cerraban en puños. No entendía lo que pasaba, pero algo en la expresión de Shadow le transmitió un profundo pesar.

—Shadow...—intentó llamarlo, su voz suave, pero él no respondió ni se movió.

Finalmente, Willow desvió la mirada hacia las puertas, pensando en cómo podrían ingresar.

—¿Por dónde podemos entrar?—preguntó con cautela.

Shadow no respondió de inmediato, aún perdido en sus pensamientos, pero sus ojos comenzaron a analizar los alrededores, buscando una entrada para ella.

Willow también se puso a buscar, aunque su enfoque era menos sistemático. Su mirada recorrió la estructura y los alrededores de la montaña. De repente, notó algo: en la parte más alta de la puerta izquierda, justo donde la colina comenzaba a inclinarse, había una pequeña apertura, casi imperceptible si no se miraba con atención.

—¡Allí!—exclamó, señalando el punto. Giró hacia Shadow con entusiasmo—. Si subo un poco por la colina, puedo arrastrarme y entrar por esa apertura.

Antes de que Shadow pudiera responder, Willow ya estaba en movimiento. Subió la montaña con determinación, ignorando las pequeñas rocas y raíces que complicaban su ascenso.

Shadow soltó un suspiro irritado, su paciencia una vez más puesta a prueba por la impulsividad de la chica. Sin embargo, no podía simplemente dejarla avanzar sola. Ajustó su postura y, con agilidad, comenzó a seguirla, aunque sus ojos seguían reflejando la mezcla de emociones que había intentado reprimir.

Mientras ascendía, el erizo mantenía su mirada fija en Willow, asegurándose de que no resbalara o cometiera algún error. Aunque su exterior mostraba irritación, en el fondo, no podía evitar admirar su tenacidad.

Willow se deslizó cuidadosamente por la pequeña apertura, sus manos tanteando las paredes húmedas y rugosas mientras se adentraba en el lugar. La entrada era más estrecha de lo que esperaba, y tenía que avanzar con cuidado para no perder el equilibrio. 

Cuando finalmente llegó al otro lado, el espacio se abría un poco más, pero la oscuridad dominaba el ambiente. Poca luz se filtraba a través de las grietas en el techo, proyectando haces irregulares que apenas iluminaban los escombros y los pequeños charcos de agua que marcaban el suelo. 

Willow avanzó lentamente, resonando ligeramente en el eco del lugar. Mientras lo hacía, extendió su mano para apoyarse en lo que pensó que era una pared cercana, pero al moverla descubrió, demasiado tarde, que no había nada. 

Su cuerpo perdió el equilibrio, y se lanzó hacia adelante con un pequeño grito de sorpresa. Cerró los ojos con fuerza, esperando el impacto contra el frío suelo. 

Pero el golpe nunca llegó. 

En lugar de eso, sintió unas manos firmes que la sujetaron con rapidez, deteniendo su caída en el último segundo. Abrió los ojos lentamente, encontrándose cara a cara con Shadow, que la sostenía con facilidad, su semblante serio y calculador. 

—¿Qué demonios haces?—preguntó él, con una pizca de irritación en su voz. 

Willow lo miró, todavía atónita por lo que acababa de ocurrir.

—Yo trataba de... Gracias—respondió en voz baja, regalándole una pequeña sonrisa. 

La sonrisa de Willow, suave y genuina, parecía iluminar un poco la penumbra del lugar. Shadow apartó la mirada rápidamente, sintiendo algo extraño que lo hizo tensar la mandíbula y soltarla con cuidado para que sus pies tocaran el suelo. 

—Ten más cuidado—dijo él, intentando sonar indiferente mientras se apartaba un poco. 

Willow, todavía algo desconcertada, se tomó un momento para recuperar el aliento antes de inspeccionar el lugar. 

El interior del recinto era sombrío y decadente. Los escombros se acumulaban en pilas irregulares, restos de lo que parecían ser paredes y estructuras caídas con el tiempo. Pequeños caminitos de agua surcaban el suelo, provenientes de las grietas del techo por donde entraba la escasa luz. El aire era húmedo y pesado, y cada paso resonaba como un eco lejano en el vasto espacio vacío. 

Willow se agachó junto a un charco de agua, pasando los dedos por la superficie y sintiendo el frío contra su piel. Levantó la vista hacia Shadow, que estaba a unos pasos de ella, observando el lugar con una expresión dura y distante. 

—Es increíble lo intacto que está a pesar de que nadie venga aquí—murmuró ella, más para sí misma que para él, mientras seguía inspeccionando con cautela. 

Shadow no respondió, su mente dividida entre analizar el entorno y apartar de su mente la inexplicable sensación que la sonrisa de Willow le había provocado. 

El silencio del lugar solo era interrumpido por el eco de sus pasos. Willow caminaba detrás de Shadow, tratando de no tropezar con los escombros mientras su mirada curiosa intentaba descifrar lo que ese lugar alguna vez fue. La humedad en el aire hacía que cada respiro pareciera más denso, pero el ambiente tenía algo que la mantenía alerta, casi expectante.

Shadow iba adelante, su postura recta y sus pasos decididos, aunque de vez en cuando reducía la velocidad, como si sus pensamientos lo distrajeran. Entonces, algo en el suelo captó su atención, y el erizo se detuvo de golpe.

Willow, que iba un par de pasos detrás, casi choca con él. Se detuvo justo a tiempo y lo observó inclinarse. Shadow se agachó lentamente y recogió algo del suelo con ambas manos.

La curiosidad pudo más que su cansancio, y Willow se acercó un poco más, inclinando la cabeza para ver qué era lo que había encontrado. Entonces lo vio: un patín de un solo pie, desgastado pero aún reconocible, con colores apagados que sugerían que había sido usado con frecuencia.

Shadow lo sostenía con ambas manos, su semblante seguía tan imperturbable como siempre, pero Willow notó algo diferente. Algo en sus ojos, un destello fugaz que no había visto antes. Era como si estuviera viendo algo más allá del objeto, un recuerdo enterrado que lo sacudía de manera imperceptible.

Willow no dijo nada al principio, simplemente observó la manera en que sus dedos se cerraban con cuidado alrededor del patín, como si fuese algo delicado.

—¿Es tuyo?—preguntó ella finalmente, su voz suave, casi temerosa de romper el momento.

Shadow no respondió de inmediato. Su mirada seguía fija en el patín, y durante unos segundos pareció estar en otro lugar, en otro tiempo. Finalmente, cerró los ojos y exhaló con lentitud, dejando el patín.

—No importa—murmuró, su voz baja y firme, aunque algo en su tono traicionaba la supuesta indiferencia.

Willow lo miró con una mezcla de curiosidad y compasión. No estaba segura de qué había detrás de esa máscara impenetrable, pero había algo allí, algo que el patín había despertado. Mientras Shadow continuaba caminando, Willow decidió no insistir, pero se quedó preguntándose qué historia podía ocultar un objeto tan simple.













































Si Shadow puede lanzar carros, ¿por qué no cargar a alguien?🗣️

Sabrá el creador cuánto mide Shadow, pero más de un metro sí es... Bueno, pónganle que aquí mide como 1.2m—1.3m y Willow 1.62m
Y cómo tiene mucha fuerza, la puede cargar y fin.😭
(Dando explicaciones aunque sabe qué harán comentarios antes de llegar acá JAJAJAJAJA😭)

Ya somos más de 3.2k de lecturas, no lo puedo creer😭
Muchísimas gracias por el apoyo💗💗

Se vienen los eventos de la película 🤧

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©-MANDALORIANA76

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