𝟬𝟮. 𝖴𝗇𝖾𝗑𝗉𝖾𝖼𝗍𝖾𝖽 𝖤𝗇𝖼𝗈𝗎𝗇𝗍𝖾𝗋𝗌
—C A P Í T U L O D O S—
Encuentros Inesperados.
—A veces creo que me estás tomando el pelo—dijo Willow con un tono cargado de exasperación, mientras cruzaba los brazos y miraba a su hermana con una ceja arqueada.
Katherine, lejos de tomarla en serio, sonrió burlonamente y apuntó al corto cabello de Willow, que apenas le llegaba a los hombros.
—¿Qué pelo?
Willow rodó los ojos, dejando escapar un largo suspiro. —De todos los lugares a los que pudiste traerme para "pasar el trago amargo"—hizo comillas con los dedos, cargadas de ironía—, ¿se te ocurrió este?
El local, llamado Chaos Garden, estaba lleno de niños que corrían y reían sin parar, mientras las botargas del lugar se paseaban saludando alegremente. Los colores vibrantes y la atmósfera infantil hacían que Willow se sintiera fuera de lugar, como si el lugar entero estuviera diseñado para fastidiarla.
—¿Qué?—Katherine se encogió de hombros con aire despreocupado—. Es uno de los diez lugares que debes visitar en Tokio.
—Qué infantil.
—¡Oye!—exclamó Katherine, fingiendo indignación—. A James le encantaría.
Willow bufó con incredulidad.
—Jimbo es rarito por naturaleza.
—Eres una desgraciada con él—replicó Katherine, sacudiendo la cabeza con desaprobación.
Willow esbozó una sonrisa irónica.
—Él no es precisamente un santo, Kate.
La mayor le sacó la lengua, como si estuvieran en medio de una discusión de adolescentes, y Willow soltó una pequeña carcajada.
Un grito resonó en el local:
—¡Es cierto! ¡Parece un Pokémon!
Willow giró la cabeza al escuchar la voz. Había algo familiar en ella, pero no lograba ubicarla del todo.
—Kate, creo que iré a explorar un poco tu mundo mágico—dijo con sarcasmo, levantándose de su asiento—. De paso, iré al baño a vomitar por sobredosis de dulzura.
—Eres un fastidio—respondió Katherine, agitando el menú para hacerle un ademán de despedida—. Más vale que no tardes. Invité a tu amigo.
Willow frunció los labios al imaginarse la reacción de James y la burla con la que la fastidiaría por el lugar, pero decidió no decir nada. Caminó con calma hasta perderse entre la multitud, momento en el que apresuró el paso. Su corazón comenzó a latir con más fuerza al identificar a un grupo que no esperaba encontrar ahí: Sonic, Tails y Knuckles, sentados junto a un hombre mayor, claramente alguien de alto rango militar.
—La historia de Shadow...
"¿Shadow? ¿El erizo golpeador? ¿Ese es su nombre?" . Pensó Willow, acercándose con disimulo. Se mezcló con los clientes, intentando no llamar la atención, pero suficiente para captar la conversación.
—Es muy parecida a la tuya, Sonic—continuó el hombre, su tono grave y lleno de significado—. Pero tú encontraste familia y amigos en este planeta, y Shadow nada más decepción y dolor.
Las palabras resonaron en la mente de Willow, despertando una punzada de empatía que no esperaba. Apenas tuvo tiempo de procesarlas antes de notar que el pequeño ser amarillo, Tails, la observaba con los ojos entrecerrados, como si intentara descifrar algo.
—Todo empezó hace 50 años...
—Espere—interrumpió Tails, señalándola de manera acusatoria—. ¡Tú eres la chica que estaba en la batalla!
Willow se quedó paralizada un instante antes de reaccionar—. ¿Quién? ¿Yo?—preguntó, llevándose el dedo índice al pecho.
—¡Ahora la recuerdo!—dijo Knuckles, cruzando los brazos con una mezcla de desdén y curiosidad.
—Tienen razón—añadió Sonic, con una sonrisa traviesa—. Fuiste tú quien nos advirtió del carro.
—Y a quien el erizo dejó irse—aportó Knuckles, con cierto escepticismo.
Willow tragó saliva, sus ojos recorriendo los rostros de los presentes. Había algo intimidante en ser el centro de atención de criaturas tan extraordinarias. Antes de que el hombre mayor pudiera decir algo, Willow se inclinó en una leve reverencia y habló rápidamente:
—Desconozco sus acusaciones y, por ende, me iré.
Sonic, recargando su brazo sobre la mesa con aire relajado, señaló hacia sus rodillas.
—¿Cómo te hiciste eso?
Willow bajó la mirada hacia las heridas en sus piernas, apenas cubiertas por la tela rota. Aunque habían sido limpiadas, seguían siendo evidencia clara.
—¿En patines?—improvisó, encogiéndose de hombros. Con un ademán de despedida, giró sobre sus talones y se alejó apresuradamente.
—¡Espera!—escuchó que gritaban detrás de ella, pero no se detuvo.
Cuando volvió a la mesa con Katherine, esta la recibió con una mezcla de molestia y preocupación.
—¿Y tú qué tanto hacías en el baño?
Willow se dejó caer en el asiento, tratando de ocultar el temblor en sus manos.
—Mmmm... ¿Si ubicas que hay como cincuenta personas en este lugar?—respondió, intentando sonar casual.
—Touché—murmuró Katherine, aunque su mirada seguía desconfiada.
Willow fingió un suspiro dramático y cambió de táctica. —Sabes, mis rodillas me están doliendo demasiado. Creo que deberíamos...
—¿Es más grave?—preguntó Katherine, inclinándose para inspeccionar debajo de la mesa.
Willow negó rápidamente, arrugando la nariz como si fuera algo insignificante. —No estoy segura, pero creo que ya no tengo tanta hambre.
Katherine suspiró, su mirada cargada de culpa.
—Lo siento. Debió ser difícil estar allí.
Willow suavizó su expresión, sintiendo una punzada de ternura hacia su hermana. Tomó su mano y le dio un ligero apretón.
—Oye, ni se te ocurra pensar que esto fue tu culpa. Son cosas que pasan. Nos tocará lo que nos tenga que tocar.
Levantándose, agregó con un tono más ligero:
—Ahora vámonos antes de que te pongas sentimental. Comamos pizza y helado, y dile a Jimbo que vaya al apartamento.
Katherine sonrió con calidez y tomó su mano.
—Hecho.
Ambas salieron del lugar, dejando atrás los colores brillantes y las risas, aunque Willow sentía que algo más grande la esperaba más adelante.
—¿Dónde se habrá metido este muchacho?—preguntó Katherine mientras miraba por la ventana, como si el mundo exterior fuera a darle una respuesta.
—En las drogas—bromeó Willow, balanceando sus pies sobre el taburete en el que estaba sentada. Su sonrisa burlona se desvaneció de inmediato.—¡Auch!—protestó, llevándose la mano al brazo después del pellizco que le dio su hermana.
—James no haría algo como eso—aseguró Katherine, mirándola con severidad.
Willow sonrió de medio lado. —Hermana, para ser alguien que se queja de ser adulta, te tomas todo tan en serio.
Antes de que Katherine pudiera replicar, el teléfono de Willow vibró. La chica revisó rápidamente el mensaje y leyó en voz alta:
—Dice que no vendrá. Su madre llegó del trabajo y le hará la cena.
Katherine suspiró y dejó la taza de té en la barra. Se inclinó hacia Willow, le dio un golpecito en el hombro y un beso en la cabeza.
—Qué descanses, ¿sí? No te quedes despierta hasta tarde.
—No prometo nada—respondió Willow, tomando un trozo de pizza de la barra y dándole un mordisco mientras veía a su hermana desaparecer por el pasillo.
Ahora sola en la cocina, Willow disfrutaba de un raro momento de silencio, sin percatarse de que alguien la observaba desde el exterior.
Desde la azotea del edificio opuesto, Shadow la miraba en la penumbra, inmóvil como una estatua. No sabía exactamente qué lo había llevado allí, pero algo en ella lo intrigaba.
Se había enfrentado a los juicios de humanos durante décadas, había sido visto como una aberración, un arma, un fenómeno. Sin embargo, esta chica... ella lo había tratado de una forma distinta. No con admiración, temor o desprecio, sino con una indiferencia casi desconcertante. Como si él fuera simplemente una persona más.
Gruñó por lo bajo, reprendiéndose mentalmente. No hay lugar para distracciones. Su objetivo era claro, su misión inquebrantable. Sin embargo, ahí estaba, de pie en esa azotea, observándola como si buscara descifrar algo en ella.
Desde su posición, vio cómo Willow dejaba el teléfono sobre la isla de la cocina. Luego, se estiró y bostezó, luciendo despreocupada en su extraña blusa blanca con la palabra "púdrete" escrita en letras grandes. Su atuendo, complementado con un short negro y unas pantuflas de felpa, irradiaba una falta de interés por impresionar que, por razones desconocidas, lo inquietaba.
Ella apagó la luz de la cocina y desapareció de su vista. Shadow frunció el ceño, pero antes de retirarse, notó que otra ventana en el apartamento se iluminaba.
Moviéndose con la velocidad y precisión de una sombra, llegó a una posición desde donde podía verla nuevamente. Esta vez, la castaña se lanzó de espaldas a la cama, solo para rebotar y caer al suelo.
Shadow no pudo evitar negar con la cabeza—. Tonta—murmuró para sí mismo.
Desde el suelo, Willow volvió a levantarse, balbuceando algo entre dientes antes de caminar molesta hacia la ventana. Tiró de las cortinas, bloqueando su vista del exterior.
El erizo oscuro suspiró, casi aliviado. Estaba a punto de marcharse cuando vio un leve movimiento entre las cortinas. A través de una pequeña apertura, pudo distinguirla presionando el interruptor de la habitación antes de dejarse caer boca abajo sobre la cama.
Shadow permaneció inmóvil en la azotea por unos segundos más, su mirada fija en la ventana. Se debatía internamente, un torbellino de pensamientos que no terminaban de acomodarse. Al final, como si algo más fuerte que su voluntad lo empujara, apareció en el interior de la habitación en un destello silencioso.
El espacio era cálido y desordenado, un contraste que lo descolocó. Un estante lleno de libros se alzaba contra la pared, decorado con pequeñas figuras de personajes que no reconocía. Plantas esparcidas aquí y allá, al igual que posters, añadían un toque de vida al lugar, mientras que una mesa cubierta de libros y herramientas parecía contar historias de aficiones desconocidas.
Shadow frunció el ceño al detenerse frente a un enorme cojín con forma indefinida. Lo tocó ligeramente con su guante, su mirada llena de curiosidad y desconfianza.
Un movimiento leve en la cama captó su atención. Willow se removió entre las sábanas, y el erizo se tensó. Sin embargo, ella no despertó, solo giró hacia un lado, sumida en sus sueños. Shadow exhaló despacio, relajando los hombros.
A su espalda, un tocador blanco con focos alrededor del espejo reflejaba la tenue luz del exterior. En su superficie había piezas mecánicas y llaves, evidencia de algún trabajo en progreso. Pero lo que atrapó su atención fue una fotografía enmarcada.
Se acercó, sus ojos rojizos centrados en la imagen: una familia. Un hombre y una mujer adultos sonreían junto a dos jóvenes. Una de ellas era la mujer que había acompañado a Willow, y la otra era la propia castaña, haciendo una señal de paz con los dedos. Su expresión estaba llena de vida y desenfado, un contraste absoluto con las memorias que lo atormentaban.
Un recuerdo fugaz lo golpeó con la fuerza de una ráfaga. Una escena de hace años, de una época que intentaba enterrar. Una sonrisa similar, pero perteneciente a otra persona. La sombra de María se proyectó en su mente como un eco imborrable.
Gruñó, llevándose una mano al pecho, donde sentía el peso de algo que no quería nombrar. Su otra mano formó un puño tenso, la tela del guante crujió con el movimiento. Aturdido, dio media vuelta y se dirigió a la puerta de la habitación.
La empujó suavemente, el rechinar de las bisagras rompió el silencio. No miró hacia atrás, desapareciendo antes de cerrar la puerta tras él.
Los ojos de Willow se abrieron con el leve ruido. Su mirada somnolienta se posó en la puerta, donde creyó ver algo inusual: la huella de una gruesa mano enguantada en la perilla. Frunció el ceño.
Del otro lado, Shadow miraba hacia la nada, su figura envuelta en la noche. Pero en su mente, la imagen de la fotografía y los recuerdos que esta despertaron seguían acechándolo.
SEGA se pasa de hamburguesa
con Shadow en todos los universos 😔
Les recomiendo buscar en Tik Tok "you think i'm not trying", es un diálogo de Shadow (hecho por un fan), pero pega bien cañón 😔
Si no, busquen "Shadow's breakdown (algo así), vienen siendo lo mismo ambos videos.
Escúchenlo/léanlo, porque va a repercutir en esta historia.
El siguiente capítulo servirá para entablar la "alianza" entre el par, antes de seguir con la expedición de Shadow a la base en la que vivía junto a María 🥺
No olviden votar y comentar <3✨💗
Nos vemos en el siguiente capítulo✨
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©-MANDALORIANA76
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