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Capítulo 66

Diana quedó estática viendo la espalda del hombre subir y bajar en un temblor de llanto desconsolado.

—¿Valentino? 

El hombre elevó lentamente su torso con un incluido quejido de dolor. Volteó a su dirección y por primera vez Diana sintió el instinto primitivo de huir, ese hombre no era Valentino...

La mirada que tenía ese sujeto no era la del hombre que la hacía sentir segura, todo lo contrario, era la del que ensuciaba sus manos por ella... No podía juzgarlo después de haber sobrevivido a la cruda vida que le tocó.

Sus oscuros ojos marrones continuaron desprendiendo lagrimas hasta que su mirada la captó en el espacio trayendo de nuevo su humanidad desorbitada al exterior. 

—Diana... La mia vita... —dijo Valentino abriendo sus brazos con las ansias de tenerla de nuevo junto a él con sus lágrimas mojando sus propias mejillas.

Ella rompió la distancia que los separaba corriendo a sus brazos como si él fuese su oxígeno. Chocó de lleno con su cuerpo, sintiéndose culpable de verlo retorcer y oír su quejido de impacto, aun así, Valentino le sonrió con el rostro sucio, la ropa hecha girones y el cuerpo herido.

—Estamos bien, reina mía. —Diana asintió con una sonrisa entre lágrimas mientras limpiaba las suyas.

Ella miró por arriba de su hombro cautelosamente el lugar en donde se encontraba la katana y lo que dedujo que era la cabeza de Alexey.

—No veas ahí cariño... —susurró Valentino atrayendo su rostro con su mano para reencontrar su mirada. —Hay cosas que mejor no recordar para nuestro propio bien... No quiero que me temas...

Diana lo abrazó fuertemente.

—Una vez me subí a un altar y te prometí amor eterno Valentino De Luca... ¿Sabes lo más divertido? —lo miró. —Planeo cumplirlo.

Valentino sonrió asintiendo en ocasiones repetidas con los ojos cerrados como si estuviera saboreando lo dicho por su esposa. Especialmente la sensación de protección que lo invadió al saber lo que significó aquel final para ambos.

—No vuelvas a mirarme como si me temieras, reina mia... —Diana asintió comprendiendo la aflicción que reinó en su rostro momentáneamente. —La mia vita...

Para aquel entonces los muchachos se habían acercado con certeras intenciones de ayudarlo a levantarse, Diana se alejó brindando espacio, pero él se negó aprisionándola con más fuerza entre sus brazos.

Con sumo cuidado, lo sujetaron por los codos colocándolo de pie finalmente.

—Ah-ah, ven arriba. —aclaró Valentino con ella en brazos.

Paso a paso con cuidado continuó el camino que debían para huir de lo que necesitaban llegar de regreso al lugar acordado antes de que la policía realice un acto de presencia significativo.

Aunque para detenerlos estaba Khalid.

—Si tenemos una niña quiero que se llame Vincenza y si es un niño Salvatore, por favor déjame participar en sus vidas Diana... No soy un monstruo.

—Jamás creí que fueras uno... —confesó abrazándolo fuertemente. —Serás un padre maravilloso... Cuando sea el momento.

***

Al regresar en la mansión los esperaba en alerta el doctor Dante que al verlos ingresar inició su protocolo de seguridad.

A regañadientes el italiano abandonó a su esposa solo porque en un chequeo veloz descubrió que tenía dos costillas rotas y varias heridas más que el doctor se negó a informar para evitar reacciones indeseadas por parte de Diana.

Pasó el tiempo suficiente en el desde que llegaron no se despegaron ni un segundo hasta que la situación lo requirió. Diana junto a Bruno manejaron con eficacia los siguientes movimientos de la operación mientras Valentino continuaba bajo observación médica, en contra de su voluntad, claro está.

De momento a otro la noche comenzaba a hacer su aparición.

—Bruno... ¿Qué pasó? —preguntó Diana con certeras dudas. —¿Cómo es que llegó esa katana a manos de Valentino?

El hombre la miró detenidamente, hasta que asintió.

—No podía haber margen de error... —murmuró acercándose al ventanal de la oficina.

—¿Significa que todo estaba fríamente calculado?

Bruno negó.

—Para Alexey sí, pero no para Valentino.

Un escalofrío reinó el cuerpo de Diana, eso significaba que Valentino venció aquella cruel posibilidad. Bruno lanzó un suspiro para hablar.

—La verdad es que Alexey preparó el escenario perfecto para la muerte segura de ambos-

—¿Ambos?

—Alexey nunca se creyó un oponente verdadero a Valentino. Siempre supo lo que el destino le deparaba por haber atentado en contra de la familia, tenía el conocimiento que no iba a salir vivo de ese edificio... Mucho menos después de lo que te hizo a ti.

Miles de escenarios pasaron por la mente de Diana.

—Ustedes colaboraron... ¿Si o no?

El silencio prolongado erizó la piel de la castaña.

—No de la manera que hubiésemos querido, pero tú conoces a Valentino. Tú, su honor y su orgullo es algo que nunca entra en discusión... Es por eso que solicitamos apoyo del consejo a sus espaldas, también pedimos refuerzos y las demás organizaciones colaboraron gustosamente... Aún con la negativa presente de Valentino hasta el final.

—La katana...

—Fue un obsequio del jefe de los yakuza... Aiko tiene un gran aprecio por ustedes, especialmente por haber brindado su apoyo cuando fue el asesinato de su primo, el verdadero sucesor. Y luego, lo de su asunción al cargo de jefe. —luego de unos segundos, continuó. —Hackeo el sistema de Alexey descubriendo el lugar en el que se desarrollaría esta reunión y actuamos en consecuencia. Aiko visitó personalmente el lugar escondiendo armas en lugares estratégicos, aunque todos sabíamos que ese fue un riesgo demasiado costoso a pagar, la incertidumbre casi nos mata hasta el final. Pero teníamos prohibido ingresar a ese edificio... Fue la orden del capo.

—No quiero imaginar que hubiese sucedido si esa arma caía en manos del ruso. —ella colocó una mano en su pecho con claras intenciones de minimizar sus sensaciones. —Valentino no me lo dijo, pero vi sus manos lastimadas una de ellas posee un corte que lo atraviesa... A lo que deduje... Es que Alexey no estuvo jugando limpio desde un inicio.

—Y así fue hasta el final.

Diana asintió aminorando la culpa que instaló en ellos, a causa de su temor e inseguridad.

—Lamento haberles dicho que los odiaba...

Bruno se acercó a Diana para abrazarla como a una hermana pequeña.

—Todos sabemos que no lo dijiste en serio. Nos quieres lo suficiente para cuidarnos las espaldas como una guerrera valiente. —dijo con una sonrisa el hombre. —Es todo por hoy, vayamos a ver cómo se encuentra nuestro capo ¿Te parece bien?

Diana asintió limpiando algún residuo diminuto de sus ojos aguados. Tiempo después junto a Bruno hicieron acto de presencia en la oficina principal que estaba abarrotada por Christopher, Andrea, Stefano, Renata y Nika. El italiano al ver a su mujer realizó un intento de levantarse de su asiento que lo hizo retorcer en su sitio.

—El doctor dijo que no debías moverte todavía. —advirtió Diana con negativas en dirección a su esposo.

—Está así desde hace rato. —lo acusó Stefano ganando una mirada de advertencia por parte del afectado.

—No me sorprende, y quita esa mirada de tu cara. Es como si quisieras asesinarlo, pero no va a suceder. —aclaró Diana regresándole la tranquilidad al compatriota de su esposo.

—No quiero ser aguafiestas, pero regresando a lo anterior... Puedo organizar la junta esta misma noche.

—No todavía, Renata. ¿Qué pensaran las otras regiones al ver que Italia no tiene presente a su capo?

El silencio se extendió entre los presentes con un intercambio de miradas nerviosas.

—Por la reacción de todos, excepto a la de mi mujer quiero creer que eso significa que el consejo sabe que liquidé a Alexey...

—Si, lo saben. —admitió Renata. —Yo se los dije, así que, si buscas a un responsable, aquí me tienes.

Valentino no agregó nada más.

—Gracias, organiza la junta por favor... Pero creo que me ausentaré-

—O puede ir Diana.

Valentino la miró significativamente con afecto.

—Que sea lo que mi esposa desea.

La sonrisa iluminó los rostros de los demás presentes. Nika continuó observando el panorama mientras comenzaba a ponerse de pie mientras acariciaba su pancita en gestación.

—¿A dónde vas? —preguntó Christopher con un ceño fruncido de duda.

—¿A dónde más iría? Por supuesto que a casa.

Valentino y los presentes rieron con gracia.

—Creo, que no lo captaste aún, mujer. —intervino Renata.

—¿Captar que cosa?

En ese preciso momento, la puerta de la habitación se abrió dejando ingresar a Khalid y Constantino en la habitación.

—Veo que estamos todos aquí. —comentó Constantino.

Khalid se acercó a Nika cautelosamente con una sonrisa ladina.

—Es un gusto para mí conocerla. —el policía estrechó cuidadosamente su mano. —Si bien, no soy ruso. De todas maneras, mis servicios están a su merced.

El gesto cargado de extrañeza por parte la pelirroja no pasó desapercibido para el resto.

—Tranquilo Khalid, ella aún no lo sabe. —aclaró Valentino. —Al haber asesinado al capo de tu país y tú gestar un niño de sangre pura, significa que eres la nueva líder de la Bratva. —en los hombres y en Renata no hubo sorpresa más que una sonrisa de alegría, ellos lo sabían. —Admito que desconozco las tradiciones y la función del consejo en tu país, pero quiero dejar en claro, que es para mí un gusto conservar la alianza que hice en vida con Dmitry.

Las lágrimas inundaron las mejillas de la pelirroja mientras recibía feliz un abrazo por parte de Diana que luego posó una mano sobre el abultado abdomen con sumo cariño. La que copió su acción fue Renata abrazando con aprecio a la pelirroja.

—Me alegra saber que en las reuniones estarás presente representando a tu país, nos toca un arduo camino, especialmente por todo lo que quedó luego de... Esto.

La pelirroja limpió suavemente una lagrima que se deslizó por su mejilla.

—Esto... Es demasiado. De verdad espero estar a la altura... Y lograr de Rusia un país mejor para las generaciones venideras y especialmente para mi pequeño, aun sin mencionar que recibiré las negativas por parte del consejo por ser mujer. 

—Es por eso que he decidido enviar contigo a mis hombres de confianza para que cuiden de ti, hasta que el proceso de asunción haya terminado y obviamente, sepamos con certeza de que estás bien en tu propio ambiente. Dima fue como un hermano para mí, por lo tanto, tú eres como mi hermana lo que me concierne velar por tu cuidado y por supuesto... El de mi sobrino.

Diana tenía los ojos aguados y la nariz roja por el intento de retener su llanto.

Efectivamente, Valentino siempre fue el hombre de sus sueños.

—Como saber, eres bienvenida. Puedes quedarte todo el tiempo que desees, o al menos hasta que los llamados del consejo de tu país requieran de tu presencia.

—Muchas gracias por la oferta.

—Justo vine a informar eso. —informó Khalid. —El hombre que será tu segundo al mando, organizó una reunión para que asumas tu cargo en Rusia, antes de que seas presentada a Renata, oficialmente hablando.

—¿Eso significa que ya debo irme? —preguntó Nika.

—Eres la jefa, eso significa que eso forma parte de tus decisiones. Tú siempre tomarás las decisiones que te convengan, o, son lo mejor para ti. —aclaró Valentino. —Y eso incluye velar el bienestar de todas las personas que velan por tu seguridad y los que son fieles a tus ideales.

La pelirroja asintió en comprensión. A los segundos, un golpeteo en la puerta llamó la atención de los presentes. Leonid hizo acto de presencia.

—Lamento la interrupción, pero Sergei Ivánovich, el segundo al mando... Estuvo preguntando por Nika... Nuevamente. —Todas las miradas pararon en Valentino.

—No creí que iban a necesitarte tan deprisa.

—Creo que es parte del oficio ¿Cierto? —indagó Nika con un gesto nervioso.

—Pronto te acostumbrarás. —agregó el italiano.

Segundos más tarde, la pelirroja junto a Renata y Diana salieron de la oficina no sin antes despedirse de los presentes con un abrazo. Puesto que el ruso acordó el encuentro con la seguridad de su jurisdicción solicitando previamente a Valentino el acceso de rusos al país de forma amistosa.

Cuando la ausencia de las mujeres se sintió, Valentino nuevamente actuó.

—Leonid, estás aquí porque creo que tienes la sensatez y las habilidades suficientes para poder desempeñar lo que se te asigna. —Valentino lo analizó seriamente. —Al ser un ruso nativo, tienes la posibilidad de poder cubrir un rango más amplio en la seguridad de tu jefa. ¿He tomado la decisión correcta?

Leonid suprimió su pequeña sonrisa plagada de felicidad.

—Por supuesto, capo.

El italiano lo miró en silencio por unos segundos.

—Bien. Enviaré contigo a varios hombres para velar por su seguridad, lo que significa que te necesito atento a todo momento. Un paso en falso y tu cabeza se desprenderá de tu cuerpo.

—Entendido.

—Ya puedes retirarte.

Al cerrarse la puerta en las espaldas del ruso, los italianos iniciaron su debate.

—¿A quién enviarás con la pelirroja? —preguntó Khalid.

—Estoy pensando en eso, aún dudo a quién enviar para el encargo. Mis hombres son de absoluta confianza, solamente estoy pensando en algo que puede ser lo mejor para ellos, todos son hombres de familia, no necesitamos más muertes.

—Sin contar que estoy a cargo de un equipo amplio que continúa rastrillando a esos tipos que respaldaron a Alexey. Hay que cuidar a Nika y a su pequeño, dudo mucho que Alexey no haya planificado algo después de su golpe directo a Italia.

—Es lo que estuve pensando, cualquier cosa informen a Renata que continúen las demás regiones en alerta... Cuando estuve secuestrado el Shevchenko tenía un segundo al mando, quiero que lo encuentren, no me fío de ese hombre...

Los presentes asintieron en comprensión.

—Puedo encargarme del sujeto. —elevó su mano Stefano.

—Y yo puedo encargarme de Nika. —afirmó Khalid.

Dicha afirmación llamó la atención de los presentes.

—¿Y tú trabajo? —preguntó Bruno.

—Pues digamos que, la policía ya me recibió la baja... Descubrí que no podía estar en el bando que persigue a mi familia, aunque las conexiones continúan de la misma manera.

La alegría inundó nuevamente la oficina, todo iba resonando en consonancia con sus anhelos.

—Es una alegría tenerte de nuevo en la familia, Khalid.  

***

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