Capítulo 53 🔞
Las manos de Valentino sujetaron posesivamente su cintura a la vez que su cuerpo se amoldaba a la posición. Diana colocó una mano en su mandíbula.
—Creí oír que dejaste tu arma en la habitación...
—¿Te estás burlando de tu capo?
—No, yo solo temo a que usted me dispare. —bromeó con gracia.
La risa de Valentino la hizo sonrojar, a la vez que acariciaba los surcos de sus mejillas.
—Puedo afirmar que quiero dispararte, pero de otra manera.
Diana giró en sus brazos encontrándose con sus labios. Las manos del italiano vagaron por su cuerpo hasta sujetar sus nalgas con las que lo atrajo más a sí.
—Mierda... —susurró en sus labios el De Luca. —Mujer, eres un peligro para mí... Eres mi maldita debilidad.
Sin esperar respuesta, sus labios impactaron los femeninos a la vez que la elevó a su altura logrando que ella envuelva las piernas a su cintura. a paso decidido, el italiano los sumergió en el agua del jacuzzi, erizando la piel femenina.
De un momento a otro ella se encontró de pie en la pequeña piscina mientras que los moños laterales del bikini se deshicieron bajo las manos de Valentino. El agua fresca contrastaba con el calor que su cuerpo había adquirido.
Uno de los lados fue el lugar elegido por el italiano cuando sintió la orilla detrás de sus muslos en dónde tomó asiento hasta que las manos masculinas elevaron sus rodillas abriendo sus piernas para luego colocarlas en sus hombros.
El movimiento fue tan veloz que al momento que Diana iba a quejarse, los labios del italiano se adueñaron de su intimidad, de sus labios salió un sorpresivo gemido, Valentino dejó de lado la suavidad tomándola de forma implacable en su boca de una manera que Diana utilizó mechones de cabello como un salvavidas.
El cabello de Valentino salió de su banda para quedar entre los dedos de la castaña, de un tirón las suaves hebras quedaron liberados a su merced. las gotas de agua que previamente mojaron sus muslos, ahora pasaban a las mejillas del italiano y a su pelo.
Como pudo abrió sus ojos encontrándose con la oscuridad del cielo cubierto de estrellas y entre sus dedos, el suave cabello de su marido. Entró en un sitio de trance ajeno en el que descubrió que los sonidos que reinaban en el balcón eran sus fuertes gemidos junto a la atención del italiano.
Su primer orgasmo fue violento. Casi como la fuerza de las manos del hombre que presionaba en su piel, sabía que tendría los dedos dibujados de Valentino, aunque lejos de molestarla, amaba.
De momento a otro el torso mojado del italiano se pegó a el suyo mientras su boca la sometía.
El bañador de Valentino rozó sus muslos hasta descubrir que ya no era un impedimento.
—Mía, mía, mía. —verbalizó con la voz ronca, la mirada oscura y las pupilas dilatadas.
Una vez más se hicieron uno, las embestidas feroces empujaban el cuerpo más pequeño hacia el final, aunque los brazos de Valentino evitaban una dura caída. Pasó sus antebrazos por debajo de sus rodillas sosteniéndola en el aire, ella se sujetó a sus hombros con fuerza opacando en su torso los gemidos de placer. Aunque las respiraciones agitadas del hombre evidenciaban que también lo disfrutaba.
Salió del jacuzzi con ella en brazos depositándola en una amplia reposera en donde el corpiño del bikini acompañó la alfombra del suelo, luego de deleitarse con sus pechos y abrazar su desnudez, la volteó empinando sus caderas al aire nuevamente penetrándola.
De ser la habitación, no dudaban que aquel gemido hubiese repercutido en toda la casa. Con el pecho pegado al mullido almohadón de la reposera, el sonido de sus cuerpos ambientaba el momento.
El segundo clímax la golpeó con la intensidad de un huracán a la vez que Valentino la volteaba otra vez para apoderarse de sus labios, sus piernas se encadenaron a las caderas masculinas de la misma manera que sus brazos sujetaron su cuello.
Valentino llegó a la cima de su placer presionándose a ella con un gemido gutural. Suavemente la atrajo más cerca entre sus brazos mientras colocaba su mejilla en el cabello castaño.
Diana presionó su pecho al torso de Valentino mirando el paisaje por sobre su hombro. Su mirada viajó a la oscura silueta situada en el balcón, sus mejillas se tiñeron de pena cuando la sombra lanzó el espeso humo de su cigarro ingresando a la habitación, aunque no pudo ver las facciones con anterioridad podía afirmar que Federico García abandonó el balcón con una sonrisa.
El cuerpo de Valentino se puso rígido presionando su cuerpo con más fuerza.
—¿Sucedió algo?
—No, la mia bambina... —encontró su rostro con una sonrisa suave. —Creo que es hora de ir a la cama.
Ella asintió sonriente.
—Pues vamos adentro.
Con extremo cuidado el italiano cubrió su cuerpo protectoramente hasta ingresar nuevamente en la mansión. El tiempo pasó al momento que Diana dormía plácidamente presionando su cuerpo, sus ojos hacían el recorrido de observar la ventana, el balcón y la puerta de entrada.
Con la presencia de Diana, ya nada era seguro especialmente porque a la distancia pudo distinguir la presencia masculina que tanto los acechaba.
Jamás olvidaría a Phillip Wilson, y podría asegurar con antelación que él tampoco olvidaría lo que iba a sucederle.
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