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Capítulo 41

Al fin, toda esa guerra había terminado y con ella todos sus sueños.

Sus rodillas cedieron en la nieve mientras veía otra vez el mismo escenario de la última vez sangre, destrucción, dolor y fuego.

Continuó observando las llamas danzar en todas las direcciones como algo majestuoso, pero era todo lo contrario para ella. Con la última gota de esperanza que conservaba su alma fijó su mirada en la puerta principal, con el deseo que aparezca Valentino por allí. Luego de presenciar semejante explosión lo veía imposible.

La presencia de Nika la acompañó, volteándose para brindarse un desgarrador abrazo mutuo, habían perdido al amor de sus vidas.

—Yo-y-yo nunca se lo dije... —Nika pronunciaba repetidamente mientras era consolada. La castaña dejó de mirar las llamas, ya no tenía caso mirarlas cuando cada segundo que pasaba solo la desgarraba más.

—¡Jefe, se puede ver movimiento en la casa! —exclamó uno de los soldados volviendo a colocarse los binoculares.

Christopher y el resto divisaron en la misma dirección como una sombra cruzaba entre las llamas. Diana se puso de pie, sin importarle la distancia que los separaba, siendo seguida por varios soldados de su gente.

Oía las advertencias del lobo, pero no eran lo suficientemente válidas para abandonar la idea de que alguien siga con vida. Valentino. Sin importar que el que aparezca pueda ser Alexey, de ser esa la situación lo asesinaría sin miramiento ni pena.

Con cada zancada rompía la distancia que la separaba de la entrada principal, dando con la sombra de la dirección opuesta, sacó el arma sujeta al muslo y apuntó al frente justo como se lo enseñó Bruno y Andrea, cabeza o pecho para eliminar, extremidades para lastimar.

Quitó el seguro dando cautelosos pasos.

La herida figura de Valentino salió de la mansión en llamas, cargando a Dmitry. El alma regresó a su cuerpo.

Lanzó la automática a quién sabe dónde, cuándo lo ayudó a cargar al Shevchenko. Lo colocaron sobre la fría nieve cuando el personal de emergencia hacía acto de presencia junto a Christopher y Nika.

Por un momento el tiempo se detuvo cuando ambos cruzaron miradas con las llamas iluminando sus ojos, haciéndolos brillar por efecto de las lágrimas. Diana analizó su cuerpo magullado, el rostro negro por el hollín, la ropa destruida y el torniquete en el hombro. Estaba herido.

Burló la muerte una vez más.

Las lágrimas mojaban sus mejillas sin reparos, aunque era lo que menos importaba.

—Vine porque te hice una promesa... Y las promesas están hechas para cumplirse. —susurró Valentino con una sonrisa de felicidad.

—Ti amo...

La castaña no recibió respuesta cuando sintió el peso total del italiano, inconsciente cayó entre sus brazos por la pérdida de sangre, los golpes y el descomunal esfuerzo.

No necesitó demandar auxilio al sentir los brazos de Christopher sujetar parte del peso Valentino colocándolo con cuidado mientras una mascarilla de oxígeno lo asistía y un médico militar atendía el torniquete.

Tocó su pecho con sumo cuidado sintiéndolo respirar y de la misma manera que se empañaba su mascarilla con cada exhalación sentía subir los porcentajes de paz en su cuerpo.

Todo había terminado.

Lástima que no todo terminaba bien para todos. Un conocido llanto llamó su atención a su lado, aún conservaba la duda. Nika lloraba desconsolada sobre Dmitry mientras que con cada segundo que pasaba perdía los nervios empeorando la situación.

Analizó el panorama encontrándose con el rostro del lobo que respondió a sus interrogantes, simplemente negando.

Dmitry Shevchenko no habría resistido.

La pelirroja abrazaba angustiada su cuerpo inerte.

—Esto es mi culpa, todo esto es mi culpa... —negaba y repetía Nika una y otra vez. —Y-yo-yo-y-o debería haberle dicho que estoy embarazada... ¡Él se habría detenido y nada de esto habría sucedido!

La sorpresa en todos fue evidente, Nika cruzó mirada con la castaña.

—Amiga... Yo podría haberlos detenido... Lo siento tanto...

Diana simplemente negó llegando hasta ella de rodillas para abrazarla con fuerza.

—Lo siento tanto, de no haber sido por mí no estarías sufriendo por Valentino.

—Todo acabó Nika...

—Pero Dima no estará para cargar a nuestro bebé... —cada palabra que desprendía los labios de la pelirroja se experimentaba cómo una puñalada de culpabilidad en Diana.

Valentino estaba herido, pero continuaba con vida y con él, florecieron las posibilidades de formar una familia y asentarse juntos nuevamente. En cambio, Nika solo tendría que percibir el ciclo de la vida de su pequeño en ausencia del amor de su vida.

—No estará físicamente, pero nos tendrás a nosotros para estar contigo y darte todo el apoyo que tú necesites.

—Perdóname amiga...

—No tengo nada que perdonarte...

La abrazó fuertemente a la vez que emitía el silencioso orden para que Nika sea sedada, segundos después del pinchazo, la mujer quedó dormida en sus brazos.

Antes de partir rastrillaron una vez más la zona encontrándola limpia de amenazas, definitivamente esta noche podría colocar su cabeza con tranquilidad en su cama, el peligro de Alexey ya no los intimidaba.

***

De la clínica Valentino fue dado de alta, aunque seguía levemente sedado por seguridad y Nika gozaba de excelente estado de salud ella y su pequeño.

—Diana ¿Estás disponible para hablar? —preguntó Christopher ingresando en la sala de estar.

—Si, adelante. Toma asiento ¿Deseas algo de beber? ¿Sucedió algo malo?

—No, está bien. Gracias. —elevó una carpeta en su mano.

—¿Malas noticias?

—No, solo el detalle de la operación que realizamos. Incluye el rastrillaje final... —el rostro del hombre manifestó una pequeña molestia.

—Pero hay algo que no te cierra.

—Si...

—¿De qué se trata?

—Identificamos todos los cuerpos del equipo del Shevchenko, pero no encontramos el cuerpo de Alexey.

La castaña estudió el vaso de agua frente a sus ojos.

—Recuerdo que antes de la primera explosión en la que estuve con Valentino en esa mansión, Alexey dijo algo sobre no ganar y morir junto a Dmitry.

—Recuerdo exactamente lo mismo.

—¿Crees que haya muerto instantáneamente?

—Puede ser una opción, de ser así sus restos estarían dispersos en las paredes de esa habitación, aunque como no intercedimos a apaciguar el fuego no podemos saberlo con certeza, algunas paredes cedieron al fuego y a las detonaciones.

—Comprendo.

—Me frustra no encontrar su cuerpo, pero no significa que no esté muerto.

—Bien, puedo encargarme de eso... Mientras tanto, brinda una copia del informe a todos los capos y hazles llegar mi gratitud. Todavía tenemos trabajo que hacer. 

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