Capítulo 15
La huida de Phillip era esperada y fríamente calculada.
Mientras Phillip se subía a su limusina prácticamente como alma que lleva el diablo, Valentino esperaba pacientemente en el auto que había recibido de Dmitry, el jefe de la mafia rusa.
Por primera vez volvía a integrarse al mundo, lo había hecho de una manera sorpresiva y en solitario.
El descuido a causa del temor de Phillip había evidenciado su lugar de residencia. A la vez que había reconocido entre su gente el rostro de Leonid Volkov, su siguiente victima...
—Andrea... Marca la ubicación de este teléfono, y de la foto que te enviaré... Allí se está quedando Phillip. — verbalizó Valentino a través de la llamada telefónica.
Se las iba a cobrar todas.
***
Luego de haber descubierto el escondite de la cucaracha de Phillip, Dmitry y Valentino habían puesto hombres a realizar turnos de vigilancia, incluso había noches en las que el mismo Valentino se quedaba realizando largas horas de guardia, especialmente cuando el insomnio lo acompañaba.
No atacaban porque sabían que podría peligrar la vida de Diana, de la misma forma que sospechaban que de saber de su paradero podría arremeter contra ella en caso de continuar con vida.
Y en un pequeño descuido Phillip... Se escapó, nuevamente.
—Te dije que estuvieras alerta. — advirtió Valentino mirando fijamente al hombre encargado del turno asignado.
El sujeto de pie tenía el mentón pegado al pecho secando con frecuencia el sudor de sus manos en sus pantalones, efectivamente tenía miedo.
—Di claras indicaciones... ¿Por qué no obedeciste? — cuestionó nuevamente el De Luca.
No respondió.
Valentino lanzó una risa que retumbó en el viejo galpón donde estaban todos los encargados de esa fallida operación.
—Tienes razón... Estás en lo cierto. Si fueras italiano te daría honores. — sonrió macabramente. —Porque yo tampoco traicionaría a un mejor amigo.
Agregó el De Luca sacando de un sobre una foto de Leonid y el seguridad involucrado abrazados en un evento familiar.
Valentino río más fuerte poniéndose de pie de aquel sillón, mientras caminaba hojeando un par de fotos hasta estar ubicados cara a cara.
Expuso la última foto a sus ojos.
—Tienes una hija preciosa... Imagina una bonita escena en la que todo lo que hace Alexey queda diminuto... Casi como la cabeza de un alfiler comparado a lo que yo voy a hacer... — susurró el De Luca.
El sujeto no dijo nada, tentando su suerte.
—Tengo hombres que por acatar mis ordenes hace mucho tiempo no han estado con una mujer... — sonrió.
La piel del hombre comenzaba a palidecer, lanzó un sonoro suspiro cerrando los ojos para ganar valentía y responder.
—Voy a decir todo lo que sé... Solamente no le hagan nada a mi mujer y a mi hija... Por favor...
La debilidad de un hombre, siempre era una mujer...
—¡Dmitry! — vociferó nuevamente Valentino.
De las sombras apareció el nombrado con su frío semblante, había presenciado esa completa confesión.
—Aquí tienes a tu soplón, es todo tuyo. — finalizó el italiano retirandose de la habitación.
Efectivamente Valentino tenía cosas más importantes que hacer, gracias a las bajas ejercidas por el contraataque de Dmitry hacia Alexey lo obligó a incluir nuevo personal dispuesto a morir por él.
Y entre ellos... Maxim Petrov.
El sujeto era un ruso nacido y crecido en Italia, simpatizante de Valentino... Infiltrado en los planes de Leonid, Phillip y Alexey.
Luego de la "huida" descubrieron la nueva ubicación de Phillip con mayor facilidad, aunque aún no era hora de actuar.
La venganza es un plato que se come frío y se saborea lentamente, pero el costo era que debía de ser paciente.
***
La nueva mansión era colmada en lujos, aunque gracias a Maxim supieron la distribución exacta de cada habitación.
Su trabajo momentáneamente consistía en cuidar los interiores de la misma por lo que frecuentar y recibir ordenes de Phillip o Leonid era su moneda corriente.
El tiempo pasaba y el infiltrado de Valentino continuaba ganando confianza acompañada de más acceso a los recovecos de cada habitación, excepto a... El sótano.
Tenían una fuerte sospecha que la castaña continúe allí recluida. Aún dudaban puesto que los resultados eran modificados o arruinados en repetidas ocasiones logrando causar un conflicto más, hasta que una mañana aquella duda se esfumó.
—¿Sucedió algo, Khalid? — cuestionó ansioso Valentino.
—Tengo muy buenas noticias.
—¿Qué puede ser tan bueno para llamarme en la madrugada? — bromeó el De Luca.
—Las pruebas dieron negativo... El cuerpo encontrado no pertenece a Diana.
Valentino atinó a tomar asiento en la cama de su habitación mientras con su mano libre la posaba justo sobre su corazón. Su instinto no le había fallado.
—Está viva... — susurró con la voz queda mientras una cascada de lágrimas mojaba su rostro.
Ya no le avergonzaba.
—Hermano, Diana sigue ahí afuera oculta... Por favor, encuéntrala. Mejor dicho, tenemos que encontrarla.
—Espero que cuando dicte la orden estén dispuestos a salvarme el culo.
—Si me dejas tocarte el culo posiblemente te lo salve todas las veces que sean necesarias. — bromeó Khalid.
Valentino dentro del emotivo momento lanzó una carcajada alegre. Alegría después de tanto.
—Recupera a tu mujer y regresen a casa... La familia te espera. — murmuró el policía.
—No dudes que vamos a regresar...
—Lamento haberte despertado, pero... Era necesario.
—¿Khalid?
—¿Si?
—Muchas gracias, hermano... — finalizó la comunicación Valentino sin dejar espacio a respuestas.
Sus manos frotaron su rostro cuando una incipiente sonrisa que se convirtió en una de oreja a oreja acompañada de unas lágrimas, era alegría, una amarga alegría porque aún no la tenía, pero sabía que eso si se le iba a dar.
Pronto iba recuperar a su amada, no perdía las esperanzas.
***
—Al parecer alguien amaneció de buen humor. — dijo la voz femenina irrumpiendo en la habitación de la cocina.
Valentino se giró sobre sí mismo quedando cara a cara.
—Tú debes ser Nika...
—La única... Señor De Luca. — murmuró.
La pelirroja se asomó a la isla de la cocina recogiendo una tasa para verter en ella café.
El líquido humeante podría empañar lentes si los tuviera, pero la rusa de esa forma le dio su primer sorbo, sin azúcar y sin enfriar.
—Quiero que hagas las cosas bien... Eso significa que quiero que traigas a mi amiga sana y salva, de lo contrario sacaré mi cara y será un caos. Eso significa que quiero ahorrarle un dolor de culo a Dima.
—No puedes amenazarme.
—Lo sé, pero es una advertencia. Que sea mujer no significa que no puedo hacerte daño. — advirtió.
—Después de haber conocido a mi esposa, jamás he vuelto a subestimar a una dama. — comentó Valentino.
—Hombre... Sabes cómo agradar a una mujer...
El De Luca bebió un sorbo de su café ampliando el silencio.
—¿Podrías prometerme algo?
Un prolongado silencio se extendió entre ambos, nuevamente.
—No hago promesas, que no pueda cumplir.
—Trae de vuelta a Diana... — la voz de la pelirroja ocultaba un nudo en su garganta. —Es que no tienes idea lo que Alexey o sus hombres pueden hacerle...
Valentino tragó duro... Esperaba no tener que recoger su alma a pedazos.
—Ese hombre es un animal... — agregó con lágrimas en los ojos. —No dejes que nada del calvario que haya vivido rompa su espíritu, por favor...
Con un gracial movimiento limpió sus nacientes lágrimas volviendo a su antiguo estado.
—Lo prometo. — afirmó con rudeza Valentino.
La rusa recogió su tasa asintiendo con su cabeza para regresar a su antigua cara de póker y salir de la habitación de la forma en la que vino.
Antes de atravesar las puertas se detuvo en seco nuevamente.
—Y por favor... Se que tu trabajo no es ser niñera de nadie, pero el tiempo que estés aquí cuídale las espaldas a mi esposo. Es mi tesoro, es lo único que me queda después de tanto pelear en contra de Alexey.
Sin esperar respuesta Nika salió de la habitación continuando su camino, dejando a Valentino absolutamente solo en un nuevo espacio mental...
Solo deseaba llegar a tiempo antes que el espíritu de su amada sea destruido en pedazos... No se lo merecía.
Si la destruían a ella también significaba que lo habrían destruido a él mismo.
Y de haber llegado a esa altura deseaba ser lo suficientemente fuerte para no caer en la oscuridad junto a ella.
—Mi mujer a veces hace ver a Alexey Shevchenko como un adorable gatito. — comentó Dmitry con los brazos cruzados en su pecho desnudo dejando en evidencia los parches de vendas producto del ataque organizado de su hermano.
—No me sorprende, eso que aún no oíste a la mía.
Dima lanzó una risa nasal compartida con Valentino.
—No quiero intervenir, pero Nika tiene razón... Si llegaste a estas alturas por tu mujer debes ser consciente que cuando la recuperes no será la misma ni cuando la despojes de su ropa.
—Me asusta, pero puedo aprender a manejarlo...
—Hay sobrevivientes a situaciones similares y a todas ellas aún las pesadillas la consumen... — verbalizó el ruso entre dientes.
Inconscientemente dicha frase catapultó a Valentino al momento en que compartió cama con Diana por primera vez, recordando que a la castaña las pesadillas la invadían constantemente hasta que dormir juntos se había vuelto un hábito de no retorno esfumando con el tiempo aquellas pesadillas.
Extrañaba su calor cada maldita noche y cada maldito segundo...
—No quiero sonar ególatra, pero tengo la suficientemente fuerza y amor para unir nuestros pedazos y seguir juntos... Si... Si... — tomó valentía para continuar. —Si ella no desea mi calor, voy a cuidarla y adorarla a la distancia, incluso si nos faltase amor tengo suficiente para los dos para esta y todas nuestras vidas venideras.
—Amala sin límites, pero no dejes que la oscuridad te consuma... Porque cuando la tengas en frente vas a querer destruir todo... — agregó Dmitry palmeando fraternalmente su hombro.
El Shevchenko... Tenía razón.
***
Los candados se abrieron de la mano de Leonid.
La habitación escaleras abajo estaba casi a penumbras gracias a un foco que iluminaba suavemente a una silueta femenina en un rincón junto a un suave tarareo.
La mujer se encontraba sentada sobre el frío suelo con los pies y las manos encadenados, cerca suyo se encontraban libros y un colchón completamente descuidado.
—Hora de comer, hermosura. — comentó Leonid con una suave sonrisa.
—¿Guardia nuevo? — preguntó una curiosa fémina suavemente, aun cuando escasa luz y su rizado cabello no permitía descifrar su rostro.
—Si, por desgracia. El anterior no sobrevivió a que le clavaras un pedazo de hierro oxidado en la yugular. — agregó el soldado.
La mujer lanzó una dulce y hermosa risa angelical contraria a la acción narrada por el soldado.
Con las restricciones sueltas parcialmente se puso de pie dejando ver sus facciones.
Maxim se quedó estático...
La mujer era la misma que mucho tiempo antes había visto en diversas fotos con la diferencia que ahora estaba más pálida y con evidente menos peso.
La reina de la mafia italiana estaba viva y aún recluida continuaba siendo letal.
Efectivamente se trataba de Diana De Luca.
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