Capítulo 11
Valentino se fortalecía con el pasar de los días así como también había comenzado a tener un papel más activo en la búsqueda de Diana, aunque no sabían nada de ella. Por lo tanto, los hombres que eran destinados a muerte fueron interrogados por él quién no se inmutó en no cumplir aquel deseo para evitar algún flujo de información sobre que estaba vivo.
Los muertos no hablan repetía una y otra vez el De Luca.
Dmitry Shevchenko desde Rusia había buscado comunicarse con Valentino. Había demorado bastante tiempo, pero al final lo había conseguido.
Los Shevchenko eran la actual familia líder en las organizaciones rusas casi de la misma manera que lo eran Los De Luca en Italia. Pero dicha familia luego del asesinato de su jefe Viktor Shevchenko había sufrido una gran fractura dividiéndose en dos partes lideradas por sus dos únicos hijos Alexey y Dmitry.
Alexey era el mayor. Descendiente de un romance fuera del matrimonio del jefe con una prostituta sueca, la que había criado a su hijo con la más grande sed de venganza. Asesino nato y con unas ansias tremendas de abrir guerras absurdas cada dos por tres, solo por su propio placer.
Sin embargo, con Dmitry era todo lo contrario.
Nacido dentro del matrimonio católico tradicional desde pequeño fue criado con afecto a la vez que era inducido poco a poco por su propio padre para aprender el manejo de la organización para cuando estuviera listo y así fue que el trono en estos momentos estaba siendo perturbado.
Físicamente ambos hombres se parecían con la misma tosca mirada de su padre con la única diferencia que Alexey tenía el cabello rubio por la descendencia sueca de su madre y Dmitry castaño oscuro.
De la misma manera que sus cabellos eran opuestos, también lo eran sus caracteres.
El verdadero yin y yang.
Dmitry había accedido a ayudar en la búsqueda de Diana por insistencia de su esposa Nika que la había conocido cuando andaba huyendo de Alexey perdida en Ohio, Estados Unidos.
Habían entablado una breve amistad y de esa forma Nika había descubierto que la chica era una reconocida empresaria, con la diferencia que ahora portaba otro nombre.
Al momento de la tragedia cuando todo se había vuelto noticia mundial había visto su rostro en la única fotografía que mostraba la policía y la había reconocido al instante.
Sara Brown en aquel entonces, actualmente Diana De Luca.
Sabía de los enlaces de mafias, por lo tanto, cuando la "muerte" de Valentino De Luca fue un hecho, la inteligente rusa dudó motivando a Dmitry a que no se quede con esa noticia cerrada, al final su hermosa pelirroja esposa estaba en lo cierto... Valentino De Luca estaba vivo, como posiblemente también lo esté Diana.
Pero... ¿A que costo?
Dmitry descubrió que su personal de la unidad elite estaba siendo utilizada más que frecuentemente, dando así con información en la que evidenciaba la alianza de Alexey con un americano de nombre Phillip Wilson.
Eran las piezas exactas que necesita para legalmente formar una alianza favor por favor.
Encontrarían a Diana quizás con más seguridad en tierras rusas que cualquier otro lugar del mundo y a cambio, Valentino ayudaría al exterminio de Alexey.
Ambos eran determinados de la forma en que sabían que iban a conseguir los dos objetivos con éxito.
De Luca - Shevchenko, la nueva alianza.
Dejar de orar... Nunca había sido tan buen plan.
DOS MESES Y 9 DÍAS
—Solicito hablar con el señor De Luca. — susurró la muchacha arrinconada en un pasillo oscuro de la casa de campo con un arma apuntando a su frente.
—No puedes hablar con los muertos. — sentenció Bruno lanzando un suspiro. —Si no hablas conmigo, voy a presionar este gatillo y hasta aquí llegará tu broma. Y podrás dialogar en el más allá con Valentino en completa tranquilidad.
—¿E-eres An-drea? — cuestionó con miedo la chica.
Bruno no contestó, pero analizaba su mirada. Estaba asustada en términos increíbles. Seguía sin ver algún rastro de maldad... Recordando a Diana.
—No, no soy Andrea.
—¡¿Lo conoces?! — agregó casi saltando de alegría.
—¿Qué quieres con él? — cuestionó nuevamente alejándose un poco para evitar seguir asustando a la mujer.
—Que él me permita hablar con el señor Valentino.
—¿De donde lo conoces?
Cuando la muchacha de no más de 20 años iba a hablar vio a Stefano ingresando al mismo pasillo, empujó con fuerza el cuerpo de Bruno acercándose al rubio.
—¡Stefano! Ojos azules, rubio... ¡Tienes que dejarme que vea al señor Valentino!
El rubio la miró sorprendido y extrañado dejando viajar su mirada en ella para luego regresar a Bruno, no la conocía.
Un chiflido surgió en la oscuridad de la noche... Habían encontrado a alguien.
—¡Tenemos a un hombre! — alertó un guardia que formaba parte del personal.
—La venían siguiendo. — ingresó al pasillo Andrea acortando distancia. —Lo siento encanto, pero yo si soy Andrea.
Finalizando la breve presentación le dio un golpe que la dejó nockeada, era mejor prevenir que pronto lamentar.
En breves averiguaciones habían descubierto que la chica estaba libre de antecedentes penales, incluso era una universitaria. Pero eso no impedía que sea una mujer sospechosa o una posible carnada para atraer a otros en busca de Valentino.
A medida que iba reaccionando la chica insistía en hablar con Andrea y Valentino. Al inicio fue ignorada hasta que una palabra clave los hizo cambiar de idea.
—¡Diana! ¡Ella me dio algo! — exclamó asustada amarrada a una silla.
Los ojos de los hombres viajaron en duda... Podía ser una pista o el camino a la misma muerte.
—¿Dónde la viste? ¿Y que te dio? — interrogó Khalid. —Si hablas conmigo, puede liberarte de las ataduras.
***
Valentino yacía sentado girando su anillo de matrimonio en su dedo en absoluto silencio.
—Valentino, hay alguien que quiere hablar contigo. — comentó ingresando a la habitación Khalid. —Traía encima esto.
Khalid elevó en sus dedos un pequeño bolso que al abrirlo evidenció algo que le paralizó el corazón.
***
Cuando la chica iba a hablar una fría voz irrumpió en la habitación.
—¿De donde sacaste esto? — verbalizó Valentino adentrándose en el salón de la casa.
La chica quedó estática con la boca abierta y comenzó a llorar.
Efectivamente el señor Valentino De Luca no había muerto.
—¿La señorita Diana está bien? La va a encontrar ¿Cierto? — susurró la muchacha.
Valentino entendió una vez más la facilidad de su esposa de ser apreciada por cualquier persona.
—Khalid, libera sus manos... Ahora cuéntame como es que tienes la cámara de mi mujer en tu poder.
—La señorita Diana me salvó el día del ataque... Yo estaba en la casa junto a ustedes.
—Recuerdo que eras parte del personal que trabajaba en la casa.
—Cuando iba en busca de su esposa ella venía a gran velocidad en mi dirección. Preguntó por usted y me entregó la cámara, antes de continuar su camino me llevó a una especie de sótano a que esperara hasta que todo acabe. Pero nada cesaba...
—¿Cómo es que no tienes ni un rasguño? — interrogó Valentino mostrando su antebrazo izquierdo con una notoria cicatriz de quemadura.
—El lugar donde me ocultó la señorita no era un sótano, era un pasadizo que te dejaba en las afueras de la villa.
Con las manos liberadas la muchacha limpió su rostro de las lágrimas que desprendían sus ojos.
—Ella salvó mi vida y a mí me tocó ver como se la llevaban herida.
—¿Por qué demoraste tanto tiempo en buscarme? — interrogó Valentino seriamente.
—No los encontraba... Antes de ocultarme su esposa me dio indicaciones y cuando iba había gente de otros grupos recolectando información sobre ustedes. Luego hubo muchas noticias sobre su muerte.
Los hombres intercambiaron miradas.
—¿Podrías decirme los lugares a los que fuiste? — preguntó con cautela Khalid.
La muchacha antes de hablar observó fijamente a Valentino esperando una aprobación, asintió para posteriormente recién brindar la información.
—¿Sabes que te venían siguiendo?
—Tenía mis dudas.
—¿Te agradaba la señora De Luca?
—Mucho...
—¿Aceptarías mi protección a cambio de todo lo que sabes?
—Todo sea porque la señora esté sana y salva con usted, señor.
—Muchachos ya saben que hacer. — Valentino finalizó la conversación desapareciendo de la misma forma que apareció.
***
El tiempo iba a contrarreloj y con cada hora que pasaba se sentía más perdido.
¿Por qué no la encontraban?
Con más ira de la habitual continuó con los golpes a la bolsa de boxeo.
—Si sigues así vas a llevarnos a la quiebra por desgarrar sacos de boxeo. — dijo Khalid ingresando al gimnasio improvisado que había creado Valentino.
—Eso no es problema y lo sabes.
—Era sarcasmo. — verbalizó el policía. —Estás distinto...
Valentino se alejó de la bolsa de boxeo para quitarse los guantes lanzándolos a una silla cercana.
—Es normal... No te arrebatan a la mujer que amas todos los días. — dijo Valentino con frialdad en la mirada.
—Sin mencionar que has estado entrenando y asesinando como si de comer e ir al baño se tratase.
—Tú lo has dicho, Khalid... Estoy distinto.
—Es raro verte con el cabello largo y barba. Apuesto a que Diana disfrutará darle abrazos a la nueva anchura de músculos que ganaste este periodo.
Valentino alejó la botella de agua que iba a beber para evitar ahogarse por reír.
—Has sonreído, bueno... Mi trabajo por hoy queda concluido. — agregó Khalid en dirección a la salida, deteniéndose en la puerta para meter una mano en su bolsillo trasero. —Valentino...
—¿Mmh?
—Quizás con esto luzcas más sexy. — finalizó Khalid lanzando una banda para el cabello en su dirección dejándolo pasmado. —Nos vemos más tarde, que hoy toca interrogatorio.
Con el tema de conversación que incorporaba a Diana, Valentino quedó pensando. Finalizó su entrenamiento unos minutos antes para encerrarse en el baño.
Frente al espejo apreció su nueva imagen, efectivamente era como había dicho Khalid... Estaba distinto.
Tenía el cabello bastante largo cayendo en suaves ondas levemente rizadas al punto que podría recogérselo.
Su torso se encontraba más ancho y grueso a causa de su entrenamiento, dejó vagar su mirada por sí mismo, recordando las noches en las que Diana con la yema de sus dedos delineaba sus cicatrices, ahora tenía más.
Miró su barba crecida y con la hermosa sonrisa de su mujer en la mente supo lo que debía hacer.
La hora pactada había llegado.
03:30 a.m.
La camioneta esperaba afuera de la casita junto a Andrea, Stefano, Bruno y Khalid. Y sin hacer sonido alguno por la puerta de entrada hizo acto de presencia Valentino dejando a más de uno anonadado.
Valentino había quitado la espesa barba que tenía en su totalidad, mientras su cabello ahora era sujeto con una bandita, aunque los mechones más cortos caían sin dejar de sumar atractivo al hombre.
—Vamos, es hora de irnos. No demoren, atrasan el trámite de recuperar a mi mujer. — verbalizó con la cruda elegancia que solo él podía poseer.
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