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🍃|Capítulo 22.|🍃

𝐕𝐚𝐧𝐢𝐭𝐲.
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐.
“Los héroes”
Parte 1.

La luz milagrosa que envolvió al reino, más exactamente la capital de el lugar, sanó exitosamente las heridas y el dolor de los presentes, incluyendo aldeanos que se encontraban lejos del campo de batalla. Todos se miraban sorprendidos, pero a la vez bastante agradecidos por lo mismo, sin importar de que fuente provenía, le estaban más que enteramente agradecidos.

Sobrevolando el perímetro de Lionés, en dirección hacia la batalla para seguir peleando y de paso vengarse de lo que sea que era Hendrickson ahora por haberle llamado “mascota” y haberla utilizado como una rata de laboratorio para completar sus planes ambiciosos, además de llamarla y tratarla como una simple peón. No podía estar más encendida de rabia por eso; todo ataque sería sin dudas, algo muy personal. No tanto por tener un alto ego, sino porque, como ya todos sabemos, gran parte de su vida fue tratada por sus propios padres y súbditos como un monstruo que no tenía vida, un objeto de valor que muchos deseaban tener, como un trofeo. 

Ella era más que solo eso, era un ser completamente superior a él y no volvería a permitir que la situación se repitiera, no. Lo iba a pisar como al sucio y asqueroso insecto que era.

Y justo a tiempo.

Cuando estuvo cerca, el choque de energías entre la luz y oscuridad la cegó por un momento, pero como ahora tenía sus ojos de dragón, su vista era mucho más aguda que la de un águila, por lo que pudo después divisar lo que Hendrickson haría a continuación, que era atacar de lleno a Gilthunder. ¡Perfecto! ahora ya podía hacer una entrada épica, como ella lo merece. Quería ser el centro de las miradas de todos, después de todo, ¿Quién no querría detenerse a mirar a severa belleza?

Aldora sonrió ladinamente, mostrando igualmente sus colmillos y dientes filosos, dirigiéndose ahora a bajar en picada hacia Hendrickson, sintiendo como la emoción y las ganas de vengarse la invadían. Concentró en su mano derecha una esfera de energía de fuego, dispuesta a atacar con todo. ¡Nadie se imaginaría que el pecado de la vanidad estaría de vuelta tan pronto! Todo gracias a una luz sanadora que aceleró por completo el proceso, llegando al 100% de la asimilación necesaria para redimirse. Gracias al poder oculto de una adolescente, desconocido para todos y ella misma, que ayudó y contribuyó enormemente a su regeneración, forzandola a despertar de su trance muy pronto, pero necesario, ya que de no ser por eso, Aldora habria tenido que pasae por un sueño muy, muy largo.

—–¡Oye imbécil!

Tenía en su boca una larga y colmilluda sonrisa, ¡Y como no! Estaba tan emocionada por probar sus nuevos poderes que no podía esperar para aplastar la cabeza de Hendrickson contra el pavimento. Claro que, no podía confiarse, debía tener eso en cuenta, él ahora tenía los poderes de un demonio gris, y aunque estos eran los peones en el temido clan de los demonios y apenas el primer problema de muchos, desconocía las habilidades. Además, estaba siendo un gran problema para sus compañeros los pecados y, se supone que son caballeros poderosos, eso significa que por supuesto, también seria un problema para ella.

Pero, dejemos que se divierta un rato. La chica ya lo necesita.

Extendió sus grandes alas de dragón y las cerró justo cuando llegó frente a Hendrickson, quedando cara y cara, ella elevada un poco en el aire , quedando lógicamente sus pies sobre el suelo sin tocarlo, estaba suspendida, y era impresionante aquello si es que tomamos en cuenta la velocidad con la que caía en picada. 

—–¡Mírame!—exclama extendiendo aún mas su gesto orgulloso y, un tanto divertido.—–¿Me extrañaron?—susurró con una sonrisa bastante divertida, sacando ligeramente su lengua hacia un lado. Se veía un lado infantil que la caracteriza, cosa que alegró también a sus amigos. 

Los cuernos, las alas, la cola, podía ser fácilmente confundida con un demonio, además de esa mala actitud que a la vez la hacia verse tan sensual, digna del propio pecado de la vanidad, pero se diferenciaba de los demonios gracias a las escamas y piel acorazada en varias de sus partes, sobre todo en hombros y pantorrillas, además de que sus pies también lucían un poco diferentes. No sabría explicarlo, pero definitivamente no se veían como los de un humano, y es que, Aldora nunca fue una humana, solo tenía su apariencia porque le parecía más bonita y por ende negaba esa parte de su ser que le exigía salir y ser presumida. Pero ahora que ha aprendido a aceptarla, y claro, tendrá que soportarlo también ya que como muchas cosas, se basa en un proceso, no importaba ya, para ella era lo de menos... Si verse así era el precio que debía pagar para ser poderosa, entonces, iba a ser hermosa y también el maldito empoderamiento en carne y sangre.

A fin de cuentas seguía siendo ella misma, y eso lo hacía más hermosa aún.

Volvió a elevarse, muy de repente y con ello, liberando con sus grandes alas una gran ráfaga de aire que hizo que los presentes se cubrieran un poco con sus brazos para aminorar la fuerte presión que esa gran ráfaga soltó. Estando ya de nuevo en el aire suspendida, la hermosa albina decidió poner en práctica sus nuevas habilidades, por lo que abrió la boca ligeramente mientras gruñía.

Exponiendo sus colmillos y dentadura ahora afilada, pero también perfecta, de una forma tan amenazante que a un adulto asusta, sus ojos se volvieron completamente rojos y brillantes como cualquier diamante carmesí, y con ellos también una esfera de fuego incandescente que se formaba con su propio aire, claro, transformado en esta magia.

Sin más, esta creció un poco y liberó un gran rayo rojo, yendo disparado hacia Hendrickson, quien ni siquiera de molestó en moverse. Aquello le dejó a Aldora un muy mal sabor de boca, ya que indicaba que ese ataque no era suficiente. Pero bueno, ella solo estaba calentando y poniendo en práctica nuevas técnicas. Sí, no es el momento, pero es mejor atacar ahora, así los demás idean un plan perfecto para poder acabar con ese problema tan fastidioso de una buena vez por todas.

El ataque provocó una explosión ligera que dejó mucho polvo y pétalos flotando por el aire, dejando también a todos los presentes, caballeros y pecados, expectantes de ver que había tras esa cortina de humo. Muchos deseaban que ese ataque fuera el final, pero en realidad, para la albina funcionó más bien de señuelo.

—–¿Lo logró?—exclamó uno de los caballeros, que Elizabeth había revivido con su magia, teniendo un ceño preocupado y con ciertas dudas. 

—–¡Parece que sí, el pecado de la vanidad lo logró!—celebró otro con alegría, pero fue interrumpido inmediatamente por la albina, quien descendió al suelo inmediatamente, aterrizando en medio de los pecados, pues al fin y al cabo, ella también era parte de ellos.

Y ellos eran parte de ella, no podía abandonarlos ni soñando, ni loca. Eran sus amigos y los únicos que no la juzgaron, además, de quienes la acogieron cuando estuvo en muy malas condiciones, pasando hambre, frío, y aguantandose la tortura psicológica que su "Otra yo" le daba cada día.

Ellos la sacaron de la oscuridad... Ella iba a regresarles el favor siempre. 

—–Aunque me encanta que me recuerden lo grandiosa que soy... No celebren demasiado pronto.—advirtió la hermosa albina, arruinando por completo los aires de victoria que comenzaban a surgir.—–... No hemos terminado todavía. Esta es una plaga difícil...

Si bien su golpe logró hacer un cráter, Hendrickson sólo salió de ahí con rasguños y también pequeños magullones, sacudiendose el polvo de los hombros y pantalones con cuidado. Lucía como siempre tan arrogante, cosa que a la albina le hizo enfadar, pero ella permaneció junto a sus amigos, esperando a una orden de su capitán. 

Aún así no pudo evitar que sobre su ser estaba la mirada de un par de ojos violetas. Aquello le hizo sentir un par de cosquillas tan agradables que la hicieron rápidamente sonrojarse, sabía que esa mirada se trataba de el amor de su vida, y de su longevidad también. Pero por ahora no podía distraerse con esas cosas, ya tendría tiempo para charlar con él. Sólo esperaba de todo corazón que esa mirada no fuera con repudio, o peor, temor, ya que, ella no era ni seria más la Aldora que conoció. Es como cuando una oruga se envuelve en su caparazón y se transforma en mariposa tiempo después, renace, el mundo la ve con otros ojos y admira su belleza aunque muchos también le teman, y claro, esa belleza también puede ser señal de una amenaza; pasa con muchos animales en la naturaleza.

Ella había sido una oruga por muchos años, milenios, torturándose a sí misma por miedo; pero ahora era una bella mariposa, viendo el mundo con nuevos ojos, y el mundo viendo a una nueva Aldora. Se sentía como una metamorfosis, le gustaba mucho el cambio, esperaba que agradara también.

Pero sin importar eso ya, Aldora no volvería a ser esa oruga que temía de si misma y de su poder, o su apariencia.

—–Wow, Aldora. Me agrada tu nuevo estilo.—halagó el capitán de los pecados, mirando a la chica con media sonrisa.—–No entiendo nada pero, supongo que nos vas a explicar de tu cambio después ¿Verdad?

Vanidad dirigió su mirada hacia él y le dedicó una sonrisita, luego asintió muy segura de hacerlo. De todas formas iba a tener que explicarlo, ya que si no era él quien insistía, tendrá a Ban o a Diane detrás exigiendo una respuesta por su nueva y llamativa apariencia. Al menos con Merlín él asunto seria más fácil.

Ella sólo movía su cola y con esta golpeaba el suelo, viendo de nuevo a Hendrickson resurgir de la tierra y observarlos, dispuesto a atacarles otra vez, con todo.

—–Lógicamente, capitán.—asintió Aldora.—–Pero primero tenemos que salir de esta. Además alguien tiene que vengar al capitán Hawk ¿No es así?—agregó la albina mostrando una pequeña sonrisa, alertándose al escuchar que Hendrickson volvía a levantarse.

De ahora en más, los Caballeros sacros no debían meterse en este asunto, era una batalla que solo los pecados podían pelear, eran grandes caballeros llenos de poder, algunos de mucha más habilidad.

Hendrickson se levantó del cráter al que lo envió Aldora y acomodó su brazo izquierdo, el cual se había roto por el fuerte impacto, pero se lo acomodaba con facilidad y como si se tratara de un simple brazo de hule, luego emprendió vuelo directamente hacia Elizabeth y los demás caballeros, pero fue interceptado rápidamente por Meliodas, que lo detuvo con su puño y volvió a patearlo para alejarlo de ellos, el demonio gris Hendrickson salió disparado de nuevo hacia la colina de tierra que tenía a sus espaldas; hubiera logrado detenerse en el aire de no ser porque Diane actuó rápido y lo golpeó con su Gideon, haciendo que efectivamente chocara contra la dura montaña. Hendrickson siguió insistiendo en volver a atacar pero Aldora también decidió actuar y se acercó rápidamente sobre él, lanzándolo al suelo con ambos de sus puños para que King rematara con su lanza, clavándolo en el suelo otra vez. 

No obstante, sería muy difícil vencerlo con esa piel demoniaca que actuaba mejor que un escudo. Cuando el enemigo se levantó, Aldora y los demás se pudieron dar cuenta con frustración, como Hendrickson volvía a reacomodarse los huesos, sus heridas sanaban como si nada hubiese sucedido mientras él seguía con esa expresión inerte e indiferente en su rostro. 

La albina hizo una mueca al comenzarse ya a fastidiar. Le frustraba ver que no estaba ocurriendo nada, que no lograban su venganza y no podían vencerlo. El desgraciado había acabado con Hwak, había lastimado a sus amigos, tenía esa y muchas más razones para detestarlo; además de que ya se había perdido la mitad de la pelea por andar durmiendo. Bueno, pero tampoco podía echarse toda la culpa, al menos había llegado en el momento justo y estaba ayudando, estaba muy dispuesta a servir para hacer cualquier golpe de gracia. 

—–Este sujeto está haciendo que mi sangre comience a hervir, ¡Y me parece hermoso sentir eso!—exclamó como niña encaprichada, apretando la mandíbula con molestia, entre tanto iba descendiendo de nuevo para golpear a Hendrickson de espaldas. 

—–¡Aldora! 

La voz de su capitán le hizo frenar de repente, luego se cruzó de brazos y gruñó ligeramente, observando de reojo al rubio, teniendo el ceño fruncido. Ella realmente esperaba poder presumir de una buena vez su nuevo juguete, pero, por la interrupción de Meliodas no podo, o al menos, aún no. El capitán sin embargo, leyó los gestos de su amiga, por lo que simplemente sonrió y se giró a ver a sus demás compañeros, pidiéndole también en voz alta a Gowther, el pecado de la lujuria, que se apresurara a enviar el mensaje de una estrategia que él ya había pensado. 

Se suponía que Gowther había muerto, decapitado súbitamente por el mismo Hendrickson. Diane y King se lamentaron por eso, pero ambos, igual que Aldora, quien se acercaba a ellos, presenciaron como el cuerpo sin cabeza de la cabra se levantaba, y como si nada, se reacomodaba la cabeza. La gigante y el hada se espantaron, mientras tanto Aldora se mostró confundida, puesto que simplemente le sorprendió de una forma diferente a como los otros dos. 

Cuando Gowther encontró sus lentes, este le aseguró al Capitán que lo haría, procediendo de inmediato a comunicarles a todos lo que el rubio planeaba. Envió a la mente de cada uno un pequeño rayo, que se catapultaba y rebotó en cada frente; todos pudieron sentir como las instrucciones de Meliodas aparecieron de repente. Ya sabían lo que tenían que hacer. 

—–¿Qué?... ¿Está seguro de esto, Capitán? ¡Eso es...!

—–No soy buena en matemáticas pero creo que no we necesita serlo para admitir que es una locura y que la probabilidad de que sobrevivas es casi nula, Capitán.

King y Diane seguían inseguros de hacer lo que Meliodas les había pedido, en realidad no querían lastimar al capitán, mucho menos si esa loca idea que les grabó en sus memorias era una táctica prácticamente suicida. Aldora, sorprendentemente, se mostraba más bien emocionada en vez de preocupada por la vida del capitán, pero en realidad era porque sabía que sólo quedaba esa carta por jugar, así que si querían librarse de ese insecto, debían hacerlo, no quedaba otra opción. 

Aldora dirigió su mirada hacia el capitán, encontrándose ambas mientras sonreían ligeramente. Aquello hizo que la albina esbozara una sonrisa mucho más larga y divertida, casi al punto de reír levemente. Se preguntaba porqué el capitán prefería sacrificarse. Bueno, desde que lo conoce, sabe que es capaz de hacerlo, pero aunque realmente ella por su parte preferiría evitar a toda costa que eso sucediera, él había dado una orden y no podía desobedecerlo. Lo único que le quedaba ahora era bromear un poco acerca del tema, queriendo liberar algo de tensión con ello.

—–¿Quieres quedar como el héroe frente a tu chica, eh?—le dijo la albina, luego soltó una carcajada.—–Nunca cambias, eres un idiota Capitán.

Meliodas logró descifrar lo que la albina le estaba diciendo inconscientemente. Ella no demostraba su preocupación de la misma forma que Diane o King, o incluso Ban que solía tensarse por ello, Aldora por su lado, buscaba evitar decir eso para aumentar más el nerviosismo de todos.

El rubio sonrió y simplemente se giró a mirarle, dedicándole como siempre esa agradable sonrisa que a todos sus compañeros agradaba. Perder esa sonrisa significaría el fin de los pecados, y durante muchos años han sido tan buenos amigos que el sólo pensarlo los llena de miedo.

Pero vamos, que esto apenas es el principio del fin.

—–A mí también me alivia verte bien, pero no te preocupes por mí.—le prometió Meliodas, sonriendo cookie calma, pero a la vez con su característica alegría infantil.—–¡Pero no te preocupes, cuando salgamos de esta te haré tu platillo favorito!

Aldora pasó una mano por su cabello, manteniendo sus ojos cerrados y expectante ante lo que sucedería a continuación. Claro que eso no le tranquilizó para nada, pero aún así prefirió seguirle el juego a su capitán.

—–¡Más te vale!

Tenía que ser fuerte ahora, no llorar, y no porque le desagradara. Pero Diane y King ya estaban lo bastante nerviosos como para ella ser un peso más.

Al menos, mostrándose indiferente podría mantener la fortaleza de los demás en equilibrio, de alguna u otra forma.

Buenas nalgas mis niños ^^
Espero que hayan disfrutado este capítulo ❤✨

La parte final será publicada en breve.

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