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🍃|Capítulo 12.|🍃

|虚栄心|
Capítulo 12.
“Amor y destino: tentación genuina

Aún no puede creer lo que ha hecho. Seguramente cuando despierte va a ser cruelmente asesinado, así que, mejor se prepara para el final. ¿Porqué demonios se le pasó por la cave a hacerlo? ¿En qué estaba pensando?

¿Noquear y Secuestrar a un pecado capital? Amigo, acabas de escribir tu carta de suicidio...

O ¿Quizá no?

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–—Howzer, de todas las tonterías que haz hecho. . .—susurró él para sí mismo.

Agradece mucho que la muchacha no pesara tanto como lo parece, de verdad que lo agradece. Diablos Howzer, espero que sepas bien lo que haces, porque, tu cabeza rodará por el suelo si te descubren —y no sólo por el hecho de que traicionó al reino— Aldora presenta un peligro más grave que los mismos caballeros sacros. Llevaba sobre su hombro

Llegó a su casa finalmente, aprovechando que su padre estaba dormido. Tomó a la chica para acomodarla al estilo princesa, y sin más entró hábilmente por la ventana de su habitación, sin lastimar a la dormida albina. La recostó a un lado de la cama y suspiró. Debía tomar medidas de seguridad, por lo que le quitó la red y simplemente le colocó esposas en manos y pies. grave error, si me lo preguntan— No podía pensar con claridad.

Se sentó en el borde de la cama, suspirando un poco con pesadez. ¿Porqué rayos hizo eso? ¿Porqué la capturó él? ¿Qué debía hacer ahora? Tal vez entregarla. Pero, seria muy cobarde por parte de él hacerlo sin antes llevar una batalla. Quizá debería  esconderla, mantenerla escondida. Sí, hasta que Gilthunder venga y la vea, dándose cuenta de que Howzer es un traicionero por haber ayudado a un pecado ¡Buena idea!

Pero, ¿Entonces? ¿Qué debería hacer?

Se giró a ver a la joven albina. Tenía en su rostro unos cuantos mechones de cabello, rasguños, rastros de suciedad. Había sido un viaje muy ajetreado, y al parecer la pobre inocente había pagado por ello injustamente. El rubio se acercó un poco, quería observarla más de cerca. Dormida no se veía tan mala como la pintaban, pero sí se veía tan preciosa como nunca. Con esa luz tenue de la luna pegándole en el rostro, reflejando su blanca cabellera, contrastando perfectanente sus pecas, sus mejillas rosas y sus labios rodas. Había paz en su rostro, había tranquilidad, era algo hermoso. Sin dudas, no había preguntas de porqué una Diosa le tendría tantos celos.

Acercó su mano al rostro de Aldora, vaya tenía un sueño muy pesado. Considerando todo lo que él corrió y cabalgó en el camino, cualquiera de habría despertado. Sonrió inconscientemente, maravillado entonces por la hermosura, se veía tan frágil, tan dulce, tan. . . Tan hermosa. . . Bueno, por algo es vanidad. Apartó delicadamente de el rostro de ella los mechones de cabello, mostrando su belleza en toda su esplendorosa majestuosidad. Ahora que lo piensa, la recuerda muy bien; ella siempre solía cuidarlo y sacarlo de sus aprietos cuando él era un niño —era tan travieso— siempre que él estaba en un problema, ella lo reprendía o lo defendía de los regaños del maestro Dreyfus; Hendrickson pocas de vez en cuando. En esos días, ella llevaba el cabello corto, y se veía igual de joven que ahora.

Era extraño, pero, tomando en cuenta que ninguno de los otros pecados han envejecido coló debería, no le tomó la importancia alguna. Vio con impresión y algo de susto como ella comenzaba a removerse entre sueños, pero su gesto cambió pronto a ternura extrema cuando sintió cómo ella frotaba su hermoso rostro en su  mano como si se tratara de un gato. Podría jurar que vio en ella una hermosa y pequeña sonrisa formarse.

Sus mejillas ardieron entonces por lo que estaba comenzando a pensar. ¿En serio, un caballero sacro y un pecado capital? ¡Eso es una tontería. Sería el fin del reino de Lionés, sin mencionar que ella era una traidora, una criminal, una asesina. . . Una preciosa asesina. . . ¡Basta! Howzer más confuso no podía estar. Sentía que su cerebro era usado como una bola de estambre, la cual rueda de lado a otro entre las curiosas garras de un gato juguetón. Quería parar todo ya, librarse de todo eso, ¿por qué no sólo podía ser feliz? ¡Espera! De pronto, lo consideró. ¿De verdad era cierto lo que ella y Diane habían dicho al estar en Vaizel? ¿Ellos no fueron quienes asesinaron al Gran Maestro Zaratras? Pero, si no fueron ellos, ¿porque hay pruebas en su contra?

Es momento Howzer, de que consideres las cosas. ¿Creerle a una criminal, o a tus maestros?

A la mierda los maestros.

—–Es imposible que un ser. . . Tan hermoso sea capaz de hacer tal maldad. . .—susurró él, acariciando ahora la mejilla.

¡Por las diosas! Su piel era tan suave como la misma seda. . . Casi comenzaba a tener un fetiche con tocarla. Pero, ahora no es el momento de pensar en esas cosas. Howzer debe concentrarse mejor en cómo le explicará las cosas al pecado cuando ella despierte y seguramente intente matarlo.

Bueno, dará lo mejor de sí, pero tampoco la lastimará.

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Cuando se cansó de admirar la belleza del octavo pecado, decidió dormirse en el sillón que tenia en su habitación, observando por una ultima vez a la muchacha que dormía tan plácidamente acurrucada en sus suaves almohadas. Comenzaba a pensar en que había tomado la mejor decisión, definitivamente. Al quedarse dormido, no pasó mucho tiempo hasta el día siguiente, por lo que el sol tampoco tardó en despertar al rubio de ojos morados. Al abrir los ojos, lo primero que buscó con su mirada fue a la muchacha, quien no estaba en su cama.

Rayos, había escapado. Y lo peor, ahora estaba en riesgo de ser atrapada por un cruel caballero.

—–¡No!—exclamó, levantándose de golpe del sillón.—¡Al-Aldora!

—–¿Sí, mi cielo?~

Él se echó para atrás algo espantado. ¡Ella estaba frente a él, de cabeza, colgando del techo! No lucía enojada, tampoco confundida. Parecía que ya hubiese adivinado ello. Afortunadamente aún tenía las esposas puestas

—–¿Qué? Pero. . . ¡Cómo!

—–¿Preguntas porqué no te he matado, cierto? —cuestionó ella, de cabeza aún, ladeando un poco el rostro.—–¿Piensas que soy tan cruel?~ ¡Eso es tierno!~—una sonrisa macabra de oreja a oreja se formó.

Howzer palideció y tragó saliva, recostándose en el sillón conforme ella se acercaba. Ahora, sus rostros estaban muy cerca. Podía asegurar que tanto ella como él tenían las mejillas ruborizadas, y sus respiraciones chocaban entre sí. Se estaba poniendo nervioso.

—–Oye. . . ¿No me odias?—preguntó.—–Por. . . Secuestrarte. . .

—–No es la primera vez que me privan de la libertad.—se encoge de hombros mostrando las cadenas.—–Y aún así, ya sabía que tú estabas ahí detrás. Soy una buena actriz, ¿no?—mostró los colmillos.

Era tan extraña, pero aún así, tan linda. ¿Como podía ser eso y lo otro al mismo tiempo? A nadie le importa, pero, se sentía hechizado por sus hermosos ojos.

—–Lo que no me queda claro. . . Es el porqué quisiste hacerlo. ¿Acaso quieres un beso? ~—preguntó en un tono bromista, mientras se acercaba un poco más a su rostro y mantenía sus pies y cuerpo en el aire.

Literalmente pesaba cero kilogramos, Aldora desafía la ley de la gravedad. Pero bueno, eso no es importante ahora. Ella quería saber las razones reales del rubio verdoso para privarla de su libertad. Aunque bueno, aquí entre nos, Aldora no pudo pedir a un mejor secuestrador.

No obstante, aún así no debía de olvidar que él era un caballero sacro y ella un pecado, además, de seguro como al resto de los hombres, sólo lograba darle asco.

—–Bueno. . .—murmuró algo inseguro de contarle o no.—–Hendrickson necesita de tu. . . Berserker. . . Para. . .

—–¡Cierra la boca!—chilló ella, flotando de nuevo hacia quedar en la cama del muchacho.

¿Qué le molestó? ¿Acaso fue que él mencionara esa temida palabra para ella. . .?

De repente había cambiado su actitud fuertemente, de una totalmente coqueta y divertida a una temerosa y a la defensiva. Quizá para ella era un tema muy sensible, pero ¿era razón como para incluso hacer sus dedos temblar?

—–Berserker no es “un lado”—murmuró, ocultándose entre las almohadas.—–Berserker. . . Esa siempre he sido yo. . .—balbuceó, sin mirarlo.—–Es una bestia. . . Destruye todo a su paso. . . Es horrenda. . .

¿Hablaba en serio? ¿Berserker era tan malo?

No estaba entendiendo absolutamente nada de lo que ella decía, pero vaya que sí era un tema muy serio.

La observó sentarse dándole la espalda, conservaba aún las esposas y no parecía querer pelear. Se veía más bien afectada por la conversación. Vio confuso como ella, levantaba de su cuello un guardapelo, observando suspirando una imagen. De pronto, escuchó sus sollozos y vaya que se preocupó por ella. Se levantó de un salto y se dirigió hacia ella, viendo con horror como en su cabeza dos cuernos comenzaban a crecer, aún no eran sólidos, era más bien como una aparición astral, una silueta, un fantasma. La raíz de su cabello comenzaba a oscurecer, y sus lágrimas cristalinas se tornaban de rojo puro.

—–¿Al. . . Aldora. . .?

Apenas y pudo articular su nombre. Se apartó de ella un momento, y en silencio la vio llevar sus manos a su cuello, como si quisiera ahorcarse a ella misma por eso.

La albina no se sentía bien. Su maldición iba de mal en peor. Nuevamente, la molesta sensación de sequedad en su garganta, y el dolor en el pecho comenzaba a incrementarse. Sentía sed, mucha sed, ¡necesitaba beber sangre, pronto!

—–No. . . Ber-Berserker. . . ¡Con él no. . .!—balbuceó ella, con esfuerzo, clavando sus uñas en su propio cuello.

Lanzaba gruñidos secos, como si tuviera una lucha con ella misma. Howzer no entendía nada, pero, más que asustado, estaba preocupado por Aldora. Tal vez, no le seria tan difícil ver que desde que la vio cuando niño, las cosas traviesas que hacía todo el tiempo eran solamente para llamar su atención, y que lo que parecía ser sólo un amor inocente de un niño y no correspondido, perduraría hasta que el destino los volviera a juntar en esa situación presente.

–—¡Ne. . . Necesito. . ! ¡SANGREEEE. . .!—chilló ella, llevando sus rasguños hasta su pecho.

—–¡ALDORA!

Él hizo lo que hizo por genuino amor.

Se abalanzó contra ella, agarrando sus manos y manteniéndolas sobre su cabeza. Ahora, él estaba sobre ella en cama, mientras ella sollozaba y gruñía tratando de liberarse. Su mirada había cambiado, no era ella, no tenía vida. Tal vez se maldicería por eso, pero, hacer lo que sea por esa persona también implica que de verdad la amas.

Inclinó su cabeza hasta que su propio cuello quedara a la altura de la boca de Aldora; no tardó en sentir como dos agujas se clavaban bruscamente en su cuello, comenzando a sorber la sangre que pasaba. Parecía que todo se había calmado, ya lo extendió. Su sangre era su salvación.

Estuvo así por un par de minutos. Era alguien sano, no tendría problema pronto. Aldora se separó, volviendo a ser quien era; de ojos azules, cabello blanco, y sus lágrimas y heridas habían desaparecido. Al parecer, el beber sangre también la hacia recuperarse de toda herida o mal. Cuando él se separó soltando un leve quejido, pudo ver como ella de pronto cambió de semblanza, quedándose perpleja ante él al estar debajo de su gran cuerpo. Aún así el no la aplastaba, pero las fantasías y situaciones no tardaron en pasar por la cabeza del pecado. Estaba tan sonrojada hasta las orejas, que también incluso botaba humo de su cabeza. Howzer aún no se había dado cuenta, pero, aún la mantenía agarrada como si fuera a hacer algo más grave que so hablar con ella. El tampoco demoró en estar sonrojado.

Demonios, qué incómodo.

Al separarse soltando risas nerviosas entre los dos, comprendieron por esos torpes gestos que de verdad necesitaban del otro para poder estar bien.

—–Ah. . . Gr-Gracias. . . Lamento. . .—murmuró ella, señalando su herida en el cuello.—–D-Déjame. . .

—–Está bien.—interrumpió, con una suave sonrisa.—–No me duele, estoy bien, Aldora.

—–B-Bueno. . .—ella bajó la mirada, un poco nerviosa.—–Al menos dejame. . .

—–¿Eh?

Fue tan impresionante como incómodo pero a la vez aliviante el tenerla dejando una lamida en su cuello. Pudo sentir de cerca su embriagante aroma a dulces rosas del campo, cuidado, tienen espinas. Gracias a su saliva, la herida que él tenia en el cuello sanó, una inrevinke habilidad. Aunque, algo incómoda.

—–G-Gracias. . .—murmuró él, fijando su mirada sobre los azules ojos cielo de ella, sonriendo. Aunque, la albina evitaba mirarlo. Aún estaba muy, pero muy sonrojada.—–Ven aquí.—tomó su barbilla, haciendo que ella lo mirara.

Se sentía tan hechizado.

No sabía lo que estaba pasando.

El acto sorpresivo, fue cuando Howzer tomó a la fuerza la barbilla de Aldora para hacerlo mirar, y después de un comentario, dulce, cursi y coqueto, plantó sus labios con los dulces de ella, comenzando a sufrir entonces una ligera obsesión al no querer separarse de ellos.

No diré más, solamente tomen eso como una declaración de amor. Y recuerden que eso sucedió solamente en el día. . .

Ya verán a qué los llevará la tentación hasta la noche. . .


Uuuuhh~

Tentación~ 7v7

Con esto, me despido UwU

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