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🍃|Capítulo 11.|🍃

| 虚栄心 |
Capítulo 11.
El inicio del Caos, Part 2.”

—–¡Impresionante, vamos Capitán! ¡Vamos Diane!

Aldora regresó nuevamente con sus amigos los pecados. Justo a tiempo para la pelea de Diane y Meliodas, la cual observó con cierta diversión por ver como la chica gigante y su capitán se golpeaban no mutuamente, Meliodas no quería lastimarla —patético a su parecer, pero Meliodas es Meliodas.

Los miraba sonriendo, su rostro era cubierto por la sombra de la capucha de su capa. De pronto, Meliodas y Diane se detuvieron indicándole a sus compañeros que las cosas no andaban para nada bien, Aldora también pudo percibir como algo asechaba, y no era la única; Howzer y los demás pecados también. Vaizel estaba en peligro inminente.

La mirada en Meliodas se ennegreció, Diane detuvo sus golpes, Ban salió de su lugar y King y Aldora flotaron hasta llegar a la plataforma. Pereza mostró su forma obesa, siendo ésta con la que él era identificado hace diez años. Él era el único con una sonrisa divertida y algo arrogante. El resto, se hayaba serio, como si intentaran de mostrarse malvados y hostiles ante los espectadores. Aldora bajó su capucha y sonrió, mostrando entonces ojos azules convertidos en rojo  y serpientes en su cabello, como ya he explicado, sólo las cabezas aparecían en lo que eran sus puntas de las blancas hebras.

—–¡Mi nombre es Meliodas, soy el dragón de los Ocho pecados capitales! Y ahora, reclamo a Vaizel, ¡como nuestra! Tienen sólo un minuto para abandonar la aldea, o sino ¡los mataremos a todos, entendieron!

A pesar de sus amenazas nadie le creía por no verlo igual al de los carteles. Pero era más que obvio, su poderosa fuerza, su destreza, su poder. Su mirada oscura. La mirada de todos era oscura. La —literalmente— pequeña princesa Elizabeth, miró con temor y confusión, no comprendía bien el porqué el susodicho y los pecados se comportaban de esa forma. Ella no los conocía desde hace tanto como ellos entre ellos, pero sí lo suficiente como para confirmar con uñas y dientes que ellos no son malvados como se veían ahora. Aldora incluso daba terror con esa sonrisa, llena de locura y muy muy maníaca. Podría jurar como sus ojos brillaban transformándose en carmesí.

—–No puede ser. . .

Howzer, el rubio muchacho, joven, fuerte, caballero sacro hecho y derecho observaba con impresión. ¿Como es que nunca había notado que ellos eran los pecados capitales? Quizás lo sospechaba de el rubio de baja estatura, el albino platinado y el muchacho que flotaba, pero jamás lo sospechó de la joven de angelical rostro. Estaba más que impactado por esa revelación tan de repente. Esa mujer era el octavo pecado, uno de los más temidos, uno de los más poderosos. . . Y en su tiempo de gloria, uno de los más amados.

Tenía tantas preguntas, y tanta emoción. ¡Había luchado contra un pecado capital!

Pero, mi querido Howzer, no es momento para eso. Es momento de que los aldeanos entren en pánico y se lleve a cabo una gran batalla entre pecados y caballeros sacros.

¿Por qué? Observa al cielo.

Mantarallas de color violeta con detalles azules volaban por el cielo, sosteniendo sobre sus  lomos a tres amenazas enviadas por los maestros superiores. No muy antiguos dos jóvenes que habían tenido encuentros cercanos con ellos; las susodichas Jericho y Guila, con el acompañamiento de un maestro caballero ya veterano.

Atacaron con una explosión de la antigua mencionada, explotando por todos lados varias bolas de fuego divididas. Una se dirigió a los pecados, pero fue hábilmente frustrada por el Contraataque del capitán Meliodas.

—–No creí que llegarían tan pronto. . .—se lamentó Meliodas.—–Y lo peor es que ahora son tres. . .

—–No hay de que temer, Capitán. —sonrió Aldora, sacando levemente la lengua.—–Tengo sed. . .

Si era un buen momento para que su querido lado bestial saliera a la luz, era ahora. Vaizel estaba hecha madres, todo estaba destruido, la gente había huido o seguramente muerto, no se olía a mas que pobres niños o gente llorando.

Todos se separaron, Hawk huyó con Elizabeth a un lugar seguro. Por ordenes de su capitán, Diane y Aldora fueron a buscar sus tesoros sagrados que estaban clavados en la gran roca uno al lado del otro, mas sin embargo, no encontraron nada. ¿Se los habían robado? Tal vez, ¿volaron con la explosión? Poco probable, ¿sabes cuanto pesa ese martillo y esa espada? Un hombre normal no podría cargaralo, sin mencionar que Rose está maldita, y que a menos que tengas una tolerancia al dolor increíble, jamás podrías cargarla.

—–¡Mi Gideon no está! ¿Ahora, que haré?

—–Mi Arthemis tampoco está. . .—murmuró ella, algo pensativa.

Se giraron al escuchar una voz conocida y unos pasos acompañados de la voz. Howzer, con su armadura de caballero sacro, su espada en estilo espiral y una mirada que indicaba confusión, pero intentaba ocultarla con un gesto hostil y determinado. La albina apoyó las manos en su cadera, mirando esta vez a Howzer con seriedad.

—–¿Qué intentas hacer?

—–Diana, la serpiente y Aldora el lince, por sus crímenes cometidos y el asesinato del gran maestro ¡quedan bajo arresto!

Diane estaba enfocada en ayudar al hombre que había quedado atrapado en la explosión, yacía algo débil y estaba algo viejo, no podría salir por sí sólo. Ella en su bondadosa personalidad, lo cargó diciéndole que lo iban ayudar, para el alivio del sujeto. Aldora seguía observando a Howzer, mientras sus pequeñas amigas siseaban en su cabello. Podian oler el miedo que del caballero hacia su ama.

—–Oh, por favor, que tontería.—bufó Aldora, ahora cruzada de brazos.—–Nosotros no fuimos, para nada.—giró los ojos con insolencia.—–Ahora, mi cielo, si nos permites, debemos llevarnos a éste señor.

—–¡Dejen de jugar con mi cabeza!—insistió él, algo frustrado.

Mientras Diane ayudaba al señor, Aldora se preparaba para responderle de nuevo y pedirle que se alejara, pero, no llegó a hacerlo. De pronto, un dolor punzante en el centro de pecho comenzó a hacerse presente, desesperándola hasta el punto de hacerla caer de rodillas al suelo, colocándose las manos en el lugar del dolor. Sentía como si una puntilla se hubiera clavado ahí, y ahora se estuviera moviendo en círculos. Mordía su lengua, intentando no gritar, pero el dolor era tal que comenzaba a irritarla.

—–¡AAHH!

—–¿Aldora, ¡Aldora!?—llamó Diane preocupada, girándose a ver a su compañera que se sostenía el pecho, como si sintiera un profundo dolor.

—–¿Qué? ¿Qué le pasa?—cuestionó Howzer, de pronto preocupándose por el pecado del lince.

De su pecho, podía notare en su escote cómo una marca de ramificaciones negras se aparecían en el pecho de ella, extendiéndose como arañas hacia su cuello. Parecía sentir mucho dolor, y ya estaba comenzando a sangrar en su sufrimiento. Sentía sed, mucha sed, su garganta ardía en llamas y su mente comenzaba a desvanecerse. ¿Aldora estaba saliéndose de control? No, eso no es posible. Aún no. Esas marcas en ella no eran normales, y tampoco de su maldición. ¿Entonces, qué es?

—–Siento. . . Que. . . Duele. . . M-Mi corazón. . .—murmuró ella, mientras de su boca comenzaban a salir hilos de sangre, manchando sus dulces labios color rosa.

Las respuestas a las preguntas no tardaron en aparecer, en forma de otro caballero sacro con maracas de gran tamaño a los lados. Se veía ridículo. Pero, para verse inofensivo, ese caballero no tardó en revelar que él había lanzado desde su escondite una flecha transparente, la cuál se clavó en el pecho de la lince, para infringirle dolor y debilitarla.

–—¡Ja! El maestro tenía razón. . . Verbena, la peor debilidad de un Diamantir.—mencionó él, antes de mover sus maracas y hacer que de pronto la gravedad le jugara en contra a la gigante.—–Con éso, tendremos la misión completada. Llevaremos a vanidad a Lionés.—su tono era burlón.

En un esfuerzo, Diane lanzó al hombre a los brazos de Howzer, antes de romper el suelo por el peso y caer a lo profundo de un oscuro abismo. Aldora continuaba sufriendo, mientras las marcas ahora se extendían hacia sus hombros. Howzer observaba sin saber qué podía hacer. ¿Ayudar a una enemiga? Eso sería traición, pero, ¡ella en ningún momento decidió atacar! Él se aprovechó de su distracción, y ahora, una de ellas estaba seguramente muerta, y la otra, agonizando en su propio dolor.

—–No. . . No voy a permitir. . .—balbuceó ella, haciendo su mejor esfuerzo para levantarse. Lo logró, llamando entonces la atención del rubio y el otro caballero.—–No. . . permitiré. . . Mostrar. . . Ese horrendo lado. . . De mí. . .—dijo como pudo, tambaleando.

De su boca, se escupía sangre, casa vez más, y más sangre. Comenzaba a ahogarse por la cantidad del espeso líquido rojo, acumulado en su garganta, pero, ni siquiera ella podía hacer algo. Aldora estaba haciendo lo posible por controlarse, por no liberar su horrible lado, no quería mostrarlo en frente de Howzer. . .

No quería asustarlo. . .

—–Oh, bueno. No sé de que hablas.—comentó el hombre con las maracas, antes de moverlas otra vez con pasos parecidos a la salsa.

"Teletransporte mágico. . ."—

—–Pero, ¡adiós, lince!—finalizando con sus movimientos, Aldora sintió un tremendo dolor en su estómago.

Finalmente, ella cayó al suelo, luego de vomitar una gran cantidad de su propia sangre, sin fuerzas. Sus ojos estaban abiertos, pero no tenían el mismo brillo, ¿El pecado murió? 

–—¡NOOO, ALDORAA, DIANEE!—exclamó Howzer, frustrado.

Una fina cama de hielo rodeó el cadáver de la joven Aldora, envolviéndo su silueta pronto en pura escarcha y hielo, luego, sin perder el tiempo, se convirtió en sangre así nada más. Un acto que asustó tanto al caballero, como a Howzer, quien aún estaba desconcertado por todo lo que estaba sucediendo. La sangre fue inmediatamente absorbida por el suelo, llevándose con ello, el cuerpo del pecado.


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Aún no habían señales de Diane, Aldora estaba posiblemente muerta, King tenia problemas con un nuevo adversario, Ban yacía partido en dos en el suelo, gracias a  Meliodas en su forma monstruosa hasta perecer por un golpe directo y Elizabeth con Hawk observaban sin poder hacer nada, en una esquina del campo de batalla.

—–Todo está perdido. . . señor Meliodas. . .

La peincedia sentía como la frustración la rodeaba, sintiéndose inútil.

—–O querida. Yo no diría eso si fuera ~

Esa voz. . . Elizabeth se tensó fuertemente al escuchar esa suave y tenue voz. Pero era algo imposible, se supone que ella estaba muerta.

—–¡Se-Señorita Aldora!—manifestó la princesa con lágrimas de felicidad.—–Pensé que le había ocurrido algo malo, señorita Aldora. . .

—–¿A mí?—sonrió mostrando los dientes.

Estaba completamente sana, sus ojos eran normales, no habían serpientes, ¡y aun mejor! Tenía en su hombro la espada que tanto deseaba y quería como nunca, había recuperado a su preciado tesoro sagrado.

Te estarás preguntando cómo fue que ella sobrevivió a su "peor debilidad". Bueno, ¿recuerdas que se envolvió en hielo y después en sangre verdad? Es una técnica que suele usar en caso de emergencia para apartarse a larga distancia fuera del ligar donde fue afectada, y emerger de la sangre propia completamente sanada. Aldora está llena de sorpresas.

—–Bien. . . Ban, encargate de ellos, déjanos a Diane y a mí la diversión. —dijo ella, comenzando a flotar hacia la batalla.

Elizabeth no comprendió lo que ella decía hasta que sintió cómo Ban la callaba y la cargaba junto con King corriendo a un lugar seguro. Él no tendría oportunidad ahí, por lo que se resguardaría junto con los demás en otro lugar mientras que las pecados que tenían en su poder sus tesoros se encargaran de ese bastardo por nombre Hellbram. Ellas le dieron un golpe que nonlo tocó, para asustarlo.

—–Vaya, conque siguen vivas. Diane la serpiente y Aldora el Lince.—admiró falsamente el tipo de cabello verde y parche en el ojo.

Aldora lo miraba con seriedad, sosteniendo un arco que pronto se transformó en una gran espada a su hombro mientras que Diane cargaba a un debilitado y desmayado Meliodas, con cuidado entre sus manos. Fue entonces que la albina no se aguardó y movió su espada, cortando el aire y con ello, enviando una gran ráfaga cortante y directa. Hellbram la esquivó hábilmente, pero de pronto, Aldora estaba detrás de él, lista para darle un fuerte golpe con la espada, que él bloqueó con la suya.

—–Es impresionante. . . La fuerza que inflinge. . . ¡Y sólo trae una mano!—exclamó, sintiendo como la fuerza de la albina aumentaba.—¡Y va en aumento!

—–Mi querido. . . Debes aprender a tomar en cuenta los nombres. ¡Yo soy Vanidad! Todo lo que digas de mí será usado para tu propia contra. . .—susurró finalmente, levantando su espada de nuevo.—¡RÁFAGA DE ESPINAS!

De pronto, del cielo, comenzaron a caer témpanos de hielo, que se transformaban cada uno dividiéndose en diez rosas pequeñas y espinas, aproximándose todas juntas a una sola dirección, gracias a que la albina era una muy hábil telekinetica. Hellbram hacia todo lo posible por bloquearlas, pero, muchas lograron rasgar incluso su armadura, congelando unos cuantos centímetros de ello.

"Hellbram, retírate de ahí, ahora"

Las flores de sangre bañadas en escarcha se acomodaron en el suelo, volviendo la superficie fría, robando la vida de todo a su paso, dejando destrucción.

–—¡Diane, ahora!—anunció Aldora.

Era el momento perfecto para su ataque combinado, una poderosa mezcla de elementos, hielo y tierra, viento y sangre, todos unidos atacando juntos en un sólo movimiento. La gigante levantó el martillo, y con su fuerza bestial

—–¡Catástrore madre!

La tierra sufrió un levantamiento por la fuerza inflingida en el golpe de la gigante, haciendo que pronto se levantara todo el perímetro, que además estaba congelado. Hellbram escapaba sosteniendo a las dos jóvenes que lo acompañaron, pero, por poco y muere gracias a la espada de Aldora que lo buscaba para rebanarlo.

—–¿Ese. . . Es el poder de un pecado. . .?

Mientras las mantarallas violetas se elevaban lo más rápido que podían, la gran espada de Aldora la atravesó, causando que ellos no tuvieran transporte y ningún modo de escapar. Se escuchó en el aire un silbido, y pronto, el hielo que cubría la superficie, se desvaneció en sangre y después se secó, dejando a su paso hermosas flores blancas, el nacimiento de una nueva vida.

–—No. . . Ese es el poder de un pecado. . . Con un tesoro sagrado. . .

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Meliodas estaba ya recuperado, estaban reunidos de nuevo. Diane había recuperado a Gideon y Aldora estaba feliz de tener a Bloody Rose de vuelta. Estaban tan cansados que decidieron celebrar su victoria en la taberna, disfrutando de la tranquilidad del ambiente y partiendo de Vaizel. Al final, la segunda princesa Verónica estaba viva, cosa que alegró a Elizabeth, y ahora, los pecados se resguardaron para alejarse de todo.

En la noche, Aldora fue de nuevo en busca de un bocadillo nocturno. Tenía tanta hambre que ya deseaba sentir la carne sangrienta entre sus dientes. Una vez cazada la comida, se deleitó de ello, carne de vaca, y fue a bañarse al lago más cercano. Cuando se sumergió en el río, ignorando una presencia —pues seguramente era Ban— cuando salió del lago para cambiarse ya seca, se sentó a observar la luna.

Se giró al escuchar una rama romperse. Pero para cuando iba a escapar para no tener que enfrentar a algo, fue atrapada por una red bañada en escencia de Verbena. Sus ojos fueron cegados por veneno de la planta, su cuerpo debilitado por esa misma, y cuando sintió que la cargaban para llevarsela, calló inconsciente. Se sentía tan débil que de verdad no podía hacer nada.

Ahora, y para la desgracia de todos. . .

Aldora ha sido secuestrada. 

Hola! Gracias por leer ^^ esperó que les haya gustado. Y pido disculpas por esta kk de cap TuT siento que no di lo mejor de . . .

Etto. . . haganme saber si les ha gustado, no soy buena narrando peleas TnT

Y bueno, gracias por leer y comentar -n- perdonen de nuevo por el mal capítulo

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