iii. chapter three
❛❛Nightmares.❜❜
DESPUES DE SALIR DE LA IMPRESIÓN Clint dirigió a Alena a su nueva habitación en rotundo silencio. La confesión de la joven lo había dejado sorprendido.
A la hora de la cena Clint la llamó para que bajara y comiera algo, pero Alena se negó alegando que no tenía hambre, por más que Clint, Steve e incluso Tony insistieron Alena no bajó a comer.
Alena cerró los ojos para dormir pero su mente hacia como diez oraciones implorando no más pesadillas.
Alena bajó las interminables escaleras. Al lado suyo aparecieron dos jóvenes que iban en dirección contraria, la espalda de ellas siempre recta y con la cabeza en alto.
Al final de las escaleras estaba una mujer que Alena conocía perfectamente, y que al día de hoy odiaba.
Madame B. y Alena se detuvieron en una habitación y a través del cristal observaron como una Alena más joven le rompía el cuello a una de sus compañeras sin piedad.
— Esto es lo que eres. Esto es parte de ti. — empezó a hablar Madame B. — Y nunca lo podrás cambiar.
Alena se despertó con la respiración irregular y el sudor bajando por su frente. Un sabor amargo se instaló en su boca, y sin perder el tiempo se dirigió al baño que tenía en la habitación.
Después de vomitar lo que no había comido se enjuagó la boca, jaló la cadena y se sentó en la cama tratando de irregular su respiración antes de que le diera ataques de pánico.
Claramente eso no estaba funcionando así que decidió bajar por un poco de agua. Obvio que se asustó cuando llegó al elevador y una voz omnisciente le habló, sé presentó con JARVIS, una IA, y le pidió que la llevara a la cocina.
Se sirvió un vaso de agua y eso la relajó un poco, pero no pudo evitar jugar con sus dedos nuevamente.
— ¿Problemas para dormir? — Alena se sobresaltó al escuchar la voz que sonó a su espalda.
Alena se volteó para ver al presunto Tony Stark en persona.
— S-Sólo insomnio. — tartamudeó Alena. Tony soltó una risa nasal mientras negaba y se acercaba al estante que estaba por la altura de la cabeza de Alena para agarrar dos tazas. Poco después Alena se dio cuenta que el señor Stark puso a hervir leche.
— Nada que una buena taza de leche caliente no ayude. — dijo Tony.
Tony se había enterado de la liberación de la joven cuando Barton llamó a una reunión al equipo y mencionó sus puntos. Obviamente hubieron dudas, pero después quedaron totalmente sacados de su mente. Barton tenía razón, ella sólo era una niña con un desafortunado pasado. Lo que más le asombró fue el hecho de que en todo el debate Romanoff ni siquiera había dicho una palabra. Ni para apoyar, ni para juzgar.
— No es necesario, señor Stark, yo ya me iba. — dijo Alena queriendo regresar a su habitación.
— Claro, podrás irte hasta que me digas el motivo de tu "gran" despertar a las tres de la mañana. — dijo Tony con una mezcla de ironía y delicadeza en su voz.
Alena suspiró.
— Sólo fue una absurda pesadilla. Nada de que preocuparse. — dijo Alena encogiendose de hombros.
Tony arqueo una ceja.
— Una pesadilla no sería preocupante si se tratara de un humano común.. Pero de un alterado que dicen que las voces le dicen que hacer si es de
preocuparse. — Tony sonó más duro de lo que quiso sonar.
Alena bajó la mirada al piso.
» — ¿Quieres hablar de eso?
Alena se tomó un tiempo para contestar.
— Tuve un sueño.. En esos que parecen reales, pero cuando
despiertas.. — Alena dejó la oración al aire. Su voz sonó apagada.
— ¿Que soñaste? — preguntó Tony con delicadeza.
Alena tomó la valentía de mirar a los ojos a Tony.
— Que era libre. Que por fin podría vivir una vida sin tener que preocuparme si pongo o no bien los pies en punta. — lágrimas se asomaron por sus ojos, pero se prohibió dejar caer alguno. Ya había llorado suficiente.
El corazón de Tony se estrujó.
— Pero eso no es un sueño. Si lograste salir de eso, y ya ninguna de esas organizaciones te controla. — consoló Tony a la joven mientras la atraía en un abrazo. Por la mejilla de Alena bajó una lágrima que no se molestó en quitar.
Así estuvieron hasta que Alena se separó de un movimiento de Tony para apagar la cocina. La leche que habían calentado estaba a punto de derramarse.
Ambos soltaron una risita.
ALENA DECIDIÓ BAJAR A DESAYUNAR ese día. Cayó en cuenta de que no podía seguir huyendo y que tenía que enfrentar a todos de una vez si iba a empezar a vivir por un tiempo con los Vengadores. Se vistió y se miró por el espejo.
El short que Alena esta usando le quedaba genial a sus piernas trabajadas de Bailarina. Decidió hacerse una moña elegante en su cabello. Alena sabía como hacerse peinados ya que la Habitación Roja le había enseñado de hacer de todo lo que respecta a una dama.
Cuando bajó todos los ojos se posaron en ella. Alena se sintió incómoda pero no bajó la cabeza y se dirigió hacia Tony quien le hacia señas para que se acercara.
— ¿Como amaneciste? — le preguntó Tony mientras la abrazaba del costado. La boca de Clint se cayó hasta el piso.
Todos miraron la escena con sorpresa e incredulidad.
» — ¿Que? — Preguntó Tony y todos volvieron a su desayuno como si nada.
— Tenías razón sobre la leche
caliente. — habló Alena por lo bajo para que nadie más escuchara. Lo último que quería es que se enteraran que sus recuerdos la atormentaban. Solamente la mirarian con lástima, y ella no quería eso.
— ¿Ves? Te lo dije, yo nunca me equivoco. — Alena rodó los ojos con diversión ante la soberbia del inventor.
Tony le entregó a Alena un plato con una pila de panqueques en ella.
— No creo poder comer todo
eso. — le dijo Alena.
Tony soltó un suspiro.
— El desayuno es lo más importante del día. Además tienes entrenamiento con el capipaleta y el par de asesinos
maestros. — Alena no lo demostró pero las palabras de Tony la sorprendieron mucho. Estuvo a punto de negarse pero el Filántropo volvió a
hablar. — Y si no te comes todo eso venderé todos tus juguetes.
Las cejas de Alena se juntaron.
— Pero yo no tengo juguetes.
Muchos en la sala trataron de reprimir sus risa. Incluso a Natasha le pareció graciosa la conversación y trataba de disimular su diversión "tomando" jugo.
— ¿Ah no? Bueno.. Menos que tengas ahora. — Alena rió y negó con la cabeza. — Si no te comes todo no irás el sábado a la fiesta.
Y salió de la sala tomando su taza de café. Alena comió sólo un panqueque y se sintió llena.
Al final los demás se los comió Clint y quedaron en no decirle la verdad a Tony.
Alena se encaminó al gimnasio donde ya estaban Steve y Natasha esperandola para su entrenamiento.
Después de calentar Steve llamó a Alena al ring (o como le dice Tony "la Iglesia")
— Según los informes fuiste entrenada por el soldado del invierno e instruido en la Habitación Roja. Veamos que tan fuerte pegas.
Steve tiró el primer puñetazo que Alena esquivó con facilidad. Le agarró el brazo e hizo una palanca para derribarlo.
Steve se levantó de de un salto y atacó las piernas de Alena quien cayó al suelo.
— No estas mal pero te falta tener..-
Steve se vio interrumpido al tocar con fuerza el piso del ring con un golpe seco. Steve hizo una mueca de dolor y frente a el estaba la mano tendida de Alena con una cara de suficiencia.
— ¿Tener que? — preguntó burlosamente Alena una vez que Steve se colocó de pie frente a ella.
Steve rió.
— Con mucha más práctica serías imparable.
— No necesita más práctica para patearte el trasero, Rogers. — se burló Natasha.
— No es así, Natasha, él sólo me se dejó ganar. — continuó el desfile de burlas hacia Rogers.
— Esto se llama bullying. — acusó Rogers mientras agarraba sus toalla y su botella de agua.
— Ay no. — dijo de repente Alena con la cara horrorizada. Natasha y Steve la voltearon a ver. — Natasha ahora nos meteremos en problemas.
Steve se encontró confundido.
» — Herimos los sentimientos del capitán. Steve no se lo digas a Tony, si antes no me quería comprar juguetes menos querrá si le dices esto.
Natasha y Alena se carcajearon a más no poder. Mientras que Steve hizo un puchero y salió de la sala.
Después de que Natasha y Alena lograron parar de reír se fundieron en un incómodo silencio. La tensión llenaba el arie del gimnasio.
— ¿Podemos hablar? — le preguntó tímidamente Alena a Natasha.
Ésta se mostraba reacia, pero terminó suspirando y aceptando.
» — Sólo quiero decirte que no te culpo por todo lo que me pasó. Sé que me entregaste para que no tuviera que sufrir en la Habitación Roja. (lo cuál es gracioso ya que terminé creciendo de alguna manera ahí) Sólo quiero que tengamos una buena relación madre e hija. Inciar de nuevo.
Natasha la miró y rió incrédula.
— Escucha, dices que eres mi hija pero no hay pruebas que demuestre que estas en lo cierto. — Aclaró Natasha. El rostro de Alena decayó.
— Pero no miento. — insistió Alena.
— Es que no te creo. — esto ya no le parecía divertido a la pelirroja. No es que tuviera nada en contra de Alena pero el simple hecho de que alguien llegue a decir que es la niña que abandonó a cambio de su vida es duro para ella.
— Se que es duro todo esto para ti. Que de la noche a la mañana llegue una completa extraña que es tu hija no es algo de tomar a la ligera.. Pero yo no te culpo Natasha, sé que trataste de evitar que creciera como lo hice pero gracias a eso el destino nos volvió a unir. — la voz de Alena poco a poco empezaba a cortarse.
Natasha negó y agarró sus cosas.
— En serio desearía ser esa persona a la que anhelas llamar mamá pero.. No lo soy.
Alena se sentó en gimnasio mientras lágrimas bajaban por sus mejillas. Trató de regularizar su respiración pero no pudo. Sentía que se quedaba sin aire.
Lo último que vio fue a una silueta antes de que todo se volviera negro
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