Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap 24

Tomabas tu comida tranquila al lado de Ume y Gyutaro en la mesa, se peleaban por todo tipo de cosas, era bueno para tí que aún te tratará como antes.

—T/n ¿Necesitas algo más? —pregunto Hakuji por tercera vez.

Él había estado contigo desde hace cuatro horas, había preparado la comida junto a Gyutaro después de curar tus heridas, era como un esclavo con masoquismo.

—No, gracias —respondiste distraidamente.

Te incomodaba mucho su presencia y su trató sobreprotector, todo por un simple empujón, vigilaba atentamente cualquier molestia que presentaras, suponia a cada rato querer golpear a los Hantengu, los tres querían golpearlos, tu bebé era lo único que te importaba.

No podías borrar de tu mente a Rei, una semana y tu pasabas a segundo plano en su vida, respiraste profundamente al volver a recordar todas sus promesas, sus regalos, sus actos que decían amarte.

Su rostro se veía borroso en tus recuerdos, al menos no era una "x" enorme en su rostro, el ardor de tu cuello y el moretón en tu brazo te recordaba su presencia y sus actos que alguna vez estaban cargados con amor ahora eran con odio.

Tocabas tu cuello ahora sin su collar plateado que portabas todas las noches en el hospital para llorar antes de dormir, tendrías que vivir sin sus humillaciones por el bien de tu bebé.

Estar embarazada aportaba muy poco positivismo, tendrías que conseguir un empleo, habías recibido un mensaje con tu hoja de despido definitivo en el MacDonalds y no estabas dispuesta a ir a llorarle a tus padres.

No sabías si era obra tuya o del bebé pensar en confesarle al padre y obligarlo a perdonarte, en tu estado se te hacia muy atractiva la idea de amarrarlo y gozar de la más mínima de compañía, más era una tontería.

Ahora serías una madre más nadie podría saber de tu estado hasta que los Hantengu partieran y borrarán tu existencia, hasta entonces habías decidido guardar el secreto.

Te levantaste a dejar tu plato a la cocina dentro del lavaplatos, tendrías que buscar empleó, no te sentías bien para bromear o reír con los hermanos.

—Me hubieras avisado que  recogiera tu plato —dijo Hakuji poniendo el peso de su mirada en tu pequeño cuerpo en comparación a él.

—Puedo sola —contestaste irritada, todo tus nudos mentales no eran de ayuda.

—Tu sí, me consta, tienes un cuerpo resistente. —admitió cruzándose de brazos mirando tu vientre a ceño fruncido— pero en tu estado y después de como te encontré deberías estar descansando mientras el padre se hace cargo.

Suspiraste ante tal argumento, se te era tedioso a tanto parloteo.

—Deja de insistir con eso, soy su madre —te acercaste sintiendo como tu última chispa de paciencia se agotaba— me encargaré de darle todo lo que necesita y más amor de lo que él puede ofrecerle, así que porfavor dejame en paz que la de esperar a mi príncipe ya pasó.

No estabas dispuesta a discutir más saliendo entonces a zancadas de la cocina a tu cuarto.

Cerrando la puerta tras tuyo corriste a tu cama dejandote caer, dramático más era verdad, habían pedido mucho reposo por tu estado, los golpes eran más notorios por la debilidad ganada.

Te recostaste en tu cama aguantando las lágrimas calmando sólo un poco tu dolido corazón.

[H]

Ambos hermanos miraban fijamente la habitación antes adorable de su amada.

Lo que antes era una habitación linda y calmada, era un asco, antes mínimamente portaba la poca esencia de su presencia, su tocador estaba vacío, su única imagen enmarcada estaba hecha pedazos, sus perfumes, ropa y demás cosas ya no estaban.

Sekido se acerco a los cajones abiertos del tocador, estaba vacío totalmente, todos sus regalos no estaban, esbozó una sonrisa antes de ver en el suelo una montaña de lo que podría distinguir como sus aretes y pulseras, incluso las pulseras.

—Así que llega, se lleva todo y lo quema como si fuese suyo —declaró observando como Karaku recogía aquel collar.

Abrió los ojos al ver aquel corazón atrapado en una telaraña que casi siempre portaba, su color plateado ahora era un desagradable color negro.

—Se lo dí en nuestro tercer mes —confesó Karaku.

Sekido rodo los ojos negando con la cabeza.

—¿Vas a caer ens sus trucos?  —alzó una ceja Sekido— viste lo que hizo por dos años y todavía lo dudas.

—Poco me importa —resoplo Karaku tirando el collar al piso— hubieras visto su cara al ver a Rei, intentó detenerla y le metió un puño a la pobre.

Rió ante la imagen chasqueando la lengua al recordar aquel corte, y esa mirada vacía, con la cual lo miro antes de salir lo hizo rodar los ojos.

—Y ella merece muchos más, todo saldrá bien —miro la falta de cosas, confiado miro a Karaku quien tenía una sonrisa ladina— cuando sus amenazas y cuentos se acaben, la veremos donde debe estar.

Ambos miraron de vuelta las cenizas, lograban ver los regalos que antes estaban cargados de cariño.

El oji verde miro de vuelta el collar recordando inevitablemente aquel día..

Ambos miraban en un lago la noche, reían de cualquier payasada que sucediera, ambos  estaban tirados en el césped, decían figuras absurdas en las estrellas.

El brillo en sus ojos al ver su regalo era innegable, su pequeña figura entonces le saltó encima en un grito de felicidad y besos en toda la cara.

Su pecho se contrajo al recordar sus palabras en aquella tarde "

"Jamás sería capaz de enamorarme otra vez de ustedes "

Su corazón se contrajo con tan solo recordar aquellos ojos fríos, ni cuando estaba mas enojda había recibido tal mirada.

Fue entonces que se abofeteó mentalmente, recordando la vil serpiente que era.

—[No entraras de nuevo en mi mente] —penso Karaku tirando el collar al suelo, el impacto había hecho ceniza la mitad de esa "reliquia".

—Será mejor que salgas de aquí, tienes que alistar tus cosas —alentó Sekido saliendo de la habitación rodando los ojos.

Pasaron los minutos, el ojiverde se había quedado en la habitación patas arriba, conservaba tantos recuerdos, hecho una mirada rápida a todos lados para aproximarse al closet de su compañera.

Sacó una pequeña caja de cartón mal pintada de verde y celeste maltratada, llena de polvo, la abrió con cierta desesperación y torpeza, sacando el vestido amarillo con sus tacones blancos.

Suspiro aliviado al ver que su primer regalo de aniversario de un año no estaba quemado, la peineta de flores de cerezos estaba intacta.

Todo esto siendo observado por Sekido a sus espaldas tras la puerta, quien sentía su sangre arder al leer claramente "1er año" con un corazón de la inicial de ambos.

Su plan caería y pronto si no actuaba.

[T/n]

Estabas acostada con Ume quien te veía algo irritada.

—Dime quien es el padre —insistió hundiendo su rostro en el colchón— andalee.

—No, él no sabe ni siquiera que el bebé existe así que no tiene caso —ante tu negativa te abrazó de un lado a otro— vamos no le diré a nadie y con eso me refiero a ni siquiera la papá.

—Para mí, él no es el padre de nada —corregiste— Aizetsu hará su vid-.

Era tarde, golpeaste tu frente al ver la expresión asombrada de Ume, su mandíbula estaba por los suelos, no se la creía.

—¡¡¿Él?!! —exclamó dudosa— no me mientas tonta, es de Karaku ¿no? Que todos andaban cuidando eso ¿como sucedió?.

Tus mejillas se coloraron, como siempre, pidiendo detalles muy extras, agarraste la primera almohada y se la diste justo en la cara.

Rió antes de arremeterte un almohadaso en la cara tirandote atrás donde caíste a la cama aún avergonzada.

—¡Dios! Pero como ahora que lo pienso —junto su dos índices pensativa— cuando la enfermera  dijo lo de tu bebé, fue el único que no opinó nada ¡¿PERO POR QUÉ ÉL?!!

Grito escandalizada negando con la cabeza, la fulminaste con la mirada pidiendo que bajara la voz.

—Fue un accidente —cubrirste tu rostro apenada—  Sekido me puso el parche ¿si? Me confíe y no usamos ya sabes, todo iba bien hasta que se despegó esa porquería.

Volteaste el rostro evitando ver su cara de sorprendida y enojó.

—Fue tarde cuando vi eso en el piso, le dije que tomaría pastillas pero no quizo más efectos sólo lo pegue otra vez —terminaste de confesar.

—Entonces mira tu que esa cara que carga de mosca muerta al fin era por algo preocupante —soltó un profundo "oshhh"— si no viene  a buscarte es porque es un pito chi-.

¡¡TOC TOC TOC!!

La puerta resonó con fuerza, Gyutaro y   "Akaza* habían ido a comprar unas cervezas por lo cual la puerta era todavía golpeada, ambas se levantaron de un salto, Ume reprimió una sonrisa.

—Wow ese si que está dispuesto a mostrar su "hombría"

—No —Interrumiste antes de que siquiera celebrará— no es.

Por más que reprimias esa "absurda" posibilidad la esperanza se encendió en tu pecho, ambas sin pensarlo dos veces salieron corriendo afuera.

La puerta seguía tocándose, ambas al llegar a la sala se agacharon para ir a la ventana a comprobar.

—Si es le dices del bebé —opinó murmullando antes de mirar.

—No le diré nada  y me vas  dos dólares si no es —Propusiste nerviosa.

—Tu me darás tres si es él —ambas aceptaron abrazándose para asomarse chismosamente por la ventana.

La persona que tocaba, era un hombre alto, de cabello azabache y un porte melancólico, la mandíbula se te cayó al suelo y miraste tras tuya a Ume quien de hecho, ya tenía el dinero en mano.

—Yo abro, quédate aquí —pidió Ume.

Ella caminó aguantando apenas la escena de novela abriendo al fin la puerta.

—Quítate —Dijo la voz, te tensaste totalmente, no era Aizetsu.

—¡Fuera de aquí! —Gritó Ume, toda su emoción se había vuelto irá y cierto temor.

Cubriste tu boca de miedo al escuchar su grito y una caída al suelo, corriste hacia ella instintivamente, no miraste siquiera a la figura en la puerta, Ume estaba en suelo.

Te agachaste para abrazarla, se le notaba adolorida.

—¡¡Ume!! —gritaste asustada cuando cerró los ojos en tus brazos mirando al culpable.

Sekido.

—¡¿QUÉ DEMONIOS TE SUCEDE?! —gritaste en lágrimas apartando el flequillo de Ume— ¡¿LA GOLPEASTE?!

Gritabas contra su figura parada frente a la puerta, examinaste a Ume , no tenía golpe alguno en el rostro o cuello.

—Sólo la dormí —declaró tirando una bolsa sobre tu cabeza, continuando cubriendo— planeaba buscarte en el hospital pero no importa.

Temblabas al verlo entrar, cerrando la puerta tras de él.

—N-no la toques —advertiste arrastrando a Ume hacia atrás como podías— te dije que no me meteria con ustedes, ya me golpeaste y no se que hiciste con los demás pero no me incumbe, déjame en paz.

De manera peligrosa se acercaba, sus pisadas rechinaban en la madera, no lograbas ver su rostro todavía borroso.

—Zorra tonta —se aproximó a ti cuando saliste corriendo.

Corriste en dirección a tu cuarto, llamarías a Gyutaro  más sin embargo unas manos se apoderaron de tí, su brazo se enrollo en tu cadera, cubriendo tu boca con la otra.

Por más que probabas morderle o pellizcarle, era inútil, abriste los ojos horrorizada  al sentir más presión en tu vientre, deseabas confesarle antes de que sea tarde.

Más sólo te mantenía fija en el mismos lugar , acercó su rostro a tu oído estremeciendote al segundo ante su caliente aliento.

—Quiero que hablemos —pidió, apretando tu mandíbula, acercándose al sofá más cercano, arrastrandote.

No forcejeaste, su fuerza no era aplicada a tu vientre, te sorprendía su calma, no planeabas caer en sus juegos mirando  aún con miedo a Ume quien dormía en el piso.

Te asustaste la sentir como bajaban, no te había puesto al lado o en el piso si no que te tenía sobre sus piernas, acomodandote cual muñeca.

—Ya que nadie nos va a interrumpir es momento —soltó tu  mandíbula más sus brazos se envolvieron en tus caderas antes de que intentases algo— es sobre tu trato hacia mis hermanos.

—N-no he hablado con ellos —tu voz salía temblorosa— yo no quise llamarles ese día.

—Cállate —ordenó— eso ya no importa, te advertí lo que pasaría si es que hacías algo con ellos, unas cuantas palabras y te odian.

Apretaste tus labios al notar su evidente visita de sólo venir a decir "te lo dije" y recordarte lo pasajero que fuiste para ellos.

—No pongas esa cara —con burla tomó un pequeño mechon de tu cabello enrollandolo en su dedo— sólo quiero venir a poner condiciones, llámalo trato, como quieras.

—¿Qué trato? —tus ojos se cristalizaron al tener la imagen de los tres con sus nuevas parejas— no puedes hacer tratos con una muerta —recordaste apretando tus nudillos.

—No jueges conmigo —tomó de vuelta tu mandíbula, cubriendo tu boca— como decía, de esto depende que tal vez te deje en paz.

Sonrió de manera burlona como si esperase una respuesta, un sonido llamó tu atención, miraste a Ume quien sólo se había movido en una mejor posición.

Tomó de vuelta tu quijada, poniendo otra vez toda tu atención en él.

—Quiero que vuelvas al departamento —su propuesta te erizo todo el cuerpo— no hablaras con nadie más que conmigo.

Temblaste al ver su ceño frunciendose ante tu descontento con aquella "perfecta" propuesta.

—Estate al tanto de tu posición —amenazó soltando tu quijada acercando su rostro a tu oreja— podría ser peligroso que casualmente se propage el rumor de que anduvuiste con tus compañeros de cuarto tus "hermanos".

Volteaste a verlo procesando sus palabras.

—¿Y qué pasa si no puedo? —su mirada pareció fusilarte ante tal pregunta tan obvia.

—Bien, si eso no te parece sufiente entonces piensa en lo miserable que haré de regresó si no dejas tus estupideces.

Bajaste la mirada al ver tu vientre, hoy hubiera sido horrible perder a tu bebé  por su odio, gracias al cielo tu bebé seguía vivo, era tu integridad y la de tu bebé o el peligro de perderlo antes de siquiera cumplir la revelación de sexo, sólo serían cuatro meses donde ellos se irían al terminar otro semestre.

—Sólo po-.

—¿Te doy la mejor oportunidad de mínimamente verlos y me pones condiciones? —chupo los dientes más lo interrumpiste antes de que dijera algo más.

—No me pegues —agregaste con nervios— es lo único que quiero, acepto, más no quiero golpes, háblame mal, odiame si te hace sentir mejor pero no quiero golpes.

Rodo los ojos ante tal propuesta más asintió.

—Bien, sólo te haré de lado —dijo cerrando el trató para tirarte al suelo, cubriste tu vientre antes de caer— no cuenta eso, prepara tus cosas que nos vamos de aquí.

—¿Y-ya? —nerviosa miraste a Ume levantandote del suelo, evitando  cualquier signo de preocupación en el vientre, habías acabado muy cerca de Sekido, de manera que tu pecho chocaba con el suyo.

Retrocediste sintiendo un escalofrío.

—Sí, no soporto más estar aquí —su imponente figura se posicionó delante tuya evitando que retrocedieras levantando tu mentón.

A pesar de ver su rostro borroso percibías sus ojos rojos cual granada.

Tu corazón pálpito por mil cuando acercó su rostro a morder la comisura de tus labios, tenía los ojos cerrados, como si estuviese dudoso.

Tus ojos se abrieron al caer en cuenta de eso, retrocediste cubriendo tu boca, quedó estático, como tú.

Más se acercó a ti nuevamente de manera rápida antes de que huyeras.

—Sekido no —suplicaste al sentir como sus brazos se enrollaban en tu cadera — Sekido por favor, esta mal.

La boca del moreno buscaba la tuya con desesperación, tus brazos se movían como locos buscando de donde empujarlo nació atrás empezaste a patalear y cubrirte más no se daba por vencido.

No parecía él cuando por fin reclamó con recelo tus labios, apretando tu cadera contra la de él.

—N-no decías esas idioteces con mis hermanos —reclamó entre besos respirando con agitación— porque ellos sí pueden tener lo que yo quie...

Guardo silencio para ponerse sobre tí en el sofá, tus manos tomaron mechones de su cabello, apartandolo en sentido contrario, no le afectaba, su caliente boca intentaba abrirse en tu interior.

Sus mejillas ardían al recordar entonces esos mismos labios gobernando tus labios de manera agresiva y suave.

De manera abrupta se detuvo, ambos respiraban agitados, te apoyaste en el respaldo del sillón para ver una creciente erección bajo su pantalón.

—Vendré mañana —concluyó dejandote en estado de shock, corriendo a la puerta, cerrando tras de él en un puertazo, tu labial rojo estaba en toda su boca.

—Que demonios —balbuceaste.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro