Capitulo Quatre: Ese hombre francés.
장. 4.
That French man.
Jimin leyó cada información recolectada sobre Viruz. Podía observar perfectamente la nacionalidad de ese hombre. Mitad francés y surcoreano, hijo de un padre surcoreano pero madre francesa.
Ahora podía entender sus últimas palabras en el callejón cuando apenas abrió sus ojos para verlo una vez más pero luego su inconsciente lo abrazó nuevamente y fue ahí cuando despertó en la oficina de Jungkook. Quizás después del callejón fue arrojado frente al edificio como el medico forense le relató.
Su voz era algo ronca y profunda pero Jungkook no solía tener un voz igual a ella. Por lo tanto, todo podía ser una coincidencia realmente. Ambos hablaron de la coincidencia y su mente se sentía que iba a explotar.
Coincidencia que ambos usen la coincidencia y coincidencia que sus voces no sean iguales o no suenen igual.
Pero Viruz no solo podía tener una voz diferente. Su máscara podía tener algo que modifique su tono de voz o algo parecido Su fotografía le dejaba mucho que pensar. Esos ojos enojados pero profundos a quien los viera. Un rostro cubierto pero ojos de diferentes colores. Heterocromia. Poseía una posible heterocromia, sus ojos de diferentes color le daban la pista de que pueda padecer de esa cualidad. O quizás una simple lentilla en su iris para modificar el color.
Se recargó en su escritorio y bufó.
¿Por qué no le quitaba su máscara y ya? ¿Acaso debía preparar algún tipo de plan para lograrlo? Pero se estaría ganado la muerte gratis si lo hacia. Tenía que se cuidadoso como el mismo Viruz en cada paso que daba.
Una sola vez se preguntó cómo sería su intelectual en su máximo nivel. Quería saber, quiera ver su rostro, quería ver sus labios moviéndose y sobre todo, sus ojos observándolo con esa mirada que sería capaz de destruirlo todo.
Él quería ver arder el mundo en llamas, y Jimin quería apagarlo pero solo eso podía llamar la atención de ese hombre. Romperlo todo, romper todo lo que Viruz hiciera para captar su enojo.
Ese mismo enojo, el cual... En la otra parte de la ciudad se sentía demasiado ahora mismo y lejos del departamento de policías. Sobre todo, en donde en la oficina de ese mafioso en donde dedicaba su tiempo o horas encerrado para controlar todas sus próximas estrategias contra Park.
Viruz golpeó a uno de sus miembros de mafia. Estaba molesto. Siempre solían salirse con la suya.
Sacudió su mano cuando debía calmar sus nudillos, ese picor y enrojecimiento por tanto golpear. Observó su mano y luego se encogió de hombre mientras que para él no era nada como el rostro del contrario se encontraba.
—Es increíble como puedes caminar y generar problemas. Me explotas la cabeza con tu idiotez. Pedí que el silencio y la discreción fuera esencial pero fallas.—Quitó su máscara con la misma molestia y la colocó sobre el escritorio.
Su ganas de asesinarlo eran impulsos fuertes pero le daría una segunda oportunidad. Su mano jugo con su mente, intentó tomar el arma pero mejor tomó un cigarrillo del pequeño bolsillo ubicado en el pecho de su traje.
Su secretaria, quien estaba a su lado, se acercó para encender ese cigarrillo atrapado en su belfos rojos y suaves a la simple vista. Le sonrío a la mujer por ser tan atenta, ella se la devolvió mientras regresaba a su lugar, manteniendo una gran distancia entre ella y el mafioso.
Inhaló un poco de ese humo mientras su ceño se frunció y luego lo dejó ir de sus labios. Hizo una pausa para pensar que haría con ese hombre golpeado, de rodillas y tembloroso frente a él.
Pensó, pensó y pensó. Apagó el cigarrillo en su cenicero dorado, acomodó mejor el guante negro en su mano y la hizo un puño. Su cabeza se movió en un círculo, tronando su cuello, luego ladeo su cabeza de un lado a otro y movió sus cejas hacia arriba abajo rápido, solo una vez mientras sus ojos oscuros le enseñaban la muerte en ellos. El inframundo y la maldad aparecieron en ellos cuando la muerte no era suficiente.
—A todo hay remedio, pero no para la muerte. Tienes suerte hoy porque estoy de humor aunque no se note. Te daré una segunda oportunidad y debes responder cuando te lo pido. ¿Dónde fue toda mi droga que ese club nocturno tenía?
Ese hombre tragó duro. Bajó su mirada y pensó que diría. No podía mentirle. Tampoco podía decirle que no lo sabia.
—La droga, la droga fue robada por una mafia enemiga.
Viruz pensó en su confesión. ¿Quién tenía las agallas para robar su droga? Tenía que ser un tipo demasiado valiente para no ser atrapado por él y ser destruido.
—¿Una mafia? ¿Qué tipo de mafia hablas? Hay tantas de ellas aquí en esta jodida ciudad y ninguna tiene agallas como sus jefes. ¿Realmente crees que puedo creer en eso? Sus jefes me temen y me tienen rencor porque saben que no pueden vencerme.
Se colocó de cuclillas frente al tipo mientras esperaba la respuesta nerviosa del mismo. Sus lágrimas y secreción nasal le daban un aspecto asqueroso. Después de todo, no paraba de llorar frente a sus ojos fríos.
—¡No miento! Jamás podría decirle una mentira a usted, señor Viruz.
El nombrado sonrío pero no duró mucho. No estaba feliz de que le diga mentiras, sino, molesto porque no era lo que quería creerle.
—Nunca me caíste bien. Mis ojos siempre estuvieron en ti desde que te di la bienvenida a mi mafia, y mírate, llorando y lleno de... deberías limpiar tu rostro. —Su mueca de disgusto extremo se dibujo en todo el rostro del mafioso.
—¡Jefe! Nunca sería capaz de mentir, por favor, déjeme demostrarle que puedo ser mejor con su segunda oportunidad.
—¿Y creíste que mi segunda oportunidad es dejarte vivo? Solo la di para que hablaras. Ya la has usado.
Viruz giró un poco su cabeza hacia su secretaria y con solo observarla a los ojos, ella comprendió lo que debía hacer por él.
Jane caminó hasta el escritorio, tomó el revolver de su jefe, luego tomó las balas que se encontraban a un lado. Colocó cada una de ella en cilindro del revolver, lo giró y sacudió el arma hacia un lado para introducir el cilindro en movimiento dentro de esta. Caminó hacia su jefe y se la entregó con una sonrisa.
—Ella es mucho más lista que tú, una mujer como ella vale más que tú, y si eso no era suficiente, ella es la única que me sigue como debe ser.
El mafioso se puso de pie mientras su pulgar jalaba el martillo del arma y preparaba su arma apuntando justo en el centro de su cabeza.
—Perdóname.
—No, perdóname tú a mi por confiar en ti cuando no era lo que debía hacer. Estoy enfermo de estúpidos como tú. No puedo pensar teniendo gente como tú en mi mafia, deseo la limpieza que la suciedad.—Su sonrisa ladino era lo que vería de él pero el móvil de su secretaria lo interrumpió.
Ladeó su cabeza lentamente para observarla. Ella en cuento sus ojos estuviera sobre su ser, tomó el móvil rápidamente y atendió aquella llamada que lo explotaría todo.
Ella comprendió todo en esa llamada, sus ojos se movieron hacia su jefe mientras caminaba hacia este con el móvil en su oído. La llamada era para él, quien tomo el móvil rápido y lo coloco en su oído.
—Habla Viruz.
—"La droga que tanto quieres saber... No fue robada por nadie y antes de que mates a alguien más, debes saber que las mafias jamás te robarían. Los cuervos* revolotean sobre tu droga y no la mafia."
La llamada se cortó tan rápido que le fue imposible reconocer esa voz. Alejó el móvil de su oído y sus ojos intentaron leer el nombre de ese llamada pero nunca estuvo ahí cuando solo eran números al azar.
Su secretaria tomó el móvil mientras sus ojos conectaban con Viruz, ella observó como sus ojos se volvían completamente oscuros, más que antes, y su cabeza se giró lentamente hacia el hombre.
—No era una mafia... sabía que eran cobardes... —Sonrió tétrico cuando la mentira en su mente punzaba como una maldita daga que cortaba.
—Por favor... — Rogó el miembro de la mafia asustado de su destino de ahora en adelante.
—Eres otro más del montón.
Su dedo jalo del gatillo. Sus ojos observaron perfectamente como su cabeza explotaba y la sangre comenzó a deslizarse fuera de esta con rapidez junto al cuerpo que se inclinaba, a la misma velocidad, hacia el suelo. Sus ojos se colocaron en blanco y su boca permaneció abierta.
—Jane, has que todos sepan que la reunión es en el club está noche. Nadie debe faltar, todos deben saber que la droga fue robada en ese lugar.
Su secretaria solo pudo asentir mientras colocaba ese abrigo largo y oscuro sobre los hombros de su jefe.
𝐕𝐈𝐑𝐔𝐙
Un día antes.
—¿Puedo invitarte a cenar está noche?
Jimin dejó de caminar por los pasillos, seguido de aquel médico que tenía su hermosa sonrisa en todo su rostro. Ambos se observaron pero el rubio no entendió a qué se debía esa invitación.
Intentó decir algo pero sus labios no quisieron. Jungkook se adelantó más rápido que él.
—Lo sé, llevamos un mes conociéndonos pero sentí realmente que nos llevamos muy bien y quizás... ¿Una cena de amigos? ¿No es acaso lo mejor entre nosotros?
—De verdad no me parece mala idea tu invitación pero debo hacer trabajo está noche. ¿Qué hay de mañana? Estoy libre en la noche.
—Es un buen momento, yo también lo estaré.
—Te veo en la noche, bueno, mañana en la noche.—Jimin sonrío y palmó el hombro de ese médico cálido. Ambos se saludaron por última vez en el día antes de salir del trabajo.
Jimin iría en camino a su investigación nocturna, por otro lado, Jungkook solo se tomaría un descanso en su apartamento. Pero debía admitir que le preocupa su propio jefe.
No podía parar de pensar en lo sucedido con él. Desde esa vez que lo encontró arrojado en el callejón ya no quiso saber más sobre lo que podría ocurrirle ahora en adelante.
Se encogió de hombros.
Pensó en seguirlo para que nada malo le ocurriera pero preferiría no ser entrometido.
Sus ojos solo lo observaron desaparecer al final del pasillo por esta noche.
[...]
Viruz caminó hasta su asiento asignado por los mozos del club nocturno. Su club nocturno, el que tenía bajo su nombre y administraba él mismo.
Tomó asiento en un sofá grande y largo de color rojo como todo el club. Pidió un buen trago fuerte y esperó por el.
Mientras tanto solo se preguntó porque había puesto una plataforma de baile en el centro de la habitación vip en dónde se encontraba. Debía tener una bailarina o bailarín allí, bailando para él pero mejor desvío esos pensamientos. No estaba interesado por ahora.
Solo cruzó las piernas mientras Jane a su lado hablaba sobre lo grande que era el club y todas las nuevas cosas que adquirió gracias a Viruz. Drogas, servicios sexuales, mafiosos con mucho dinero, y muchos bailarines como también bailarinas bien pagadas por su trabajo.
A todo esto, también existía la regla de Viruz, quien tocará lo que fuera suyo, este era torturado cortando sus dedos por tocar cosas que no deben.
Todos confesaban y afirmaban que Viruz solía ser alguien posesivo como también se adueñaba de las cosas de los demás sin miedo.
Si los demás mafiosos agredían o tocaban sin consentimiento a los bailarines del club, eran torturados hasta que se disculpen por lo que había hecho. Estaba prohibido.
¿Te gusta algo pero no puedes obtenerlo? Mejor no lo toques. Ese era el lema de Viruz.
Jane río cuando su jefe le contó que había cortado todos los dedos de un hombre mafioso cuando intento tener relaciones con él pero sin dudas, Viruz ni siquiera estaba interesado en el sexo con ese hombre, no le agradaban los hombres. Fue acosado por semanas por ese hombre mafioso cuando solo se negaba hasta que el propio Viruz le tendió una trampa que lo llevó a la muerte.
Negó mientras tomaba su vaso de vodka diva, sin dudas, su favorita. Bebió un sorbo largo mientras su otra mano levantó un poco su máscara para beber cómodamente.
Todo iba tan bien. Nunca supo cuando otros ojos lo observaban detrás de una tela roja en la misma habitación. Después de todo, esa plataforma de baile en el centro de la habitación, conectaba con una abertura al final de esta para dejar pasar a los bailarines. Pero nadie podía ver hacia dentro de la abertura, siempre poseía un tela roja que la cubría como cortinas.
Eran bellas y llenas de colores rojos pero más hermoso era ese bailarín tímido que por esta noche intentaría investigar algo o por lo menos obtener algo de información.
Su cuerpo vestido de telas rojas translúcida que colgaban en sus caderas, cubriendo sus piernas pero aún así, se veían. También habían otras en su pecho pero dejaban al descubierto su espalda delgada y fina. Su rostro estaba tapado con la misma tela pero sobre su nariz, caía sobre sus labios y mejillas. La mitad de su rostro era irreconocible. Su cabello rubio peinado con pequeños diamantes en el.
Estaba listo pero nervioso. Respiró hondo y recordó toda su habilidad en el baile. Vio pasar todos sus años de bailes en su mente en menos de un segundo. Respiró otra vez. Asomó su cabeza hacia afuera y lo vio reír aunque su máscara no lo demostraba pero su lenguaje corporal si.
La música fue lenta y sensual. Sintió que lo empujaron de atrás cuando apenas estaba tomando un respiro como tercera vez.
Todos pararon de reír en la habitación, incluso Viruz, quien giró su cabeza lentamente hacia él.
Mejor no dejaría que lo viera completamente. Sacó un abanico rojo detrás de su espalda y lo abrió ocultando su rostro. Caminó lentamente y moviendo sus caderas en su caminata hasta que llegó al centro.
Los silbidos esos hombres no le gustaban para nada. Sería capaz de pasar a su fase de oficial para arrestarlos a todos pero mejor se calmó.
Dio un giro sobre sus talones, las telas de su cuerpo bellamente se movieron y todo su cuerpo se vio perfectamente. Incluyendo su trasero algo descubierto que Viruz observó pero no se inmutó. No solía demostrar lo que le gustaba como sus hombres que no paraban de silbar y comentar palabras sucias hacia ese rubio.
Viruz se removió en su asiento y se inclinó hacia atrás en el respaldo del sofá, luego abrió las piernas. Se sentía mejor así pero eso no era bien visto para Jimin, sentía que era una invitación cuando sus ojos quedaron viendo esa acción.
Solo podía verlo a él y su forma calmada de tomar su trago mientras su otra mano subía un poco su máscara para ver. Intentó ver más de su rostro pero no podía. Sentía que se iba a caer de la plataforma si seguía intentando ver.
Solo no tenía que ser sospechoso. Bailó un poco. El movimiento de sus caderas hizo que todos babearan en ese momento por él. Bajó lentamente moviéndose de esa misma forma hasta el suelo y sin descubrir su rostro, extendió sus piernas en el suelo. Las acariciaba con una mano para hacer que desearan su cuerpo pero él solo quería que ese jefe de mafia lo deseara.
«¿En que carajos estaba pensando? ¿Ahora quería que lo deseara? ¿En que momento se le ocurrió pensar eso?»
Sus ojos fijos en esa máscara pero dudaba si ese dueño de esta, lo observaba como él lo hacía. Mirada de coqueteo y seducción. Quería hacerlo arder con su mirada.
Pero lo que Jimin no sabía, era que Viruz tenía una mirada más fuerte que él.
Pero Viruz tenía que admitir que ese rubio desconocido para él, tenía una mirada muy poderosa al nivel de seducción.
El rubio dejo de jugar con sus piernas y acariciarlas. Cerró su abanico pero nunca dejó ver su rostro. Mejor le dió la espalda a todos y se recostó sobre el suelo. Fue así como se deslizó su espalda hasta que, con sus manos extendidas, tocó las piernas ese hombre sin mirar.
Lo sentía, sentía como Viruz se inclinó un poco hacia adelante para observarlo mejor pero Jimin jugó con su curiosidad y se volvió a sentar en el suelo. Volvió a darle la espalda mientras se ponía de pie al mismo tiempo que su abanico volvió abrirse y ocultar su rostro.
Se giró frente a todos, luego decidió que sería mejor un poco de juego.
Sus pies desnudos continuaron su caminata, bajando de su lugar de baile, y su cuerpo se mantuvo quieto como su mirada fija en su máscara. Ansiaba por quitársela pero todos esos hombres a su alrededor se alertaron cuando estuvo demasiado cerca, incluso esa mujer a su lado.
Estaban preparados para atacar si veían que ese rubio se le abalanzaba encima a su propio jefe. Pero abortó misión ahora mismo. No había forma de hacer lo que tenía en mente.
Solo terminó su actuación, luego se retiró rápidamente con todo su cuerpo y mente avergonzada. Definitivamente, si sus compañeros se trabajo lo observarán, se tomarían de sorpresa ese forma en la que se encontraba vestido hoy.
Rodó los ojos cuando cerró la puerta del camarín, como tenía al ser bailarín temporal, tras él y se recostó sobre ella.
—Maldita sea.—Solo pudo maldecir por lo bajo. Se sentía totalmente al descubierto con su cuerpo vestido así.
Sus ojos viajaron hasta el reflejo del espejo, en el podía sentirse bien y bello pero no era su uniforme de oficial. Intentó engañar su mente por lo más lindo que se sentía, mejor debía irse rápido. Fue así que comenzó a desvestir su cuerpo comenzando por su rostro y siguió por su torso.
El sonido de la puerta detrás de él, se abrió bruscamente y él no tuvo tiempo de tomar su arma sobre el tocador de su camarín porque tan pronto vio su máscara pensó que podía atacarlo pero ese hombre fue más rápido.
Tomó su propia arma de oficial y lo acorraló contra el tocador.
—Diré que no me sorprende este Park nuevo, después de todo, es real que no me sorprendes en nada. ¿Cómo sabes de este club?
El arma, su propia arma apuntaba su cabeza y era controlada por Viruz. Su cuerpo subido al tocador de tanto retroceder ante la muerte pero imposible de escapar. Tenía a tan solo un jalón de gatillo, la posibilidad de morir si ese hombre no tenía un poco de piedad.
—No-no sabes cuántas cosas más puedo saber aún. Esto no es nada comparado con el resto.
Su máscara estaba peligrosamente cerca de su rostro como todo su cuerpo fuerte y brusco. Podía sentir las veces que respiraba aunque su rostro oculto no lo demostraba. Sus pechos se pegaban demasiado mutuamente como las caderas de ese hombre se adentraron entre sus piernas para ser más amenazador pero solo lograba que todo se viera de otra forma. Eso pensaba Park.
—No quiero saber que más sabes, solo te pregunte sobre el club. Habla si no quieres que tú propia pistola te asesine.
—No te lo diría, sería saber los trucos de un mago, ¿Verdad?
Viruz solo fingió reír gracioso mientras alejaba un poco el arma de la cabeza de Park pero volvió con todo. Su otra mano se encerró en el cuello del contrario y el arma presionó sobre su frente.
Park solo podía tomar la mano de su cuello, la presión que sentía allí le quitaba levemente el aire y poco a poco le evitaba el aire nuevo. Es ahora, cuando debía negociar su vida.
—Tu decides tu muerte. Si apretó más fuerte tu cuello, te dejaré morir asfixiado, o mejor, fracturar tu tráquea no me será difícil. Oh, pero tu arma es mucho más veloz y una muerte rápida. Habla Park, tienes que saber de lo que hablo, estás aquí.
Realmente no sabía que debía decir primero de todo lo que sabía de él o lo poco que sabía hasta ahora. Sus labios se abrieron bajo la visión oscura de Viruz, detrás de su máscara, y su lengua logró humedecer estos antes de hablar.
—Yo se- yo sé de ti, este club es tuyo, se que lo frecuentas...
Su cuello como su cabeza también fue sacudida en un brusco movimiento. Esa mano era fuerte alrededor de su cuello, no tenía duda que dejaría marcas luego.
Sus ojos observaron de reojo como Viruz colocaba su rostro a un lado del rostro de Park, como si quería hablarle al oído pero solo se mantuvo allí y su mano apretó un poco más para escuchar como los labios de ese rubio intentaban tener algo de aire pero era imposible. Eso le gustaba, necesitaba darle permiso para respirar pero no lo haría.
—No me has dejado satisfecho con tu respuesta.—Su dedo índice acarició el gatillo de la arma, eso fue visto por los ojos del rubio. Su muerte estaba al jalar ese gatillo y debía evitarlo.
—¡Te seguí!
Fue lo que dijo cuando su respiración se comenzó a sentir escasa en sus pulmones y su cabeza se sentía amenazaba mientras su mente por dentro se comenzaba a nublar como su visión.
—Eso es nene, sabía que podías decirlo.
El arma fue guardada y sujetada detrás de su espalda, con el cinturón del pantalón formal de su traje mientras sus manos ahora rodeaban el cuello de mejor manera. Esos brazos tatuados y al descubierto, solo podían ejercer fuerza ante el cuello que no era suyo. Jimin solo podía rasguñar su piel tatuada para intentar escapar.
Pero sabía escapar perfectamente. Entrenar defensa personal le ayudo demasiado a escapar de muchas situaciones similares.
Jimin golpeó el abdomen de Viruz cuando fingió estar inconsciente como también dejo de luchar. Viruz pensó que su trabajo había terminado y no le daba pena dejarlo inconsciente pero sabía que había sido muy rápido.
Minutos antes, Viruz Intentó confirmar si estaba realmente inconsciente pero su abdomen fue golpeado por el rubio. Luego de eso tuvo que inclinarse hacia adelante cuando todo su aire se escapó de sus pulmones y de la misma forma, Jimin intentó escapar de él pero su brazo fue tomado con violencia.
Tenía que admitir que ese dolor le dolió un poco pero la adrenalina en su cuerpo no le permitió sentirlo demasiado.
Los dedos del enmascarado se presionaban en su piel pero por suerte su guante negro salvaba su brazo de sus uñas. El rubio sintió como era jalado nuevamente y arrojado contra el tocador nuevamente. Sus piernas eran abiertas otra vez y las caderas del contrario volvieron a entrar, violando su espacio personal cuando todo su cuerpo se movía contra él.
La misma posición de antes pero ahora su cuello fue apretado otra vez con ambas manos pero más fuerte.
—Tienes valor para esto, nunca olvidaré que me golpeaste pero tú debes recordar algo de mi.
Soltó su cuello y tan pronto lo hizo, sus manos tomaron su cabeza rubia y la golpeó contra el espejo del tocador. Por suerte, no lo dejó inconsciente pero casi se desvaneció. Solo tomo su rostro y lo obligó a mirarlo.
—¿Ves? Eso es lo que sucede cuando me golpeas, ya lo han hecho antes pero esos tipos ni siquiera están vivos pero tú puedes ser diferente pero no tanto.—Una sonrisa burlona debajo de su máscara nunca vista por Jimin. Tampoco sabía si estaba sonriendo.
—Eres un hijo de-
La puerta fue tocada sutilmente y la voz del entrenador de los bailarines sonó detrás de esta. Viruz para su siguiente agresión, iba a bofetear su mejilla pero mejor guardó silencio.
Ese entrenador era un imbécil. Reconocía su voz como su forma de ser. Intentaba acostarse con los bailarines y aún no había hablado con él sobre ese asunto para llamarle la atención a sus acciones inapropiadas. Debía hacerlo pronto pero Park estaba en sus manos por primera vez.
Su error fue distraerse en sus pensamientos sobre ese tipo. Park intentó quitar su máscara, sus manos se movieron peligrosamente hasta ella pero fue rápido, un puño contra su abdomen lo hizo detenerse y reflexionar lo que intentaba hacer.
Nuevamente, las manos de Viruz tomaron su cuello para que guardara silencio. Si le quitaba el aire, entonces no podría hablar y el rubio debía cuidar el poco aire que tenía en sus pulmones.
—Ah, bailarín 088 ¿Se encuentra bien? Responda por favor.—Sus toques sobre la puerta lo ponían de mal humor, odiaba ese idiota interrumpa su momento.
—Si se te ocurre pedir ayuda, te cortaré el cuello con los trozos del espejo que has roto con tu propia cabeza.
Su susurro fue fuerte porque ante la mente de Jimin era una advertencia que no le gustaría ignorar pero todo lo que sus labios podían pronunciar fue un pequeño jadeo cuando ambos cuerpos rozaban pero Viruz no lo tomaba como algo provocativo. Estar entre las piernas del rubio ni siquiera lo hacia sentirse diferente, no le emocionaba o le generaba algo nuevo en su vida. No siquiera pensaba en algo sexual cuando tenía que pelear.
Pero ambas mentes eran diferentes. Uno podía tener tiempo luego del trabajo para pensar en lo sexual mientras que otra mente solo pensaba en lo sádico que podía ser cada día como para desgarrar un cuello con solo trozos de vidrio. Mente llena de negocios como responsabilidades al ser un jefe todo el tiempo.
Pero no sé quedaría así. Realmente adoraba su vida.
Probaría su advertencia como un arma. Su mano pequeña se movió lentamente sin que Viruz lo notará, y buscó un trozo de vidrio sobre el tocador, dónde se encontraba encima sentado, apretó fuerte el vidrio en su mano y lo utilizo contra él.
La herida en el lado lateral del abdomen de Viruz fue provocada por ese trozo de vidrio que se encontraba incrustado allí. Un grito de él hizo que confirmara que le dio en dónde más le dolía.
Sonrío orgulloso por ser tan listo. Su cuello fue soltado y rápido pateó el abdomen del contrario, alejándolo de su cuerpo para escapar.
—¡Bailarín 088! Abre la puerta.—Ese grito y sus pasos corriendo hacia la puerta alertó a ese hombre que esperaba detrás. Por eso mismo, su mano intentaba girar la abertura de la puerta para ingresar pero estaba con seguro.
Jimin también intento abrirla pero se giró hacia su agresor cuando lo vio tomarse el lateral de su abdomen luego de quitarse el trozo de vidrio frente a los ojos del rubio para luego enseñarle la llave de la puerta.
—No puedes irte si no consigues las llaves, el infierno acaba de empezar Park.
Y como si su herida jamás existió, sacó el arma que guardo y lo apuntó directamente sin importar que Jimin en este momento pensará que fue lo que hizo mal para terminar de nuevo con la opción de morir. Sus ojos lo observaron fijo y le demostró que no tenía miedo de morir.
Tuvo que seguir la orden de ese hombre. Tuvo que caminar hasta él para regresar y cuando pensó que podía negociar su muerte nuevamente, se confundió. No tuvo esa oportunidad cuando su cabeza fue golpeada nuevamente con el arma, dejándolo inconsciente pero esta vez fue diferente...
—Un mauvais garçon*. (Un chico malo.)
Si, realmente fue un chico malo en desafiarlo.
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Cuervos: forma de mencionar a la policía en este fanfic.
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