Capitulo Cinq: Peligroso y rápido.
장. 5.
Dangerous and Fast.
Viruz observó desde debajo de su máscara y detrás de un vidrio transparente como todos los mafiosos se reunían en un día en especial para competir por las tomas de ciudades.
Quien le ganaba a todos, se quedaba con todo lo que pertenecía de cada mafia. Drogas, lugares, ciudades tomadas y sobre todo, el respeto de cada uno.
—Señor Viruz, ¿Hoy competirá? —Jane a su lado, se giró con una sonrisa espero su respuesta.
El mencionado ladeo la cabeza para observarla.
—Ya sabes la respuesta.
—Entonces no esperemos más, muero por verlo jugar, admiro su mente a la hora de jugar.
Viruz extendió su mano hacia ella y está nunca pudo rechazarla en ningún segundo, tomó su mano para luego caminar juntos hacia el salón de juegos.
Las cartas en todas las mesas de juegos, quemaban por lo tenso que eran los juegos y partidas entre cuatros mafiosos diferentes. Todos tenían miradas y mentes retorcidas con respecto a la victoria.
Pero se voltearon cuando Viruz hizo presencia con una mujer hermosa a su lado. Todos quedaron embobados por esa mujer vestida con un vestido muy corto y pegado al cuerpo. Su tela brillaba como el precio del costo que llevaba.
Llegó a una mesa de juegos, observó como un mafioso tembló ante su presencia y estaba tan aterrador de verlo, que dejó la partida por la mitad, accediendo su lugar al hombre de máscara que lo seguía con la mirada y movía su cabeza siempre a su dirección.
—Por- por favor... Se-se-señor Viruz tome mi asiento.
—Lárgate.
El mafioso hizo una reverencia hacia él con una sonrisa nerviosa dibujada en su rostro, luego se marchó a toda velocidad.
Antes de tomar asiento, Jane le retiró su abrigo sobre sus hombros y luego tomó asiento. Los dos contrincantes y mafiosos de la mesa lo observaron temerosos pero luego desviaron sus miradas hacia la mujer, excepto el tercer mafioso, quien mantenía su cabeza inclinada hacia abajo y su sombrero rojo cubria su rostro. Sus sonrisa embobadas se borraron en cuanto Viruz le pidió al oído que reemplazará su cuchillo en el juego por el suyo.
El juego consistía en tener un pequeño mazo de cartas de poker cada uno, un cuchillo a la derecha de su mano. Debían extender todas las cartas de la baraja pero ninguna se veía, solo debía escoger una a la alzar para ganar. Luego las colocan en el centro y quién lograba sacar un comodín debía incrustar su cuchillo en el centro como un punto. Se lograba sacar por segunda vez el segundo comodín, debía utilizar su cuchillo con alguien como el ganar deseara.
Las opciones podían ser, cortar un dedo, una mano, la lengua o la mejilla pero realmente solo era una recomendación.
Pero si dos contrincantes sacan dos comodines, deben colocar sus cuchillos incrustados en el centro, luego debían ganar uno solo si o si y luego utilizar su cuchillo.
No era tan difícil, pero lo difícil era cuando la suerte tiene el descaro de abandonarte. Pero Viruz no necesitaba suerte cuando sabía cómo lucian las cartas de comodín por arriba y sin ver totalmente la carta.
Jane reemplazó el cuchillo del juego con el cuchillo favorito de su jefe. Sonrío cínica mientras retrocedió sobre sus pasos un poco pero no lo suficiente, quería verlo todo.
Viruz solo observaba al hombre que se encontraba frente a el. La mesa en la que estaban los cuatros mafiosos, era una mesa similar a una mesa de ajedrez, solo que un poco más grande.
—Hora de comenzar el juego.
Pero sus ojos nunca se desviaron al juez del juego, solo a ese hombre que sonreía con una sonrisa coqueta en su rostro cubierto. Labios gruesos.
Entrecerró los ojos mientras se inclinaba un poco sobre la mesa sin levantarse de su asiento para intentar ver mejor a ese hombre pero este rehusaba y inclinaba aún más su cabeza hacia abajo.
Los ojos de Viruz se movieron lentamente hacia el contricante a su lado y este pudo sentir como esa mirada aunque la máscara la ocultaba.
—La suerte los acompañe. —Fue así como comenzó todo.
Los demás mafiosos del salón dejaron de jugar para acercarse lentamente hacia la mesa donde se encontraba Viruz. Tenían curiosidad de saber cómo jugaría este pero también interesados en la mujer a su lado.
La partida comenzó. Las barajas diferentes se extendieron sobre la mesa con solo pasar sus manos sobre estás. Cada carta estaba a lado de una y otro. Como un abanico de cartas.
Su turno aún comenzaba, ya que el hombre de sombrero rojo tomó una carta al azar sin saber qué carta era, luego la colocó en el centro. Solo era una de corazones, luego el siguiente mafioso; carta de diamantes, Viruz; carta de corazones negros, y por último, el mafioso siguiente; carta de espadas.
Continuaron sacando cartas alzar hasta que el hombre de sombrero, colocó un comodín en el centro y la mirada de Viruz dejó de ser superior.
Ese mismo hombre de sombrero, tomó el cuchillo de a lado de su mano derecha y con fuerza, lo incrustó sobre la mesa. Este se enterró en la madera de la mesa como si apuñalaba a alguien.
Tenía un punto, si obtenía otro comodín, pronto podía utilizar su cuchillo en cualquiera de sus contrincantes.
Tenía que ser rápido, no tenía que permitir que alguien utilice su cuchillo sobre él.
Los turnos pasaban rápido como las manos que colocaban cada carta en el centro con rapidez y llenas de molestia.
Finalmente pudo sonreír ladino, un comodín salió de su baraja y la colocó en el centro. El hombre de sombrero sonrío pero los dos mafiosos no. Estaban asustados.
Estaba mano a mano con el hombre frente a él, que por más que intentará verlo, no conseguía adivinar su rostro.
Viruz tomó su cuchillo y lo incrustó con fuerza en el centro de la mesa como si enseñará su increíble fuerza para enterrarlo. Asustando a dos mafiosos.
—¿Miedo? Es solo el comienzo.
Su cabeza se giró lentamente hacia el mafioso asustado a su lado. ¿Por qué temía? Solo era un juego.
Siguió sacando cartas alzar hasta que el hombre de sombrero sacó otro cómodo al mismo tiempo que otro mafioso a su izquierda. Ambos se miraron y el mafioso clavó su cuchillo tembloroso en el centro de la mesa pero el hombre de sombre tomó el suyo ya incrustados en el centro de está, luego lo utilizó para enterrarlo con fuerza en la mano de ese mismo mafioso.
El grito de ese hombre hizo que todos se asombrarán pero Jane y Viruz solo observaron fríos hacia el extraño de sombrero.
Wl juego continúo hasta que Viruz logró sacar otro comodín pero está vez quería terminar el juego de una vez. Ese hombre frente a él, por alguna razón, lo sacaba de quicio. No paraba de sonreírle coqueto y con ganas de provocarlo todo el tiempo.
Está vez, Jane le entregó el cuchillo que reemplazo. Tomó ambos cuchillo en cada mano, el del centro y el de Jane. Ambos fueron utilizados con bestialidad sobre dos manos diferentes.
Dos gritos diferentes, dos mafiosos diferentes en cada lado de él, sufrían por el dolor brusco que provocaron esos cuchillos en el torso de sus manos.
Un mafioso quedó fuera del juego al tener el torso de sus manos con dos cuchillos en cada una. Esto fue muy atroz de parte de quién creo el juego; Viruz.
Este mismo no pudo evitar sonreír tétrico ante lo que hizo. No importaba si eso no estaba en la reglas. El era el dueño de sus propias reglas.
También sonrío más orgulloso cuando el hombre frente a él solo borró su sonrisa.
Solo quedaban él, ese hombre de sombrero y otro mafioso a punto de perder.
Todo continúo, luego el hombre de rojo, repitió su jugada. Un comodín volvió a salir de su baraja extendida, lo coloco en el centro y tomó el cuchillo para enterrarlo en la mano restante del mafioso que ya perdió todo.
Uno a uno. Viruz contra él. No habían otros contrincantes, después de todo, esto era el plan.
—Aun veo tus manos muy sanas.
Pero ese hombre no respondió con palabras, solo asintió mientras extendía su baraja en busca de una carta al azar, igual que Viruz.
Fueron rápidos al sacar una nueva carta, ambos obtuvieron un comodín. Tenía que ser una jodida broma para ambos.
Estuvieron por minutos largos intentado vencerse hasta que Viruz lo logro. Incrustó otro cuchillo en el centro pero el hombre de sombrero en la siguiente partida repitió la misma acción.
—No quiero lastimar tus inútiles manos, puedes rendirte si deseas, te perdonaré la vida.
Pero el hombre solo sonrío mientras su lengua logró humedecer sus labios gruesos, luego ladeo su cabeza para tronar su cuello.
Arqueó una ceja cuando ambos se miraron fijamente aunque sus ojos estuvieran cubiertos. Sus rostros estaban fijos en la dirección del contrario.
Ambos sacaron comodín nuevamente, y como si fueran una luz de igual de veloces, Ambos tomaron sus cuchillos.
Ahora sus ojos se centraron en diferentes manos pero los ojos del contrario se movieron más rápido que su mano pero también su mano fue más rápida.
Pero al final, ambos fueron víctima del contrario. La punta de cada cuchillo solo se incrustó en la mesa, entremedio de sus dedos del medio como Viruz también recibió el mismo ataque entre sus dedos del medio.
¿Por qué no se apuñalaron sus manos? No iban a hacer. Algo en ellos decían que tenían algo más pendiente que un simple juego.
Todos aplaudieron y celebraron una victoria para ambos aunque debía ser solo un ganador. Pero en estos casos, ambos habían ganado por qué sea como sea, nunca existió el desempate que se intentaba obtener
Jane solo observaba fría y con sus ojos oscuros a ese hombre, contrincante de su jefe, quien se puso de pie rápidamente.
La azabache no perdió el tiempo y colocó suavemente el abrigo sobre los hombros de Viruz. No hubo ninguna felicitación entre ambos contrincantes.
El hombre de máscara mejor decidió no dirigir sus palabras hacia su enemigo. Mejor, se marchó de allí con la cabeza en alto y superior por ganar siempre aunque sea una victoria compartida.
Entrelazó su brazo con Jane y ambos caminaron hasta la salida del salón con la mirada seria del hombre de sombrero.
Esto no quedaría así.
No los dejaría ir, mejor lo siguió hasta donde sea que iban.
[...]
Viruz entró al baño. Abrió cada cubículo del lugar para chequear que no hubiera nada escuchando.
No había nadie. Perfecto.
Solo caminó hasta el lavamanos y se recargó en este, cruzando sus brazos sobre su pecho mientras observaba como Jane se retocaba un poco el maquillaje.
—Tu escote está muy abierto, ¿Qué pensaran los hombres?
—Es normal llevar el escote así cuando deseo, una mujer debe ser respetada aunque su vestido la haga ver sensual. Me siento muy linda y no necesito otros comentarios para saberlo. —El reflejo en el espejo de la azabache cabello largo no mentía.
—Ellos son como bestias, creen que cuando ven una mujer como tú, pueden tirarse encima de ti. —Viruz se acercó a ella para verla mejor. —Ellos no saben lo que es el respeto hacia una mujer.
—No te preocupes, se defenderme. —Jane volvió a colocar su labial rojo dentro de su pequeño bolso de brillos y luego paso un dedo sobre sus belfos para retocar un poco más. Y continúo.— Tu respeto hacia las mujeres me hace sentir segura. Eres tan caballero con todas las mujeres que me da celos.
—No lo hago porque me gusten, solo debo ser respetuoso. Dios es mujer.
Jane soltó una pequeña risita divertida. Luego desvío su mirada de su reflejo para observarlo, aunque tenga una máscara, a los ojos. Pero Viruz quería ser mejor, fue así que, se quitó su máscara lentamente y la colocó sobre el tocador.
Sus ojos de diferentes colores la observaban mientras sus labios finos se apretaban.
—No deberías ocultar tu rostro.
—¿Qué debes decirme ahora?
—Es demasiado atractivo y masculino, no vale la pena ocultarlo.
—¿Una cara bonita y que no nunca valoren mi inteligencia? Prefiero ser una cara misteriosa pero reconoció por mi mente.
—Yo si reconozco tu inteligencia.
Pero Viruz solo se cruzó de brazos nuevamente. Bufó y sus ojos vacilaron por el lugar observando diferentes puntos. Nunca respondió pero Jane volvió a hablar por él.
Se acercó un poco a él y lo miró a los ojos, pero los ojos contrarios no la miraban. Solo vacilaban pero se perdieron en los iris de Jane en cuanto la miro a los ojos.
—Mierda Jane, no lo hagas.
Pero la manos de esa azabache tomaron una mano, cubierta de ese guante suave que solía colocarse, y la llevo a su mejilla. Se acarició a ella misma con esta mientras sus ojos eran tiernos cuando ella deseaba.
—Nunca sería capaz de dejarte.
—Nunca es demasiado tiempo.
—Es el suficiente para siempre verlo todo contigo.
Pero los pasos afuera alertaron a Viruz, quien se colocó rápidamente la máscara y Jane tuvo que alejarse aunque no lo deseaba.
La puerta se abrió en cuanto los pasos llegaron al baño, ese hombre de sombrero tenía algo pendiente y su mirada no se veía pero estaba asombrado de verlo con esa mujer a su lado, solos aquí.
—Déjame solo Jane.
Ella asintió y prometió esperarlo en el vehículo para irse juntos. En cuanto salió del baño, ambos hombres quedaron en el silencio tenso con una competencia de miradas.
—¿Qué te trae aquí? Las victorias compartidas no son lo mío pero tú veo que no tienes problemas con eso.
Viruz caminó un poco hacia él como el mismo camino hacia Viruz. Ambos avanzaron y caminaron en círculo, observándose mutuamente.
—¿No hablas? ¿El juego fue traumático que te dejo sin hablar?
Pero ambos pararon de caminar y se detuvieron en la distancia de ambos cuerpos. Miradas fijas y cabezas en alto.
No había manera de bajar la mirada, ambos querían ganar ahora está situación.
Una sonrisa burlona de ese hombre de sombrero se convirtió en coqueta y tan pronto pensó que en lo que haría, Viruz también logró lo mismo.
Ambos se apuntaron con revolver que cada uno tenía guardado en una parte de sus trajes. Sus brazos extendidos en dirección contraria de cada uno para solo apuntar directamente sus cabezas mutuamente.
—Nada mal.
Fue así que, el resto de lo que sucedió solo ocurrió en palabras de doble filo y en una pelea que llego a las manos.
𝐕𝐈𝐑𝐔𝐙
Jungkook se giró hacia Jimin quien se quejaba al caminar mientras se adentraba a la oficina del mismo.
—¿Que te sucedió?
—Me caí.
—Tiene que ser mentira.
El azabache dejó de inspeccionar un cuerpo sin vida de un hombre, que tenía recostado sobre la camilla metálica y se tomó unos minutos para observarlo.
—Esta bien ¿Miento acaso cuando digo que jugué contra Viruz?
—¡¿Estas loco?! —Jungkook colocó el bisturí sobre una pequeña mesita movediza dónde todos los demás elementos quirúrgicos. Su expresión era de preocupación.
—No pero tuve otra prueba.
Jimin le enseñó una fotografía de una mujer caminando hasta un estacionamiento, vestida de una vestido muy pegado a su cuerpo de color negro. Debajo de ella se encontraba escrito el nombre "Jane".
La expresión de Jungkook se borró por completo. Fue un rostro neutro y en blanco. No tenía nada que decir. Sus ojos viajaron por la fotografía y luego observó por debajo de sus pestañas a Jimin.
—¿No me dirás nada? ¿No es genial? Oí que es su mano derecha.
—Eres... Tan genial, dios... es que u increíble plan fue tan bien.
Claramente esa sonrisa de Jungkook era totalmente fingida. Y lo vio regresar a su trabajo como si Jimin no existirá allí. Este mismo se acercó a el con la esperanza de que su interés cambie.
Tocó su brazo y llamo su atención. Jungkook se quedó quieto, esperando sus palabras pero nunca lo observó.
—Pensé que te alegrarías por mi, ¿Por que actúas como si te molestará esta fotografía?
—¿Por qué? ¿Preguntas por qué? —Jungkook susurró y Jimin asintió. —Porque pones tu propia vida en peligro, no sabes aún si ella puede dañarte.
El rubio observó el rostro del azabache como también sus ojos marrones observándolo como si Jimin fuera un pequeño diamante delicado.
—No tienes que preocu-
—¡¿Qué no me preocupé?! Primero te arrojan fuera del edificio herido, luego regresas de un club vestido provocativo y inconsciente, luego me dices que no me preocupé cuando juegas con él. Siempre sano tu cuerpo. —Su pausa fue un silencio que Jimin tuvo tiempo para pensar en todo lo que le dijo pero él continúo— Solo mírate a ti mismo, eres delicado como para dañarte o poner en riesgo tu vida.
—No deberías verme tan delicado, soy mucho más que una apariencia bonita.
Jungkook sonrío levemente sin entender lo que decía, solo tomo el rostro de ese rubio lentamente.
La fotografía cayó al suelo en cuanto un pequeño beso se posó sobre su mejilla de parte de ese azabache.
¿Por qué?
Solo sonrío un poco cuando lo vio sonreír a él. Ambos se miraron a los ojos luego de eso.
Jungkook soltó su rostro suavemente para regresar su atención a su trabajo mientras Jimin aún lo creía en lo que sucedió.
—Esta noche quiero cenar contigo.
—Te veo en el restaurante cerca de aquí, ponte lindo. —Dijo Jungkook mientras mantenía su mirada en el cuerpo pero con la mente en Jimin.
Su sonrisa cálida hizo que el rubio estuviera contento el día de hoy se marchará con una sonrisa.
[...]
Jimin esperó por durante muchos minutos, fuera del restaurante donde Jungkook le pidió cenar juntos por esta noche tan bella como la luna que se encontraba en el cielo estrellado.
Sonrío cuando lo vio subir las escaleras del sitio hasta llegar a Jimin con una sonrisa cálida.
—Dime que no has esperado demasiado, me sentiría muy mal.
—Acabo de llegar. —Solo soltó una mentira mientras lo invitaba a entrar juntos al lugar.
Jungkook aceptó junto a él, entrelazaron sus brazos y entraron dentro con una buena positividad por encontrar una mesa reservada pero el azabache ya lo tenía todo.
Ambos caminaron hasta una mesa, tomaron asientos uno frente al otro mientras se regalaban sonrisas y miradas agradables.
—Solo diré algo esta vez, estás muy bello está noche. Ese traje rojo te queda muy bien. —Jungkook halagó al rubio tan rápido lo pensó.
—Debo decir gracias por el halago pero tú también te ves muy bien hoy.
No verlo con su bata de médico le daba una apariencia diferente con ese traje y su cabello bien peinado. Estaba muy bello ante sus ojos pero mejor evitó seguir observándolo, no quería tener el rostro sonrojado levemente.
Ambos tomaron un menú, cada uno, del restaurante que un mozo depósito sobre la mesa y luego esperó por sus pedidos a un lado, listo para escribir cada uno de ellos en su libreta.
Sus platos fueron diferentes pero deliciosos para sus gustos, luego decidieron esperar mientras el mozo se marchaba y daba el pedido al chef.
Jimin aclaró su garganta un poco. Tenía algún en mente que tenía que saber antes de continuar la noche.
—Hay algo que intriga saber ¿Qué sucedió con la droga encontraba en el cuerpo de ese hombre?
—¿Hablas de la que se encontraba en su boca? Los resultados solo son nulos, ninguna sustancia encontrada se asimila a una droga anteriormente analizada. Creo que son sustancias que no he visto antes.
—Es tan extraño ¿Cuántas sustancias pueden existir en el mundo?
—Inimaginables cantidades.
Jimin solo se mantuvo en silencio por unos segundos hasta que fueron minutos y casi una hora de silencio. Solo pensaba porque todos los casos de asesinatos ahora sucedían con más sucesivos como las drogas extrañas distribuidas en la calle y en muchos lugares de la ciudad como caramelos o mercancía demasiada valiosa.
Sea como sea, debía detener la red de drogas como los asesinatos en masa. La ciudad se iría a la borda si las calles continuaban siendo tierra de nadie mientras los mafiosos podían hacer lo que ellos querían con las personas inocentes.
Su plato de comida llegó a su mesa, bajo sus ojos y pero intocable cuando solo pensaba todo el tiempo en el trabajo.
—No creo que debas pensar mucho. Tu rostro me lo dice. —La sonrisa de Jungkook nunca faltaba cuando siempre hablaba hacia él.
—No es pensar pero debo tranquilizar mi mente.
—Entonces me dices que no piensas ¿Qué es lo que tu mente hace que no puede concentrarse en este momento?
—Analizar.
Intentó dejar el trabajo atrás. Su apetito comenzó a crecer y también sus ganas de devorar la comida completamente. Utilizó un poco su cuchillo para cortar un trozo pequeño de carne con un buen aroma, olor y sabor cuando lo llevo a su boca, disfrutando.
Jungkook enseñó sus ojos sonrientes al verlo comer como él también lo hacia.
Intentó cortar otro trozo cuando le gustó la comida, que el sitio que ese azabache lo invitó, pero sus ojos se desviaron hacia un hombre de traje negro, que también enseñaba sus brazos tatuados, que pasaba caminando, por detrás del azabache, algo molesto seguido de muchos hombres vestidos de negro detrás.
Sobre todo, su sonrisa se borró cuando reconoció ese rostro cubierto por una máscara sonriente.
Mierda.
Sus ojos lo siguieron hasta que ese mafioso desapareció subiendo unas escaleras al segundo piso como si este restaurante fuera todo suyo pero más bien ¿Quién se enojaba con su propio lugar?
—¿Jimin?
Regreso sus ojos al azabache que se preocupaba por la expresión de asombro del rubio y se preguntó si todo estaba bien ahora.
Pero Jimin solo quería saber que estaba ocurriendo como para que Viruz subiera la escalera molesto, sacando un revolver de su traje y recargando esta con agresión.
Todo todas las personas del lugar solo soltaban susurros entre dientes mientras sus ojos se fijaban en las escaleras donde ese mafioso despareció con su mafia detrás.
Todos esa noche serían cómplices de una tortura en el segundo piso mientras disfrutaban de sus cenas.
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