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𝑣𝑖𝑖𝑖. 𝑭𝒆𝒆𝒍𝒊𝒏𝒈 𝒐𝒇 𝒑𝒓𝒐𝒕𝒆𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏.

 ━┅┅┄┄ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕠𝕔𝕙𝕠; ¿𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐄𝐒 𝐔𝐍𝐀 𝐑𝐄𝐌𝐄𝐑𝐀?.

     DECIR QUE VENUS NO ESTABA ENCANTADA ERA UNA VIL MENTIRA, ella estaba más que idiotizada observando el perfil encantador que le proveía la imagen de el castaño de ojos marrones profundos a su lado. No estaba de más decir que ambos se habían retirado del hospital y que estaban en camino a la gran mansión del aclamado señor Stark. Su rostro concentrado en el tránsito la descolocaba. Podía ver como una pequeña arruga se formaba en su entrecejo. Se sentía algo imbécil a decir verdad. Pero digamos que toda esa atención podrían malinterpretarse y Venus había pasado la suficiente mierda como para volver a confiar en un hombre, era malo satanizarlos, sí, pero Venus no sabía en quién confiar cuando de influencia se trataba. La Osborn no quería que Tony supiera el alcance que una simple mirada podía provocar. Trataba de hacer que no sea algo notorio, pero temía fallar y para una genio, aquello no estaba en discusión. Todo estaba más que cronometrado y calculado. Todo, menos está situación de mierda que le había tocado vivir por el imbécil de su padre, aquel que quería extorcionarla con Harry. Ella no quería averiguar de qué era capaz, por lo que esperaba poder llegar al hogar del castaño y tomar cartas en el asunto.

     El auto se movía a velocidad mientras Tony trataba de no prestar atención a la intensa mirada de la joven. Decir que aquello era una condena, era tan cierto, como el hecho de que estaba teniendo problemas con sólo su atención puesta en él (si saben a lo que me refiero). Era una tentación tenerla a su lado y horrible no poder hacer nada, el se ponía un alto, la estaba ayudando y punto.

     Tony Stark estaba preocupado por una desconocida a la que — probablemente le haya pasado algo definitivamente malo con su ex y ahora con su padre —quien era él aclamadísimo Norman Osborn. Ah, por que sí, ella no era cualquier mujer no, él justamente se fijo en aquella que no podía tocar ni con un palo. Por que la jovencita era tan conocida y menor que podría sufrir varias consecuencias indeseables.

     Las cuadras en el auto de alta gama pasaban tan rápido que sólo unos paisajes difuminados por el pasar se notaban, hasta que Venus cansada del incómodo silencio que había entre miradas demasiado atentas, rompió esa frecuencia nula que a ella particularmente le incomodaba, por que literalmente sentía la ardiente mirada quemandola.

     —¿Puedo poner música? —preguntó ella casualmente mirándolo de reojo y tratando de no sacar a flote un insulto, por que odiaba mucho estar mirándolo como si fuera el último bocado de helado de chocolate.

     Tony le dedicó una mirada inhentantado que sea desinteresada, y pensando «por dios que no sea algo muy meloso» «cualquier cosa menos pop, por favor».

     —Oye, niña. En mi auto, mis canciones, el que conduce manda —le avisó el castaño pensando en tener que escuchar cosas que probablemente odie con todo su corazón. El Stark era una fiel fanático de ac-dc y no estaba de más aclarar que del rock. Ya suponía lo que ella pondría y se negaba a esa tortura hasta llegar a su ❝humilde aposento❞.

     —Oh cállate anciano, pondré lo que quiera, tu ya me dejaste en el sillón, así que esta es mi condición.

     El de ojos castaños la mito con recelo ¿por qué carajos hacía esto?. Ah, sí. La había atropellado para luego caer estrepitosamente en un conjuro. Claramente, eso era, aja.

     Tony cerró los ojos compadeciendose trágicamente de sus oídos.

     —Listo ya está, me hice la idea, que venga la tortura. —declaró con aire fatalista mientras concentraba su vista en la ruta hacia su casa en Malibú.

     —Gracias anciano. —pronunció.

     Venus buscó una radio, y por casualidad encontró tema que le encantaba, ❛Like a virgin❜, canción de Madonna, la cual empezó a cantar a todo volumen.

     Tony quiso pegarse la cabeza contra la ventana, hasta que el tema pegajoso hizo estragos en su cuerpo haciendo lentamente que el ritmo lo lleve. Venus quien estaba cantando a todo volumen río.

     —¿No, que no te gustaba viejo? —dijo descaradamente.

     El le devolvió una mirada que no era avergonzada, pero si como si quisiera ocultarlo con toda su alma «Ja, ¿no, qué no? eh».

     —No hables, mini demonio —le dijo tragando saliva nervioso. —¿Qué quieres? —preguntó de reojo mirando el perfil de la castaño con esos labios regordetes que buscaban que el se encargara de morderlos «shu, controlate» se dijo.

     —Humm, déjame pensarlo Tony —
declaró sonriendo ladinamente mientras saboreaba su nombre. —Creo yo, que esto requiere que tú duermas en el sillón.

     —No, eso no. —negó sin dudarlo, él no era estúpido, un poco idiota a veces podía ser, pero no idiota. Pero, debía aprender que con Venus Osborn debía ceder, por que ella con sus respuestas honestas y comportamiento nada recatado, le joderian la cabeza.

     —¿Cómo se llama tu amigo? ¿Ese que es cercano tuyo y militar?... humm, me parece que se reirá por días.

     —¡Bien! ¡tú ganas ángel!... aunque a esta altura no se si llamarte demonio —susurró suavemente.

( 🏡 ).

     CUANDO LLEGARON A LA CASA DE TONY, su residencia, mansión, lugar casi paradisíaco o como se llamará. Venus miraba las ventanas del lugar y el paisaje. No es que no estaba acostumbrada al lujo, pero definitivamente amaba los grandes ventanales que dejaban dislumbrar el océano y el sol saliente que seguro se podía ver al amanecer. Era de noche, escuchaban a murciélagos hacer ese característico sonido que ocurría al cazar y Venus pensaba en lo agradecida que estaba con el genio por cederle un lugar para dormir. Tenía miedo todavía, por que debía buscar sus cosas a su casa, pero iría el día en que su padre estaría en una reunión de viaje, que era justamente mañana. Debía tomar ropa, dinero y ciertos archivos suyos referentes a su proyecto, ella tenía los controles de mando y claves del ojo de todo.

     Al entrar, luego de dejar el auto negro hermoso en el estacionamiento en un silencio nada común de ambos, por fin estaban dentro de la casa. Ambos se daban miradas desinteresadas probando suerte por si veían una reacción nueva en el otro. Se descubrían mutuamente.

     —Puedes pasar. —dijo Tony dando el paso hacia dentro mirando que la joven lo siguiera.

     La joven lo miró cuando el guio el paso y pensó en que realmente le parecía un hombre atractivo, tenía que estar ciega para no notarlo.

     —Sí, no me digas.

     —¡Ja uno invita, y encima me tratas mal!

     —Sip, es la vejes. Debe serlo. —dijo Venus pensando en las actitudes del castaño.

     Tony la miro de una mala manera, ambos habían llegado a la sala principal donde había unos muy grandes ventanales, un super plasma y otras preparaciones que el stark había hecho con antelación. Con un buen arquitecto y sus indicaciones para preparar todo a su gusto.

     —Ven el cuarto esta por aquí —le mencionó dándole una mirada a la joven.

      —De acuerdo.

     Antony guió nuevamente el paso, hasta una habitación con una puerta blanca con relieves en negro. El enorme cuarto gris fue mostrado cuando el castaño abrió la puerta. Tenía bastante lujo considerando que era un cuarto adicional, una cama de dos plazas en el medio y un ropero enorme vacío en un costado. Tenía un plasma y frazadas blancas que se veían acolchonadas y la chica perjuraba que tenía plumas dentro.

      —Taraan, es el cuarto de invitados. Tienes suerte de estar cerca de mi cuarto por si necesitas algo, humm digo. Por allá esta la cocina y por la ropa no te preocupes que puedo mandar a mi asistente por ropa nueva.

     Ella negó.

     —Tengo que ir a casa mañana, tengo cosas muy importantes en mi habitación.

     El hombre la vio con sospecha. El pensaba que la joven podría robar un auto de su cochera y irse a la casa del hombre que no mostró ni una mísera preocupación por su hija.

      —No vas a ir sola. No se de que se trata esto, pero me inquieta esto ¡Mierda!. No dejaré que vayas sola.

     Ella lo miro con sorpresa.

      —No necesito eso, sólo un auto y nada más.

     Tony la miro con la ceja arqueada, ella era su invitada, la había chocado y por lo tanto era su responsabilidad que la menor de edad estuviera bien.

      —No vas a ir sola, ya te lo dije. Ahora ve a dormir niña —Tony miró la vestimenta de la joven notando que sería incómodo para ella dormir así —¿Quieres una remera?.

     Ella lo miro como diciendo «¿para qué?».

      —Ey no me mires así, eso parece incómodo —le mencionó señalado su vestimenta. ¿Desde cuándo Tony Stark se sentía cohibido de decirle algo así?. 

      —Bien. —le contestó Venus.

      —Espérame aquí, voy por una —le anuncio para luego dar media vuelta esquivarla para salir y después irse por la puerta.

     La joven castaña observo su figura desaparecer. ¿Estaba loca por confiar en alguien que no conocía?, el tiempo lo diría.

     Unos minutos pasaron hasta que Tony apareció con una vieja remera negra con un estampado de una de esas viejas bandas que el hombre amaba. Venus respiró profundamente y no comentó nada acerca de que amaba a acdc, no le pareció oportuno decirlo, todavía no lo conocía del todo.

      —Toma. —le dijo dándole la remera—es la única lavada...

       —Gracias —le comento tomándola y sonriendo —. No hacía falta pero gracias por preocuparte.

      —Ni lo digas —se rasco la barba —Te dejo dormir, descansa niña. Mañana debemos ponernos al día y me contarás que pasó.

     Tony Stark se marchó dejando a Venus pensando en cómo diría lo que paso, si es que no lo recordaba bien. Su mente no recordaba nada y estaba en blanco, solo el sentimiento de angustia persistía. La sombra de lo pasado la había perseguido como un fantasma que recordaba. Cuando la puerta se cerró la joven se dirigió a la cama acolchada y se tiro en ella de forma precipitada. Descanso unos segundos cuando se decidió a sacarse su ropa y ponerse la remera para dormir un sueño que reparará ese día pésimo que había tenido. Se levantó y parándose al lado de su cama se deshizo de sus pantalones, remera y su sostén torturador. La joven suspiro de alivio al acostarse en la cama tras deslizar la tela de la remera de Tony. Luego entre vuelta y vuelta; y cuando al fin encontró esa posición que relajaba su cuerpo, el aroma del castaño entró en sus fosas nasales y Venus hundió aún más su nariz en la tela negra de la remera vieja. Suspiró cómoda y se durmió sintiéndose protegida sin saber el porque.

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