
001; 𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎
VENOM — Ashtray.
001; ¡INTRODUCCIÓN!
LO MÁS APETECIBLE CUANDO finalizas un duro entrenamiento de fútbol es una botella de agua fría y una barrita energética de chocolate. Sí, simplemente eso. Era lo que siempre tomaba después de aquellas complicadas jornadas de deporte.
—¡Hey, Nati!— una morena de rulos muy alegre se aproximaba a mí a alta velocidad.
La joven iba en bicicleta, y por lo que se podía apreciar a simple vista, no se le daba nada bien hacerlo.
—¡Rue, cuidado!— grité preocupada al ver cómo la castaña se estampaba contra un árbol de la zona fuertemente. —¡Rue!
Corrí rápidamente hacia ella mientras aquella trataba de levantarse algo mareada.
—¡Por Dios, Rue! ¿Estás bien?— le pregunté ayudándole. —Ha sido un buen golpe.
Ella asintió indiferente. —Sí, sí, estoy genial. No es la primera vez que me pasa.
Al ver cómo soltaba una carcajada no pude aguantarme más la risa. —Tienes que tener cuidado.
—Cierto. Te doy la razón.— sonrió de lado rascándose un poco la nuca. —¿A dónde vas? ¿Vienes de entrenar?
—Ajá. Ahora mismo iba a la tienda de Fez a por algo; estoy seca. ¿Vienes conmigo?
La joven asintió enseguida. Fuimos andando hasta la tienda de nuestro pelirrojo favorito.
Fez era un joven de unos 20 años más o menos, y al principio suele ser muy cerrado con personas desconocidas, pero cuando lo conoces bien es una maravilla de persona. Ojalá decir lo mismo de su hermano menor, Ashtray, aquel tenía mi edad. Ese niño era lo más insoportable que había, con solo su mirada te hacía entrar en pánico.
—¡Hola, Fez!— entré a la tienda seguida de mi mejor amiga.
El pelirrojo llevó su vista hacia nosotras muy emocionado.
—¡Hey, chicas!— a pesar de que exclamó, arrastró algo las palabras como hacía siempre. —¿Qué tal estáis?
—Mal.— respondió Rue agarrando una bolsa de patatas.
—A mí me ha ido bien, vengo muy cansada del entrenamiento.— agarré las dos cosas que pensaba comprar. —A Rue le ha ido mal porque se ha comido un árbol montando en bicicleta, literalmente.
Fezco y yo no pudimos evitar reír, yo más ya que me acordaba de la escena.
—¡Eh, que sigo aquí!— exclamó ella con una sonrisa. —¿Tienes lo mío, Fez? Ya sabes el qué.
—Sí, lo tiene Ashtray. Está ahí dentro...— decía cuando la morena lo interrumpió.
—¡Mierda! ¡Me están robando la bicicleta!— salió corriendo de repente. —¡Ey, eso es mío!
Fez y yo nos quedamos sin saber qué decir, Rue era bastante impredecible, desde siempre.
Carraspeé antes de darle el dinero de lo que habíamos comprado. —Voy yo a por lo que encargó Rue.
El pelirrojo asintió, y suspirando me adentré a una de las neveras del establecimiento. Aquella puerta llevaba a una especie de oficina en la que un insoportable pelinegro pasaba la mayor parte del tiempo.
—Hey.— saludé.
Que me caiga algo mal no quiere decir que sea una maleducada con él, todo el mundo merece respeto. El joven se encontraba contando numerosos billetes. Compaltan, por favor, compaltan.
Sin ni siquiera mirarme a la cara me contestó. —¿Qué quieres, Nathalia?
Nadie me llamaba así. Mis apodos para todos eran Nat, Nati o incluso Thalia. A pesar de que mi nombre era con pronunciación francesa (no os lo he dicho pero yo soy de allí), el pelinegro lo pronunciaba perfectamente.
—Vengo a por lo de Rue.
Esas palabras fueron las que necesitó el joven para agarrar unas cuantas bolsas y dejarlas caer sobre su mesa enfrente de mí, para luego volver a seguir contando el dinero.
—¿Cuánto es?
Este carcajeó ligeramente. —Es gracioso que lo preguntes. Tu amiga Rue lleva sin pagarnos bastantes meses. Estas tres bolsas cuestan 50 dólares, así que calculo que nos debe unos 3000 con todo lo demás.
—Joder.— me quejé. —Espera, te los pago.
—¿Por qué mierda llevas 3000 dólares en los bolsillos como si nada?— preguntó el joven confundido.
—No tengo ni idea.
Mientras buscaba todo los billetes para ajustar todas las cuentas que tenía la morena con los hermanos, pude notar la mirada de Ashtray fija en mí, lo que me hizo ponerme algo nerviosa.
—¿Equipación nueva?— preguntó escaneando mi ropa de deporte.
—Oh, sí. Es la nueva equipación del equipo de fútbol femenino del East Highland High School. ¿Te gusta?
Hizo una cara de disgusto y asco mientras negaba. —No, está horrible.
—Tú sí que eres horrible, gilipollas.— le solté malhumorada, encima que intentaba ser amable y estaba emocionada de que viese la equipación.
El pelinegro se levantó y se acercó a mí con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo me has llamado, puta zanahoria?
Me reí molesta ante cómo me había insultado, no era la primera vez que lo hacía. —Lo que has escuchado, puto calvo de mierda.
—Serás hija de p...— se calló de repente y volvió a su sitio tratando de tranquilizarse. —Págame y vete de aquí. Molestas, como siempre.
—Eso era lo que pretendía hacer desde un principio.— respondí lanzándole los billetes al suelo. —Ahí tienes, recógelos tú.
Agarré las bolsas y salí lo más rápido que pude ignorando los gritos de Ash que me decían que volviese.
—¡Adiós, Fez!— fui corriendo hasta donde estaba Rue.
La morena estaba esperándome con su bicicleta, consiguió que no se la robaran.
—¿Tienes lo mío?— me preguntó acercándose a mí.
—Sí, aquí tienes.— le extendí su encargo. —Compartirás algo conmigo, ¿verdad?
Ella sonrió maliciosa. —Eso no lo dudes, Nat.
Llegué a casa después de haberme fumado dos cigarros con Rue en un banco del parque. Iba con sueño, estaba realmente cansada.
—¡Ya llegué!— anuncié entrando y cerrando la puerta.
La casa estaba en completo silencio, lo cual me preocupó bastante; siempre solía haber ruido, ya fuese mi madre o mi hermana.
Ande rápido dándole una ojeada a la casa en busca de vida en ella. Fue cuando entré en el cuarto de mi progenitora y la encontré dormida profundamente, como siempre. ¿Donde estaba mi hermana?
—Hola, Nati.— me tocó la espalda sobresaltándome.
—¡Joder, Camille!— me alejé asustada de mi hermana de cinco años. —No puedes aparecer así al lado de la gente.
Ella hizo una mueca triste. —Perdón.
—¿Cuánto haces que estás sola? ¿Desde cuándo está mamá dormida?— pregunté señalando con la cabeza a nuestra madre.
La pequeña pensó durante unos segundos antes de contestar. —Fue justo después de que te marcharas para el entreno.
Aquello había sido alrededor de las tres de la tarde, y ahora mismo eran las nueve y media cuando había vuelto.
—¿Llevas sola seis horas y media?— cuestioné algo apencada por ellas, quien asintió sin tomarle importancia, para ella era algo normal. —Mon amour, viens ici. (Mi amor, ven aquí).
La morena se acercó a mi y la envolví con mis brazos apegándola a mi cuerpo. Me sentía horrible por haberme ido toda la tarde con mi amiga mientras Camille había estado sola todo ese tiempo.
—Je suis désolé de ne pas être ici avec toi... (Siento no haber estado aquí contigo...)— le dije acariciando su suave mejilla.
Ella sonrió de lado haciendo que mi corazón se partiese en mil pedazos como lo hacía cada día últimamente. —Ça n'a pas d'importance, Nati. (No importa, Nati).
—Souhaitez-vous que nous commandions quelque chose pour le dîner? (¿Te apetece que pidamos algo para cenar?)— propuse tratando de ignorar la situación.
—¡Oui, c'est une super idée! (¡Sí, es una gran idea!).
—¿Pizza?— pregunté agarrando mi móvil para llamar a alguna pizzería al ver cómo mi hermana asentía en respuesta.
La luz del sol se colaba a través de mis persianas, indicándome que ya era de día. No tardo en soñar la canción "Señorita" de Abraham Mateo. Sí, la tenía de alarma, es un temazo y punto.
Me levanté y me vestí rápidamente, gracias a Dios lo tenía todo organizado desde ayer por la noche. Fui hacia la cocina y puse el pan para que se tostase mientras iba a despertar a mi hermana.
Abrí lentamente la puerta de su habitación. Sabía que ella odiaba que la despertaran para ir al colegio, como a la mayoría de niños y niñas del mundo, por lo que no quería ser escandalosa.
—Camille.— la llamé susurrando suavemente. —Tu dois te réveiller, chérie, il y a l'école. (Tienes que despertar, cariño, hay escuela).
La morena se frotó los ojos mientras suspiraba. —D'accord... (De acuerdo).
Bajé a la cocina y me di cuenta que no había más pan aparte del que íbamos a desayunar, el cual ya había terminado de tostarse, no teníamos para prepararnos comida para llevarla al instituto y al colegio.
—Merde...— me quejé pensando una solución mientras untaba mantequilla al pan y preparaba dos vasos de leche.
Escuché los suaves pasos de mi hermana bajando la escalera. Nos puse el desayuno en la mesa y esperé a que ella apareciese.
—Bonjour, Nati.— sonrió suave Camille mientras se sentaba en frente mía.
—Bonjour.— le pegamos un mordisco las dos a la vez a nuestras tostadas. —Faut qu'on aille dans un magasin avant d'aller à ton école, pour acheter les sandwichs, on n'a plus de pain. (Tenemos que ir a una tienda antes de ir a tu colegio, para comprar los bocadillos, no tenemos más pan).
Ella asintió entendiendo la situación. —D'accord, mais est-ce très loin? (Vale, pero, ¿está muy lejos?)
—Non, non, c'est assez proche. Ne t'en fais pas. (No, no, está bastante cerca. No te preocupes).
—Génial, car dernièrement il a fait très froid. (Genial, porque últimamente ha hecho mucho frío).
—Es aquí. Vamos.— le indiqué a Camille mientras entrábamos en el establecimiento.
A pesar de que afuera en las calles hacia un insoportable frío en finales de septiembre, el ambiente cálido de la tienda nos envolvió haciéndonos suspirar.
—¡Buenos días!— exclamé no muy fuertemente.
No había nadie atendiendo el mostrador. ¿Donde estaba Fez? De repente, un pelinegro salió del almacén.
—Oh, eres tú.— comenté irónica. —¿Dónde está Fez?
—¿Qué te importa?— me respondió malhumorado acercándose a nosotras, luciendo tranquilo al fin de todo.
Me crucé de brazos desafiante. —Por algo pregunté.
—Hoy me encargo yo de la tienda, Fez está haciendo repartos. ¿Feliz?
—¿De verte a ti? Ni un poquito, créeme.— vacilé mientras me desplazaba a por dos botellas de agua.
—Me la suda.— respondió mirándome.
—Pues te la secas— sonreí mientras dejaba lo que había agarrado en el mostrador. —En fin. queremos dos bollos de pan. Avec quoi aimez-vous le sandwich? (¿Con qué te gusta el bocadillo?)
—Mortadelle.— respondió Camille convencida.
—D'accord.— mientras Ashtray buscaba dos bollos de pan fui a buscar la mortadela.
Volví de nuevo al mostrador y me situé al lado de la morena como anteriormente.
—Eh, Laurent.— me llamó por mi apellido el pelinegro. —Dame lo que hayas cogido.
Le entregué el paquete de mortadela como me había dicho confundida. —¿Qué pasa?
—Calla, ahora vengo.— se fue adentro del almacén dejándonos a mi hermana y a mí confundidas.
—Il est très bizarre. (Él es muy raro).— comenté algo divertida haciéndole carcajear a mi hermana.
Ella mojó sus labios antes de contestar. —C'est vrai, mais ce n'est pas dégradable. (Es cierto, pero no es desagradable).
—Non, ce n'est pas désagréable. C'est juste une personne très sérieuse, mais il n'est pas mauvais ou quoi que ce soit... (No, no es desagradable. Solo es una persona muy seria, pero no es malo ni nada de eso...)— dije con una suave sonrisa.
Aunque anteriormente dijese que Ashtray no me caía bien, no era del todo cierto. Muchas veces chocábamos el y yo, bueno, casi siempre; pero eso no significaba que él me cayese del todo mal. Era solo que el pelinegro es de una condición y yo de otra.
—Aquí tenéis.— apareció de repente con dos bolsas, en los que iban nuestros bocadillos preparados y calentitos.
Aquella acción me sorprendió bastante, ¿estaba siendo amable? —Vaya, gracias.
Le pasé los dos bocadillos a mi hermana para que los agarrara mientras yo le pagaba al joven.
—¿Cuánto es?— pregunté sacando mi cartera.
—Nada.— respondió tranquilo.
Me confundí de nuevo. —¿Cómo que nada? ¿Gratis?
—Sí.
—No, no digas tonterías. Pienso pagártelo, ¿cuánto es?— cuestioné de nuevo.
El pelinegro suspiró pesadamente. —Te he dicho nada. Para.
—Bueno.— acepté al final recogiendo mis cosas para irnos. —Muchas gracias, Ashtray.
Él asintió indiferente mientras nos veía salir de la tienda. Había tenido dos gestos muy bonitos que no eran normales en él.
Unas horas después agarré mi móvil divertida. Realmente quería que el pelinegro se enojara, era demasiado gracioso. Que nadie me pregunte como conseguí el numero de Ashtray, porque ni yo sé cómo conseguí que me lo diese.
—Oye, Ashtray. Muchas gracias por lo de antes.— le escribí por WhatsApp.
Este no tardo en contestar, seguro estaba con su móvil.
—Ya me lo dijiste.
—Te levantaste hoy contento, ¿no?— pum, ahí iba la pregunta del millón. Atentos, el mundo iba a estallar.
—Déjame en paz, estúpida. No me escribas.— me estaba riendo en silencio en plena clase ante aquel mensaje.
—Vale, mi rey.💋💋💋— apagué mi móvil con una sonrisa y seguí atendiendo en clase.
author's note
¡Mi primer capítulo de este libro! ¡Qué ilusión, por Dios! Estoy demasiado ilusionada con todo esto.
Espero que les haya gustado e interesado.
Si alguien sabe francés y ha visto algún fallo, que por favor me lo diga. Yo solo se español e inglés, francés no 😭
No se olviden de votar y comentar!!
~Pauu 🫶🏻🤍
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