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ONE | THE MONSTER WITHIN US

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CHAPTER ONE:
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the monster within us

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DYLAN BROCK contuvo un suspiro molesto y forzó una sonrisa mientras hojeaba uno de los menús de comida que habían sido entregados a ella y a su cita. El chico, Tyler, era un compañero de clases con el que solía hablar por mensajes de texto durante las vacaciones y con quien había terminado concretando una cita, y nada había salido según lo planeado cuando él comenzó a comportarse con arrogancia y, tratando de impresionarla, no había parado de hablar sobre sí mismo.

La camarera apareció con un par de vasos de refresco y una cesta de palitos de pan en el preciso momento que Dylan estuvo tentada a levantarse de su asiento e inventar una excusa para largarse del lugar.

— ¿Han decidido qué van a pedir? — preguntó, mirando a Tyler con un brillo en los ojos mientras lo evaluaba.

—Tomaré la lasaña — respondió él.

Ella se volvió hacia Dylan a regañadientes.

—Los canelones rellenos para mí — la castaña contestó.

—Su comida estará lista pronto.

La sonrisa coqueta seguía ahí, y Dylan tuvo que contener el poner los ojos en blanco cuando el chico frente a ella la devolvió, la camarera se marchó contenta.

— ¿No te dije que te ves hermosa esta noche? — su cita habló regresando su mirada a ella.

—Sí, cuatro veces — murmuró poco emocionada.

Tomó el vaso de la mesa y dio unos sorbitos a su refresco; luego, al parecer sin notar el descontento de la castaña, el chico continuó hablando sobre algo relacionado al béisbol... ¿o era fútbol?

Dylan consideró si seria de mala educación usar su teléfono y ver sus redes sociales, o quizás mandarle un mensaje a su padre para preguntarle cómo le había ido con su exclusiva-allanamiento.

Empujó la cesta con palitos de pan hacia ella.

—Wow, ¿en serio? — murmuró al evaluar la expresión expectante de Tyler, pareció no equivocarse en su respuesta, porque el chico asintió con una sonrisa y continuó con el parloteo. Tomó un palito y comenzó a mordisquearlo por un extremo.

Ya llevaba la mitad de la cesta cuando la camarera apareció detrás de su cita con la comida en manos. Dejó el plato delante de ambos.

—Tengan buen provecho.

Ambos le agradecieron y su comida fue devorada en silencio. Gracias a Dios. Luego de unos veinte minutos, los platos estaban vacíos y sus estómagos satisfechos. Él pagó la cuenta y salieron del local.

— ¿Te llevo a tu casa?

—No — ella respondió con demasiada rapidez. Carraspeó —. Tengo que hacer unos pendientes antes de regresar a casa.

Dylan tarareó mientras entraba a la tienda familiar y saludó a la Sra. Chen con una inmensa sonrisa.

— ¡Hola, señora Chen! — la anciana levantó la cabeza y correspondió la sonrisa.

—Bienvenida de nuevo, Dylan — luego frunció el ceño al ver a la joven entrar sola —. ¿Qué haces sola a estas horas de la noche?

La castaña hizo una pequeña mueca, continuando su camino por las repisas. —Vengo de la peor cita de mi vida y pensé en aprovechar para llevarle algo de comida a mi papá.

La Sra. Chan se rió. —A veces me pregunto cómo alguien tan dulce como tú puede compartir sangre con él.

— ¿Qué le digo? Le arrebaté todo el encanto que tenía — bromeó, sus manos agarrando una caja de chocolates y luego los fideos, y justo cuando estaba a punto de caminar hacia las tartas, escuchó la fuerte voz de un hombre.

—Botella de whisky, y quiero mi cambio.

Dylan frunció el ceño, alzó su cabeza sobre el estante y vio a la señora Chen temblorosa y a un sujeto con una pistola en la mano.

Una vez que la señora Chen le dio lo que quería, el hombre volvió a meter el arma en el bolsillo y se marcho. Dylan se acercó al mostrador y la señora le lanzó una sonrisa triste. Le mostró los chocolates y los fideos, sin molestarse en tomar las tartas que había pensado comprar antes.

— ¿Eso es todo por hoy, cariño? — Dylan asintió y puso un billete de 20 dolares en el mostrador. La Sra. Chen puso el dinero en efectivo en la caja registradora y le lanzó una sonrisa radiante antes de que Dylan se fuera.

—Disfruta el resto de la noche, señora Chen — le dio las gracias cuando salía de la tienda.

Consideró en tomar un taxi pero el apartamento se encontraba a dos cuadras de distancia así que decidió caminar. Mientras lo hacía, no pudo evitar que su cabeza se inclinara hacia atrás, saboreando el aire nocturno que atravesaba su rostro y huía a través de su cabello suelto, miró las estrellas, brillaban y parpadeaban sin nubes que las nublaran.

El sonido de un silbido se arrastró cerca de ella y volvió la cabeza. Su rostro calmado se convirtió en una mueca de disgusto. Un hombre se acercó a ella y, a juzgar por su falta de equilibrio y andar descuidado, estaba borracho.

Rodó los ojos y siguió caminando, ignorándolo.

—Oye, hermosa — la voz esta vez se escuchó más cerca ella —. Quiero saber el nombre de una belleza como tu — un ronroneo resonó en el hombre.

—Mira, amigo — Dylan se volteó para enfrentarlo —. No tengo tiempo para tu estupidez, así que aléjate antes que... — la chica se tensó. La sensación no deseada de una mano en su brazo la hizo sentirse muy incómoda. Su pierna salió disparada hacia la ingle del hombre, golpeándolo con la punta de sus botas. El hombre se tambaleó e hizo ruidos de dolor —. Como iba diciendo, antes que llame a la policía por acoso a una menor. Sin embargo, ahora deberías ir a un doctor, porque no vas a tener hijos pronto, idiota.

Rápidamente se dio la vuelta y prácticamente comenzó a trotar para llegar a casa.

—Papá, ya llegué — avisó entrando al apartamento y dejando las llaves y bolsa de comida sobre la mesa. Poco después, Eddie apareció y Dylan lo miró preocupada al verlo hecho un desastre —. Jesus, te ves un asco, papá.

— ¿Dydy? ¡No puedes estar aquí ahora mismo! — gritó en un susurro.

—De acuerdo — murmuró un poco ofendida —. Sé que tengo que disfrutar los "mejores años de mi vida" pero el que no me quieras en casa antes de las diez de la noche es excesivo, ¿no crees?

—Lo-lo siento, cariño — tartamudeó, fue cuando la castaña percibió el miedo y ansiedad en su postura, junto con sus dedos jugueteando entre sí.

— ¿Sucedió algo en tu allanamiento en la Fundación Life?

Cuando Eddie la había llamado para contarle la locura que estaba a punto de cometer y que posiblemente llegaría tarde, si Dylan hubiera podido lo habría golpeado por tal estupidez. Y lo hubiera hecho, si no fuera porque el había llegado cuando ella estaba dormida, y se encontrara posiblemente con tal resaca en la mañana que se encontraba tirado en el baño a la mañana siguiente.

Su padre asintió efusivamente mientras caminaba de un lado a otro.

—Vi a María. Estaba atrapada allí, en una especie de celda. La saqué pero se volvió loca y me atacó y-y ¡sigo escuchando una voz en mi cabeza!

—Papá, respira — dijo con voz pausada acercándose lentamente a él.

— ¡No! ¡No te acerques!

La menor soltó un grito ahogado y dio un paso hacia atrás cuando los ojos de Eddie se volvieron blancos. Completamente blancos.

Sin embargo, pronto la mirada de Eddie se volvió confusa. Cuando alguno de los dos estuvo a punto de hablar, alguien comenzó a golpear violentamente la puerta.

—Yo... No te preocupes, yo abro — la chica murmuró acercándose a la puerta.

— ¡Espera, Dylan! No abras la- — comenzó a advertir su padre, sin embargo, la castaña ya estaba abriendo la puerta para quien estuviera del otro lado. En lo que pareció un instante, la puerta se abrió de golpe cuando un sujeto con un arma comenzó a invadir el departamento. No mucho después, más personas irrumpieron.

—Oye, Eddie — habló uno de los hombres armados —. Necesitaré que me devuelvas la propiedad del señor Drake.

Dylan volteó a ver a su padre con una mirada molesta, luego los hombres les apuntaron con pistolas eléctricas.

Tanto padre como hija levantaron las manos en señal de derrota en un instante.

—Estoy levantando las manos — las miradas se dirigieron a Eddie, quien siseó en voz baja. Bajó forzadamente los brazos antes de volverlos a subir, repitiendo varias veces la misma acción —. No-no lo estoy. ¡No! Es que soy una persona de buenos modales.

— ¿Papá?

—Duérmanlos a los dos — ordenó el mismo hombre de antes. Y para su mala suerte, acataron las órdenes. Les dispararon. Dolía como el infierno.

Sin embargo, tan pronto como sucedió, una sustancia viscosa salió de su antebrazo y empujó a uno de los hombres por la ventana. La sustancia negra se aferró a otro de los hombres y lo arrojó al techo, se dejó caer y se estrelló contra la mesa de café.

— ¡Dylan, escóndete! — Eddie gritó con preocupación, no sintiendo el control de su cuerpo. La castaña miró a todos lados, y no teniendo otra opción se escondió detrás del mueble.

Eddie, sintiendo que su pierna se volvía más pesada, miró hacia abajo para ver la viscosidad negra alrededor de su pierna. Todo su cuerpo se dio la vuelta y golpeó a uno de los hombres que intentaba levantarse.

Otro hombre había entrado con una pistola y le apuntó. Sintió que la cosa movía su brazo para agarrar el taburete de madera cerca de él y entendió la idea al instante. Eddie se las arregló para levantarse del suelo y golpearlo en el estómago con el taburete.

Después de que todos los intrusos se encontraran golpeados e inconscientes, Dylan mostró la cabeza detrás del mueble.

— ¿Estás bien? — su padre jadeó sin aliento. Ella asintió y salió de su escondite con las piernas temblorosas y se acercó a él, vacilante.

Cuando el mayor estuvo a punto de tocarla para tratar de calmarla, sintió que algo salía disparado su espalda, lo que lo hizo tropezar un poco hacia adelante. Ambos miraron hacia atrás y encontraron a otro de esos tipos tirado junto a la puerta, noqueado.

—Demonios — murmuraron para ellos mismos, antes de salir corriendo del apartamento. Se dirigieron hacia las escaleras, pero se detuvieron rápidamente cuando vieron a más hombres armados subiendo. Dylan chilló cuando sonó otro disparo de bala.

De repente alguien la tomó por la cintura y corrieron hacia la ventana. La joven comenzó a protestar, pero no sirvió de nada ya que su cuerpo fue rodeado por la masa negra antes de ser arrojados contra la ventana, rompiéndola. Sintió un grito salir de su garganta y mantuvo los ojos cerrados con fuerza, hasta que sintió su cuerpo compactar con el suelo plano.

Siseando de dolor, cuando algunos fragmentos de cristal se incrustaron en sus manos y rodillas al rodar por el suelo de un apartamento al azar.

—Amigo, ¿cómo hiciste eso? — exclamó unos de los dueños del apartamento.

—Tengo un parásito...

Pronto volvieron a sonar los disparos. Afortunada, ninguno de ellos los golpeó cuando se formó una barrera de la masa viscosa negra, así que aprovecharon la oportunidad y salieron corriendo.

— ¿Qué diablos está pasando? — exclamó Dylan, exaltada, una vez salieron del edificio, mientras sacaba los pequeños fragmentos de vidrio dentro de ella y los arrojaba al suelo. Sin embargo, Eddie se encontraba ocupado hablando con la voz en su cabeza.

La castaña se sobresaltó cuando el mayor fue empujado hacia la pared de ladrillos. Sin poder moverse, casi pegado a ella.

—Sabes, estoy comenzando a creer que tienes algo más que un parásito — murmuró Dylan en un intento de sonar casual, apoyándose del auto frente a ellos.

—Esto no es gracioso, Dylan — exclamó él, exasperado. Pero su atención se desvió a otro sonido que resonó a su alrededor. Giraron sus cabezas hacia un lado para ver un dron flotando antes de que comenzara a dirigirse hacia ellos. Ambos se hicieron a un lado justo cuando el dispositivo se estrellaba en el lugar exacto en el que estaban.

—Creo que me quedaré aquí — murmuró Dylan viendo a su padre subirse a su moto, negándose a seguir con aquella persecución.

— ¡No! — la voz de Eddie sonó distorsionado, más grave —. Te podrían atrapar — le pasó su casco y ella se lo puso mientras refunfuñaba y se subía a la motocicleta, detrás de él y abrazándolo con fuerza de la cintura.

No perdió el tiempo en poner en marcha la motocicleta y escapar. La joven apretó con fuerza el torso de su padre. No podía concentrarse en las cosas que pasaban a su alrededor. No con su cabeza palpitando. Bajó la cabeza al sentir el toque frió, vio como la sustancia negra y viscosa se enrollaba en su cintura; quiso pensar que era para evitar que se cayera.

Sentía la adrenalina fluir constantemente por sus venas. En cualquier momento hubiera resultado vigorizante, ahora estaba demoliendo su mente y cuerpo. Toda la surrealista situación la estaba aterrando.

— ¡Tenemos compañía! — alertó Dylan mirando hacia atrás. Los drones ya no estaban siguiéndolos, en su lugar había unas camionetas USV.

Un zarcillo salió disparado del brazo de Eddie, agarrando a un poste. Sintió ganas de vomitar cuando dieron un giro brusco y la bicicleta se deslizó de lado, la masa negra los protegió de herirse con el suelo.

—De acuerdo, ¡eso fue increíble! — una sonrisa incrédula apareció en el rostro de la menor.

Sin embargo, su emoción se reemplazo con un chillido de miedo cuando la motocicleta fue disparada en el aire y al dejar de sentir el transporte debajo de ella.

El miedo logró dispersarse un poco cuando la empujaron hacia la bicicleta y abrazó al conductor con todas sus fuerzas. La moto golpeó el suelo y se dirigieron cuesta abajo. Ambos Brock advirtieron a gritos cuando estuvieron a punto de chocar contra una cerca. Los zarcillos se enroscaron alrededor de la valla mas próxima y fueron empujados hacia adelante, lanzándolos por encima de la valla cayendo hacia otra calle.

Una risa escapó de sus labios, tratando de iluminar su propio estado de ánimo, miró detrás de ella y les mostró el dedo medio.

Su felicidad y aire se cortaron cuando un grito agudo escapó de su garganta cuando sintió que su cuerpo salía volando de su bicicleta. No podía ver el suelo e inmediatamente pensó en la muerte cuando nuevamente fue cubierta por la sustancia negra. Ciertamente la protegió de la caída y de romperse algún hueso, pero dio varias vueltas en el suelo cuando la masa la soltó.

Le dolía el cuerpo. Sus ojos se movieron rápidamente hacia el sonido de la voz de un hombre. Pero no iba dirigido a ella, sino a Eddie.

Sin embargo, algo comenzó a cubrirlo y su padre ya no estaba. Parecía cualquier cosa menos humano.

La figura de pie era de tono negro y textura viscosa, como petróleo. Parecía tener una postura fuerte, hombros anchos. Tenía ojos, pero eran blancos. Totalmente blancos, sin pupilas. Se podían ver venas grises en casi todo su cuerpo y los dedos de sus manos parecía garras, afiladas y puntiagudas. La voz profunda y grave, casi monstruosa llego a sus oídos, pero no pudo captar sus palabras.

Dylan se incorporó lentamente en el suelo, mirando entre fascinada y aterrada a la imponente figura. Sin embargo, el pavor y las nauseas las invadieron cuando la criatura arrancó la cabeza de uno de los hombres armados, y se la comió.

La castaña dio tropiezos hacia atrás cuando la mirada del monstruo se dirigió hacia ella y chilló cuando la tomó por la cintura y la apretó contra su pecho. Su cuerpo se sacudió en diferentes dirección mientras saltaba sobre los coches de policía. Se detuvieron por un momento en una calle vacía y dejó a la joven en el suelo.

Estarás a salvo aquí — la figura gruñó, su voz estaba un poco distorsionada, pero profunda y ronca. Luego, se alejó rápidamente, creando un desastre a su paso y dejándola sola.

—Pero, ¿qué demonios? 

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