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ÚNICO

𝐕𝐄𝐍𝐃𝐄𝐓𝐓𝐀
" VENGANZA "


Tomó la bolsa de papel entre sus manos, caminando con lentitud hacia el hospital. Una pequeña sonrisa se extendía en sus labios mientras con tranquilidad pensaba en lo mucho que Aura disfrutaría de las galletas que Alfred con mucho gusto había preparado para ella.

Apresuró el paso cuando ya estaba cerca, subiendo las escaleras sin darse mucha cuenta del hombre sospechoso que pasaba a su lado, un rastro de sangre en la mejilla del hombre; que él no pudo detectar por su entusiasmo, se dejó ver. Lo que si pudo detectar fue como a su lado unos tres policías corrían hacia el pasillo de la habitación de su hija, junto a unos enfermeros que delante de la puerta de aquella habitación susurraban entre ellos.

"Alguien entró a la habitación de la señorita Todd y la asesinó"

"Una enfermera logró ver a un hombre sospechoso tratar de cambiarla de habitación."

"Pobre criatura."

Su cuerpo caminaba en automático acercandose a la camilla en donde su amada hija descansaba, dejó caer la bolsa de galletas y su chamarra al suelo, caminando con lentitud hasta la camilla donde se arrodilló a un lado y tomó con manos temblorosas el lobo de peluche que tenía rastros de sangre en él.

Apretó con fuerza el peluche entre su mano, observando el rostro pacífico que su hija otorgaba inerte entre sábana llenas de sangre.

Sabía muy bien quien había hecho eso, y éste pagaría con sangre lo que había hecho.

(...)

No le tomó demasiado tiempo encontrar uno de los peones del verdadero asesino, aunque primero tenía que cerciorarse de que fuera el que pensaba. Y si estaba en lo correcto, el mundo arderia gracias a la ira que los ojos de Red Hood reflejaban.

Sus pasos retumbaban en el pasillo, fuertes y claros. La noche ya había llegado y parecía engullir cada pizca de luz que apareciera. Enfundado en su traje táctico negro con una chaqueta de cuero marrón y sus botas de combate caminaba con paso decidido hacia la última puerta de los departamentos de los barrios bajos.

En su rostro una máscara de domino dejaba en incógnita su identidad mientras con sus manos le quitaba el seguro a su arma favorita y apretaba los dientes, pateando la puerta al llegar a su destino hasta romperla y exaltar al hombre que dentro de éste lo miraba parado en la sala.

El hombre retrocedió al verlo, identificando el murciélago rojo en el pecho de Red Hood. Tragó y tomó valentía, moviéndose rápido para estrellar su puño contra el rostro del enmascarado que colocó su arma de nueva cuenta en su funda en un movimiento ágil y esquivó el golpe, tomando al hombre del brazo y empujandolo contra una mesa ratonera hasta dejarlo aturdido en el suelo.

El criminal gruñó de dolor.

Por su parte, Red Hood se lo tomó con tranquilidad dejando una seriedad mortífera en su rostro con una latente sed de sangre que hacía un largo tiempo no sentia, sus ojos aqua expresando todo el caos y el deseo maniático de matar. Con parsimonia tomó al hombre del cabello y lo levantó contra su voluntad, dándole un puñetazo certero en el rostro que dejó volar algo de sangre que pintó las paredes y su traje. El hombre se apoyó en la pared; aturdido, sintiendo segundos después como las manos del ex mercenario rodeaban su cuello como una mortífera serpiente dejandole sin respirar rápidamente.

Trató inútilmente de zafarse del agarre, mirando con pánico los ojos llenos de locura de Red Hood que su rostro parecía no querer expresar. Apretó un poco más, más y más, dejando casi inconciente a su oponente para luego tomarlo del cuello de su ropa y repartir descontrolados pero certeros puñetazos al rostro del hombre.

Uno más fuerte que el otro, llenándose las manos enguantadas de la sangre de su enemigo que luego de un rato dejó en el suelo retorciendose del dolor.

Con tranquilidad se sentó en el sofá individual que había en el lugar, deleitandose al ver como su presa retrocedía entre jadeos y sollozos de dolor al ver como sacaba su arma de la funda a un lado de su muslo.

-¿Sabes quién era la niña que mataste? -cuestionó aún sin una expresión clara en su rostro, jugando con el arma en sus manos.

El hombre se removió.

-No lo se.

-Era mi hija. -admitió con tono neutro, colocando la punta de su arma en el rostro del hombre que lo miro bajando su vista al suelo. Red Hood paseó el arma por su rostro ensangrentado hasta llegar a su garganta hasta hacer presión allí.- ¿Quien dio la orden?

Su presa negó efusivamente, Red Hood lo miraba atento sin dejar de hacer presión.

-Nadie la dio. Estaba borracho y quería asesinar a alguien. Estaba muy alterado y no pensé.

La ilusión de como una esquina de los labios de Red Hood se estiró desapareció tan rápido como llegó, casi como un tic.

-Así que matas al azar.

Su voz se volvió aún más gruesa y neutra que el hombre volvió a removerse.

-Si.

Red Hood negó, bufando.

-Quiero que me entiendas, después de todo mataste a mi hija.

Y sin rastro de vacilación disparó a la rodilla del hombre, los huesos crujieron y se escuchó fuerte y claro el grito del hombre que entre lloriqueos pedía que no lo matara. Qué ingenuo era, pero le daría un oportunidad más.

-Dime la verdad.

Apuntó esta vez hacia el brazo del hombre.

-Y-Ya se lo dije e-estaba muy borracho. Por favor, señor...

Red Hood suspiró, disparando de nuevo. Escuchando los lamentos del hombre que dejaba caer su sangre en la alfombra. El rostro del ex mercenario ya se encontraba bañado con varios rastros de sangre, así que se llevó una mano a la cara y limpió con lentitud, negando.

-¿Que haré contigo, pequeña alimaña?

Minutos después el hombre caminaba con rapidez hacia la gran casa que se imponía ante él. Detrás, Red Hood caminaba con tranquilidad mientras lo seguía, acabando con todos los guardaespaldas que se metían en el camino entre su presa y él, hiriendolos con fuertes puñetazos, disparos y patadas certeras que dejaban a aquellos insectos en el suelo.

-Muevete.

La orden fue escuchada por el hombre que caminó de nuevo hacia la entrada de la casa. Segundos después el hombre entró al lugar, suplicandole al hombre que tranquilamente bebía de su vodka mientras una mujer rubia bailaba para él en un diminuto vestido dorado. Ambos detuvieron sus acciones al ver al hombre, la rubia dándole una mirada burlona mientras se sentaba a un lado del peliverde.

-Por favor, se...

Y el rostro de aquel hombre de cabello verde y sonrisa maniática se pintó de varias gotas de sangre que salpicados desde el agujero en la frente del hombre que poco después se desplomó en el suelo.

Se escuchó el grito sorprendido y extasiado de la rubia mientras se quejaba de la sangre en su rostro. Detrás de la victima, Red Hood con su arma en alto se dejaba ver como la furia de un huracán aún apuntando hacia ellos.

-Oh, Hola Hood. ¿Que te trae por aquí, viejo amigo? -preguntó el Joker con naturalidad, dándole un sorbo a su bebida.

Red Hood apretó los dientes, disparando hacia las lámparas que convenientemente se encontraban muy cerca del peliverde.

El Joker soltó una carcajada, levantándose del sillón para darle la cara al hombre que había un tiempo había estado en el radar de sus sutiles arranques de locura descontrolada. Una sonrisa se extendió en sus labios pintados de rojo, deleitandose a viva voz de la locura que se podía ver a través de los ojos aqua de Red Hood, había logrado tocar una fibra sensible en el ex mercenario que no desaprovechó para nada.

-¿Recibiste mi regalo? Espero que si, por que lo hice con mucho amor. -y otra carcajada se escuchó en el lugar, poniendo aún más molesto a Red Hood que apretó el arma en su mano.

-No sólo fue cruel lo que hiciste, sino una enorme tontería. -su voz neutra hizo sonreía al par que lo miraban interesados, escuchando atentamente- Se que haz matado a muchas personas, incluso lo hiciste conmigo ¿Pero sabes por qué no te asesine? Por conveniencia.

Se acercó al de sonrisa psicópata, con pasos lentos y firmes hasta colocar la boca del arma a unos cuantos centímetros lejos entre ceja y ceja.

-Tenía un trabajo importante que hacer y si te mataba se me complicarian mucho las cosas, pero matar a tu perra no tanto. En todo caso ahora tiene que morir.

Y direccionó su brazo hacia Harley que con una sonrisita nerviosa miraba con insistencia a su amante.

-¿P-Pudin?

El Joker se encogió de hombros, agrandando su sonrisa y haciendo que Red Hood entrecerrados sus ojos con suspicacia.

-Hazlo. Puedo encontrarme a una mucho mejor. A cientas sí eso es lo que quiero.

Harley chilló, presa del pánico mientras retrocedía y gritaba ofendida. Red Hood la ignoró volviendo el arma a la cabeza del Joker que suspiró aburrido.

-Y sólo por que sé que una muerte sin dolor es una bendición, no los mataré hoy. Pienso darte una agonía tan lenta que desearas morir de inmediato, malnacido.

Fue ahí cuando el Joker hizo una mueca, sintiendo la amenaza recorrer su cuerpo entero hasta dejarlo con un leve temor que supo camuflar muy bien en una sonrisa descuidada.

-No vuelvas a acercarte a mi o a las personas que me rodean, Joker. Sabes de lo que soy capaz... Ah, y voy a tener que darte un adelanto.

Y lo miró por varios segundos, ambos en una pelea interna que terminó cuando Red Hood movió sólo unos centímetros a la derecha el arma, disparandole en la oreja al Joker que se llevó las manos a la herida sangrante mientras gruñia de dolor.

Y se fue de allí, escuchando los gritos agudos y molestos de Harley por ayuda para su "señor".

Aunque, sin dejar de pensar en aquella cosita rubia que se escondía en la oscuridad de uno de los pasillos que aparentaba la edad de su propia hija y se sobresaltaba cada vez que un disparo se escuchaba, apretando el collar dorado que descansaba en su cuello y rezaba con grandes letras doradas 'Mascota'.

En su mente se permitió no olvidar a aquel niño asustadizo, dejando como un asunto pendiente investigar el parentesco que tenía ese niño con aquellos psicópatas y que podría traerle futuros problemas.

(...)

-Rachel.

La pelimorada volteó a la derecha, encontrándose a su esposo a unos metros cubierto de sangre al igual que su traje táctico que aún no se había quitado junto a su máscara de domino. Jason se acercó, dándole una mirada de soslayo a la niña en la camilla.

-¿Cómo estas?

Rachel negó, algunas lágrimas surcando su delicado rostro mientras colocaba una mano en la mejilla de su esposo. Jason se dejó, apoyando su rostro en la mano de la mujer que sollozó con fuerza y lo abrazo importandole muy poco ensuciarse de aquella sangre que estaba seguro no era de su esposo.

-S-Si esto... Si ella no tuviera mis genes estuviera muerta, Jason. ¿Entiendes eso acaso?

-Lo se.

La mujer se separó de él, dándole una mirada llena de dolor. Sus ojos grises siendo reemplazados por dos pozos negros de inmediato, las luces fallaron y el rastro de un poco de bruma negra, morada y gris se dejó ver en las manos de Rachel.

Y supo de inmediato lo que pasaba.

-¿Entonces por que no eliminaste a ese hijo de puta? ¿Por que lo dejaste vivir? -la bruma crecio, y él la tomó de los brazos con fuerza, esperando que su esposa se desahogara luego de ver los recuerdos de las últimas horas que le había entregado con sólo un toque - Mi hija se está debatiendo entre la vida y la muerta por su culpa, y tú ni siquiera lo mataste. ¡¿Por que?!

-Rae...

-Fueron tres atentados ya, Jason. Esto ya no es un juego y la vida de mi hija peligra cerca de ti.

Aquello le hizo fruncir el ceño, la furia haciéndose presente en sus ojos mientras apretaba con más fuerza a Rachel que no emitió ningún sonido a pesar de la brusquedad de sus actos. Esa discusión había sido dada muchas veces cuando se encontraban solos, donde ambos se descargaba su furia mientras entrenaban o solo reinaba los gritos, entendía la posición de su esposa para con su hija y la seguridad que trataba de hacer alrededor de la niña pero no se podía, era casi imposible con el antecedente de ambos. Un ex mercenario y una heroína.

-Te recuerdo que tu también tienes enemigos, Rachel. No sólo yo.

Los ojos de la mujer volvieron a la normalidad y la bruma se esfumó, pero aún aquel tinte de ferocidad en la mirada de Rachel parecía no irse, saliendo del agarre que su esposo ejercía en ella.

-Pero yo puedo resolverlos, no como tú que estas en un círculo vicioso con ese payaso. Te estás volviendo igual que Batman y sé que esto no va a acabar bien. Para ninguno de nosotros.

Los ojos de Jason se suavizaron.

-Brujita...

-No, Jason. Cuando me casé contigo lo hice hasta que la muerte no separará, lo hice por amor pero si esto sigue así... te juro que tomaré a mi hija y me la llevaré, Jason. Te lo juro.

-No puedes.

-Claro que puedo, y no me retes, Jason. Sabes que puedo hacerlo.

Red Hood se quedó callado, llevando sus ojos a la niña de cabello castaño con algunas mechones rosados profundamente dormida en la camilla de hospital, a su lado el incesante sonido de sus latidos se escuchaba, calmandolo. Pensando en todos lo pros y los contras sobre lo que su esposa decía.

Podía llevarsela, si. Claro que podía, pero tenerla lejos sería una condena lenta y agónica que lo tendría pendiendo de un fino hilo de locura que con esos tres atentados contra ella parecía tratarlo de hacerlo caer a un pozo sin fondo, volviendolo aquel Jason que había resucitado en el pozo de Lázaro y había matado a todas y cada una de las personas que se encontraban en el momento de su despertar en aquellas aguas malditas.

Lo recuerdos borrosos de aquel pasado volvieron a su mente como un flash y suspiró, un largo suspiro que Rachel supo interpretar al sentir las emociones caóticas que su esposo dejaba fluir y que ella recibía con una pequeña mueca.

-Se que no es fácil. Pero tendré que llevármela, Jason, y debes entenderlo.

-Hazlo. Le diré a Bruce que hable con Diana para que vayas con Aura a la Isla de las Amazonas por un tiempo, ahí estarán seguras.

Rachel asintió, abriendo los ojos con impresión para darse la vuelta y encontrar como su hija entre las sábanas se movía con insistencia. La venda en su estómago delataba la herida que había sufrido y que la había hecho desangrarse hasta morir, por lo menos algunas horas.

Sus genes demoniacos y una pizca de la esencia del pozo de Lázaro la habían ayudado, al igual que los poderes que su madre había usado para volverla a la vida. Aunque ninguno de sus padres sabía las consecuencias que atraeria aquello en la niña de diez años.

-Linda. Oye, amor no te fuerces. Esta bien. -consoló Rachel con voz dulce y maternal, tomando con cuidado los hombros de su hija para que no se levantara- Esta bien.

-¿Mamá? -la niña abrió los ojos, observando a sus padres que parecían felices al verla despertar luego de horas de no tener el minino reflejo de vida- ¿Papá...? ¿Por que estás lleno de sangre?

Jason negó, retrocediendo hasta salir de la vista de su hija que por muy pequeña que fuera sabía lo que su padre y madre hacían. Rachel se interpuso en la vista entre su esposo y su hija, regalandole una suave sonrisa.

-¿Paso de nuevo verdad? ¿Trataron de secuestrarme otra vez?

Las últimas dos palabras de su hija le taladraron los oídos a Jason que apretó los labios en una fina línea, caminando hasta ir al baño de la habitación de hospital.

-No pasó nada. Estás bien, mamá y papá te salvaron.

Aquello fue lo último que escuchó mientras se miraba al espejo. Estaba hecho un desastre de sangre, en su traje y rostro que estaba seguro que sí su hija no fuera tan lista a aquella edad estuviera aterrada de su presencia. Aunque, podría estarlo y él ni siquiera podría darse cuenta.

Se pasó una mano por el rostro, quitando los rastros de sangre de su rostro con una toalla al igual que las de sus manos, dándose cuenta enseguida que estaban un tanto maltratadas a pesar de sus guantes. Segundos después notó como la puerta del baño se abrió dejando pasar a Rachel que lo miro a través del espejo.

-¿Que le dijiste? ¿Sabe que murió? -fue lo primero que salió de sus labios luego de varios segundos en silencio, bajando la mirada y siguiendo su labor para quitarse cualquier rastro de sangre.

-No tuve corazón para decirle eso a una niña, Jason. Nadie lo tendría.

Rachel le ayudó a secar su rostro, mirandolo sin aquella máscara, sus ojos aqua la observaron con cuidado y se suavisaron como cada vez que la miraba. Jason llevó sus manos hasta su cintura acercandola a él con intensidad, dándole un abrazo que duró por varios minutos hasta separarse sólo unos centímetros.

Hasta por fin dejar que sus labios colisionaran, enfranscandolos en su burbuja de amor y lujuria que ambos había perdido un poco por todo el estrés que causaban todos los atentados hacia su familia. Jason la atrajo hacia él en un movimiento inesperado sacándole un jadeo a Rachel que murió en su boca, y le dió mayor acceso a su boca que desesperada se dejaba llevar por sus deseos.

Ambos expresandose así el amor incondicional que tenían.

-Lo eliminare. -dijo Jason una vez que ambos se separaran, teniendo el aliento agitado de su esposa tan cerca que pensaba volver a sucumbir a aquel pecado que se sentía tan bien- Pero necesito que la cuides ¿okey? Y también te cuides tú. -Jason la miró con un brillo diferente en sus ojos, dándole un suave beso en la frente mientras sus ágiles manos se deslizaban por el pequeño bulto en el vientre de Rachel- Cuidalos a los dos.

Rachel sonrió, llevando sus manos hasta las de su esposo mientras tocaban con cuidado el hogar temporal en donde su segundo hijo crecía y se desarrollaba con tranquilidad alejado de todo el daño del exterior.

-Sabes que lo haré, no tienes que recordarmelo. -y se volvió a acercar, dándole un beso suave que hizo sonreír a ambos- Te extrañaré.

-Y yo a ti, pero sólo serán unas cuantas semanas.

Ambos se miraron a los ojos, sabiendo muy bien que era mentira pero entendiendo que aquello era por el bien de los dos y de su pequeña familia.

-Serán más, y lo sabes...

-Shh. -corto, dejando un casto beso en el cuello contrario- Hablemos después de eso ¿si? Te aseguro que estaré contigo cuando el bebé nazca. Es una promesa.

-Bien.

Y salió luego de varios minutos del baño, dándole un beso en la frente a Aura que se despidió de él con una pequeña sonrisa y un gesto con su mano.

-Hasta mañana, papá.

Jason sonrió, dándole una última mirada a su hija que inocentemente pensaba que él regresaría de nuevo a la mañana siguiente, a su lado Rachel también se despidió de él con una sonrisa y una mano en su vientre.

-Hasta luego.

Y mientras salía del hospital por la ventana como lo había hecho al llegar, se adentró a sus pensamientos. Siempre supo que los niños eran frágiles, mental y físicamente, y eso lo entendió a las malas después de murir a manos del Joker. Pero la segunda vez que lo supo fue cuando tuvo a su bebé entre sus brazos, tan pequeña y frágil que se prometió a si mismo hacer hasta lo imposible por protegerla al igual que a su amada Rachel.

Por ellas quemaria hasta el mismisimo infierno, creando un caos en el cielo y la tierra si alguien se las arrebataba de su vida de alguna manera, fuera o no sanguinaria. Entrenaria más y se desharia de la escoria más peligrosa de la ciudad para que su proximo bebé no sufriera, y aunque supiera que enemigos siempre habria, cegados por matar y llenar el mundo de la misma calaña que ellos, él esa misma noche saltando entre los edificios con agilidad se juro a si mismo volverse un demonio dispuesto a ser mucho peor sólo para proteger a su familia.

ODDINARYZONE 2023

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