Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟕. 𝐕𝐀𝐑𝐆 & 𝐁𝐄𝐋

Capítulo 7.

Apretando con fuerza el asa de la puerta, Varg la abrió de golpe, interrumpiendo la conversación entre Aisak y Bel, quien al ver al príncipe en la entrada observándolos, se apartó con un ligero brinco del Worwick, soltando la venda.

—Disculpen la interrupción —habló Varg, con la mirada clavada en ambos—. Pensé que era Ludger quien estaba aquí dentro. Ya me voy.

—No, príncipe —intervino Bel, dando un par de pasos para dirigirse a la puerta—. Soy yo la que debe irse. Yo tengo algo que hacer.

—No es necesario, lady Hadmmon —replicó él, dando un paso hacia atrás—. Me disculpo por interrumpirlos.

Aisak miró a Varg de reojo con desdén, junto con una sonrisa de medio labio, tan cargada de sarcasmo que, si esta pudiera hablar, diría: “Cállate, imbécil”.

—Ya le ajusté la venda al príncipe Aisak —continuó Bel, intentando llegar a la puerta sin tropezar—, así que puedo irme a hacer lo que salí a hacer.

—Bel, espera —intervino Aisak, caminando hacia ella—. Te dije que te acompañaría a buscar la sala privada de la princesa Vikernes después de ajustarme la venda.

—No es necesario —Bel desvió la mirada hacia Varg, quien observaba en silencio la interacción de aquellos—. Creo que puedo encontrarla sola; además, creo que el príncipe Varg quiere hablar de algo contigo.

—Si es por mí, no hay problema —intervino Varg, depositando una de sus manos dentro del bolsillo de su pantalón mientras se acercaba a la entrada—. Yo solo pasaba por aquí, cuando vi la puerta abierta y pensé que Ludger estaba dentro, así que si necesitan salir o tienen que hacer algo, no veo inconveniente. Yo me retiro. —Él tomó el asa de la puerta, pero antes de abrirla se giró hacia su primo—. Por cierto, Aisak, cuando estés libre, búscame. Necesito saber qué fue lo que pasó en el puerto.

—No es necesario que me acompañe, príncipe —insistió Bel, volviendo la vista hacia Aisak, mientras que Varg clavaba la vista en el pasillo tras abrir la puerta.

—Si no quieres que te acompañe, entonces creo que lo mejor es que vuelvas a tus aposentos. No es seguro que camines sola los pasillos a estas horas.

—Sí, eso es. Yo mejor me vuelvo a mis aposentos.

—¿Segura lo harás? —Aisak la miró dudoso.

—Sí —ella le sonrió.

—Entonces ve.

Bel asintió, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, pasando junto a Varg, quien la observó con su típica expresión de indiferencia que solía tener, y antes de abandonar la sala, ella se giró y dijo:

—Que tengan buena noche, príncipes.

Bel se reverenció y salió, dejando atrás a Aisak y Varg solos en la sala.

Al salir de la sala de los príncipes, Bel no tomó el pasillo de regreso a sus aposentos como se lo había prometido a Aisak; por el contrario, siguió por otro de los pasillos laterales que daba con las escaleras, subiendo por los pasillos que rodeaban el claustro, observando desde ahí cómo los guardias atravesaban el pequeño patio haciendo la ronda habitual.

Ella tomó la falda de su vestido entre sus manos y aceleró su paso para que nadie la viera, desviándose por el corredor que la llevó al pasillo que estaba buscando. Pero al instante, Bel se detuvo al ver a la princesa Rous salir de la sala.

—¿Bel? —preguntó Rous, con el ceño fruncido, observando a la joven lady de pie a unos escasos metros de ella—. Pequeña, ¿qué haces por aquí? —Rous caminó hacia ella—. ¿Estás perdida?

—No —Bel bajó la mirada con timidez, mientras apretaba la falda de su vestido.

—¿Entonces qué haces sola en estos pasillos?

—Es que. —Ella alzó la mirada hacia Rous—. Es que yo necesito hablar con usted, princesa.

—¿Conmigo?

—Sí, pero si ya se va a sus aposentos…

—No, tranquila —dijo Rous, extendiéndole la mano para que se acercara—. Si necesitas hablar conmigo, no tengo ningún problema.

—¿De verdad?

—Sí —Bel respiró aliviada—. Ven, vamos dentro.

Rous entró junto a Bel a su sala privada, y al cerrar la puerta, la Vikernes le indicó que tomara lugar en uno de los sillones del centro de la sala, donde Bel tomó asiento, manteniendo la mirada agachada.

—Ahora sí, dime, pequeña —habló Rous con dulzura, sentándose al lado de la joven—. ¿Qué te pasó?

—Es que yo vine a decirle algo, y a pedirle algo también, pero por favor —Bel miró a Rous—, no le diga nada a mi tía que le conté esto. ¿Sí?

—Primero dime qué sucede, Bel, porque si es un tema delicado, si alguien te ha hecho algo, o si algo te está afectando, yo no creo que...

—Nadie me hizo nada.

—Entonces, ¿qué es?

—Es que... —Bel se mordió el labio—. Es que yo quería pedirle que me ayudara a convencer a mi tía de que me deje irme.

—¿Irte? —Rous frunció el ceño, perpleja—. ¿Cómo así? ¿Por qué?

—Porque no quiero estar más aquí, princesa.

—A ver, mírame —Rous se acomodó en su lugar, buscando la mirada de Bel—. Necesito que seas un poco más clara conmigo. ¿Por qué no quieres estar aquí? ¿Alguien te hizo algo? ¿Algún guardia? ¿Alguien del personal?

—Es por el príncipe Varg —interrumpió Bel, soltando el llanto que la estaba ahogando.

Rous se quedó en silencio por un momento ante aquella declaración, que le terminó generando muchas más dudas.

—¿Varg? —repitió—. ¿Cómo, Bel? ¿Acaso mi hijo te hizo algo?

—No, él no me hizo nada, solo que no quiero estar cerca de él.

—Pero si él no te ha hecho nada, ¿por qué dices que no quieres estar cerca de él? —Rous se levantó del mueble—. ¿Qué sucedió para que no desees tenerlo cerca?

Bel se frotó los ojos, temblando.

—Porque yo sé que él se va a casar con Maeve, y mientras yo esté aquí, mientras sigamos cruzándonos, voy a seguir siendo la culpable de que él no concrete nada con ella.

—A ver, Bel...

—Yo no quiero que mi hermana se sienta mal porque no ha podido lograr nada —continuó Bel, alterada—, pero tampoco quiero sentirme mal yo viendo cómo siempre me culpan a mí y viéndolos a ellos juntos al final, porque yo estoy enamorada del príncipe Varg.

Rous llevó una mano a su boca, sorprendida por la confesión de Bel, quien se cubrió el rostro con ambas manos por la pena, dejando salir su llanto.

—¿Estás enamorada de mi hijo? —preguntó Rous, sentándose de nuevo junto a ella.

—Sí, pero por favor, no se lo diga a nadie. —Bel retiró las manos de su rostro—. Yo le juro que intento mantenerme lejos, que no lo busco, que intento que no me vea, pero él siempre encuentra la forma de acercarse, y yo ya no soporto que me griten, que me acusen y me digan que siempre hago todo mal cuando yo no busco su atención. Yo solo quiero estar lejos, pero él no me lo permite apareciéndose dónde yo estoy y diciéndome que solo quiere ser mi amigo.

—¿Quién te grita, Bel?

—Mi tía y Maeve. Mi tía me regañó una vez y me pidió que me alejara, y Maeve me grita exigiéndome que me aleje del príncipe que será su prometido, y yo no tengo cómo defenderme. Ellas creen que yo solo quiero llamar la atención del príncipe, pero no es así, y ya no puedo con esto, porque sé que cuando ellos se casen, lo soportaré aún menos. ¡Por eso quiero irme!

Rous suspiró en completo silencio, viendo con pena y ternura lo rota que Bel estaba, y sin saber en sí qué decir, ella envolvió a la joven que lloraba desconsolada en sus brazos y acarició su cabello con delicadeza, haciéndole saber que ella la comprendía.

—Tranquila, Bel. No llores más. Yo te entiendo y ten por seguro que voy a ayudarte con esto, te lo prometo. Solo cálmate, ¿sí?

—Gracias —dijo, sollozando en medio de un insistente hipo producto de su llanto—. Gracias, princesa Rous.

—Ya, tranquila.

Rous continuó acunando a aquella joven contra su pecho, mientras las palabras de Bel rondaban su cabeza, pero lo que más hizo ruido en su mente era el por qué Varg buscaba tanto a Bel, percatándose tras su pregunta, de que su hijo parecía estar más interesado en conocer a Bel que a Maeve.

La mañana había caído sobre Dunkelheit bajo una intensa brisa helada, consecuencia de la lluvia del día anterior, más la fina nieve que comenzó a caer antes de que saliera el sol.

Antes de que su sirviente se dirigiera a sus aposentos a llevarle el primer servicio del día, la princesa Rous se alistó y salió de su habitación para ir en busca de su hijo antes de que él buscara alguna excusa para evadir cualquier tema de conversación que no tuviera que ver con la regencia y la corona.

En la sala privada del rey, el príncipe Varg ya se encontraba reunido junto con Aisak y Ludger, discutiendo sobre lo que había sucedido con los Darkas el día anterior en el puerto de Dunkelheit.

—Me temo que más tarde tendré que dar otra ronda por el puerto —dijo Varg, apoyando los codos sobre su escritorio.

—Te aconsejo que pongas guardias permanentemente en ese lugar mientras los Darkas sigan rondando —sugirió Aisak, colocándose sus guantes de cuero—. Estoy seguro de que si ellos perciben movimiento constante en la zona, se irán a joder a otro lado.

—Tiene sentido —asintió Varg, tomando el sello de lacre en su escritorio.

—¿Enviarás algún comunicado a Northlandy? —preguntó Ludger, observando cómo el príncipe lacraba un pedazo de papel en el que él vio que su primo había estado escribiendo cuando ingresaron a la sala.

—No —Varg dejó el sello sobre la mesa—. Le enviaré un mensaje a mi consejero en Karakalla.

—¿Tu consejero está solo en Karakalla? —inquirió Aisak, confuso.

—¿De verdad no te habías dado cuenta de que él no estaba aquí desde que llegaste?

—Sí, pero no le di importancia porque pensé que lo habías matado.

Aisak miró a su primo con esa sonrisa maliciosa que solía tener cuando hablaba de sangre, y Varg asintió con una sonrisa parecida pero más disimulada sobre su rostro, mientras que Ludger solo dejó ver cómo se curvaban un poco la comisura de sus labios.

—Lo siento, pero mi consejero no es el consejero de Lauker.

—Ese maldito es una peste. Sinceramente espero que algún día le corten la cabeza.

—¿Tú?

—Si los dioses me lo permiten —Aisak apoyó sus manos sobre el espaldar del sillón frente a él—. Pero en fin, ¿qué hace tu consejero en ese lugar?

—Él está en el palacio Kronhall, ocupado con unos asuntos que le asigné.

—Perfecto, y ya que hablamos de palacios y no hay nada más que discutir, te informo que esta tarde partiré hacia Ateckdra. Iré a Xistrinia.

—¿Qué harás allí? —Miró Ludger, curioso a su primo Aisak.

—Antes de venir aquí, Tanatos me envió un comunicado pidiendo mi presencia en el palacio Wiczex, así que iré hacia allá.

—Dile a Tanatos que estamos del lado de la antigua gestión y por supuesto, dale mis saludos a la tía Kara. Espero que tengas un buen viaje, primo.

—Por cierto, Varg —intervino Ludger, removiéndose en su silla—. En dos días yo también partiré hacia Vinndvik, así que estaré esperando tus instrucciones desde allí.

Varg se recostó sobre el espaldar de su silla. —Diles a Valira y a Valkira que estaré enviando un comunicado avisando cuándo deben venir a visitar a mi madre.

—¿Así de autoritario? —Aisak arqueo una ceja.

—Que las gemelas no estén aquí no significa que estén fuera de mi ordenanza. Y ellas lo saben bien.

—Por Valira no veo problema. —Ludger se levantó de su silla—. Ella siempre ha obedecido tus instrucciones sin cuestionarlas, pero ya conoces a Valkira. Tu hermana de seguro sacará excusas.

—Si llega a cuestionar mi decisión, déjale en claro que yo mismo puedo ir a Vinndvik, y esa opción no le va a gustar. Ya sabes lo que significa.

En ese momento, las puertas se abrieron y la princesa Rous entró a la sala privada, pasando al lado de Aisak y Ludger sin detenerse ante ellos.

—Tía Rous —Aisak se inclinó, saludando—. Buenos días.

—Buenos días, sobrinos —saludó ella a los dos, sin desviar la mirada de su hijo—. Por favor, necesito que me dejen a solas con el regente.

Varg frunció el ceño y miró a su madre con preocupación ante el tono serio de su voz.

—Claro, tía —dijo Aisak, intercambiando una mirada con Ludger antes de retirarse.

Las puertas de la sala privada se cerraron tras la salida de los príncipes, dejando a madre e hijo por fin a solas.

—Onko jotain äitini?
(¿Sucede algo, madre?) —Varg se incorporó de su asiento con cautela, detallando lo tensa que se veía su madre, que permanecía de pie frente al escritorio—. Oletko kunnossa?
(¿Está usted bien?)

—Minun on puhuttava vakavasta aiheesta kanssasi, Varg Worwick.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro