Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟑. 𝐕𝐀𝐑𝐆 & 𝐁𝐄𝐋

Capítulo 3.

—La sustitución que Molko me planteó con respecto a la guardia que rodea la isla Andrax es necesaria, Ludger; y creo que él debería hacerse cargo de eso, porque de todos nosotros, él es el que está más cerca —dijo Varg, sentado en su escritorio.

—El problema no es la guardia que se despliegue en ese lugar —Ludger se sentó en la silla con copa en mano—. El problema real es la corona.

Varg alzó la mirada. —Explícate.

—Alguien debe ir a terminar lo que el rey Valko empezó en esa isla; y sí, el más indicado es Molko por su cercanía, pero recuerda que Vermilion es el primer jefe comandante de la guardia y…

—El considerado heredero.

—Exactamente. Creo que sobra decir que si Vermilion va a la isla sería lo más adecuado.

Varg se recostó sobre el espaldar de su silla. —Pienso que el más indicado debería ser Lauker; después de todo, él es el rey, y creo que si trabaja de la mano con Vermilion esa unión sería como un muro impenetrable para este imperio.

—Mejor no lo pudiste haber dicho, pero Lauker no parece interesado en hacer presencia en ese lugar, ni en trabajar con Vermilion, ni por el peligro que representa dejar ese lugar solo mucho tiempo, ni por justicia —él suspiró—. Lauker no quiere dejar ese lugar solo demasiado tiempo, pero tampoco toma decisiones para saldar la masacre que cobró la vida de tantos Worwick; incluyendo a tu padre y al mío.

Varg guardó silencio por un momento, observando un mapa sobre su escritorio, y tras unos segundos se levantó de su lugar y dijo:

—Si Vermilion necesita soldados, se los daré; no me importa cuántos, y no dudes en que Nicola y Molko harán lo mismo.

—¿Incluso si eso te genera un problema con la corona?

Varg sonrió en burla, mientras se servía un poco de vino. —Si esta es la brillante forma de gobernar de Lauker, entonces por mí que se vaya al carajo.

Antes de que Ludger pudiera responder a las palabras de su primo, la puerta de la sala se abrió y la princesa Rous entró cerrando la puerta tras de sí.

—Hijo, aquí estás —dijo ella dirigiéndose a Ludger antes de besar su mejilla—. Sobrino.

—Hola, tía —respondió Ludger con una ligera sonrisa—. ¿Se encuentra bien?

—Sí, hijo, no te preocupes. —Rous miró a Varg—. Necesito hablar contigo.

Varg volvió a su escritorio. —¿Algún inconveniente, madre?

—No es ningún asunto grave, pero sí es importante.

—Yo me retiro. —Ludger se levantó de su lugar.

—Recuerda la reunión que tenemos mañana con el consejo.

—Estaré al pendiente —respondió Ludger antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.

Estando a solas con su madre, Varg acomodó la copa a un lado del escritorio, y volviendo a los pergaminos que tenía frente a él, dijo:

—Bien, madre. La escucho.

Rous se colocó frente al escritorio de su hijo, y extendiendo la mano hacia él; tomó su mentón y alzó su rostro para que la mirara a los ojos.

—¿Dónde se supone que estuviste toda la mañana, hijo?

—¿Esta mañana?

—Sí. —Ella se sentó en la silla que había ocupado Ludger minutos antes—. Le dejé dicho a uno de mis sirvientes que te avisara que Lady Hadmmon, su sobrina y yo estaríamos en el comedor tomando el desayuno para que te presentaras y creo que por simple cortesía, debiste llegar y desayunar con nosotras.

—Sí, madre, recibí su mensaje, pero cuando me lo dieron, ya era tarde para presentarme. Y con respecto a la primera pregunta. —continuó Varg, volviendo su mirada hacia los pergaminos—, pasé parte de la madrugada en el puerto resolviendo un asunto urgente y cuando regresé, me encontré con Lady Bel sola en el jardín.

—¿Sola? —preguntó Rous confusa.

—Sí, estaba sola —confirmó él, volviendo la mirada hacia su madre—. Por eso me acerqué para ver cómo seguía y asegurarme de que efectivamente, estaba sola. Sé que no es de mi incumbencia, pero me pareció incompetente que la dejaran sin supervisión por lo que le sucede.

Rous frunció el ceño. —Qué extraño. Lady Dita me dijo que Bel estaría con su nana.

—Lo estaba, pero cuando llegué, su nana no estaba con ella. Lady Bel le había pedido que hiciera algo o le buscara algo, no recuerdo bien, no me importa. Lo que sí puedo asegurarle es que la mujer tardó en regresar; y por cierto, madre, llegó un comunicado de Armes.

—¿Armes?

—Sí. Volker me informó que la abuela Arlette pronto llegará a Ateckdra y que vendrá aquí a Dunkelheit con Aisak.

—¿Aisak está en Ateckdra?

—Por lo que me comentó Volker, sí. Al parecer él se encargará de traer a la abuela hasta aquí, y de paso, seguramente viene a hablar de algunos otros asuntos. Probablemente sobre lo que está pasando en Andrax.

—Bueno, yo estaré muy complacida y feliz de recibir a tu abuela, pero no me cambies el tema, Varg.

Varg suspiró, recostándose sobre la silla. —No estoy cambiando el tema, madre, solo que me parece irrelevante el hecho de no haber ido a ese desayuno.

—Hijo, ellas son nuestras invitadas.

—Suyas. Yo no le pedí a nadie que viniera.

—Varg, eso sonó muy grosero.

Una risa burlona y maliciosa se dibujó en el rostro de Varg al oír la palabra que había dicho su madre, y sabiendo que era extraño que él se riera sin razón, Rous preguntó:

—¿Por qué te ríes?

—Parece que ahora no puedo decir lo que pienso porque para todos soy grosero.

—¿Quién más te dijo grosero?

—La niña esta que eligió mi sala para desmayarse.

—¡Por los dioses, Varg, no hables así! Lady Bel es una jovencita muy delicada, por eso le suceden esas cosas.

—Bueno, no importa —Varg volvió a su postura habitual, mostrándose un tanto irritado—. Yo la adoro, madre, pero siempre he sido sincero con usted y no veo el problema de no haber ido a ese desayuno. No creo que tenga nada que hablar con sus invitadas, así que le pido disculpas, pero no le daré importancia a esa situación.

—Por lo menos dime que cenarás conmigo más tarde, ¿sí?

Varg asintió, observando a su madre, mientras ella se acercaba a su lado para darle un beso en la frente, y antes de salir, dijo:

—Te espero, mi cielo.

Rous salió de la sala privada de su hijo, dejándolo solo, sumergido en los asuntos que para él sí eran importantes.

La intensa luz del mediodía entraba por la ventana, iluminando parcialmente el rostro de Bel, quien estaba recostada en un mueble junto al ventanal, con su preciado libro abierto en sus manos y una de sus tantas muñecas reposando en su regazo.

Bel leía entretenida, dejando escapar risas al leer algunos pasajes divertidos de su historia, mientras su nana peinaba su largo cabello castaño, cuando la puerta de la habitación se abrió sin aviso.

—Señorita Alira, por favor, salga —ordenó Lady Dita con delicadeza, dirigiéndose a la mujer.

La nana de Bel dejó el peine sobre la mesa, y haciendo una ligera reverencia, salió de la habitación cerrando la puerta tras ella, mientras Bel se incorporaba un tanto extrañada, observando a su tía.

—¿Sucede algo, tía?

Dita suspiró y acarició la mejilla de su sobrina, sentándose a su lado.

—Quiero preguntarte algo, mi pequeña, y necesito que seas completamente sincera conmigo.

—Sí, claro, tía.

—¿Es cierto que esta mañana estuviste en compañía del príncipe Varg en el jardín, a la hora del desayuno?

—Sí, bueno, no.

—Bel.

—Es decir, sí, pero solo porque Alira se había ido, y cuando el príncipe llegó al castillo, me vio sola y se quedó conmigo mientras ella volvía.

Dita se puso de pie con cierto aire de inconformidad tras las palabras de su sobrina.

—¿Por qué? ¿Qué pasa, tía?

—Hija —Dita miró a su sobrina—, la princesa Rous organizó un desayuno para tu hermana y el príncipe Varg esta mañana; y gracias a que él se quedó contigo en el jardín, no asistió como estaba planeado.

Bel agachó la mirada, dándose cuenta de por qué su tía no parecía tan contenta.

—Yo, yo no sabía que había un desayuno para Maeve y para él, tía. Lo siento, no fue mi intención.

—Lo sé, mi pequeña, pero quiero que de ahora en adelante, seas más precavida con esto.

—¿A qué se refiere? —Ella se frotó la nariz.

—Me refiero a que eres más que consciente de que estamos aquí para que tu hermana sea tomada en matrimonio por el príncipe Varg y que los momentos en los que ellos puedan compartir son cruciales. La princesa Rous dejó claro que no obligará a su hijo a casarse con nadie que él no quiera, por eso debemos aprovechar cada oportunidad para que él y Maeve estrechen lazos, y si siguen ocurriendo situaciones como la de hoy, eso nunca sucederá.

Bel bajó la mirada, sintiendo su corazón encogerse. —Yo no lo hice con mala intención, tía.

—Eso ya lo sé, hija —Dita se inclinó un poco, tomando el rostro de su sobrina con ternura—. Por eso quiero pedirte que, por favor, te mantengas lo más alejada posible del príncipe. No quiero que lo que ocurrió en la biblioteca ni lo de esta mañana vuelva a repetirse. ¿Está bien?

—Está bien, tía.

Dita le sonrió, depositando un beso en su frente.

—Más tarde te traerán la cena, así que no salgas de aquí hasta haber comido.

—¿Puedo salir a pasear con Alira más tarde?

—Por supuesto, mi niña, pero con cuidado; nada de hacer travesuras. Ya sabes lo que te dije.

Bel asintió una vez más, y Dita la abrazó con ternura antes de levantarse y salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, mientras Bel se quedaba sentada, sosteniendo su libro, pero sin ganas de seguir leyendo.

Un vacío extraño comenzó a apoderarse de su pecho, y aunque sabía que su tía tenía razón, no podía evitar sentirse triste al pensar que no podría volver a hablar con aquel príncipe que había captado su atención, porque más que tristeza; Bel sintió un poco de culpa al ser consciente de que se había fijado en un hombre que no era para ella.

La tarde había caído sobre Dunkelheit, y el príncipe Varg salió de sus aposentos tras haber tomado un breve descanso. Teniendo pendiente la cena con su madre, se dirigió al comedor del castillo, donde al entrar, encontró la sala casi vacía, salvo por los sirvientes que preparaban los puestos y colocaban la comida sobre la mesa.

Manteniéndose en silencio, él tomó asiento en la cabecera de la mesa, como de costumbre, y los sirvientes comenzaron a servir su comida, pero justo cuando terminaban de servir los alimentos en el plato del Worwick, la figura de Maeve apareció en la entrada del comedor.

Ella se quedó de pie por un instante, observándolo con una ligera sonrisa en los labios, esperando quizá que él notara su presencia, pero Varg estaba tan concentrado en lo suyo que solo notó a la joven cuando ella entró en el comedor y se acercó a la mesa.

—Mi príncipe —habló ella, reverenciándose.

Varg levantó la mirada, y sin darle tanta importancia a la formalidad de la joven, dijo: —Lady Hadmmon, bienvenida.

—Me informaron que podía venir a tomar la cena.

—Por supuesto. —Varg le hizo un leve gesto con la mano a uno de los sirvientes—. Ne osoittavat paikan Lady Hadmmoni.
(Alisten un lugar para lady Hadmmon).

El sirviente encargado de alistar la mesa corrió a abrir una silla para la joven lady, y Maeve tomó asiento con la elegancia que se le había pedido que tuviera delante de él, mientras le acomodaban su plato en completo silencio.

—Ya que tengo la oportunidad —interrumpió ella, hablando con delicadeza mientras le servían la comida—, quería agradecerle, príncipe, por permitir nuestra estancia en su hogar y por haber sido comprensivo con mi hermanita Bel por lo que sucedió en su sala privada.

Varg cortó un pedazo de carne sin alzar la vista.

—No se preocupe,  mi lady. Ustedes son invitadas de mi madre, así que no tengo inconveniente.

—Es usted muy amable.

Él esbozó una ligera sonrisa que desapareció tan rápido como apareció y continuó comiendo sin añadir nada más a la conversación.

—Los alrededores de este castillo son hermosos y están muy bien cuidados. Me da curiosidad saber cómo son los bosques y cómo se efectúa la caza aquí. ¿A usted le gusta cazar?

—No mucho.

—Lo comprendo. —Ella forzó una pequeña sonrisa al darse cuenta de lo cortante de la respuesta de Varg—. Entonces, supongo que solo sería lindo pasear por los alrededores.

—Cuando usted quiera, puede dar un paseo.

—No creo que sea prudente que yo haga algo así sola, príncipe.

Varg dejó los cubiertos sobre la mesa con calma, y mirándola a los ojos, dijo:

—Entonces, no lo haga. —Él se dirigió hacia uno de los sirvientes—. Missä on prinsessa Rousia?
(¿Dónde se encuentra la princesa Rous?)

—Emme tiedä Majesteettia, mutta saamme selville.
(No lo sabemos, majestad, pero ya averiguamos por ella).

—Tee se, kiitos.
(Hágalo, por favor).

Maeve bajó la vista a su plato, sintiendo que sus esfuerzos por acercarse a él estaban siendo inútiles, y mientras el silencio volvía a predominar entre ambos, ella se dispuso a intentarlo una vez más.

—En estos días algunos de los sirvientes me han hablado de la biblioteca del castillo. Ellos me dijeron que es impresionante y está llena de historia sobre la antigua casa Vikernes y la casa Worwick.

—Así es.

—Debe de tener libros fascinantes sobre los antepasados de la princesa Rous y del príncipe Alek. ¿Hay alguno que le guste en especial?

Varg bebió un sorbo de su copa antes de responder: —Sí, algunos.

—A mí me gustaría leer sobre ellos. Me parece que debe ser indispensable saber sobre quienes gobernaron y gobiernan estas tierras.

—Qué bien, mi lady.

—Si la biblioteca es tan grande como dicen, tal vez usted podría recomendarme algún libro en especial.

—Si lo desea, puede pedirle a un Daskalo que le recomiende algún libro. Él sabrá qué sugerirle.

—Por supuesto —murmuró, volviendo la vista a su plato.

El sirviente que había ido en busca de la princesa Rous entró al comedor, y reverenciándose ante el príncipe Varg, dijo:

—Prinssini, prinsessa Rous lähettää hänet sanomaan, että hänellä oli pieni viivästyminen ompeluhuoneessa ja että hän vie illallisen huoneissaan.
(Mi príncipe, la princesa Rous le manda a decir que tuvo un retraso en la sala de costura y que tomará la cena en sus aposentos).

—Kiitos.
(Gracias).

Varg tomó un sorbo más de su copa, y levantándose de su lugar, dijo: —Si me disculpa, mi lady, me retiro. Tengo algunos asuntos que atender.

Teniendo apenas el tiempo suficiente para asentir, Maeve vio cómo Varg salía del comedor sin mirar atrás, quedándose ella sola en la mesa con una sensación extraña en el pecho al no haber logrado entablar una conexión con el príncipe por el que deseaba ser desposada.

Después de dejar la sala del comedor, Varg caminó rumbo al patio de armas mientras su mente parecía estar ocupada con diversos temas. Al salir del pasillo hacia el corredor que daba con el jardín, su mirada se desvió hacia la distancia, observando a Bel caminar entre los arbustos florales, mientras sostenía aquel libro inconfundible en una mano y en la otra lo que parecía ser una muñeca.

Varg se detuvo en el corredor y se recostó contra una de las columnas de piedra mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón, y desde ahí, se quedó observándola reír y jugar, derrochando ese espíritu irreverente que la acompañaba.

Varg miró a todos lados, observando a un par de guardias que cruzaban el jardín haciendo su ronda, y después él comenzó a caminar hacia el patio de armas, hasta que un impulso desconocido, provocado al parecer por la risa de la joven, lo arrastró, y  sin pensarlo demasiado, comenzó a caminar en su dirección.

Mientras él se acercaba, Bel se percató de que el Worwick se dirigía hacia ella, y su expresión alegre desapareció casi de inmediato, mientras que un notable afán por huir de los arbustos la empujó salir de ellos con cierta prisa.

—Debemos irnos —murmuró Bel a su nana, sujetando su mano.

Pero antes de que pudiera alejarse, Varg llegó hasta donde estaban las mujeres.

—¿Ya tomaron la cena? —preguntó él, manteniendo una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, con la mirada fruncida y fija en ellas.

—Sí, mi príncipe. Ya lo hicimos —dijo Bel, desviando la vista para evitar encontrarse con la suya—. Ahora debemos irnos. Permiso.

Bel tomó la mano de su nana con prisa, y sin esperar una posible respuesta de Varg, comenzó a caminar hacia el interior del castillo, mientras él permanecía inmóvil, observando cómo se alejaba.

El cambio brusco en la actitud de la joven no pasó desapercibido para él, quien hacía unos segundos había estado escuchando su risa resonar en todo el jardín, y viendo cómo ella se alejaba hacia el interior del castillo, él suspiró y se dio la vuelta para continuar su camino, sin poder evitar que una extraña sensación incómoda se apoderara de su pecho.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro