Capítulo 1

"Final Anunciado"

Valko apresuró sus pasos por los pasillos. Sus puños estaban apretados y la ira que sentía estaba causando estragos en su mente; su mirada gélida y cortante revelaba inmediatamente sus sentimientos. Simplemente, él ya no estaba dispuesto a dejarlo pasar y quería una explicación; después de todo, él se había entregado en cuerpo y alma, y sentía que estaba perdiendo todo lo que ya era suyo.

Valko entró en la habitación de Lana, quien se encontraba colocándose unos pendientes a juego con su vestido rojo frente al espejo. Al ver a Valko entrar con esa ráfaga de furia, ella se asustó. Valko cerró la puerta de un fuerte portazo sin importar que algún guardia cercano escuchara. En ese momento, estaba centrado en el conflicto que las palabras previas de la reina en la cena habían causado en él.

—¿Qué te pasa, Valko?

—¿Me preguntas qué me pasa? ¿Me preguntas qué me pasa? —gritó.

—Valko, espera, ¡cálmate! —dijo ella, asustada, conteniendo a Valko con sus manos sobre su pecho.

—¿Te vas a casar?

—Valko, espera, yo... —titubeó.

—¡¿Te vas a casar?! —gritó en desesperación.

—Sí —respondió con la mirada sumida en el dolor.

—¿Por qué? —Valko golpeó la mesa del té con fuerza—. ¿Por qué? Si teníamos un acuerdo, habíamos quedado en algo tú y yo.

—Lo siento, pero esto debe continuar hasta que la razón lo permita, ¡nadie va a aceptar nuestra unión! —sollozó ella.

—¡No me importa quién la acepte, lo único que me importa es estar contigo! Nosotros sí nos amamos. Tú no amas a ese maldito de Raen —reclamó Valko con furia.

—Es cierto, no lo amo, pero tu reina y tu rey no permitirán nuestra unión por muchos motivos políticos. No puedo ser egoísta y sacrificar tu vida de esa forma —respondió Lana, sollozando.

—Mis padres entenderán... ellos entenderán lo mucho que te amo... Ya una vez te perdí, no volverá a pasar, y si es necesario le cortaré la cabeza.

Valko dio media vuelta para retirarse, pero Lana corrió a detenerlo, tirando de su brazo y colocándose frente a él.

—¡No, por favor, Valko, no! Una guerra ahora no —rogó Lana, desesperada.

—Entonces, cásate conmigo —habló él, colocando sus manos alrededor del cuello de Lana de forma pasiva-agresiva—. Es la única forma en que no inicie una guerra porque no tengo planeado perderte, mujer, no de nuevo.

—Por favor, Valko, no me hagas esto. En serio te amo, pero entiende que el deber es distinto y esto no tiene marcha atrás.

Valko lentamente soltó su amarre mientras Lana susurraba en voz baja, repitiendo "por favor, mi amor" una y otra vez. Bajó sus manos desde el cuello hasta el pecho de Lana, y ella acercó su rostro al de él con los ojos cerrados. Juntaron sus frentes y se rozaron las narices en un intento de un beso débil.

Deslizó sus manos hacia la cintura de Lana, apretándola contra su cuerpo, y ella rodeó el cuello de él con sus brazos.

"¿Me amas?", preguntó en un susurro. "Te amo, Valko", musitó ella sumisa, en un sollozo desesperado. Una vez que ella pronunció las palabras mágicas, él se separó de la princesa bruscamente, tomó su rostro entre sus manos y sentenció: "Serás mi esposa, muera quien tenga que morir".

Valko se desprendió de una Lana aturdida y temerosa por las palabras del príncipe. Él salió de la habitación sin darle tiempo a la oposición de Lana, dejándola impotente tras la puerta, sumisa y llorando. Ella sabía que él lo haría. Sabía que él mataría a quien sea. Él tenía mucha determinación y sangre fría, y sabía que el caos se desataría.

Fuera de la habitación, escondida tras una armadura decorativa, se encontraba Anya, la hermana dos años menor de Valko, quien había escuchado toda la pelea entre ambos. Sus lágrimas de dolor y decepción no tardaron en asomarse al darse cuenta de cómo su hermano, que alguna vez fue suyo, ahora pertenecía a otra mujer.