Acto 1: 𝐇𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐠𝐨.
Nuevamente despierto de esta forma, ese sentimiento desgarrador atravesando mi pecho, junto con las lágrimas que no dejaban de brotar. Soñé que lo amaba una vez más, como se ama solo una vez en la vida, pero todo era mentira, volví a despertar en esa cama vacía.
Quizás podría llamarse un "sentimiento de perdida" porque después de todo quien termino perdiendo fui yo. Tu corazón se había detenido como un reloj roto, por tu madre me entere que le habías estado rogando al cielo porque nada ni nadie me alejara de ti, pero ¿Qué hay sobre mí? ¿Por qué nunca pensaste en cómo me sentiría yo si te perdía? ¿Por qué tienes que estar muerto?
Recuerdo esas horas desesperantes en las cuales no sabía nada de ti, no sabía si estabas bien, esos instantes han estado rondando en mi aburrida mente. Solías preguntarme si estaba segura, si realmente quería esto, pero ¿sabes qué? nunca me sentí insegura, no necesitaba pruebas para saber que lo único que deseaba en este mundo eras tú.
Y por ello me encuentro aquí, quizás en una situación embarazosa pero no podía descartar ideas ni mucho menos alternativas. ¿Este hombre solo me endulzaba el oído? puede ser, ¿Me importaba? no la verdad.
—¿Entonces con este pequeño reloj roto de bolsillo conseguiré volver el tiempo atrás?
—Claro que no niña tonta, podrás vagar por miles de épocas por un tiempo determinado.
—En ese caso, no me sirve— Mis piernas estaban dispuestas a seguir su rumbo, hasta que el viejo vendedor de baratijas me detuvo.
—¿A quién pretendes ver? ninguna persona me había estado escuchando durante tanto tiempo ¿Por qué quieres viajar en el tiempo?
—Mi novio murió hace unas semanas, quería verlo otra vez, es todo.
—Llévatelo, no te cobrare por él, metete en una bañera presionas el botón y deja que el suministro de desvanezca.
El señor puso aquel reloj roto en mi mano, creí que era un estafador ¿Por qué no me cobra por él?
—Ya le mencioné que no me sirve, necesito ir a una fecha exacta no hacer un paseo turístico a la edad media— Ni siquiera me quedaban energías para seguir discutiendo con él.
—Solo hazme caso niña tonta, lo encontraras en cualquier época, solo llévatelo y vete.
A pasos lentos volví a mi apartamento, durante las últimas semanas el lugar se había vuelto deprimente, ya ni siquiera podía ver de la misma manera nuestra cama, aún recuerdo el rostro del médico cuando preguntó si el cuerpo debía ser cubierto, envolverte en esa sabana.
Insegura me dirigí al baño, me metí a la bañera y dejé que el agua recorriera mi cuerpo, en uno de mis bolsillos se encontraba la baratija del extraño señor, no hacía daño intentar ¿no?
Seguí las instrucciones del hombre, apreté el único botón de ese viejo reloj, lo que hizo que desprendiera un humo verde que poco a poco inundaba mis fosas nasales.
[***]
No sabía exactamente que había ocurrido, ni cuánto tiempo había pasado, pero estaba cubierta de tierra y llevaba una ropa extraña conmigo. Caminé hasta lo que era un pequeño pueblo, las personas llevaban trajes parecido a los de la Edad Media, sin embargo, los colores eran mucho más brillantes.
Decidí explorar un poco el lugar, a lo lejos pude ver a unas mujeres que compraban telas para sus extravagantes vestidos. Luego de unas horas descubrí que estaba en alguna parte de Italia en el siglo XIV, no creí que fuera buena idea alejarme demasiado de aquel pueblo.
Hasta que lo encontré a él, tenía un pequeño puesto en donde vendía sus pinturas mientras la gente lo veía pintar unas nuevas, no me impresionó, él siempre fue arte. A paso inseguro me acerque a él, mis mejillas se teñían de un color carmesí y mariposas inundaban mi estómago, fue como verlo por primera vez.
Cruce la multitud hasta poder estar lo más cerca de él posible, sin embargo, solo logre tener acceso a su espalda, no tuve la oportunidad de ver que estaba pintando.
Solo me quede ahí, observando, no me había dado cuenta lo mucho que lo extrañaba, lo mucho que había esperado por verlo otra vez. Antes de que pudiese darme cuenta él estaba hablándome.
—¿Perdón? ¿Qué decías? — Él llevaba un rato mirándome, esperando una respuesta de una pregunta que no escuche.
—Te decía si estabas interesada en la pintura— Él solo me miraba divertido— ¿Te gusta la pintura? la mayoría ya se ha ido, pero tu sigues aquí— Mire a mi alrededor y era cierto lo que él decía, solo quedaba yo.
—Oh si de hecho amo la pintura, disculpa, pero ¿Cuál es tu nombre? — Sabía cuál era su nombre, mis labios lo han pronunciado demasiadas veces como para olvidarlo, pero necesitaba escucharlo de él.
—Soy Luke ¿Y cuál es tu nombre? nunca te había visto aquí— Él se dispuso a guardar todo su material, al parecer ya era hora de ir a comer.
—Me llamo Marie, ¿Desde hace cuánto pintas, Luke? — ¿Cómo era posible que estuviera hablando con el mismo chico que falleció hace unos días?
—Desde que era pequeño, en realidad, si supieran mis padres a lo que me dedico, seria gracioso ver su reacción— Incluso en distintas líneas temporales tus padres te presionan.
De repente su sonrisa desapareció y vino una de tristeza, ¿Por qué parecías estar destinado a tener sueños frustrados por tus padres? eso era así incluso antes de conocerte.
—No tienes la obligación de hacer felices a todos, lo sabes ¿no?
—Lo sé, pero al menos sé que a alguien si le gusta lo que hago, incluso se queda, aunque todos se hayan ido.
Luke después de nuestra larga charla, decidió que le agradaba y me ofrecí a ayudarlo con sus materiales e ir a dejarlo a su casa, no sabía si esto volvería a suceder, pero me negaba a alejarme de él. Una vez llegamos a su casa le ayude a acomodar todo y dejar su estudio lo más ordenado y cómodo posible.
Nos pasamos toda la tarde hablando, sin embargo, un pequeño ruido empezó a retumbar en mi cabeza, era un pequeño tic tac, sin duda ya sabía lo que ese ruido significaría, ya era hora de irme, sin siquiera poder despedirme volví a despertar en algún lugar que desconocía.
[***]
Creí que era hora de volver a mi casa y despertar en la bañera, pero estaba equivocada, había viajado por el tiempo otra vez, pero ahora sabía exactamente dónde estaba. Me encontraba en la década de los sesenta, las personas llevaban ropa de colores brillantes y fluorescentes, pude ver una kombi mientras a lo lejos se escuchaba a Elvis Presley.
Estaba decidida a viajar hasta tu encuentro y supuse que, a pesar de todas esas líneas temporales diferentes, tus gustos no habían cambiado, que en el fondo seguías siendo solo tú.
Gracias a mis nuevos amigos los hippies me llevaron hasta un concierto de Los Beatles, en el que sin dudas estarías ahí, caminé hasta el lugar y pude ver un chico en la orilla del mar dibujando en su libreta. Corriendo me acerqué a él, noté que a quien dibujaba era a mí.
—Hola, siento molestarte, pero de casualidad ¿Asistirás al concierto? pronto cerraran las puertas— Él solo se quedó un rato mirándome, después de unos segundos se dio cuenta de que a quien estaba viendo era a la chica de su dibujo.
—Oh, no lo siento, no alcance a comprar las entradas, los escuchare desde aquí—Nervioso oculto la libreta entre sus manos.
—Sabes... mi mejor amiga me dejo plantada y me sobra un boleto—Obviamente le mentí, no existía ninguna amiga y gracias a aquellos chicos que conocí conseguí esas dos entradas.
—¿Lo dices enserio?
—Claro, pero si no quieres venir conmigo lo entenderé— Afortunadamente mi habilidad de persuasión con él no había cambiado, finalmente aceptó.
Los Beatles nunca fueron de mi agrado, pero de él sí, así que sabía mucho de ellos y de sus canciones. Él no dejo de sonreír en todo el concierto, esa expresión de sorpresa al darse cuenta de que tocarían una de sus canciones favoritas era nueva para mí, quizás solo nos hizo falta más tiempo.
Después de nuestro concierto decidimos ir a comer unas hamburguesas, eran casi las 22 horas, pero ninguno tenía intenciones de alejarse del otro, pero antes de lo esperado ese tic tac volvió, me levanté de mi asiento y besé su mejilla.
—Ya tengo que irme, fue un placer conocerte Luke.
—¿Nos volveremos a ver? — Él se veía triste con mi partida, si tan solo supiera que quien se fue primero fue él.
—Más pronto de lo que crees.
Rápidamente salí del local y me escondí en el estacionamiento, no quería que me viera marcharme, desee con todas mis fuerzas viajar otra vez y así fue.
[***]
Nuevamente despertaba en el duro suelo, me encontraba en Grecia poco antes de Cristo, me estaba volviendo muy buena adivinando en donde me despertaba. Esta vez la ropa era mucho más cómoda, me encontraba en Acrópolis, todo lucia hermoso, mucho más de lo que me imagine.
Sin seguir perdiendo el tiempo, lo busque, esta vez él era un filósofo, escribiendo para todos, me acerque lentamente, por alguna razón tenía el presentimiento que esta sería la última vez que nos veríamos, por ello, quería que supiera toda la verdad y así tener la oportunidad de despedirme de él.
Para mi suerte, él escribía sobre la vida, siendo más exactos que hay después de esta o si existían más de una.
—Hola, me preguntaba si eres tú el filósofo de Acrópolis.
—Si claro soy yo, ¿Tienes algo que contarme? muchas personas se acercan a decirme sus reflexiones.
Le explique todo lo que sucedía, desde que él y yo éramos pareja, hasta el reloj roto del anciano vendedor de baratijas. Su rostro no expresaba enfado o algo parecido, al contrario, estaba escuchando atentamente y de vez en cuando me dedicaba una expresión de asombro.
—¿Si me crees? — Realmente estaba preocupada, de verdad quería que me creyera.
—Sí, lo que dices no es tan descabellado, la teoría en la que estaba trabajando es bastante parecida a lo que me estás diciendo.
—¿De verdad me crees?
—Claro, había estado estudiando algo así, te explico— Yo solo lo miraba atenta— según la teoría en la que estaba trabajando, cada ser humano tiene cuadro vidas, mencionaste que me encontraste en el Renacimiento, en los sesenta y en Grecia, supongo que la cuarta, es mi vida que viví contigo, es increíble que me hayas encontrado en cada una de ellas, ¿no crees?
—En realidad, lo hice con esto —Le entregue el reloj con la intención que él se quedara con este— No sé cómo funciona del todo, el señor solo dijo que apretara ese botón y dejara que el subministro se desvanezca— De repente recordé que esa iba a ser la última vez que lo vería, mis mejillas se comenzaron a humedecer debido a las lágrimas que brotaban de mis ojos.
Él sin pensarlo dos veces me abrazo como si su vida dependiera de ello, sus labios de dirigieron a mi cabeza y sus manos tomaron mi rostro para que pudiese verlo a la cara.
—Siento haberte dejado, siento haber muerto. Por favor no abandones tu vida, aprovéchala mientras sea abundante, mientras sea luminosa.
—No quiero estar sin ti otra vez...
—Nunca has estado sin mí, mi alma siempre te persigue, me encontraste de nuevo ¿no? yo también te buscare, lo prometo— Tomo mi rostro y dejo un beso en él.
Luke tomo mi mano y me llevo a todos los lugares más hermosos de Acrópolis, por alguna extraña razón esta vez me quede mucho más tiempo.
—Marie, quiero hacerte una pregunta ¿Puedo?
—Claro.
—¿Fue muy difícil encontrarme? digo, quizás yo al no saber quién eras, podría hacerte tratado mal— En su rostro se dibujó una expresión de pena.
Sabía que mi tiempo se acababa, pero antes de contestar su pregunta, lo abrace, no sé si fue la calidez que su cuerpo emanaba, esa a la que no había tenido acceso hace mucho tiempo, o si fue la seguridad que me brindaban sus brazos, pero sentí como mis heridas comenzaban a cicatrizar y todos esos lugares quebrados de mí misma volvieron a florecer.
—No lo fue, a pesar de todos esos años de diferencia, seguías siendo solo tú— Gracias a la gigantesca luna a la que hoy teníamos el privilegio de ver, sus preciosos ojos azules brillaban con toda su alma.
—¿Ya es hora de despedirnos?— Asentí con la cabeza y me oculte en su pecho— Debes saber, que haré todo lo posible por volver a hacer funcionar ese reloj y haré hasta lo imposible para volver a encontrarte, pero si no te vuelvo a ver, siempre te llevaré conmigo, estarás en mi pecho, en la punta de mis dedos y esas esquinas de nuestra mente en donde guardo tus recuerdos, estarás en el centro de mi alma, de lo que actualmente soy y lo que queda de mi— Sus manos tomaron mi rostro para que él pudiese memorizar cada parte de esta— Pero debes prometerme algo, como yo estoy dispuesto a morir por ti, tu debes estar dispuesta a vivir por mí.
—Lo prometo, supongo que este es el fin de este viaje— Trate de retener mis lágrimas, pero estas no tardaron en escaparse de mis ojos.
—Pude conocerte otra vez en cuatro años diferentes, un día que duro cuatro otoños para ti—Dijo esta vez para sí mismo.
Ese tic tac volvía a retumbar en mi cabeza, mi cuerpo solo reacciono a volver a sus brazos hasta que tuviera que desaparecer.
—¿Podrías darme un último beso? —Suplique.
Acerco su rostro al mío, tomo mi rostro con delicadeza y me besó, fue lento y dedicado, característico de él. Mecía sus labios sobre los míos hasta que lo único que recordaba mi boca era su nombre, supongo que de eso se trata el amor.
—Marie— Susurro sobre mis labios— Fue un placer hacer historia contigo.
[***]
Desesperada salí de la bañera, había olvidado que dejé el agua corriendo, está ya estaba sobrepasando mi rostro. Rápidamente cerré la llave de la bañera y fui a secarme. Durante estas últimas semanas me había despreocupado de absolutamente todo, el departamento se encontraba hecho un desastre al igual que yo.
Decidí volver a acomodar todo, limpie mi hogar al igual que mi habitación, recorriendo el pasillo llegue hasta el estudio de Luke, desde su funeral me negaba a entrar ahí porque sus recuerdos estarían clavados por todas partes, pero esta vez entré. Todo estaba perfectamente acomodado como solía dejarlo, me sentí aliviada que al menos este lugar no había pasado por mi desastre.
Después de un par de horas de arduo trabajo, fui a visitar su tumba, al llevar me di cuenta de que sus flores ya estaban marchitas, quite estas y fui por unas nuevas. La lapida tenía dibujadas unas manos entrelazadas, ese había sido su ultimo dibujo antes del accidente, nunca pudo explicarme su significado. Antes de irme me puse de rodillas para estar a su altura y poder despedirme.
—Cumpliré mi promesa.
Quería visitar al anciano que me regalo el reloj, quería saber porque este había desaparecido, después de unos minutos de viaje me encontraba en aquel callejón. El anciano me recibió y me observaba expectante.
—Si funciono— Solté sin más.
—Lo sé, te dije que funcionaria— Este me dio la espalda mientras organizaba uno de sus estantes.
—Pero el reloj desapareció, quiero saber por qué.
—¿Se lo diste a alguien? — Él seguía ignorándome.
—Sí.
—Ahí está tu respuesta.
Él seguía organizando su tienda ignorando completamente mi presencia, pronto se dio cuenta de todas las dudas que tenía, hasta que finalmente me hablo.
—¿Cómo estuvo tu viaje que duro cuatro otoños?
—¡¡¿¿QUÉ??!!
—Es verdad, nunca te dije mi nombre, me llamo Luke.
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