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Capítulo 9

Después de horas de viaje en tren, Yibo y Xiao Zhan llegaron a una pequeña estación de montaña. Desde allí, tomaron un sendero que los llevó a través de un bosque denso y verde, con árboles altos y flores silvestres de todos los colores.

El aire estaba lleno del canto de los pájaros y el sonido de un arroyo cercano. El sol brillaba a través de las hojas de los árboles, creando un efecto de luz y sombra que hacía que el bosque pareciera mágico.

Después de una caminata de unos 20 minutos, llegaron a una pequeña cabaña de madera, rodeada de un jardín lleno de flores y hierbas aromáticas. La cabaña tenía un techo de paja y una chimenea que humeaba suavemente.

Al lado de la cabaña, había un pequeño estanque con peces dorados y un arroyo que fluía suavemente hacia un valle cercano. El paisaje era impresionante, con montañas verdes y valles profundos que se extendían hasta el horizonte.

—Este lugar es increíble —dijo Yibo mientras se acercaba a la cabaña con el corazón acelerado de euforia, ¿sería este el lugar donde finalmente tendría su primera vez con su esposo? Se sonrojó de inmediato al tener esos pensamientos—. Es como un paraíso escondido.

Xiao Zhan sonrió maravillado al verlo tan relajado y feliz, precisamente ese era el motivo principal por el que lo trajo hasta aquí. Los últimos días, Yibo había estado muy tenso y en guardia, lleno de pensamientos pesimistas.

—Me alegra que te guste —expresó su propia emoción, dejó las maletas en el suelo y lo contempló como el ser más hermoso de este mundo. No, no solo del mundo, del universo entero—. Quería traerte a un lugar especial, donde pudiéramos estar solos y disfrutar del paisaje.

Yibo se acercó a Xiao Zhan y lo abrazó con fuerza y de puntillas, frotando la nariz en su cuello y oliendo su aroma como un adicto. Nunca se cansaría de esto.

—Gracias por traerme aquí —le agradeció con un notable sonrojo que su Alfa no pudo ver—. Este lugar es perfecto para nosotros y, para la ocasión.

El cuerpo de Xiao Zhan se tensó al instante, sabía a lo que se refería Yibo pero no quería entusiasmarse y asustarlo por lo que respiró hondamente y se apartó de él con un beso ardiente y contenido.

—Entremos, de lo contrario, caerá la noche y tendremos mucho menos tiempo para explorar —expresó, agarrando las maletas de nuevo y entrando a la cabaña, con la mirada fija de Yibo en su trasero.

Durante el resto del día, se la pasaron explorando el valle y disfrutando del paisaje. Caminaron por el arroyo, recogieron flores silvestres y se sentaron en una roca a contemplar el atardecer.

Mientras el sol se ponía detrás de las montañas, Xiao Zhan tomó la mano de Yibo y la apretó suavemente.

—Estoy tan feliz de estar aquí contigo —murmuró, mirándolo con infinita devoción.

Yibo sonrió y apretó su mano a su vez.

—Yo también. Este lugar es mágico, pero lo es aún más contigo —confesó con los ojos desbordados de amor, cuando la oscuridad reinó por completo, sus labios se unieron en un beso aún más fogoso y exigente que todos los que se habían dado.

Nerviosos y con espasmos por todo el cuerpo, se levantaron avergonzados y regresaron a la cabaña encendiendo una fogata en la chimenea. Se sentaron en el sofá, abrazados, y contemplaron las llamas danzantes.

—¿Qué te parece si nos quedamos aquí unos días más? —preguntó Xiao Zhan, sintiendo que menos de un día no iba a ser suficiente. 

Sin dudarlo, Yibo asintió con entusiasmo.

—Me encantaría —cedió sin pensárselo mucho—. No quiero irme de este lugar.

Xiao Zhan esbozó una enorme sonrisa.

—Entonces nos quedamos —se decidió, tendría que llamar al trabajo y pedir al menos, una semana libre, pero ya sería mañana cuando bajara de la montaña puesto, por obvias razones, no había cobertura.

—Y disfrutaremos de este paraíso escondido juntos —dijo Yibo, tumbándolo en el sofá y recostándose sobre él para besarlo por las siguientes horas.

Pasaron los siguientes días en la cabaña, disfrutando del paisaje, de la naturaleza y del amor que compartían. Fue un momento que nunca olvidarían, un momento de felicidad y tranquilidad en un lugar magico, pero en dos días, debían volver a su realidad.

Yibo sintió un calor creciente e insoportable en su cuerpo, una sensación que no podía ignorar. Era el calor; su instinto más primitivo y básico. Quería a Xiao Zhan, quería sentir su cuerpo cerca, quería hacer el amor con él.

Ya no podía ni quería posponerlo por más tiempo, ya había sido suficiente agonía.

—Xiao Zhan —susurró Yibo, su voz llena de deseo mientras salía del cuarto de ducha, húmedo de deseo—. Quiero estar contigo.

Xiao Zhan, quien se había duchado primero y preparaba la cama, se acercó a él como un felino rodeando su presa, sonriendo con ojos dilatados.

—¿Qué pasa, Yibo? —inquirió, su voz suave y seductora saboreando las feromonas de apareamiento que desprendía Yibo.

Éste no pudo responder. Simplemente se abalanzó sobre él y lo besó sin restricciones, como nunca lo había hecho, dejando que su pasión y deseo tomaran el control.

Xiao Zhan se sorprendió al principio, pero sabía que se debía al celo, pronto quedó atrapado en la red de feromonas del Gamma, rindiéndose a su calor y pasión. Se besaron apasionadamente, sus cuerpos unidos en un abrazo apretado y sus lenguas entrelazadas, danzando en sus cavidades bucales con desesperación.

—Te amo, Xiao Zhan, mi Alfa, el único en mi vida —susurró Yibo, su voz entrecortada por la emoción, las piernas le temblaban y acabó cayendo de rodillas frente al mencionado.

—Yo también te amo, Wang Yibo, o debería decir, Xiao Yibo. También eres y serás el unico en mi vida—tatareó Xiao Zhan, su voz llena de amor en tanto lo tomaba en brazos y lo depositaba en la cama.

La ropa empezó a volar por los aires y los besos candentes se volvieron mucho más demandantes y exigentes, Xiao Zhan, con las pupilas totalmente dilatadas, dibujó un sendero de pasión desde sus labios entreabiertos hasta el medio de sus muslos, se detuvo un instante y lo observó agitado y retorciéndose en la cama.

Aquella imagen lo encendió todavía más; virgen no era pero Yibo si, se lo confesó apenas empezaron a salir y él respondió a su confianza, y aunque éste se puso celoso al saber que no sería su primero lo tranquilizó y el asunto acabó olvidado. Ahora que finalmente llegaron a este punto, es incapaz de reprimir su deseo y lujuria por él.

¡Maldita sea!

Deseó hacerlo suyo desde la primera vez que lo vio sentado en medio de una bola de estudiantes que quedaron relegados a la indiferencia en cuanto sus miradas se cruzaron.

Su lobo lo supo, supo que era su pareja, desconcertándolo porque Yibo no era un Omega, si no un Gamma, alguien completamente opuesto a lo que la naturaleza permitía para un Alfa.

Pero nada de eso importó, ni la incompatibilidad entre sus castas y la oposición de la sociedad, su hermano y su suegro. Nadie impidió su amor y no dejaría que alguien lo estropeara con sus ideas cuadradas, ni siquiera su misma familia.

Ya no. Había sido demasiado permisivo y el resultado fue una boda apresurada y un escape al principio momentáneo que se extendió más de medio año, ni siquiera habían visitado a sus padres y Chen Jun, las llamadas ya no parecían suficientes pero de ello hablarían después.

Ahora solo deseaba devorarlo entero, como lo que es; su esposo, su complemento y su otra mitad. ¡Cuán dichoso era por conocerlo y coincidir con él!

—Hazlo.

—¿Qué? —ensimismado en sus pensamientos, no notó que ambos ya estaban desnudos, piel con piel, a solo minutos de aparearse definitivamente.

Yibo levantó la cabeza de la almohada a duras penas, el rostro acalorado por el deseo y los ojos brillantes, llorosos.

—Comeme —ni bien dijo aquello, el Alfa le abrió las piernas con ansiedad y se llevó su sexo a la boca, lo chupó, engulló y sobre estimuló tanto que se derramó sobre su boca—. ¡Xiao Zhan!

—Eso es, mi amor. Llámame solo a mi —murmuró sobre su oído, cubriendo su boca con la suya en tanto lo instaba a rodear su cintura y adentrarse finalmente a esa cueva ardiente de su polla.

Ni bien lo llenó hasta los cimientos, Yibo empezó a llorar del dolor y la intromisión demás insensible lo embargó de tristeza. Él creyó que su esposo sería delicado pero, esto... quizás, su jerarquía influyó en ello.

—Shh. Tranquilo bebé, no me pude contener pero aunque no lo creas, es mejor así. El dolor se irá más rápido, si te preparaba postergaría el dolor —le besó las mejillas y cada una de las lágrimas derramadas.

Yibo hipó y lo miró aturdido, rodeando su cuello con sus brazos temblorosos.

—Duele, Zhan. Duele mucho —se estremeció de dolor, abrazándolo y tratando de inhalar todo su aroma a macho Alfa, tal vez eso ayudaría.

—Sé, pero tienes que controlar la respiración y relajar tu cuerpo, de otro modo, será imposible aparearse —le aconsejó acariciando los costados de su cuerpo. 

Asintió.

—Esta bien, pero aún no te muevas —pidió mientras cerraba los ojos.

—No lo haré, confía en mí.

Al cabo de un par de minutos, cuando Xiao Zhan empezaba a dormirse al igual que Yibo, fue éste quien hizo el primer movimiento, batiendo las caderas en círculos y acariciando la espalda del Alfa con fervorosa pasión, la lubricación natural en compañía del celo estaban siendo de gran ayuda para su primera entrega.

—¿Tan rápido lo quieres? No sabía que fueras tan goloso —se burló Xiao Zhan y, a cambio, se ganó un azote en el trasero que lo puso más rojo que su esposo.

—No me hagas decirlo, Zhan. Esto es muy vergonzoso —se apenó, enterrando el rostro en su cuello.

Xiao Zhan soltó una carcajada, seguidamente, lo obligó a recostarse totalmente sobre la cama.

—El sexo es normal, Yibo. Además, esto no es solo sexo, es nuestro primer apareamiento y está siendo especial —le explicó sonriente.

—¿Crees?

—No creo, te lo aseguro —le robó un beso que los dejó sin aliento—. Ahora aferrare a mi todo lo que puedas, no tendré consideración conmigo.

—¿Eso es malo? —ensanchó los ojos en señal de angustia, lucía tan tierno que Xiao Zhan quiso tomarle una fotografía.

—Todo lo contrario Yibo, va a ser más que bueno, pero eso ya me lo dirás después.

—¿Después de qué?

—Que te haga completamente mío, Xiao Yibo —fue lo último que dijo antes de salir de su interior y volver a introducirse como el digno animal que llevaba en las venas.

Yibo gritó, extasiado de esta nueva y apabullante sensación, se aferró a él como le fue posible y se entregó en cuerpo y alma al único ser sobre la faz de la tierra que amaba con locura, una nueva ola de calor, mucho más intensa que en un principio lo azotó y lo puso a retorcer y clamar por más entre jadeos y murmullos.

La cabaña pronto se llenó de sus susurros y gemidos obsenos, mientras se entregaban al placer y al amor que compartían. Iba a ser una larga noche de pasión y deseo, una noche que ninguno de ellos olvidaría jamás.

—Mmm, te sientes tan bien —susurró Yibo, su voz llena de placer, perdida.

—Y tú también —respondió Xiao Zhan, sudoroso, su voz suave y seductora cantándole al oído como Yibo lo hacía en el suyo.

La bestialidad con que Xiao Zhan lo embestía no preocupó en lo absoluto a Yibo, si se le rompía algún hueso no lo extrañaría. Esto, en definitiva era de otro mundo y estaba gozando al límite.

—Por... ¿Por qué esperamos tanto, Zhan? —logró apenas gesticular, sintiendo como el Alfa le perforaba los órganos con sus embates fieros.

Perlado de sudor y dominado por sus instintos, Xiao Zhan lo cogió rudamente de los cabellos oscuros y le lamió la boca.

—No se y no me interesa. ¡Puta madre! —profirió dándole la vuelta y acomodándolo en cuatro, solo para volver a arremeter contra él de nuevo, está vez con más fuerza, derribándolo en las sábanas arrugadas—. Esto es de otro mundo, ¡joder! Me dan tantas ganas de enterrarte los colmillos y marcarte pero mi lobo me dice que te mataré si lo hago.

—Escuchalo, mi lobo también... también me dice que no te deje marcarte —dijo mientras se sostenía con fuerza de las almohadas y evitaba ser tan ruidoso.

—Quiero hacerlo, me muero por gritarle al mundo que eres mío, que me perteneces en cuerpo y alma —a estás alturas, traer la lucidez a él era imposible, lo azotó una, dos y tres veces, ganándose como cambio sus gemidos de placer.

—Zhan, no. Yo... leí hace un tiempo que si me muerdes, me matarás, nuestros cuerpos son incompatibles por naturaleza, eso es cierto.

—¿Qué tonterías dices? —se detuvo de golpe y Yibo lo miró con el rostro sofocado por la pasión—. Lo voy a hacer.

—No —decretó Yibo con obstinación y una fuerza magnética que enfureció a Xiao Zhan pero antes que éste lo tomara por insolente y lo marcara, lo derribó en la cama y se le montó—. No lo harás.

—Wang Yibo, bájate, yo soy el Alfa —gruñó con los caninos fuera.

Yibo agitó la cabeza y lo cacheteó a ver si despertaba de la bruma de su celo, al parecer, le afectaban más al Alfa que a él. Funcionó, al menos, ya no estaba tan decidido a marcarlo.

—Y yo el Gamma, mi estimado esposito —tarareó con autosuficiencia, sabiendo que había ganado.

Derrotado, Xiao Zhan solo pudo gruñir por lo bajo y bajar la cabeza, sus poderosas manos aferradas a su estrecha cintura.

—Detesto eso.

—¿Qué sea un Gamma? —se cabreó, dolido.

—No, que por serlo tengas el poder para dominarme, es raro y no me gusta. Fui diseñado para tener el control —le echó en cara, tratando de ponerlo debajo suyo, lo logró y sonrió macabro.

—Una lástima, Xiao Zhan. No fui diseñado para ser sometido, someterte es... exitante —le confió con ojos maquiavélicos, cambiando los roles otra vez.

—¿A dónde demonios se fue mi dulce Wang Yibo? —se quejó, respirando con dificultad.

—Lo convertiste en Xiao Yibo, ¿recuerdas?

—Sí, pero ven acá. Aún no acabo contigo.

—Ni yo contigo —se rió y se fundieron en un beso feroz de dientes y lengua, en la lucha por el constante control.

Y así, se perdieron en el calor de su pasión, en el amor que compartían. Fue una noche inolvidable, una noche que los uniría para siempre y les enseñaría a prevalecer como un matrimonio indestructible.

Un matrimonio donde el Gamma era quién mandaba y el Alfa obedecía a regañadientes.


Solo nos queda un capítulo y posiblemente un epílogo. Lamento los errores que pueda tener el capítulo, no lo edité.

☪Yessie

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